El Congreso Mundial de la Naturaleza que acaba de finalizar en Hawai, bajo la coordinación de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) se llamó esta vez «Planeta en la encrucijada».
“En la encrucijada” porque según los conservacionistas del mundo que hacen parte de esta congregación, “muchos de los ecosistemas que sustentan nuestras economías, bienestar y supervivencia, están colapsando».
Para ellos, «los acuerdos logrados en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son la oportunidad histórica para mejorar la vida de millones de personas en todo el mundo y poner a la naturaleza en el centro de las decisiones».
La UICN asegura que “el tiempo no está de nuestro lado y el éxito de los ODS depende de qué tan rápido se conviertan en acciones, por eso se debe actuar ya”.
¿Y qué es la UICN?
Es tal vez la autoridad más reconocida en el tema de la conservación mundial, no solo porque ejerce su labor desde 1948 y ha tenido toda una escuela científica en todos los continentes, sino que su experiencia y nivel le significó el estatus de Observadora de las Naciones Unidas.
En total acoge a 1.394 miembros, una mezcla de estados soberanos, agencias gubernamentales y organizaciones de la sociedad civil. Cuenta además con un capital de 16.000 expertos en todas las áreas de las ciencias naturales que se puedan imaginar, en representación de 192 países. Se podría decir que este organismo se ha constituido en el máximo defensor de la naturaleza, gracias a su gigantesca red de profesionales.
La sede de UICN está en Suiza pero tiene filiales en 50 países. En Surámerica, sus directivos atendieron el llamado de Ecuador para que allí se estableciera su oficina principal, pero hay otras en Filipinas, Estados Unidos, México, entre otros países del mundo.
Cada cuatro años, centenares de estos estudiosos de los ecosistemas se reúnen para analizar la evolución de la vida en el planeta y sus logros también a analizar y buscar alternativas frente a los mayores impactos y amenazas para la vida. Y cuando se refieren a la vida y a la conservación, no sólo se habla de la fauna y la flora, sino del ser humano. Justamente en esta ocasión el tema central fueron las comunidades indígenas del mundo, por eso invitaron a 160 delegaciones aborígenes.
En 2012 el encuentro de los ‘Gigantes de la Conservación’ se realizó en Sidney (Australia), este año fue en Hawai. Hasta allí llegaron 8.000 delegados de muchas naciones, de empresas y científicos.
Además de la parte académica y científica que tiene una agenda inagotable, 1.300 actividades en un tiempo de 10 días, allí se tomaron decisiones frente a seis propuestas: áreas protegidas, capital natural, compensaciones para la biodiversidad, gestión de los océanos, expansión de la palma aceitera y el ecoturismo.
Afecta a los ciudadanos
A lo largo de la historia, algunos de los resultados de este Congreso Mundial se convierten en normas para el resto de países. Sus miembros siempre están deliberando sobre las mayores preocupaciones y amenazas para la biodiversidad.
Desde 1960 se conocen, por ejemplo, resoluciones para implementar tratados internacionales como la Convención sobre Tratado sobre Comercio Internacional de Especies de Fauna y Flora Silvestres en Peligro de Extinción (CITES) ratificada en 1981 por Colombia, que controla y evita el comercio ilegal de especies, uno de los grandes problemas del país después del narcotráfico.
También, el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) ratificado en 1994, a cargo del Instituto Humboldt, creado ante la acelerada pérdida de especies. El Convenio establece aspectos como «la conservación de la biodiversidad, el uso sostenible de esta y el reparto justo y equitativo de los beneficios que se deriven de la explotación de los recursos genéticos».
Igualmente, la Convención Ramsar o Convenio relativo a los Humedales de Importancia Internacional Especialmente como hábitat de Aves Acuáticas, ratificada en 1997, destinada a seleccionar áreas lagunares estratégicos para proteger. Las tres convenciones son fundamentales para el país.
Así, las decisiones tomadas en este Congreso Mundial tendrán que ver con todos los países y sus habitantes.
Por Colombia asistió una delegación de funcionarios de los principales institutos de Investigación, asesores del Ministerio de Ambiente, ONG y universidades. Los organismos responsables, a la luz de la Ley, deberán aplicar las nuevas resoluciones y decisiones para proteger el patrimonio natural de los colombianos.