Investigadores descubrieron que en las plantaciones de palma la diversidad de mamíferos era mucho menor que en la sabana cercana. Tras la promesa del gobierno de aumentar drásticamente sus tierras de cultivo, los científicos temen que las sabanas y humedales puedan estar en peligro.
Megan Stannard /Mongabay Latam – Traducción: María Ángeles Salazar
A medida que las plantaciones de palma aceitera se expanden en el mundo, arrasando con franjas de selva tropical a su paso, los temores por el efecto que puedan tener en el medio ambiente también han aumentado. En las plantaciones de Colombia, un nuevo estudio ha descubierto otra forma en que están alterando la biodiversidad global: el impacto en la diversidad de mamíferos.
“Algunas especies viven muy bien” en las plantaciones de palma aceitera, dice Lain Pardo, uno de los autores del estudio publicado en la revista PLOS ONE. Entre esas especies se encuentran el zorro cangrejero (Cerdocyon thous), el yaguarundí (Herpailurus yagouaroundi) y el hormiguero gigante (Myrmecophaga tridactyla).
“Nuestros resultados sugieren que incluso dentro del grupo de mamíferos terrestres hay mucha variabilidad”, dice el investigador Lain e. Pardo.
Especies relativamente comunes, sobre todo depredadores pequeños y medianos, seguramente se alimenten de roedores y otras plagas agrícolas que abundan en las plantaciones de palma aceitera. Para los hormigueros gigantes, la fuente principal de alimento también se encuentra en los habitantes de las plantaciones. Sin embargo, otros mamíferos como, por ejemplo, grandes roedores como el agutí (Dasyprocta fuliginosa), la rata espinosa (Proechimys spp.) y la paca (Cuniculus paca) tienen problemas para encontrar comida y refugio en el monocultivo. Los científicos descubrieron que estas especies se encuentran pocas veces, o nunca, en las plantaciones. Incluso las que aparecían allí habitualmente lo hacían para alimentarse y volvían al bosque a dormir.
Los investigadores llevaron a cabo el estudio en plantaciones de palma aceitera que anteriormente habían sido pastos en la región de los Llanos Orientales de Colombia, lo cual significa que especies sensibles como el tapir (Tapirus spp.) y el armadillo gigante (Priodontes maximus), ambas clasificadas como vulnerables por la UICN, habían dejado de estar allí hace tiempo.
La pérdida de mamíferos tan grandes puede haber hecho que la riqueza de especies entre las plantaciones y los fragmentos de bosque que quedan sea menos pronunciada de lo que habría sido en un área previamente intacta, según el estudio. Los científicos solo detectaron pumas (Puma concolor), tayras (Nasua nasua) y pecaríes de collar (Pecari tajacu) —todas especies importantes ecológicamente— en áreas de palma aceitera que limitaban con sabana menos alterada y con los corredores biológicos Meta-Casanare y Alto Río Meta.
Los resultados del estudio están respaldados por un artículo de 2007 de investigadores de la Sociedad Zoológica de Londres que se centró en la abundancia de especies de mamíferos en el sureste asiático. Los investigadores descubrieron que solo cuatro mamíferos —un escaso 10 por ciento de las especies conocidas en ese entorno— utilizaban las plantaciones de palma aceitera. Como en el estudio de Colombia, ninguna de las especies que se encontraron en la plantación era una especie prioritaria para la conservación.
Ambos estudios llegaron a conclusiones parecidas.
“Estos resultados muestran que la expansión para aceite de palma a gran escala tiene graves impactos en los mamíferos autóctonos”, dijo William Laurance, coautor del estudio de Colombia y profesor de la Universidad de James Cook en Australia.
También reconoció que mantener corredores adyacentes de bosque y permitir que haya sotobosque en las plantaciones podría aumentar la diversidad de especies de forma sustancial.
“Queremos evitar a todo coste las plantaciones ‘estériles’ que no tengan nada más que árboles de palma aceitera”, dijo Laurance. “Eso es poco más que un desierto biológico”.
Los investigadores eligieron estudiar a los mamíferos debido a su sensibilidad a la calidad del ecosistema y porque son un indicador excelente de la biodiversidad general.
“La vegetación dentro de las plantaciones ayuda a crear ambientes más complejos y promover la presencia de otras especies como arañas, mariposas, crustáceos e incluso otros vertebrados (serpientes, aves), lo cual atrae a otros mamíferos”, dijo Pardo.
Los investigadores también escriben que el ganado libre afecta de forma negativa a la biodiversidad dentro de las plantaciones, algo que sugiere que es importante que haya mejor gestión del ganado y recintos apropiados.
El aceite de palma ha sido un cultivo principal en la zona oeste de África desde hace 5000 años, pero cuando los comerciantes europeos lo introdujeron en el sureste asiático a principios del siglo XIX, les pareció que el clima húmedo era tan adecuado que, hoy en día, Indonesia y Malasia producen el 85 por ciento del aceite de palma de todo el mundo.
En la actualidad América del Sur solo produce el 6 por ciento del aceite de palma comerciado en el mundo.
El gobierno colombiano ha prometido expandir los territorios que se dedican a plantaciones y otros cultivos comerciales hasta los 7 millones de hectáreas para 2020, un área de casi del tamaño de Irlanda. La cifra es casi 14 veces más alta que las 516 000 hectáreas que Colombia destinó al aceite de palma en 2017, y en ese momento la extensión se había triplicado de las 157 000 hectáreas que se destinaban al cultivo de palma aceitera en el 2000.
Pardo advierte que las sabanas y humedales de Colombia podrían ser los más afectados por esta expansión. Dijo que la sabana “podría estar bajo una gran presión” de la agricultura, en parte por el aceite de palma, y las compañías petroleras. Puede que no se trate de la deforestación que se suele asociar al aceite de palma, pero podría tener los mismos efectos devastadores.
A pesar del impacto ambiental del aceite de palma, el producto se utiliza tanto que, según WWF, está presente en casi el 50 por ciento de los productos que encontramos en el supermercado.
En todo el mundo, las plantaciones de palma aceitera cubren un total de 27 millones de hectáreas, un área algo más grande que Nueva Zelanda.
En 2018, la UICN concluyó que el aceite de palma había “llegado para quedarse”, pero hay formas, como indica este estudio, de reducir sus efectos negativos.
*Nota de la redacción: William Laurance es miembro de la junta de asesores de Mongabay.
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