¿Cuáles fueron compromisos clave de la reunión de la UICN?
La protección del 80 % de la Amazonía fue uno de los temas centrales del Congreso de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza que se realizó del 3 al 10 de septiembre en Marsella, Francia.
Yvette Sierra Praeli / Mongabay Latam
La protección del 80 % de la Amazonía para el 2025 fue una de las decisiones centrales del Congreso Mundial de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) en el que, por primera vez, los pueblos indígenas participaron, con voz y voto, en la presentación y aprobación de los acuerdos.
La cita realizada en Marsella, Francia, reunió durante ocho días a más de 1500 miembros de la UICN que adoptaron 148 resoluciones y recomendaciones destinadas a enfrentar la emergencia climática y de biodiversidad en el planeta, así como una reconstrucción postpandemia basada en la naturaleza que debería contar —según el pedido que hicieron a los gobiernos— con una inversión de por lo menos el 10 % de los fondos mundiales para la recuperación de la misma.
Durante la clausura, los miembros de la UICN —estatales, no gubernamentales y de organizaciones de pueblos indígenas— aprobaron el Manifiesto de Marsella, documento que incluye, entre otros, el compromiso de llevar a la práctica la primera Agenda Global Indígena de la UICN, así como acciones específicas adoptadas por varios países, entre ellos Francia, el anfitrión del encuentro.
Decisión sobre la Amazonía
«La protección del 80 % de la Amazonía ha sido el tema central para Sudamérica en el congreso», dice Gabriel Quijandría, director regional para Sudamérica de la UICN.
Esta moción está sustentada en estudios de científicos como Thomas E. Lovejoy y Carlos Nobre (2019), cuyos resultados muestran que los índices de deforestación en toda la cuenca amazónica han alcanzado un 17 % y en Brasil bordea el 20 %, cifras que alertan sobre el llamado punto de quiebre (tipping point), es decir, el momento en que, según algunos científicos, el nivel de deforestación de los bosques amazónicos será de tal magnitud que este ecosistema terminará convirtiéndose en una sabana.
«Si llegamos a esta cifra de afectación de la Amazonía, este ecosistema podría perder la capacidad de regenerarse y continuar siendo, por ejemplo, una zona de captación de carbono. En ese momento no habría vuelta atrás», agrega Quijandría.
Puesto así el panorama de la selva tropical más grande del planeta, la moción que apunta a la protección del 80 % de la Amazonía para el 2025, presentada por la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (Coica), fue aprobada en la sesión del viernes 10 de septiembre con el respaldo de 61 Estados miembros de la UICN.
«Esta iniciativa amplía la conversación sobre la crisis planetaria y las decisiones del futuro», señaló José Gregorio Diaz Mirabal, coordinador general de Coica tras la aprobación de la propuesta. «Requerimos medidas urgentes desde la especificidad y diversidad de los ecosistemas, y de quienes habitan en ellos. De lo contrario, la inercia de la política global nos llevará a un escenario apocalíptico», agregó Díaz Mirabal.
Para Leila Salazar López, directora ejecutiva de Amazon Watch, la conservación del 80 % de la Amazonía está ligada a otras propuestas que han tomado fuerza entre los países y que se discutieron en la última Cumbre sobre Biodiversidad. Una de ellas se enfoca en elevar del 17 % al 30 % el espacio terrestre y marino que debería estar bajo protección en el planeta. «Muchos gobiernos e instituciones se están sumando a esta propuestas del 30 % para el 2030, pero eso no es suficiente para la Amazonía, donde tiene que ser el 80 % lo que esté bajo protección», sostiene Salazar.
La directora de Amazon Watch considera también urgente que el 100 % de los territorios indígenas sean reconocidos legalmente y demarcados, «no solamente titulados, sino también con asignación de recursos financieros, porque las áreas naturales protegidas reciben fondos de los gobiernos pero los territorio indígenas no».
En este Congreso, en el que por primera vez los pueblos indígenas tuvieron la opción de participar en la votación de las propuestas, su agenda temática estuvo presente desde el inicio. El 4 de setiembre lanzaron la Agenda Global Indígena para la Gobernanza de las Tierras, Territorios, Aguas, Mares Costeros y Recursos Naturales Indígenas que reúne 10 propuestas relacionadas a cinco temas: gobernanza indígena, conservación de la biodiversidad, acción sobre el clima, esfuerzos de recuperación post-COVID 19 y seguridad alimentaria, así como el establecimiento de políticas globales.
Los compromisos para América Latina
José Fernando González, director del Proyecto de Conservación de Aguas y Tierras (Procat) de Colombia, señala que además del compromiso por la Amazonía, fundamental para el funcionamiento del planeta por la importancia que tiene este bioma, hay otros compromisos importantes para Latinoamérica que se han adoptado en el congreso. «La protección de los ríos andino amazónicos en el Perú que incluye el Marañón, Ucayali, Huallaga y el Amazonas, así como temas relacionados con el jaguar y con el bosque seco suramericano», menciona González, como algunos de los temas de importancia para Latinoamérica.
González destaca el reto que significa la conservación en Latinoamérica porque se trata de una región privilegiada por su biodiversidad. «Somos responsables de mantener esa riqueza natural bajo las presiones del crecimiento económico global y las múltiples presiones que tenemos», indica.
La protección de los ríos de la Amazonía Andina del Perú —Marañón, Ucayali, Huallaga y el Amazonas— frente a los grandes proyectos de infraestructura fue una de las mociones aprobadas durante el congreso de la UICN.
Mediante esta propuesta se exhorta al gobierno peruano a evaluar la pertinencia del Proyecto de la Hidrovía Amazónica en las actuales condiciones que tiene la propuesta, así como a priorizar alternativas sostenibles para promover un transporte fluvial amazónico seguro y mejorado pero sin el dragado que contempla el actual proyecto.
La aprobación de esta moción también se basó en la preocupación que causa haber declarado de interés nacional los 20 sitios para la construcción de hidroeléctricas en el río Marañón y la entrega de concesiones a cinco de estas propuestas.
En cuanto al jaguar, la moción para dar prioridad continental a la conservación del jaguar fue aprobada con una votación mayoritaria. Mediante esta iniciativa se solicitó al director de la UICN que convoque a los países del área de distribución de esta especie, desde Estados Unidos hasta Argentina, para que se comprometan a conservar el jaguar como especie focal y emblemática de América.
En ese sentido, se solicita a los países miembros a valorar y enriquecer las prácticas culturales asociadas al jaguar que son compatibles con la conservación de la especie. Además, se pide a la Comisión de Supervivencia de Especies de la UICN que realice la actualización del estado de conservación de la especie y evalúe la pertinencia de considerarla en la categoría Vulnerable, tomando en cuenta la degradación y destrucción vertiginosa de su hábitat.
La reunión de Marsella también sirvió de escenario para la presentación de la actualización de la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN. Según la información presentada el 4 de setiembre, por lo menos cuatro especies de atún comerciales están en vías de recuperación. Sin embargo, no sucede lo mismo con los tiburones y las rayas, pues un 37 % de su población está amenazada debido al aumento de las presiones sobre las especies marinas, principalmente por la sobrepesca, la degradación de los hábitats y el cambio climático.
Hasta el momento que se presentó esta lista se habían evaluado 138 374 especies. De ellas 38 543 están amenazadas; 902 se han extinguido; 8404 están en Peligro Crítico; 14 647 En Peligro; 15 492 en situación Vulnerable y 8127 figuran como Casi Amenazadas. Además, 71 148 están consideradas en Preocupación Menor y 19 404 aparecen con Datos Insuficientes.
Gabriel Quijandría, de la UICN, menciona que los países de Centroamérica han priorizado el tema de la restauración de los ecosistemas, principalmente porque en países como El Salvador y Haití la presión y pérdida de bosques y áreas prístinas ha sido de tal magnitud que la opción de establecer nuevas áreas protegidas prácticamente no es viable.
Para Quijandría, la situación de Brasil es preocupante. En ese sentido, mencionó el último reporte del Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina, publicado el 30 de agosto, que indica que la Amazonía brasileña se ha convertido en una fuente neta de carbono, es decir, que emite más carbono del que absorbe. «En Brasil no se ha declarado ninguna área protegida ni un territorio indígena desde que empezó el actual gobierno. Y es la primera vez que ocurre esto durante casi 40 años, que no hay una sola hectárea de territorio indígena o área protegida nacional declarada en Brasil durante la gestión de un gobierno».
Una mirada global
Otro de los temas centrales del Congreso de la UICN fue la recuperación de la economía postpandemia basada en la naturaleza. Quijandría menciona que no se puede pensar en salir de la crisis económica del COVID-19 intensificando la extracción de recursos y priorizando la construcción de carreteras, porque «es el modelo que nos condujo a esta crisis global. ¿Son necesarias todas las carreteras?», se pregunta y considera que los fondos para esas vías, por ejemplo, deberían orientarse a proyectos viables. «Debemos repensar la pandemia y eso incluye el modelo económico».
En ese sentido, entre los llamados que se hicieron en el congreso está el pedido a los gobiernos para invertir en la naturaleza por lo menos el 10 % de los fondos mundiales de recuperación para la crisis del coronavirus.
Quijandría también se refiere a la pérdida de biodiversidad en los océanos y considera que es momento de pensar en cómo pasar de la protección del 10 % de áreas marinas protegidas, según las metas Aichi, al 30 % que se ha propuesto para debatir en la COP 15 sobre Diversidad Biológica que se realizará en octubre. El representante de la UICN Sur también considera que se debe incorporar el manejo de la pesca sostenible en ese esquema de espacio bajo protección.
Con relación al mar, los estados del Océano Índico occidental se comprometieron a crear la iniciativa de la Gran Muralla Azul, la primera red conectada a nivel regional que apunta a construir una economía azul regenerativa en beneficio de 70 millones de habitantes, que considera la preservación y restauración de la biodiversidad marina y costera.
En tanto Francia, el país anfitrión, se comprometió a promover el avance de la agenda internacional de protección de los océanos organizando, junto con las Naciones Unidas, Una Cumbre Un Océano, así como acelerar la lucha contra la deforestación importada —en referencia a los bienes cuya producción ha contribuido a la deforestación o conversión de ecosistemas forestales naturales— y proteger los bosques con la ayuda de la Alianza para la Conservación de los Bosques Tropicales (TFA por sus siglas en inglés), una asociación público-privada global que impulsa acciones para lograr cadenas de suministros libres de deforestación. También se comprometió a reforzar las inversiones favorables a la biodiversidad, en particular, las soluciones basadas en la naturaleza, para apoyar la transición ecológica en la agricultura, los bosques, los suelos y los sumideros de carbono.
Imagen principal: Por primera vez los pueblos indígenas participaron con su voto en las decisiones del Congreso de la UICN. Foto: UICN.
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