Olga Cecilia Guerrero R. / Mongabay Latam
Los que conocen a fondo su naturaleza salvaje decidieron llamarlo “Aeropuerto Internacional de las Aves”. Un puerto en el mar Caribe colombiano que recibe y ve partir a lo largo del año a miles de visitantes aladas, que recorren enormes distancias para descansar y hallar en los manglares, playas y ciénagas, la comida que no encuentran en el invierno nórdico o austral.
Esta área protegida es la Vía Parque Isla de Salamanca (VIPIS), un conjunto de islas que forman el delta estuarino que acoge al río Magdalena, luego de recorrer 1550 kilómetros. Está ubicado frente a Barranquilla, sobre la margen derecha del río Magdalena en 18 km y una costa de 52 kilómetros. Además, es la zona núcleo de la Ecorregión estratégica del complejo lagunar de la Ciénaga Grande de Santa Marta.
Tiene 56 200 hectáreas y fue creada hace 54 años (1964). En 1998 se le denominó Vía Parque, una categoría internacional que la hace única en el país porque de manera excepcional, el área natural es atravesada por una carretera, en este caso la que conecta en 44 kilómetros a Barranquilla, capital del departamento del Atlántico, con Santa Marta, capital del Magdalena.
La vía que une a estas dos capitales fue creada en los años 50, pero no contó con estudios ambientales, interrumpió el flujo hidrológico y aisló a la ciénaga del mar causando grandes impactos. Cerca de 30 años más tarde produjo la pérdida de 285,7 kilómetros de bosque de mangle y de miles de especies.
Además de esta polémica obra, dicho espacio resume los conflictos de casi todas las áreas protegidas del país: incendios, cacería, ocupación de predios, tráfico, contaminación, sedimentación, pesca ilegal, erosión, muerte de manglar, atropellamiento de fauna, especies invasoras, intereses portuarios, delincuencia y narcotráfico.
Recientemente la Vía Parque Isla de Salamanca ha estado en boca de la opinión pública por cuenta de los constantes incendios que están atentado contra esta área natural. Según cifras dadas en su momento por las directivas del Parque, en 2017 se presentaron siete quemas en las que se vieron comprometidas 61,84 hectáreas y en 2016 nueve eventos que afectaron unas 48 hectáreas. Mongabay Latam investigó cuál es el estado actual del área protegida y de su bosque de mangle.
Una especie vital
Las 12 000 hectáreas de manglar son uno de los mayores atractivos de Isla Salamanca, un ecosistema considerado como el de mayor productividad del mundo.
En el Parque existen cuatro especies: rojo o colorado (Rhizophora mangle), mangle bobo (Laguncularia racemosa), mangle salado, amarillo o negro (Avicenniagerminans) y mangle Zaragoza (Conocarpuserectus).
“El manglar permite que las especies acuáticas y terrestres se reproduzcan, alimenten y descansen mientras hacen la ruta migratoria. Es refugio y hábitat de recursos hidrobiológicos como peces, cangrejos, jaibas, camarones y almejas que viven permanentemente en el manglar o durante una parte de su vida o durante su vida. Les sirve de protección”, relata Patricia Saldaña, directora del Parque.
Allí se reproducen las especies que luego salen al mar y son soporte de la pesquería adyacente a esta área protegida, de la que dependen unas 5000 familias. Además de todo lo anterior, el manglar protege de la erosión costera, es una barrera natural contra huracanes, maremotos, tsunamis y controla las inundaciones al ser zona de desfogue del Magdalena.
Es también un gran riñón. “Filtra la contaminación que viene de la industria, los usos domésticos, la minería, las basuras, los metales pesados y todo lo que el río recoge en su camino. El agua sale con bajo nivel de contaminación y genera menos impactos hacia el mar, a la vez que retiene los sedimentos”, agrega la funcionaria.
La importancia del manglar se extiende al ámbito sociocultural, ya que muchas comunidades alrededor del Parque, usan sus recursos.“Hay relación directa de la gente con el sistema de manglar, lo ven como su lugar de subsistencia. Se hace pesca dentro del Parque, lo cual es una actividad prohibida. También se trabaja desde el control y vigilancia, pero hay una realidad social que nos supera en términos de necesidades insatisfechas y su abordaje implica la intervención de otras entidades del Estado”, indica Patricia Saldaña.
Cuenta que la gente que habita el área de amortiguación proviene principalmente de Barranquilla, pueblos vecinos y de otras regiones del país que han estado acorraladas por la violencia y se han asentado allí, ya que encuentran en este ecosistema una fuente de recursos que les permite sobrevivir.
En cuanto a la cacería, las especies que más se buscan para el consumo son la tortuga hicotea (Trachemys callirostris), el pato y el chiguiro (Hydrochoerus hydrochaeris).
Sobreexplotación de almeja
La almeja (Polymesoda arctata) se distribuía en toda la ecorregión pero hoy solo queda un relicto dentro del Parque.
Ante la alerta del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (Invemar) por riesgo de sobreexplotación y extinción, los trabajadores del área hallaron la cadena de comercialización y con ayuda de las autoridades identificaron el centro de acopio desde Barranquilla, donde se comercializa, en su mayoría, hacia pescaderías y restaurantes exclusivos de Bogotá.
También encontraron que hay 64 personas dedicadas a esta pesca. El 85 % de ellas pertenecen a municipios del departamento del Atlántico: Barranquilla, Malambo y Soledad; y el 15 restante, al departamento del Magdalena.
Para atender socialmente el caso fueron convocadas las entidades de los dos departamentos y lograron que 20 de los 64 pescadores se vincularan a una iniciativa de ecoturismo y entraran a la fase de legalización.
El plan actualmente está en manos de la Secretaría de Turismo y Cultura, la Mesa de Turismo de Barranquilla, el Clúster de Turismo del Atlántico y una estrategia de Parques Nacionales, apoyada por la Unión Europea.
Los incendios
Desde el 2014 se han presentado 79 incendios cerca de la carretera y del margen del río Magdalena que han afectado 17,4 hectáreas de mangle (4 %), 160 hectáreas de pastizales (74 %) y 26 hectáreas entre pasto de borde de carretera, matorral espinoso y rastrojos (22 %). De manera indirecta se estima que se pueden llegar a perturbaciones en un radio de acción de unas 800 hectáreas más. Estas quemas han sido asociadas, en su mayoría, a cazadores y pescadores que dejan fogatas prendidas y a los usuarios de la vía que lanzan colillas de cigarrillo, latas, vidrios y otros elementos generadores de incendios desde los vehículos.
Una vez hay fuego en el Parque, la primera pregunta que hacen es ¿dónde? Luego, cada voluntario carga al hombro los equipos y van por tierra a ubicarlo. Si no hay agua disponible o la conflagración es de proporciones mayores, solicitan apoyo aéreo.
“No siempre es la solución. En un incendio de manglar donde hay árboles entre 15 y 30 metros de altura, el agua se queda en la copa. Nuestros incendios son en suelo, generalmente subterráneos (raíces, sin llama). A veces el fuego está literalmente sobre el agua cuando arden pastizales acuáticos o cerca de los playones”, indica Patricia Saldaña. “No es fácil y muchos no comprenden este tipo de incendios. La presión social es grande, la gente quiere ver el bambibucket ─ canasta gigante que cuelga de un helicóptero y es capaz de descargar entre 420 y 660 galones de agua desde la altura y de manera controlada─ e incluso veces preguntan cuántas máquinas de bomberos están en los pantanos”, añade la funcionaria.
La buena noticia es que pese a los negativos efectos de las quemas el manglar no está en peligro inminente, o por lo menos eso es lo que se dice desde la dirección de la Vía Parque Isla de Salamanca. Según indica la entidad, lo perdido es un porcentaje bajo frente a las 12 000 hectáreas de manglar que existen.
Hasta ahora, la mayor afectación de los incendios es la desaparición de un pasto invasor llamado enea (Typhadomingenses) que acaparó importantes áreas. Este pasto se prende fácilmente por las altas temperaturas, dada su alta volatibilidad.
Ante el acecho reiterativo del fuego, el Parque creó su propia brigada en 2015 con 12 de sus funcionarios. Uno de ellos, instructor y bombero certificado, es el comandante.
Por ejemplo, se reportó que este año la ocurrencia de incendios y hectáreas afectadas se redujo en un promedio de 96 %.“La genta piensa que el Parque se acabó por los incendios, pero no es así. Trabajamos en esas áreas para recuperarlas. Nuestro objetivo es que no ocurra ni uno más y en eso estamos trabajando”, anota Patricia Saldaña.
Carbón Vegetal
Otra práctica que amenaza a este Parque colombiano es el comercio de carbón vegetal en Barranquilla. Las personas se internan en zonas de difícil acceso, cortan el mangle amarillo, hacen los hornos dentro de la tierra y luego sacan el carbón a escondidas para venderlo en los restaurantes. Aunque el mangle amarillo es predominante y no presenta amenazas poblacionales, a futuro este tipo de prácticas podría ponerlo en peligro.
Además de la la tala del mangle como materia prima, el riesgo es de incendio por mal manejo del horno o porque el fuego se sale de control. Sin embargo, la fabricación de carbón ha disminuido gracias a que la Fiscalía logró interceptar conversaciones e identificar personas, desmantelar varios hornos y judicializar a los culpables. Los delitos por los que se procesan son: daño a los recursos naturales y ocupación indebida de áreas de especial interés.
“El mangle crece rápido en sus primeras etapas ⸺si hay buenas condiciones ambientales⸺ y luego es más lento. Si se aspira tener un bosque maduro con árboles de 30 metros de altura, hay que esperar 50 años”, advierte Parques Nacionales.
Así, para revivir áreas arrasadas por el fuego, el Parque ha hecho dos intervenciones: la primera es permitir procesos de regeneración natural para que una vez llegue la lluvia, los mangles surjan naturalmente. La segunda es sembrarlos.
Se explicó que en sitios quemados en 2014 y 2015 la resiliencia fue alta. En el sector de Torno, se recuperó naturalmente el doble del área quemada.
En otras áreas hicieron restauración activa, por ejemplo en Las Albercas y Casablanca. Allí primero trabajaron el suelo, rehabilitaron los canales y recuperaron la conectividad trayendo agua.
Se tomaron dos zonas piloto ─anteriormente incendiadas y con déficit hídrico─ para sembrar 1620 mangles en 130 hectáreas, con apoyo del Departamento de Prosperidad Social (DPS) que contrató a 35 trabajadores temporales en 2015.
De los dos proyectos, la regeneración natural dio mejores resultados, con un porcentaje de sobrevivencia del manglar del 75 %, mientras que en el caso de la siembra la tasa de supervivencia se ubicó en 52 %.
Expansión portuaria: una gran preocupación
“Siempre ha habido expectativa para que esta margen del río pueda ser un corredor portuario. Esa ha sido la intención… En medios de comunicación se habló de gente que pagaba para generar una situación de crisis por incendios y hacer intervención y ocupación portuaria… Si la zona se quema podrá ser ocupada para otros usos”, dice Patricia Saldaña.
Así también lo entendieron desde la dirección general de Parques Nacionales al informar que, en efecto, se han registrado reiteradas intenciones de invasión y ocupación ilegal y generación de incendios forestales en el sector occidental del Parque. Es una franja de 13 000 hectáreas que limita con el río, en los sectores de El Torno, Las Playitas y Las Albercas.
Al conocerse los resultados de las investigaciones de la Fiscalía, no se descartó el interés de ciertos sectores para que el uso del suelo se pudiera cambiar.
“Se han hecho capturas y judicializado personas, esto es un mensaje de autoridad y presencia del Estado actuando en conjunto, lo cual ha permitido que la gente entienda que hay autoridad y que se puede hacer control efectivo”, explica la entidad.
Por otra parte, el Parque aclara que el deseo de un puerto allí no podrá ser. “Esta es un área protegida y no habrá posibilidades de sustraer terrenos porque los Parques Nacionales están blindados por la Constitución”.
Foto: Vía Parque Isla de Salamanca.
Ocupación ilegal
Sobre la margen del río Magdalena, en el sector de Caño Valle, La Rosita y La Playita, existe una ocupación de 94 familias que se dedican al cultivo de hortalizas, frutales y pesca. Van a Barranquilla y suelen trabajar en oficios domésticos o en la calle vendiendo minutos. Esta zona cuenta con una ubicación estratégica pues se puede acceder por río, mar o carretera. Es por esto que mucha gente desea asentarse allí.
Para identificar la situación de tenencia de tierra la Superintendencia de Notariado y Registro, la Agencia Nacional de Tierras y el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC) realizaron un censo y estudio de la situación predial. “Son predios de la nación que están indebidamente ocupados y hay que recuperar. No se habla de propietarios porque solo menos de 10 predios tienen propiedad legítima, antes de que el actual Parque fuera declarado como área protegida. Los demás fueron llegando desde 1964, después de la declaratoria”, dice Patricia Saldaña.
Los invasores habitan casas de madera y plástico. No tienen servicios de energía, agua o alcantarillado. También generan impactos por salubridad, debido a la contaminación por residuos sólidos, basuras, tala, cacería y pesca.
“Una salida a esta problemática es la relocalización, proceso que está apoyando la Unión Europea. Ya se tiene un primer logro: 23 familias que ocupaban 75 hectáreas en el caño Clarín Viejo con cultivos, construcciones y animales domésticos recibieron de la Agencia Nacional de Tierras el predio Sinaí, de 102 hectáreas, el pasado 13 de febrero”, reporta la entidad. Este era un pleito estancado desde hace 20 años pero que se retomó hace tres y se sacó adelante con una inversión de 473 millones de pesos (254 607 dólares).
Actualmente se avanza con el censo en Caño Valle, La Rosita y Las Playitas y un estudio de mejoras, con apoyo de KFW Cooperación Alemana, a través de imágenes y fotografías satelitales para ver cómo se dio la dinámica de ocupación.
La vía y su ampliación
El sector ambiental colombiano tiene los ojos puestos en las obras de la doble calzada que ampliarán la Vía Parque. El proceso de licenciamiento ya inició y pronto también se entrará en la etapa de estudio de impacto ambiental.
“Parques entiende que se debe ampliar, que es una necesidad, pero la pregunta es ¿qué vía se va a hacer? Queremos que la carretera sea una oportunidad para mejorar las condiciones del sistema. Fue parte del daño en los años 80 y es el momento de resarcirlo”, dice Patricia Saldaña.
Es enfática al advertir que “del diseño dependerá si se comete el mismo error de la carretera actual o si esta vez será ejemplo de que puede haber desarrollo y conservación para un buen manejo del Parque”.
Invemar, Ideam y el Ministerio de Ambiente se encuentran realizando un estudio sobre dinámica hidrosedimentológica de toda la ecorregión con énfasis en el área del Parque. El objetivo es aportar dichos estudios y elementos técnicos como requerimientos para la ingeniería de la doble calzada. El ministro de Ambiente Luis Gilberto Murillo ha dicho que su interés es que se produzca un diseño ambientalmente viable en cuanto al dragado de caños y la funcionalidad de la red hídrica en el ecosistema. El estudio revelará dónde y cómo hacer dichos dragados para que entre el agua dulce, ya que actualmente al hacerlo entran también los sedimentos.
El biólogo Luis Fernando Castillo, director de la Fundación Calidris, indica que en este caso se necesita voluntad técnica y grandes recursos. “Los impactos causados por la vía y los incendios han cambiado la dinámica hídrica y hoy se ven menos especies acuáticas de las que había hace 15 años”. Recordó que la Vía Parque ya está en la lista de Humedales en Peligro, luego de que una comisión Ramsar lo visitara en 2017 e hiciera un llamado al gobierno nacional para que mejorara su funcionamiento.
Adicional a esto, la carretera también genera problemas de seguridad en amplios tramos de áreas desoladas donde se han presentado atracos, narcotráfico y que sirven como escondite para los delincuentes. Además, los viajeros lanzan basura como latas y bolsas de papel, que luego derivan en quemas.
Otro de los factores de fuerte presión y amenaza es el atropellamiento continuo de fauna silvestre por vehículos. Según el monitoreo realizado por los funcionarios del VIPIS, el animal más afectado es el oso hormiguero, le siguen las iguanas, serpientes, aves, caimanes y felinos. Todo esto ocurre pues no hay pasos para el tránsito de fauna.
Investigaciones científicas
La Fundación Calidris hizo el monitoreo de aves terrestres, acuáticas y aéreas en 2008 y encontró que en la Vía Parque Isla de Salamanca hay 200 especies, entre residentes y migratorias, de las 2000 que tiene Colombia.
Su director, Luis Fernando Castillo, expresa que en un Parque tan pequeño e impactado, esta es una cifra muy importante. “Estados Unidos tiene 600 especies, y este sitio tiene un tercio de lo que tiene todo ese país. Es un lugar privilegiado”.
Según dice, la importancia de esta zona se debe a su posición geográfica puesto que es un punto de entrada al continente para aves playeras, gaviotas, reinitas y muchas otras especies migratorias.
Su preocupación radica en que existen especies como el pato gargantilla o cariblanco (Anas bahamensis) que hasta el año 2000 era muy común, y ahora está muy disminuido. “Lo mismo pasa con los peces, hoy la especie dominante es la tilapia, un pez introducido por el hombre. Esto se debe a la transformación de áreas acuáticas a terrestres, lo que hace que el manglar disminuya porque no hay equilibrio entre el agua salada y dulce, o sea en el estuario. Los ambientes costeros han dejado de ser humedales para volverse similares al bosque seco. Si no hay agua que provea alimento, las aves deben ir a otros sitios”, indica Castillo.
Por su parte, la Asociación Selva y la Universidad Commonwealth de Virgina trabajan desde 2016 para conocer qué ocurre con la migración de la reinita migratoria (Protonotaria citrea) ─ave prioritaria para la conservación porque sus poblaciones han declinado notoriamente─.
“Descubrimos que los manglares revisten una importancia sin igual para la especie porque es allí a donde llegan en grandes números desde Estados Unidos y Canadá”, comenta Ángela Patricia Caguazango.
La Asociación Selva y el Parque Salamanca también investigan al colibrí cienaguero (Lepidopyga lilliae), endémico, En Peligro Crítico y del cual no se conoce mucho de su ecología.
Donde mejor se observa es en el Parque. “Estamos realizando un análisis para conocer el estado poblacional de la especie y su distribución dentro del Parque”, dice la bióloga Caguazango. Por otra parte, debido a que hay dudas taxonómicas entre L. Lilliae y otro colibrí (Lepidopyga coeruleogularis), “estamos colectando muestras de sangre que nos servirán para hacer análisis molecular y determinar cuál es su estatus taxonómico (L. Coeruleogularis) de una manera más confiable”, añade.
Así mismo, la bióloga asegura que las decisiones nacionales que se tomen deben ser más concertadas con los expertos ambientales para conocer sus impactos hacia la isla y la ciénaga. “Nuestra solicitud es que haya un buen ambiente para estas especies y conocer los efectos de la intervención de la doble calzada, la construcción del puente Pumarejo y la limpieza de los caños, que incrementó la inundación. Eso se debe medir en términos de salinidad, que es lo que regula las condiciones del manglar”, comenta Caguazango.
Pese a las dificultades presupuestales, la ingeniera pesquera Patricia Saldaña, directora de la Vía Parque Isla de Salamanca, dice que se las ingenian para conseguir las cosas y reconoce que hay logros contra los impactos gracias al trabajo en equipo con los guardacostas, la Policía de Carabineros, la Fuerza Aérea, la Fiscalía, la Corporación Autónoma del Atlántico, entre otras autoridades.
Actualmente, la parte occidental del Parque está cerrada mientras solucionan los problemas por quemas. El resto del área está abierta para el ecoturismo y demás acciones de conservación.
El lugar atiende cerca de 4000 visitantes al año. Por eso, a pesar de las amenazas e impactos, en este momento se diseña y planea como producto de marca el avistamiento de avifauna, para así hacerle honor a su apodo: el ‘Aeropuerto Internacional de las Aves’.
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