Corpochivor es la primera autoridad ambiental regional en delimitar y declarar el 100 por ciento de sus ecosistemas estratégicos.
En un proceso que duró entre tres y cinco años, dependiendo el sector, quedaron protegidos legalmente los seis complejos paramunos del Valle de Tenza: Rabanal, Cristales-Castillejo, San Cayetano, Mamapacha- Bijagual y las Cuchillas Negra y Guanaque. Los tres primeros ya habían sido declarados como área protegida, los demás finiquitaron el proceso recientemente.
Para lograrlo, según la Corporación Autónoma Regional de Chivor (Corpochivor), en las áreas de San Cayetano y Mamapacha-Bijagual, siguieron una ruta metodológica que implicó en primera medida, concertar con la comunidad.
El segundo paso fue realizar estudios para conocer la flora y fauna; evaluar su morfología y geología; establecer el número de acueductos y cantidad de agua que proporcionan; medir los beneficios ambientales y las actividades económicas de la región.
Luego definieron la categoría de manejo de las áreas. Como son zonas de alta biodiversidad y servicios ambientales, que se conjugan con las actividades agropecuarias de sus habitantes, la entidad decidió que la figura del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SINAP) que más se acomodaba a las necesidades de cada corredor, era la de Distrito Regional de Manejo Integrado (DRMI).
Mauricio Otálora, biólogo de Corpochivor, explicó que un DRMI permite la preservación (en páramo, bosques, humedales y sus elementos de flora y fauna), la restauración de áreas degradadas y el manejo sostenible de zonas agropecuarias.
De esta manera, quedó establecido oficialmente el Distrito Regional de Manejo Integrado Páramo de Mamapacha-Bijagual, un corredor binacional que conecta con la cadena Tota-Pisba-Cocuy y de ahí con la cordillera de Mérida, Venezuela.
¿Por qué son estratégicos?
En este macizo hay presencia de bosque subandino, andino y altoandino. Las áreas conforman dos estrellas hídricas y puntos de recarga de las cuencas del río Garagoa y Lengupá. Tiene 35 microcuencas identificadas y decenas de lagunas como: La Tarea, Jarilla, San Nicolás, La Calderona, Laguna Negra y Las Arrebiatadas.
En la zona se han registrado 355 especies de plantas vasculares y más de 264 especies de fauna.
Aves endémicas como el periquito aliamarillo (Pyrrhura calliptera) y el cucarachero (Cistothorus apolinari), aparecen en la lista de especies amenazadas. Igualmente, en mamíferos, el oso de anteojos (Tremarctos ornatus) y el tigrillo lanudo (Leopardus tigrinus). Allí se obtuvo el registro más alto de nutria (Lontra longicaudis), esto denota el potencial a conservar.
También quedó protegido, el Distrito Regional de Manejo Integrado Páramo de San Cayetano, ubicado en el extremo más nororiental del Parque Nacional Natural Páramo de Chingaza. San Cayetano cumple una función amortiguadora en sus tres tipos de ecosistema: un relicto amazónico, bosque andino y páramo.
Otálora considera que “Se encuentra bien conservado, debido a que las comunidades agrícolas de los municipios de Guayatá, Chivor, Almeida y Somondoco, lo han visto con respeto y como una gran fuente de agua. Allí la mayoría de afectaciones son generadas por la ganadería”.
Con anterioridad habían sido declarados los páramos del corredor Rabanal, Cristales y Castillejo. Es en Rabanal donde se encuentra la cuenca del río Teatinos que aporta el agua para Tunja, capital boyacense. Castillejo, colinda con el páramo de Gachanecas, en Villapinzón (Cundinamarca), que da origen al río Bogotá.
Fabio Guerrero, director de Corpochivor, explica el proceso:
Cambio productivo gradual
Una vez delimitados y declarados los complejos paramunos, la autoridad ambiental deberá implementar en 2018 el Plan de Manejo acordado con la comunidad, este incluye proyectos de inversión a cinco años.
«Según los acuerdos adelantados, la comunidad puede continuar con sus cultivos agrícolas y realizar usos pecuarios, pero con la opción de que sean más amigables con el ambiente. La idea es no aumentar la frontera agrícola en áreas de restauración», explicó Otálora.
La Corporación se comprometió con las comunidades a desarrollar procesos de transferencia tecnológica, educación ambiental, capacitación, prácticas sostenibles como compostaje, reciclaje y disminución de uso de plaguicidas.
Además, realizar la reconversión sostenible de actividades cómo la minería, frenar la expansión de la frontera agrícola y pecuaria, combatir la caza y tráfico de fauna, proteger y salvaguardar las cuencas hidrográficas que alimentan estas áreas protegidas.
Respecto a las implicaciones del proceso de delimitación, el biólogo Otálora indicó que corresponde al cumplimiento del Plan Nacional de Desarrollo, en el sentido de que no se deben realizar actividades mineras en áreas de páramo y que las agrícolas deben ir en dirección a la reconversión productiva. Es decir, se debe hacer una cambio sostenible gradual con apoyo de técnicas agrícolas.
“Aquí no se habla de despojo de predios, por el contrario en los acuerdos de declaratoria se reconoce la propiedad de los terrenos de la gente. La comunidad debe seguir viviendo en esas áreas. Muchos ciudadanos venden sus terrenos y terminan yendo a vivir mal a una ciudad”.