Tiempo de lluvia y nacimientos en El Ceibal, casa de los titíes cabeciblancos

De dos en dos van acrecentando cada una de las familias del bosque. Pequeñas cabezas de monitos recién llegados al mundo se asoman sobre la espalda del padre y miran con asombro a su alrededor.
Desde abajo un grupo de investigadores sigue sus movimientos: caminan cuando ellos caminan, corren si los monos saltan de árbol en árbol, se ponen alerta si la manada emite señales de peligro.
El grupo, conformado por dos profesionales en biología y un auxiliar, va tras ellos cada día, cargado de un equipo de telemería (rastreo por ondas de radio) para estudiar su comportamiento, alimentación, reproducción, y por esta temporada, reportar nacimientos. La Telemetría funciona con la instalación de un transmisor en un chaleco especialmente diseñado para el cuerpo del macho líder, que produce ondas y permite su ubicación.
Nuevas vidas
Esta es la época más feliz del año en la reserva natural de El Ceibal, en Santa Catalina (Bolívar), área dedidada a la protección de los monos titíes (Saguinus oedipus) por la Fundación Proyecto Tití, porque es tiempo de los nacimientos.Las nuevas vidas llenan de esperanza a los biólogos que tienen como tarea recuperar la población.
Hasta el momento han nacido cuatro monos. Los primeros en ser padres fueron ´Savage’ y ‘Wilson’, luego ‘Cat’ y ‘Jon’.
Los biólogos que los miran desde abajo, reportan que los pequeños críos, que se mantienen arrunchados en la espalda del papá, han ido madurando y están sanos y fuertes. Sus padres los cargarán hasta que puedan defenderse, y si la naturaleza cumple su curso, llegarán 36 más a la reserva, durante toda la temporada.
Este bosque, uno de los más estudiados del país, acoge a 18 familias de monos cabecibalncos, de estas la Fundación Tití monitorea desde hace más de diez años a 11. Los investigadores las conocen a todas, han entrado en la ‘sala’ de cada una de esas familias y saben ‘quien es quien’ en la manada.
Así como ocurre en los humanos, el grupo familiar está compuesto de padre, madre, hermanos mayores y menores. Algunos son de siete integrantes otras de nueve. Los investigadores a los largo de los años, recorrido por recorrido, también han visto que cuando los titíes llegan a la adultez, se van de la casa y forman nuevos ‘hogares’.
El hábitat de los monos cabeciblancos es el bosque seco tropical, ecosistema considerado como el más amenazado del planeta. Los estudios indican que solo queda el 5 por ciento de su área original, en relictos de Huila, Bolívar, Atlántico, Córdoba, Guajira y otros más.
El Ceibal es uno de esos relictos, con 470 hectáreas, que se han convertido en la única área protegida en el mundo donde los titíes viven en estado silvestre. Fue salvado de la deforestación por la Fundación Proyecto Tití y otras entidades nacionales y regionales al declararlo reserva. En efecto, una de las mayores amenazas para el tití es la ausencia de bosque debido a la deforestación para ganadería. También la captura ilegal y el posterior tráfico ilegal para su venta como mascotas o para coleccionistas en otros países.

La mayoría de familias de esta especie tiene dos gemelos por año. ©Fundación Tití
En los años 70 se produjo una masiva exportación de titíes a los Estados Unidos con destino a laboratorios científicos, lo que ocasionó el inicio del declive de la población.
Es por esto que el tití cabeciblanco fue clasificado en la categoría de (CR) Críticamente amenazado, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Esto significa que está a un paso de la extinción.
Por esta razón, es comprensible que allí en El Ceibal, se celebre sin excepción cada nacimiento.
Hace solo unas semanas, exactamente el 16 de agosto, festejaban el Día Nacional del Tití declarado por el Ministerio de Ambiente. En esa fecha los jóvenes del pueblo de Santa Catalina recrearon bailes, canciones, comparsas, pancartas alusivas y se disfrazaron de monos para agradecer la existencia de la especie.
Lluvia significa comida
En el Ceibal, como ocurre en la región Caribe, se presenta una fuerte sequía durante los primeros meses del año, caracterizada por el poco alimento para la fauna. Cuando la comida escasea, los monos deben acudir a una dieta de insectos y lagartijas.
Luego viene la temporada de lluvias, tiempo exquisita comida. Los titíes consumen aproximadamente 80 variedades de plantas que significan un alto sustento nutricional. La lluvia hace que la flora brinden toda una variedad de frutos, resinas, flores y néctares que aprovechan los monos.
La lluvia también trae la vida, es tiempo de fertilidad. Es por esta época que las hembras entran en gestación. Así que el ciclo se cierra cuando al finalizar la temporada seca nacen los bebés tití.

Rosamira Guillén, directora de la Fundación Tití. ©Federico Pardo
Rosamira Guillén, directora de la Fundación Tití, con sede en Barranquilla, comenta que este año, la eterna sequía hizo que se retrasaran los nacimientos. A cambio, el agua que ya cae a cántaros en el bosque, trajo consigo nuevas vidas y más alimento para esos pequeños críos.
“Esperamos como todos los años que cada familia tenga dos gemelos, aunque a veces viene solo uno. Es una situación directamente relacionado con su disponibilidad de comida”.

Para protegerse de los depredadores los titíes cambian de árbol cada noche. ©Lisa Hoffner
Un árbol por noche
Si de alimento se trata, hay que hablar de estos monos endémicos (únicos) de Colombia, que no escapan de la ley del bosque.
«Así como nacen, también mueren siendo parte de la cadena alimenticia o trófica porque son un gran bocado para aves rapaces, serpientes o mamíferos»- explica Rosamira.
“Ocurre y nos duele, pero debemos registrar decesos de monos por depredación, es la naturaleza”.
Para evitar ataques, los titíes han desarrollado un instinto territorial y se cuidan entre ellos para ahuyentar a los depredadores. Por eso viven en áreas intermedias de los árboles, ni muy arriba donde atacan las rapaces, ni muy abajo a donde llegan las boas.
“Ellos son similares a los humanos en muchas cosas, tienen su propio territorio y como si fuera un conjunto residencial, cada uno vive en su casa, pero todos comparten áreas comunes. Cada noche cambian de árbol para protegerse«, cuenta la Directora de la Fundación.
Más bosque, más titíes
La Fundación tiene claro que una de las mejores formas de preservar a este primate es tener más bosques en las condiciones que requiere la especie, bien conservados.
Por eso adelanta un estudio comparativo en el municipio de San Juan Nepomuceno (Bolívar), donde van a proteger una reserva de 70 hectáreas, ubicada junto al Santuario de Fauna y Flora de los Colorados, que conserva mil hectáreas.
En San Juan harán un estudio completo de los grupos de titíes que la habita, por ahora están conociendo el terreno y las familias de monos.
El trabajo de los investigadores que buscan en sus recorridos la mirada de los bebés-mono en la espalda de su padre, no es aislado. En la Fundación hay un total de 20 empleados que trabajan a diario por proteger a los monos. Ellos desarrollan proyectos de investigación científica, educación ambiental y alternativas económicas para la comunidad que antes vivía de la naturaleza como sustento: venta leña y comercio ilegal de fauna.
Aspiran a que su trabajo se vea reflejado en la restauración del bosque seco y el aumento de las manadas para seguir ‘persiguiendo’ por el bosque a los monitos saltarines que se asoman nerviosos en la espalda de su padre.

Celebración del Día Nacional del Tití, 16 de agosto. ©Camilo Cepeda