Fotografía: Olga Cecilia Guerrero.
Red Prensa Verde
- - Patrocinio -
-
Entradas recientes
Síguenos
Fotografía: Olga Cecilia Guerrero.
Michelle Carrere / Mongabay Latam
Japón anunció en diciembre que se retirará de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) para poder reanudar la caza comercial de ballenas, durante este 2019, dentro de sus aguas jurisdiccionales. La decisión se hará efectiva a partir del 29 de junio, llega luego de que, en septiembre 2018, la CBI rechazara la solicitud de Japón de reanudar la caza comercial de ballenas.
Esta es una entrevista con Elsa Cabrera, directora ejecutiva del Centro de Conservación Cetácea y observadora acreditada en las reuniones de la CBI, para entender las implicancias de esta decisión.
¿Qué significa la salida de Japón de la Comisión Ballenera Internacional?
Nos parece que es una amenaza al estado de derecho internacional y que Japón debería evidentemente cumplir con los acuerdos que ha alcanzado la Comisión Ballenera Internacional. Si no está satisfecho con ellos debería retirarse, pero no convertirse en la primera nación pirata que quiera sentar precedente de que se pueden cazar ballenas fuera del ámbito de la Comisión Ballenera.
Cuando el estado de derecho internacional comienza a ser utilizado simplemente como un menú con el que me quedo si me conviene o no me quedo si no me conviene, los beneficios para la comunidad internacional, que se une alrededor de estos acuerdos internacionales justamente para poder encontrar soluciones en conjunto, también se ven amenazados.
Los costos diplomáticos de una acción como la de Japón deberían ser altos, porque de lo contrario envía un mensaje a otros países de que pueden salirse de los convenios, hacer lo que quieran y no recibir ningún tipo de sanción.
Japón siempre ha aspirado a ser miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Eso debería ser cuestionado. Así mismo el rol que ellos cumplen dentro de las comunidades como el G20. Estados Unidos tiene mecanismos de sanción relacionados con los accesos a derechos pesqueros cerca de sus costas.
La ballenería está sujeta a las regulaciones de la Comisión Ballenera Internacional de la cual Japón dejaría de ser miembro. Entonces, estando fuera de la CBI, las cazas que Japón haga dentro de sus aguas jurisdiccionales pasarían a ser una cacería pirata, una caza ilegal.
Primero porque la moratoria global sobre la caza comercial se aplica a todas las aguas, incluyendo la zona económica exclusiva. Segundo, porque el artículo 65 de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR) establece que la caza de las ballenas debe ser conducida de acuerdo a los parámetros de los organismos competentes, en este caso, es la Comisión Ballenera Internacional. Japón, como miembro de las Naciones Unidas, estaría violando la Convemar en su artículo 65.
Japón anunció que solo va a cazar en aguas jurisdiccionales, es decir, dentro de su zona económica exclusiva. En la práctica, eso implicaría una reducción de ballenas cazadas.
Japón siempre apuntó a renovar la caza comercial en el océano Austral, por eso utilizaba el artículo 8° de permisos especiales para llevar permisos de caza científica.
La carne de los productos de las ballenas del hemisferio norte tienen unos niveles de contaminantes enormes porque las aguas donde se cazan, en el Pacífico Norte, están altamente contaminadas. No así por ejemplo las ballenas del océano Austral, de ahí también su interés por ese lugar.
Desde la implementación de la moratoria, en 1986, que permite la caza de ballenas con fines de investigación, Japón ha eliminado más de 17 000 ballenas solo por la excusa de caza científica. Con su salida de la CBI ya no cazaría en aguas internacionales, por lo tanto no podría cazar en el océano Austral, y los programas de caza científica se eliminarían. Eso es una noticia positiva, dentro de lo que es este preocupante manejo diplomático.
Sí afectaría evidentemente a las poblaciones locales de ballenas de Japón, pero siguiendo las noticias y los artículos de la misma prensa japonesa, estamos evidenciando que hasta los mismos operadores balleneros no ven muy viable económicamente que se mantenga la industria.
La industria ballenera japonesa siempre ha recibido enormes subsidios del Estado para mantenerse activa. De hecho, la caza de ballenas tiene que ser subsidiada, de otra manera no existiría.
Realmente no se trata de una tradición cultural milenaria lo de consumir carne de ballena en Japón. Originalmente son cuatro las comunidades costeras que sí realizaban una caza de ballena para su consumo, pero cuando se masificó el consumo fue al final de la Segunda Guerra Mundial. Fue ahí cuando se decidió proveer fácilmente de proteína al pueblo japonés y para ello se reconvirtieron alguna de las naves de guerra en naves balleneras. Es ahí donde se produce esta masificación de consumo de carne de ballena, como resultado de una guerra que fue desastrosa para ellos. Posteriormente, a medida que la economía de Japón se fue estabilizando, este consumo se fue reduciendo drásticamente.
El consumo por persona, calculado hace unos 3 años atrás, es solo de 30 gramos al año. Además, desde la última década, el valor de la carne de ballena ha bajado más del 40 %. Entonces, los mismos operadores han expresado que no ven muy viable que esta industria se pueda mantener o que pueda ser revitalizada. Así es que lo que nosotros esperamos es que, de retirarse efectivamente Japón de la CBI, las operaciones balleneras vayan muriendo.
Nosotros creemos que a nivel de la diplomacia internacional es una mala noticia, porque los acuerdos multilaterales son justamente para trabajar de manera multilateral, no para tratar de imponer intereses propios de manera unilateral y si no me gusta, me voy. Creemos que es un pésimo ejemplo, al igual que Estados Unidos con el tema de los Acuerdos de París sobre cambio climático y lo vemos como una tendencia que podría aumentar. Eso nos parece grave, porque ya son dos países que están haciendo esto. Quizás Japón siguiendo el ejemplo de Estados Unidos se sintió con más libertades. En ese sentido, creemos que es negativo.
En el sentido de la caza de ballenas, como Centro de Conservación Cetacea, lo vemos como un anuncio positivo. Japón ha sido un miembro nocivo para la Comisión Ballenera Internacional, no solamente porque ha continuado cazando ballenas, bajo el alero de la caza de investigación científica que terminan siendo comercializadas, sino porque también ha obstruido el trabajo de la Comisión.
Japón ha ocupado su poder económico para comprar los votos de países, generalmente muy vulnerables de África y el Caribe, también algunos de Centroamérica, como es el caso de Nicaragua el año pasado, que están en situaciones políticas vulnerables y también económicas. Compran sus votos, a cambio de programas de financiamiento pesquero, para que vayan a votar con Japón en bloque y detener medidas como la creación del santuario de ballenas del océano Atlántico Sur. Esa es una medida que lleva años siendo discutida. Está sobre la mesa cada vez que se reúne la Comisión en reunión y nunca ha podido alcanzar el 75 % de los votos, debido a los países que votan en bloque con Japón. Países que no tienen ningún interés en la ballenería, pero que reciben estos programas de financiamiento pesquero.
Esperamos que, al abandonar Japón la CBI, este tipo de financiamientos se terminen y la Comisión se vea libre de esta captura que ha tenido, de no poder tomar realmente las decisiones que la mayoría de los miembros sí desean, por el bloqueo de Japón.
Los que llevamos varios años trabajando en este tema, incluso en la Comisión misma, hemos visto a Japón durante años amenazar con que va a dejar la Comisión. Un poco para presionar y conseguir negociar la reapertura de la caza comercial. Nosotros, como Centro de Conservación Cetacea, junto con otros colegas que trabajan en este tema, lo vemos como una salida elegante de la actividad. Japón dice “bueno, yo no acepto esta imposición cultural de que las ballenas no se pueden cazar para comercializarlas. Me voy sabiendo que, eventualmente, esto puede generar el cierre definitivo de las operaciones balleneras en pocos años más, pero nunca acepté algo con lo que yo no estoy de acuerdo”. Es decir, no dan su brazo a torcer y mandan esta señal a los otros organismos de que pueden retirarse si es que ciertas tradiciones, o lo que ellos consideran tradiciones, no les acomodan.
Así es que creemos que puede ser una estrategia para terminar con una actividad que le genera bastante problemas diplomáticos con aliados importantes como Australia, Nueva Zelanda, muchas veces con Estados Unidos, cuando tenía otro tipo de gobierno.
También vemos que puede ser una presión de los grupos asociados con el Primer Ministro Shinzō Abe. El municipio electoral de Shinzō Abe es uno de los puertos balleneros más importantes de Japón y su partido, el Democrático Liberal, está asociado a importantes municipios balleneros que han hecho un lobby muy fuerte para que Japón reanude la caza comercial de ballenas. Puede ser así que se trate de una decisión que busque beneficios políticos a corto plazo.
Ese monitoreo va a depender prácticamente de la voluntad de Japón y el reporte que quiera entregar. La responsabilidad tendría que caer también sobre las organizaciones civiles y de investigación de ballenas a nivel mundial, para poder hacer un seguimiento de qué se está vendiendo en el mercado. Existen bases de datos genéticas de las poblaciones de ballenas del mundo y teniendo muestras de lo que se vende en el mercado, podríamos determinar a qué especie corresponde y a qué población pertenece esa muestra.
Sobre la posibilidad de que haya flotas piratas de aguas distantes o aguas internacionales lo veo un poco más complejo, porque la flota ballenera de Japón de aguas distantes tendría que haber sido renovada para seguir operando. Japón no cuenta con barcos que tengan la infraestructura que se requiere. De hecho, en el 2018, hace justamente un año, las autoridades japonesas intentaron un plan para conseguir financiamiento para la renovación de la flota de aguas distantes y, al parecer, no lo lograron. Después de que, en septiembre, la Comisión Ballenera Internacional simplemente les dijo que no al plan de reabrir la caza comercial de ballenas bajo el alero de la CBI, esta propuesta de renovación se quedó sin garantías jurídicas y financieras, como para asegurarle a los inversores que esa inversión iba a tener retornos. Así es que también creemos que por ahí puede ir la decisión de dejar la caza en aguas internacionales.
Se concentraría en la ballena Minke. Esta especie no está clasificada en peligro, pero en el área de la costa de Japón hay dos poblaciones genéticamente distintas, una de las cuales se encuentra en peligro crítico y podría extinguirse si es que se continúa con su caza. El problema es que no se puede distinguir hasta que se realizan las pruebas genéticas. En el agua no hay cómo distinguirla.
Otras especies como la Sei, la Jorobada eran cazadas, pero bajo la excusa de fines científicos por lo que ahora no deberían ser el objetivo de Japón.
Son muchas las razones para mantener la moratoria más allá de si consideras que las ballenas son carismáticas, inteligentes o bonitas. Es algo que va mucho más allá, que tiene que ver con la conservación de los océanos. El rol que juegan las ballenas para la salud de los océanos en temas tan contingentes como el cambio climático o que a mayor número de ballenas tendríamos mayor productividad marina, mayores stock de peces. No es una imposición cultural.
Las ballenas son secuestradoras de CO2 y de otras partículas de carbono. Secuestradoras quiere decir que capturan el CO2 por largos periodos de tiempo.
La caca de las ballenas es riquísima en nutrientes, particularmente en nitrógeno y hierro, y es fundamental para el florecimiento del fitoplancton, que son todas estas plantas microscópicas que habitan en el océano.
Estas plantas tienen un florecimiento enorme, más del 70 % del planeta es agua, y absorben muchas toneladas de CO2 de la atmósfera para convertirlo en alimento. En este proceso desechan oxígeno. Cumple así la función que cumplen también los bosques alrededor del mundo. El fitoplancton y las algas marinas generan, se calcula, más del 50 % del oxígeno que nosotros respiramos. Es decir que el oxígeno que toma nuestro cuerpo en una de cada dos respiraciones proviene justamente de esas pequeñas plantas y de las algas.
El crecimiento del fitoplancton depende entonces justamente de los nutrientes que entregan las ballenas como fertilizadoras del océano y otras especies marinas por supuesto, pero donde ellas juegan un rol bastante importante.
Además, las ballenas absorben en sus cuerpos el dióxido de carbono y una vez que mueren, sus restos caen al fondo marino donde el CO2 es atrapado de manera prácticamente permanente. Entonces también se calcula que una ballena, a lo largo de su vida, puede capturar miles de toneladas de CO2. Cuando las matan y las procesan, este CO2 es liberado a la atmósfera ayudando a aumentar el CO2 en el medio ambientes.
ALIANZA PERIODÍSTICA
MONGABAY LATAM – RED PRENSA VERDE