Malpelo pasó de 950.000 hectáreas a 2.700.000. El el porcentaje de pesca ilegal en el Pacifico es del 84 %, con 152 eventos registrados en esta área protegida.
Escrita por: Adriana Garzón
Alianza informativa Mongabay Latam – Red Prensa Verde
El Santuario de Fauna y Flora Malpelo es una isla en el Pacífico colombiano considerada como la novena área marina protegida más grande del mundo.
Así se refiere Parques Nacionales Naturales de Colombia cuando habla de este espacio marino situado en el departamento del Valle del Cauca, a cerca de 500 kilómetros del municipio de Buenaventura.
Esta área protegida, declarada en 1995, ha sido ampliada hasta en tres oportunidades: la primera en 1996 (6 millas), la segunda en 2006 (un poco más de 25 millas) y la tercera en 2017 (1,7 millones de hectáreas), explicó Sandra Bessudo, directora de la Fundación Malpelo y otros Ecosistemas Marinos.
“En 2005 fue catalogada como Área de Importancia para la Conservación de las Aves (Área AICA), por parte de BirdLife Internacional y por el Instituto de Investigaciones Alexander Von Humboldt. Y en 2006 fue declarada Patrimonio Natural de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO)”.
La directiva mencionó dos razones más para entender la relevancia de esta área marina: en el 2002 fue declarada una Zona Marina Especialmente Sensible por la Organización Marítima Internacional, y recientemente fue nombrada Área de Refugio Global.
“Malpelo le da 200 millas más de área económica exclusiva a Colombia. Gracias a ella limitamos con Costa Rica, es decir que tiene una importancia geopolítica; y gracias a una línea imaginaría, le da al país la posibilidad de trabajar en los temas del Tratado Antártico”
Sin embargo, todos estos reconocimientos no han podido frenar del todo la amenaza de la pesca ilegal. Diversas especies marinas y sobre todo los tiburones son apetecidos por las grandes pesquerías que extraen estos recursos del mar sin respetar las cuotas y vedas establecidas por el Estado, sin utilizar las artes de pesca adecuadas y vulnerando la legislación que protege a áreas marinas protegidas como esta.
La biodiversidad de Malpelo
Esta es una de las islas favoritas de los buceadores, por las paredes basálticas verticales, los arrecifes de coral y la gran cantidad de tiburones que alberga. La temperatura y la confluencia de corrientes como la de la Cuenca del Pacífico y la Ensenada de Panamá, la convierten en un lugar excepcional para diversas especies, muchas de ellas endémicas.
Allí se pueden encontrar especies de atunes (Thunnus), bravos (Seriola rivoliana), macarelas (Elagatis bipinnulata), Jureles azules (Caranx melampygus), Jureles negros (Caranx lugubris) y los llamados bonitos comunes (Sarda orientalis).
Además hay una gran diversidad de tiburones, como los martillo (Sphyrna lewini), Galápagos (Carcharhinus galapagensis) y los comúnmente llamados sedosos o silky (Carcharhinus falciformis). También frecuentan el área protegida los tiburones ballena (Rhincodon typus) y las mantas diablo (Manta birostris). Esta gran concentración de diferentes animales y especies convierten a Malpelo en un excelente lugar de alimentación para los grandes depredadores del mar.
“En las áreas marinas protegidas, la mayoría de las especies de importancia comercial se aparean, reproducen y tienen sus crías”, explicó Bessudo.
Y es por las diferentes características de riqueza natural que enmarcan esta isla, que históricamente ha estado presionada por una de las actividades productivas más antiguas: la pesca.
Los peligros de la pesca ilegal
Todas las especies antes mencionadas se encuentran en algún tipo de amenaza. En el caso del Tiburón martillo, según CITES, está catalogado como en peligro, debido a la pesca con redes agalleras y long-line. Caso similar es el de la Tortuga Carey (Eretmochelys imbricata), en estado crítico de amenaza. En esta área protegida, 41 de las 341 especies, tienen algún grado de amenaza.
La mayor presión de los ecosistemas de Malpelo, es la sobrepesca que se registra en la zona de influencia del área protegida, que ha llevado a la escasez de algunas especies. “En el PacÍfico se presenta una captura de 70 000 toneladas de atún anualmente; y de pesca blanca cercana a las 15 000 toneladas”, según registros de la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (AUNAP).
Pero esta área protegida no solo debe soportar la presión que ejerce la actividad comercial, sino también la pesca ilegal centrada principalmente en la captura de tiburones. “Durante muchos años, llegaban grandes embarcaciones pesqueras y llevaban a cabo una práctica comúnmente conocida como aleteo, es decir que sacaban los tiburones, les quitaban las aletas y los devolvían al mar”, resaltó Bessudo.
Y añadió, “tras la nueva Ley sobre pesca ilegal, esta práctica ha disminuido, sin embargo es posible que siga existiendo mucha en territorio colombiano, debido a las dificultades para hacer control y vigilancia”.
Las aletas son cotizadas en el mercado asiático, pero esta demanda es a costa del maltrato a los tiburones, pues estas especies son luego regresadas al mar, donde les espera una muerte lenta.
La pesca se considera ilegal cuando se practica en lugares prohibidos como las zonas de protección o las áreas con algún tipo de restricción especial, o cuando se utilizan artes de pesca no permitidas o se capturan especies en temporada de veda. En Colombia, cuando se crea la figura de Parques Nacionales Naturales, a partir de la Ley 2 de 1959, una de las ventajas que trae esta normativa es la regulación que crea en cuanto a la extracción pesquera.
Sin embargo y aunque en términos legales, las áreas protegidas una vez declaradas deberían estar libres de estas prácticas, entre 2011-2016, la Armada Nacional, encargada de resguardar estas aguas, localizó, en varias ocasiones, “pequeños barcos pesqueros de Ecuador y Costa Rica, que por sus características denotaban procesos más artesanales y que al ser registrados tenían 30, 40 tiburones además de peces dorados y meros”, explicó Álvaro José Henao, abogado especializado en derecho ambiental.
Producto de esas intervenciones en el Santuario de Fauna y Flora Malpelo y su zona de amortiguamiento, surgieron varias denuncias por parte de Parques Nacionales Naturales de Colombia (PNNC), de la Armada Nacional y la Fundación Malpelo, lo que promovió el inicio de un trabajo conjunto con las cancillerías de esos dos países (Ecuador y Costa Rica), para evitar la ilegalidad.
Según el último informe “Pesca Ilegal Marina” de Fundación Marviva y la Procuraduría Delegada para Asuntos Ambientales y Agrarios, publicado a comienzos de este año y realizado entre el 2010 y el 2014, el porcentaje de pesca ilegal en el Pacifico es del 84 %, con 152 eventos registrados en el Santuario de Fauna y Flora Malpelo, y 43 procesos sancionatorios ejecutados en la zona. En todo el país, “solo al 4 % de los 274 procesos les han impuesto una sanción administrativa ambiental por actos de pesca ilegal, y por el momento 48 % de los procesos se encuentran en curso y el 44 % fueron archivados”, resaltó el libro Pesca ilegal Marina en Colombia.
Como indican los registros de la Policía Nacional de Colombia, la primera condena por pesca ilegal, como parte de los 43 procesos sancionatorios, se dio en junio de 2016 en aguas cercanas al Parque Nacional Natural Gorgona. Luego de un operativo se logró la captura de 26 personas, que viajaban a bordo de cuatro lanchas, las cuales fueron condenadas a un año y medio de cárcel y una multa de 66 salarios mínimos cada uno (15 080 dólares).
En términos legales, Colombia cuenta con aproximadamente 36 normas (entre decretos, leyes, resoluciones y acuerdos), que indican cómo proceder en estos casos. En los últimos años, el trabajo conjunto entre el Gobierno y algunas ONG, dio como resultado la Ley 1851, publicada el 19 de Julio de 2017, que tiene como objetivo “contribuir a prevenir, desalentar y eliminar la pesca ilegal y el delito de ilícita actividad de pesca en el territorio marítimo colombiano”. Un paso más para asegurar la protección de los ecosistemas marinos que enfrentan grandes presiones y para sancionar las malas prácticas con severidad.
18 años de trabajo
Sandra Bessudo se enamoró de la isla de Malpelo en 1987. Durante mucho tiempo escuchó a algunas personas cercanas hablar sobre una isla lejana que albergaba una gran diversidad de tiburones, y esta curiosidad la llevó a embarcarse en una expedición a la zona
En las las profundidades de esas aguas, Bessudo se encontró con una gran diversidad marina que la sedujo y la llevó a volver una y otra vez. “En esas diferentes visitas pude ver cómo embarcaciones de pesca estaban arrasando con el ecosistema y pescando indiscriminadamente, entonces se me prendió una alarma y pensé en que si no se hacía algo pronto, estos ecosistemas iban a desaparecer, entonces comencé en la tarea de hacer trabajo político para que Malpelo fuera declarada como área protegida”, explicó.
Como el gobierno no tenía presupuesto ni personal para trabajar por la conservación de la zona, Bessudo decidió, en 1999, crear la Fundación Malpelo y otros Ecosistemas Marinos para concentrar el trabajo de conservación de esta área en una sola institución.
“Pude ver que al inicio eran grandes atuneros, barcos bolicheros con redes enormes, pero tras el trabajo con ellos hubo disminución de pesca industrial, sin embargo se fue moviendo hacia la pesca con embarcaciones pequeñas que abastecían barcos más grandes que se quedaban afuera del área”, resaltó.
Pero después de 18 años de trabajo coordinado con entidades del Estado, como la Armada Nacional e institutos de investigación, para aumentar el conocimiento sobre la zona, combatir la pesca ilegal y tomar decisiones de conservación, la experta está convencida que todo el trabajo y esfuerzo valió la pena.
Ampliación del Santuario
El pasado 13 de septiembre de 2017, el Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, hizo oficial la ampliación del Santuario de Fauna y Flora Malpelo.
De 950 000 hectáreas protegidas se pasó a 2 millones 700 mil, permitiendo así que el Sistema Nacional de áreas Protegidas (SINAP) cuente ahora con más de 28 millones de hectáreas de espacio protegido en Colombia. “Malpelo es el hogar de decenas de especies de aves marinas, tiene reptiles endémicos como el lagarto punteado, gran variedad de tiburones, es una de los lugares más bellos para bucear. Tiene una importancia para el mundo entero, debido a su alta biodiversidad”, resaltó el mandatario.
Y añadió que esta ampliación “se complementa con el área marítima protegida de la cordillera de coiba en Panamá. Se unieron esfuerzos para consolidar un área marina binacional y así poder garantizar la conectividad de los sistemas”.
Como dijo Álvaro Henao, “este proceso es uno de los más grandes, unido a Chiribiquete, y permite continuar protegiendo las especies”. Sin embargo, estas ampliaciones deben “responder a un ejercicio planificado del Estado. Que el proceso de ordenamiento de territorio responda a necesidades ambientales y de políticas sectoriales”, concluyó.
Sandra Bessudo finalizó resaltando que esta clase de procesos son importantes “para la supervivencia de las poblaciones costeras que dependen de estos recursos, ya que esto representa más abundancia, tallas más grandes, más biomasa y eso, tarde o temprano, se ve reflejado en la prosperidad de las comunidades, no solo en este momento si no también pensando en las generaciones futuras”.
Foto Superior: Santuario de Fauna y Flora Malpelo. Foto: Sandra Bessudo – Fundación Malpelo.
ALIANZA INFORMATIVA
MONGABAY LATAM – RED PRENSA VERDE