Salud de mujeres de 50 a 70 años ha empeorado en confinamiento
Estudios realizados en Brasil dan como resultado pérdida de fuerza muscular, acondicionamiento aeróbico, aumento colesterol y de hemoglobina glicada, debido al sedentarismo. Proponen la práctica de ejercicios en casa, con ayuda de plataformas virtuales.
Agencia FAPESP / DICYT
Un estudio realizado con 34 mujeres entre los 50 y los 70 años, midió el impacto sobre la salud provocado por la merma en el nivel de actividad física durante la cuarentena impuesta por el COVID-19.
Pruebas realizadas por investigadores de la Universidad de São Paulo (USP), en Brasil, después de las primeras 16 semanas de confinamiento, apuntaron una desmejora en el estado general de salud de las voluntarias. Esto incluyó una pérdida de la fuerza muscular y del acondicionamiento aeróbico, así como un aumento de los niveles sanguíneos de colesterol y de hemoglobina glicada, dos factores de riesgo para la emergencia de trastornos metabólicos. Los resultados completos de esta investigación, que contó con el apoyo de la FAPESP, salieron publicados en la revista Experimental Gerontology.
“Es importante remarcar que estas mujeres ya estaban consideradas como físicamente inactivas antes del comienzo de la pandemia, es decir, que no mantenían una rutina estructurada de ejercicios físicos. Y con el confinamiento, pasaron a moverse menos aún, pues dejaron de hacer actividades tales como llevar a pasear al perro o ir s comprar, jugar con los nietos o caminar hasta la parada del autobús o hasta el trabajo”, explica Carlos Bueno Junior, docente de la Escuela de Educación Física y Deportes de Ribeirão Preto (EEFERP-USP) y uno de los autores del artículo.
La investigación, ideada antes de la pandemia en colaboración con la profesora de la EEFERP-USP Ellen de Freitas, tenía como objetivo original el análisis del efecto de distintos programas de entrenamiento físico entre grupos de voluntarios de variados perfiles. Se les aplicó entonces una primera batería de análisis a mujeres con edades entre 50 y 70 años en febrero de 2020, antes de que comenzara la intervención.
Se evaluaron parámetros tales como el peso, el índice de masa corporal (IMC), el porcentaje de grasa corporal, la circunferencia abdominal, la presión arterial, la fuerza de prensión manual, medida con un dinamómetro, un aparato que se aprieta con las manos y el perfil alimentario, mediante la aplicación de un cuestionario.
Para analizar la capacidad cardiorrespiratoria, se aplicó con las voluntarias un test de caminata con una duración de seis minutos. Por último, se les extrajeron muestras de sangre con las cuales los investigadores analizaron el perfil de los glóbulos blancos y rojos, los niveles de colesterol y las tasas de glucemia, insulina y hemoglobina glicada, análisis que permite determinar el riesgo de padecer diabetes del tipo 2.
“La idea era evaluar nuevamente a las participantes al culminar la aplicación del protocolo de ejercicios; pero, con la pandemia, esa planificación inicial se volvió inviable. Decidimos entonces adaptar el proyecto para evaluar los efectos de los cambios sociales provocados por el COVID-19 sobre los parámetros de salud de la población, fundamentalmente en el contexto del envejecimiento.
Teníamos las mediciones iniciales y reaplicamos los test al cabo de las primeras 16 semanas de confinamiento, siguiendo todos los protocolos a los efectos de evitar la contaminación”, comenta Bueno Junior. Esta investigación contó también con la participación de los estudiantes de maestría João Ribeiro de Lima y Gabriela Abud.
Los resultados
La segunda batería de análisis no reveló alteraciones en parámetros tales como el peso, el IMC, el porcentaje de grasa corporal y la circunferencia abdominal. Con todo, se registró un aumento promedio del 39,8% en el nivel de insulina, de un 9,7% en el de hemoglobina glucada y de un 1,3% en el de glucemia (un valor considerado no significativo).
El nivel de colesterol total aumentó un 8% y hubo una merma significativa (de un 10 %) en el porcentaje de plaquetas en la sangre, un fenómeno cuyas causas e implicaciones aún están investigándose. La prueba de prensión manual apuntó una disminución del 5,6% de la fuerza muscular. En tanto el test de caminata indicó una pérdida del 4,4% en la capacidad aeróbica.
“Algunos de estos parámetros, tales como la fuerza muscular y la capacidad aeróbica, ya se ubicaban por debajo de lo ideal para la edad en razón del estilo de vida de las voluntarias. El estudio muestra que, en el contexto de la pandemia, algo que ya andaba mal quedó peor aún. Aumentó el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas y, entre aquellas mujeres que ya padecían problemas cardiovasculares o metabólicos, se registró un agravamiento de sus cuadros”, comenta Ribeiro de Lima.
Según Abud, con el cuestionario fue posible inferir que no hubo un deterioro en el estándar alimentario tras el comienzo del confinamiento. Por ende, los perjuicios para la salud observados en el marco de la investigación deben adjudicársele fundamentalmente a la merma del movimiento corporal.
“Muchas de esas mujeres trabajaban fuera de casa antes de la cuarentena y mantenían una rutina ajetreada, aunque no practicasen actividades físicas regularmente. Algunas informaron que se sentían más estresadas como consecuencia del confinamiento, y esto también puede haber contribuido con la desmejora del estado general de salud”, afirma Abud.
A juicio de los investigadores, estos resultados deberían servirles de alerta a los gobernantes y a la sociedad en general. “Con tan solo 16 semanas fue posible notar alteraciones significativas en algunos de los parámetros analizados, y con la prolongación de la crisis sanitaria, las implicaciones para la salud tienden a volverse cada vez mayores. Urge pensar maneras de fomentar las actividades físicas seguras durante este tiempo”, sostiene Ribeiro de Lima.
Para Bueno Junior, la práctica de actividades físicas durante el período de aislamiento social es fundamental no solamente para la salud física sino también para la salud psicológica. “Una de las propuestas consiste en la práctica de ejercicios en casa, con la ayuda de plataformas virtuales. Pero cuando se trata de ancianos o de personas con limitaciones físicas es importante que exista algún tipo de orientación profesional personalizada durante los entrenamientos, pues el riesgo es mayor”, dice.
De acuerdo con Ribeiro de Lima, los resultados de esta investigación ponen en evidencia que además del tiempo dedicado a la práctica de ejercicios físicos, lo que hace la gente durante el resto del día también es importante y debe analizárselo.
“Muchos creen que porque hicieron una hora de gimnasio están liberados para comer cualquier cosa o para quedarse sentados mirando televisión el resto de sus horas libres. Pero no es así. Es fundamental disminuir el sedentarismo, que es el tiempo durante el cual se permanece sentado o acostado”, afirma.
COLABORACIÓN PERIODÍSTICA
DICYT – RED PRENSA VERDE