Escrito por:
JESSICA GONZÁLEZ Y MARÍA CLARA VALENCIA*
Socorro, Santander. ¿Alguna vez te has imaginado la vida sin agua? A principios de 2016 nos reunimos en la finca la Buena Semilla un grupo de 230 jóvenes para participar de un campamento juvenil. La finca, ubicada a 10 minutos de Socorro, Santander, localizado a 121 kilómetros de Bucaramanga y 291 km. de Bogotá, fue el centro de la aventura que empecé emocionada y con muchas ganas de disfrutar. Llegué, y luego de registrarme, me dirigí a la cabaña que me habían asignado, abrí la puerta y me encontré con un pequeño letrero en la puerta del baño que anunciaba: “tres minutos en la ducha”.
Todo comenzó el viernes 8 de enero. Mientas me acomodaba en la habitación y esperaba a mis compañeras de cuarto, en mi mente rondaba la idea de cómo haríamos para bañarnos ocho mujeres en un solo baño y en tan sólo tres minutos cada una… Pero mientras 230 jóvenes buscábamos espacio en el campamento, en Colombia se estaba viviendo una de las peores sequías de toda la historia debido a un Fenómeno El Niño catalogado como de categoría fuerte por el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam).
Socorro está ubicado sobre la cordillera Oriental, que hace parte del sistema montañoso de los Andes y es por ello que el municipio es un epicentro del turismo de aventura, entre los que se destacan deportes como parapente, rafting y rappel. En la finca los árboles adornaban el pastizal verde, las montañas se divisaban a lo lejos y un cielo con nubes cargadas de agua, que hacía meses no caía en la región, completaban el paisaje.
En el campamento, los líderes nos organizaron en grupos, identificados con colores para hacer todas las actividades en equipo. Nos dieron instrucciones sobre la puntualidad, el uso del tiempo en las duchas, los horarios de las comidas y las actividades que haríamos; cada actividad se premiaría con puntos para los grupos.
El sábado 9 de enero, al finalizar una jornada llena de juegos en la que participamos todos (partidos de fútbol, carreras de sacos, ejercicios de resistencia física), los líderes informaron que los tanques de agua que la logística había dispuesto para consumo se podrían agotar si no hacíamos buen uso del líquido. El agua que utilizan los Socorranos proviene de dos embalses llamados La Honda y Aguilitas.
Usualmente La Honda abarca 7 u 8 hectáreas (que se surten de 5 afluentes), pero durante los periodos intensos de El Niño llegó a disminuir hasta un 70%, contaba el ingeniero ambiental Haimar Vega. Esto afectó, además, la calidad del agua. Según investigaciones lideradas por el ingeniero, el agua que se perdió en el embalse La Honda entre enero y marzo del 2016 pudo haber surtido a 12.836 personas por 2 o 3 días seguidos.
Las enormes pérdidas de agua han llevado a que se necesiten lluvias de más de 30 mm para surtir y aumentar los caudales de la zona. A pesar de que ha habido lluvias esporádicas, por ejemplo en abril, no pasaron de 10 mm; además, no han caído donde están los embalses.
Pensar en la sequía era nuevo para mí pero no lo es para la gente de este municipio que ha sufrido por años la escasez. Es por ello que los 8.500 usuarios a los que se les da el servicio de agua siempre tienen reservorios en sus casas. “En Socorro el servicio es intermitente, ya que no tiene fuentes hídricas”, decía el gerente de la Empresa Aguas del Socorro, Orlando Millán Aguilar. En el municipio los racionamientos pueden durar hasta tres días; cada día que pasa sin caer una gota en los embalses, aumenta el riesgo de que se sequen.
Sin embargo, al respecto, Ricardo Lozano, experto en asuntos climáticos, indica que “las personas no deben acostumbrarse a vivir de carrotanques ya que esto es un ejemplo de malos sistemas de adaptación y pérdida de recursos. Deben exigir un mejor manejo de lo hídrico”.
Amaneció el domingo 10 de enero, en la programación estaba una carrera de obstáculos, y yo estaba ansiosa porque me habían contado que trabajaríamos en equipo, buscando pistas en terrenos con barro y sin más ayuda que nuestras manos. Me puse ropa deportiva y comenzamos el recorrido. Al llegar a la meta todos estábamos sucios y cansados, pero satisfechos. El cuerpo de bomberos del Socorro nos visitó ese día para regalarnos un poco de agua y así poder hacer uso de las duchas.
En 3 minutos tuve que enjabonarme y luego enjuagarme lo más rápido posible ya que esperaban 7 mujeres más. Ese día muchos gritaban desde el baño“se fue el agua, alguien por favor tráigame un poco”.
Mientras disfrutábamos de lo que quedaba del campamento, la intensidad del fenómeno El Niño llegó a su máximo nivel de maduración, generando una alerta roja en 20 de los 32 departamentos del país, incluido Santander.
El lunes 11 de enero llegó el final de la aventura con la premiación a los mejores equipos. En medio de la nostalgia, yo sentía una profunda ansiedad por llegar a casa y bañarme en una ducha en la que pudiera durar el tiempo que quisiera.
Al llegar, me recibieron mis familiares, quienes querían que les relatara todo lo que vivimos. Se los conté entre risas. Entonces empecé a sentir una sensación de desasosiego, un vacío que no entendía. Tomé mi toalla, me dirigí a la ducha y entonces me encontré cerrando la llave para enjabonarme, luego abriéndola para enjuagarme; sólo pensaba en los miles y miles de colombianos que no tenían y aun no tienen el privilegio de recibir agua todos los días.
Luego, mientras avanzaba en esta historia, el Ideam comunicó que El Niño finalmente se estaba debilitando. Para el segundo semestre las probabilidades de que llegue el fenómeno La Niña (exceso de lluvias) estaban en 70%, lo que podría dar lugar, tal como sucedió en los años 2010-2011, a un nuevo riesgo: deslizamientos, avalanchas e inundaciones. Con “La Niña” asomándose en la ventana esta historia continuará…
Los científicos aseguran que aunque El Niño es un fenómeno natural, por cuenta del cambio climático ha aumentado en su intensidad, lo cual ha significado reducción de precipitaciones, de la humedad y en consecuencia de los caudales.