Hipopótamos: legado narco que impacta al Magdalena
En los 80 eran cuatro hipopótamos, hoy podrían ser entre 50, 70 o tal vez más. Esta especie africana no cuenta con depredadores en Colombia y se ha apoderado de los hábitats de manatíes y nutrias.
Antonio José Paz Cardona / Mongabay Latam
Casi 25 años después de la muerte de Pablo Escobar ─quien fuera considerado el mayor narcotraficante de todos los tiempos─, Colombia aún no se libra de las consecuencias de su legado. Hoy, una población de entre 50 y 70 hipopótamos que viven en la cuenca media del río Magdalena, dan cuenta de que ni el medioambiente pudo escapar de las manos del capo de la droga.
Cuatro hipopótamos, junto a muchos otros animales exóticos, llegaron en las décadas de los 80 y 90 a engrosar las filas de animales del zoológico personal de Escobar en el municipio de Puerto Triunfo, a 165 kilómetros de Medellín, en el departamento de Antioquia, en el occidente de Colombia. Una vez se hizo extinción de dominio a los bienes del narcotraficante, muchos de los animales fueron llevados a zoológicos, pero los hipopótamos quedaron en libertad y aprovechando su capacidad de permanecer sumergidos en el agua durante varios minutos, poco a poco, a pesar de su gran tamaño y peso, se fueron dispersando en los caños y lagos cercanos al río Magdalena.
2009 fue uno de los años donde más se habló de los hipopótamos pues el 18 de junio mataron a ‘Pepe’, fue sacrificado con un tiro en la cabeza, para evitar que dañara cultivos y pudiera herir o matar a alguien después de que escapó de su cautiverio. El hecho causó polémica pues algunos celebraban lo sucedido pero muchos movimientos animalistas condenaban el asesinato. Cada cierto tiempo, aparecen videos y testimonios de apariciones de estos animales en zonas rurales, e incluso cascos urbanos, de municipios como Puerto Triunfo, Puerto Berrío y Yondó, en el departamento de Antioquia e incluso hay rumores de que se les ha visto más al oriente, en el municipio de Cimitarra, en el departamento de Santander.
Hace un mes se volvió a hablar de los famosos “hipopótamos de Escobar” cuando se dio a conocer la noticia del primer traslado de un individuo juvenil a un zoológico en el municipio de San Antonio del Tequendama, muy cerca de Bogotá. Si bien la noticia es positiva, se necesitan muchos más esfuerzos para controlar a las poblaciones de estos animales, pues cada día que pasa se van multiplicando y hacerles control y seguimiento es una tarea bastante difícil.
El rey del Magdalena
Así como en África el león es conocido como el rey de la selva, el hipopótamo, a pesar de no ser nativo de América, se convirtió en el rey de Colombia. Este animal ya puede considerarse como una especie invasora en el país. Se estima que existe una población entre 50 y 70 animales, aunque el subregistro puede ser muy grande pues, “los hipopótamos increíblemente no son tan fáciles de ver porque permanecen en el agua. El hecho de que permanezcan sumergidos casi todo el día hace muy difícil su investigación y captura”, le aseguró David Echeverry, biólogo de la Corporación Autónoma Regional de las Cuencas de los Ríos Negro y Nare (Cornare), a Mongabay Latam. Esta organización es la autoridad ambiental que tiene a su cargo las zonas donde hasta ahora se han identificado hipopótamos.
Según dice, muchos piensan que estos animales se encuentran en cautiverio y que cuando se da un avistamiento es porque uno de estos se escapó. Pero no, están libres, en estado silvestre en un lago colindante con la Hacienda Nápoles ─gran terreno que era propiedad de Pablo Escobar y donde tenía su zoológico personal─. “Están ahí porque quieren, su comportamiento hace que cuando encuentren un lugar que les garantice comida, tranquilidad y sensación de seguridad, se apoderen de él, lo cuiden y lo protejan. Son animales muy territoriales”, dice Echeverry.
Lo que ha pasado es que de ese gran grupo han salido pequeños individuos a colonizar otras áreas. Migran por diferentes razones que a veces no son tan fáciles de explicar. De acuerdo con el biólogo, creen que los machos se van cuando pierden en la competencia por territorio y por el liderazgo de la manada. Otras veces, las hembras se aíslan para dar a luz y en el caso de los ejemplares juveniles, simplemente son grandes exploradores, se alejan demasiado y luego ya no vuelven. “Todo eso es lo que hemos aprendido con el paso del tiempo. Ha sido un proceso bastante difícil porque en el mundo hay poca investigación sobre estos animales”.
Controlarlos no es nada fácil y Cornare tiene un presupuesto limitado y muchas otras funciones. Lo más “fácil” y lo que técnicamente se recomienda es que los maten, sin embargo, es una decisión bastante impopular, entre otras razones, por el carisma que genera la especie.
Otra opción es esterilizarlos, pero esta alternativa es muy costosa. Echeverry asegura que ya han hecho algunos ensayos y aunque han aprendido bastante de la especie, la técnica tampoco es la más eficiente para el control de los hipopótamos, no solo por sus costos, sino porque pueden realizar una esterilización al año pero en ese mismo periodo pueden nacer 5 o 6 hipopótamos más.
Después de años de trabajar en ensayo y error, Cornare buscó otro tipo de soluciones que permitieran optimizar costos y se centró en encontrar la forma de capturar a los animales. “Construimos una especie de corral, con unas dimensiones bastante amplias, donde los hipopótamos entran confiados. Nos ha funcionado muy bien. Así logramos capturar al hipopótamo que se fue al zoológico de Santa Cruz”, cuenta David Echeverry.
El comportamiento del animal en Colombia también es bastante particular. Aunque el hipopótamo es considerado uno de los animales más agresivos del mundo, hasta ahora, en Colombia se le ha observado tranquilo. Investigadores aseguran que esto se debe a que en el país tienen comida todo el año, nadie los molesta y no tienen ningún depredador. Por ejemplo, los que se han visto en el corregimiento de Doradal, en Puerto Triunfo, son animales juveniles que exploran las calles, por lo general de noche, que es su hora de pastar. Normalmente son temerosos de las personas y no representan un riesgo, pero desde Cornare indican que en caso que alguien se encuentre con uno no se debe confiar pues su comportamiento es impredecible y no se sabe cuándo podrían reaccionar de manera agresiva y atacar.
Impactos ambientales
En este momento Cornare es parte de una investigación que pretende hacer un modelo de dispersión de los hipopótamos. En el análisis que se ha hecho hasta el momento han podido identificar que en algunos años estos animales estarán ocupando los hábitats del manatí ─el mamífero de agua dulce más grande de Colombia─, desplazando las poblaciones de este animal que se encuentra en vía de extinción. También es posible que el hipopótamo pueda desplazar poblaciones de otros animales como nutrias y chiguiros.
Otra de las grandes preocupaciones es la contaminación del agua, principalmente de lagos. Así lo demostró un estudio realizado en las aguas del río Mara en África, que determinó que durante la estación seca, el flujo de agua disminuye, y el agua pobre en oxígeno se acumula en los “estanques” donde habitan los hipopótamos. Investigadores de la universidad de Yale descubrieron que estos pozos no solo estaban privados de oxígeno debido a que los microbios usaban gran parte del oxígeno disuelto para digerir las heces de los animales, sino que también estaban llenos de amonio, sulfuro de hidrógeno, metano y dióxido de carbono, subproductos del metabolismo microbiano. El amonio y el sulfuro son potencialmente tóxicos y podrían estar contribuyendo a la muerte de miles de peces, un misterio que llevaba más de ocho años sin resolverse.
La actividad pesquera en el río Magdalena está en riesgo y hay preocupación porque las heces de los hipopótamos contaminan las aguas y son fuente de degradación y erosión.
Los investigadores confirmaron a través de una serie de experimentos que los hipopótamos estaban detrás de los bajos niveles de oxígeno aguas abajo. Estos experimentos incluyeron mover el excremento de estos animales a arroyos artificiales del tamaño de una bañera y el uso de bolsas de arena para crear una presa temporal en un pozo. Cuando los investigadores “rompieron la presa” para simular el flujo de los desechos de hipopótamo, descubrieron que los niveles de oxígeno aguas abajo disminuyeron.
David Echeverry, biólogo de Cornare, asegura que junto a universidades colombianas e internacionales están terminando otro estudio que comprobaría el impacto a las fuentes hídricas. “Los hipopótamos podrían estar generando unas alteraciones en las dinámicas hídricas en los cuerpos de agua en los que están presentes. Son como una especie de motor de degradación y de erosión”. Según dice, se aumenta la cantidad de materia orgánica en los lagos donde habitan porque ellos defecan en el agua y esto altera la composición de los lagos y su normal funcionamiento.
En medio de todo eso el biólogo manifiesta su preocupación por el financiamiento para transportar los hipopótamos que atrapan con sus “corrales” artesanales. Hace un tiempo se obtuvieron unos recursos gracias a una sanción por delitos ambientales que se le impuso a la antigua Dirección Nacional de Estupefacientes, pues fueron ellos los que dejaron abandonados a los hipopótamos, lo que originó el crecimiento desbordado que se ve hoy. “Todas las organizaciones a las que consultamos nos recomendaban matarlos y la otra opción era encerrarlos a todos, pero eso es extremadamente caro. Necesitamos ayuda en el financiamiento para el traslado de los hipopótamos hacia otros países y no tenemos presupuesto para hacerlo”, dice.
El traslado de Raymi
“En 2017 hablamos con Cornare porque el hipopótamo es una especie invasora, ellos buscaban la forma de reubicar los animales. La eutanasia es legal pero no es la idea, decidimos recibir uno aquí”, cuenta Vivian Bernal, directora comercial de la Fundación Zoológico Santacruz, que recibió a un joven animal al que le pusieron el nombre de Raymi ─significa fiesta o alegría en lenguaje indígena Chibcha─. El traslado del hipopótamo joven costó alrededor de 12 millones de pesos (4000 dólares), sin contar con las adecuaciones de los espacios que necesitaba en el zoológico.
Movilizar a Raymi desde Puerto Triunfo (Antioquia) a San Antonio del Tequendama (Cundinamarca) tardó 8 horas y fue un gran reto pues el animal estuvo despierto todo el tiempo, nunca se le sedó y se le estuvo mojando la piel todo el tiempo, pues estos animales al ser semiacuáticos necesitan mantenerla hidratada.
Durante el 2017 y parte del 2018 se realizó la construcción de una zona de manejo y cuarentena, para los hipopótamos que se encuentran en zona limítrofe con el Parque Temático Hacienda Nápoles, durante este tiempo se llevó a cabo la implementación de una metodología para la ceba, captura y posible traslado de algunos individuos, lo que facilitó la captura del hipopótamo que ahora goza de un nuevo entorno en el zoológico Santacruz.
Cornare cebó al hipopótamo durante siete días con pasto aguja y zanahoria común y al octavo día, cuando estaba acostumbrado a estar en el encierro, se realizó el cierre de puertas para poder iniciar con el procedimiento de captura y traslado.
Luego de un periodo de cuarentena, Raymi fue ubicado en su hábitat definitivo. “Se encuentra en un espacio amplio que consta de su piscina de lodo, una poceta acorde a sus necesidades, puede pastar en las noches, tiene su zona de alimentación y está gozando de su nuevo espacio presentando respuesta positiva al entorno”, dice Bernal.
Trasladar todos los hipopótamos a África requiere de una inversión de dinero bastante alta e incluso, su traslado a zoológicos locales es costoso. Además, estos últimos lugares no pueden recibir a todos los animales que habitan en el Magdalena Medio antioqueño pues sus cuidados son muy específicos y los gastos que requieren son gigantescos. “Semanalmente el animal requiere cerca de 200 000 pesos en alimentación (67 dólares) porque todavía es pequeño. A medida que crezca va aumentando su dieta y el valor se duplica y pasa a cerca de 400 000 pesos (134 dólares)”, comenta la funcionaria del zoológico. Esto sin contar que las adecuaciones del lugar donde vive Raymi costaron cerca de 45 millones de pesos (15 000 dólares).
Hoy Raymi mide 1 metro con 20 centímetros de alto y pesa 350 kilos aproximadamente. Tiene dos momentos de alimentación, uno en la mañana y otro en la tarde, además de pastar durante la noche. Come más de 8 kilos diarios de pasto, acompañado de lechuga, zanahoria, concentrado para caballo y otros suplementos alimenticios.
Por ahora convive con pavos y guatines, mientras que su manada sigue en el Magdalena medio esperando que aparezca dinero que permita trasladarlos o poderlos esterilizar. Si la población de hipopótamos en esta región de Colombia sigue creciendo ─es la más grande de estos animales que se encuentra por fuera de África─, la alternativa de aplicarles la eutanasia volverá a debatirse, lo cual, sin duda, calentará el ambiente en el país a pesar de que sea la recomendación que Cornare ha recibido por múltiples organizaciones internacionales que trabajan con especies invasoras.
*Foto de portada: Fundación Zoológico Santa Cruz.