¿Qué dejó la fiebre de balsa en Ecuador?
En la Amazonía ecuatoriana, los achuar defienden su territorio de la tala de balsa mediante el uso de la tecnología. Mientras tanto, en Perú los taladores ingresan a tierras indígenas aprovechando la falta de control, y en Colombia esta madera se convierte en una alternativa a cultivos ilícitos. ¿Qué queda del boom por esta madera tan demandada por China para la transición energética?
Por: Olga Cecilia Guerrero, Sally Jabiel y Wajai Moisés Peas Senkuan
Sharamentsa, Pastaza, Ecuador. Los recorridos pueden durar hasta tres días. Bajo el sol y la lluvia, un grupo de jóvenes achuar carga sus equipos al hombro y camina durante horas para vigilar que los taladores no vuelvan a ingresar en busca de los árboles de balsa (Ochroma pyramidale).
Son los lanceros digitales, quienes defienden este territorio ancestral en plena Amazonía mediante la tecnología. Instalan cámaras, elevan drones hasta los 1.000 metros, en una distancia de nueve kilómetros, y también capturan cientos de fotografías y videos, a la vez que mapean sitios estratégicos y puntos vulnerables.
“Hasta el momento no hemos encontrado taladores porque, como Nación Achuar, hemos defendido y dicho no a la balsa”, explicó Roberto Peas, subcoordinador de Lanceros Digitales, una iniciativa de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana. “No llegan porque saben que todo está vigilado”.
Es una nueva forma de ejercer soberanía en esta parte de la Amazonía, tras vivir uno de los más duros episodios en su historia reciente: la ‘fiebre de la balsa’.
Desde 2015, Ecuador es el principal exportador de balsa en el mundo. En 2023, esta ligera madera fue uno de los 10 productos más exportados del país. Ese año, se exportaron USD 111 millones en forma de bloques y tableros flexibles, más de la mitad con destino a China, según el Ministerio de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca.
Las industrias madereras en Ecuador se abastecen de la balsa extraída de la Amazonía y de las plantaciones en la costa. Entre 2020 y 2021, la sobredemanda de esta madera hizo que al menos 7.500 hectáreas fueran sembradas en el país, según un estudio de WWF Ecuador.
EXPORTACIONES DE BALSA DESDE ECUADOR
Valor de exportaciones de balsa en 2023, en millones de USD
La fiebre por este árbol, que puede alcanzar alturas hasta de 30 metros y un diámetro de 1,8 metros, ha llevado a la tala incluso de bosques primarios para plantar esta especie, advirtió el Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica del Ecuador (MAATE) a Red Prensa Verde y Dialogue Earth.
A diferencia de otros árboles, que tardan de 10 a 20 años en ser productivos, la balsa crece aceleradamente debido a la baja densidad de su fibra y en solo tres años está lista para el primer corte. Paradójicamente, toda esa madera talada se utiliza para construir aerogeneradores o turbinas de viento en China.
Y fue el subsidio que el gobierno chino dio a su industria eólica el mayor detonante de esta fiebre balsera en 2020, declaró a esta investigación el MAATE. A esto se sumó la crisis económica del país que se ahondó con la pandemia, por lo cual las comunidades indígenas de la Amazonía se volcaron a la tala de esta especie como una fuente de ingresos, explicó esta entidad.
Sobrevuelo de la comunidad Sharamentsa – Video: Roberto Peas Senkuan
Esa fiebre se extendió desde la costa ecuatoriana hasta los territorios indígenas. Mientras el país enfrentaba el covid-19 y la ciencia buscaba con afán una vacuna, los taladores ingresaron en esta selva tropical húmeda en busca de esta madera.
Así llegaron a Sharamentsa, una comunidad achuar de más de 7.500 habitantes, ubicada en la cuenca baja del río Pastaza. Esta región amazónica, que conserva bosques primarios, se extiende aproximadamente en 660.000 hectáreas, cerca de la frontera con Perú.
Para arribar a este territorio, se puede volar desde el aeropuerto de Shell, en Puyo, capital de Pastaza, llamada también la ‘Puerta de la selva ecuatoriana’. O se puede viajar durante cuatro horas desde Puyo por la nueva carretera hasta el puerto de Copataza y, desde allí, navegar el río Pastaza en canoa otras cinco horas.
“Nadie estaba preparado para venderla, no había cultivos”, comentan integrantes de la comunidad Sharamentsa. “Compraban las balsas silvestres y maduras que habían crecido de forma natural en islas o fincas a la orilla del río”.
Cuatro años después, los achuar afirman que ese negocio solo dejó desconsuelo. “En algunos lugares, los taladores pagaban al presidente de la comunidad y él avisaba a los demás para que vendieran los árboles. Esto generó discrepancias entre quienes estaban de acuerdo y los que preferían preservarlos”, señala Tiyua Uyunkar, expresidente de la Nación Achuar de Ecuador.
Ese negocio sigue vigente. A solo dos horas de Sharamentsa, Red Prensa Verde y Dialogue Earth encontraron cientos de troncos esparcidos en el suelo. Cerca de estos, 15 botes cargados con madera y muchos hombres preparando listones para llevarlos a Puyo y luego hacia Manta, ciudad puerto en la costa ecuatoriana.
Diversas fuentes confirmaron que, para esa época en Sharamentsa, el precio por ‘pata’ de balsa, como llaman al árbol ya cortado, era de USD 40. Sin embargo, cuando el intermediario llegaba a territorio achuar a negociar una hectárea, donde, por ejemplo, había 280 patas, aprovechaba para liquidar menos de lo pactado. En vez de pagar USD 11.200, solo entregaba USD 5.000, es decir, menos de la mitad.
De esta forma, ‘engañaron’ a muchas familias y ‘saquearon’ sus territorios, que hasta antes de 2020 habían estado conservados. Estos abusos se repitieron en otros pueblos indígenas, como los waorani y kichwa, según el estudio de WWF Ecuador.
Ecuador es el mayor exportador del mundo de balsa a China, donde paradójicamente se utiliza en la construcción de aerogeneradores que se exportan a distintos países para la transición energética. Arrasamiento de bosques primarios para siembra de balsa, disputas entre comunidades indígenas, estafas, abuso y violencia contra mujeres, son algunos de los impactos para la cuenca baja del río Pastaza.
A mediados de 2021, tan solo hubo dos licencias forestales para los miles de árboles de balsa que se talaron. “Estoy hablando de 20.000 árboles, que es el dato que tenemos, aunque algunos dicen que son más de 35.000 solo en territorio achuar. Es un volumen importante”, afirma Belén Páez, directora de la Fundación Pachamama, en ese informe.
En junio de ese año, salieron por el puerto de Copataza aproximadamente 5.200 metros cúbicos (m³) de balsa, extraída en su mayoría de áreas agropecuarias abandonadas. Esto sugiere que desde enero de 2018 a junio de 2021 pudieron haber salido entre 20.000 y 25.000 m³ de esta madera aserrada.
En ese entonces, los exportadores pagaban unos USD 400 por cada m³ de balsa transportada desde Copataza hacia las plantas secadoras en la costa. Sin embargo, esos millonarios ingresos no se reflejaron en la escuálida economía local, además que los niveles de extracción sobrepasaron la capacidad de regeneración natural, advierte WWF Ecuador.
DE TERRITORIOS INDÍGENAS A MERCFADOS EXTRANJEROS
Cuando la extracción de balsa se extendió a lo largo del Pastaza, la comunidad de Sharamentsa fue de las pocas que se opuso. Sin embargo, los intermediarios se aprovecharon de las comunidades en esta provincia que, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos, es una de las más pobres del país en términos económicos. Mientras un 30% de la población quería vender, el 70%, comprometido con la conservación, no.
“Yo tenía balsa, pero no la vendí, porque conservo mi bosque. En cada isla donde hay balsa viven muchos loros y guacamayas y, aun así, algunos se atrevieron a vender”, subraya Andrea Wampach Vargas, presidenta de la Asociación de Mujeres Indígenas, conformada por 86 socias de las provincias de Pastaza y Morona Santiago. “Las comunidades no fueron escuchadas ni apoyadas por las autoridades. No pusieron reglas para la explotación”.
En ese momento se talaron bosques primarios para cultivar balsa y venderla tres años después, relata Rosa Mercedes Vargas Illanes, lideresa de Sharamentsa. “Hay comunidades vecinas que siguen por ese camino, pero nosotros queremos conservar el buen vivir en nuestros bosques”.
Para Uyunkar Domingo Peas Nampichkai, presidente de Cuencas Sagradas, la peor consecuencia fue la ruptura social. “Muchos indígenas fueron engañados, estafados, mal pagos. O el dinero que ganaron lo usaron mal, les vendían cerveza, trajeron prostitutas. Eso generó un problema social”, asegura el líder achuar de esta alianza integrada por organizaciones indígenas de Ecuador y Perú.
Otra secuela fue la violencia de género ejercida por los taladores. Andrea Wampach recuerda los excesos cometidos: “Fue una presencia negativa. Existieron abusos, no hubo respeto, se ‘casaron’ con algunas chicas de las comunidades y las abandonaron embarazadas. Hubo violencia para muchas más, en ese tiempo las mujeres tenían miedo”.
En 2022, los líderes de la Nación Achuar del Ecuador convocaron a una asamblea para debatir el caso y decidieron conservar el bosque y sancionar a quienes vendieran balsa, según el Proyecto Sharam, financiado por la Fundación Pachamama y Amazon Conservation Team.
Ahora, para talar madera fina deben solicitar permiso y reforestar 10 árboles por cada uno cortado. “La especie se podrá aprovechar solo para iniciativas que no impliquen cortar toda la plantación, como turismo y artesanías”, establece la decisión.
Además se impuso como primera exigencia el respeto a las mujeres antes de comercializar la balsa. Pero a Andrea Wampach le preocupa que la afectación no se detenga, especialmente para aquellas que viven cerca de la carretera donde aún están vendiendo esta madera. “Esos hombres siguen ahí”, advierte la lideresa achuar.
Foto de portada: Tala de balsa en Sharamentsa, Pastaza / Wajai Moisés Peas Senkuan
APROVECHAMIENTO DESBORDADO
- En Ecuador no existe un sistema de trazabilidad para la madera, por lo que en la práctica se han detectado cifras de exportación de balsa que no corresponden con las de producción. En 2023, el medio ecuatoriano Bitácora Ambiental reveló que el 86% de balsa exportada a China proviene de la tala de árboles silvestres; en tanto que el resto, de plantaciones.
- Al consultar al Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica, este informó que debido a la alta demanda de balsa de Ecuador, se incrementó su aprovechamiento mediante autorizaciones administrativas o ‘Formularios de Recolección de Balsa’ que se emitían automáticamente desde el Sistema de Administración Forestal (SAF).
- Estos mecanismos fueron creados, en su tiempo, para facilitar el aprovechamiento de esta especie, sin tener que realizar grandes trámites. Sin embargo, no fueron bien utilizados; se generó un abuso en la emisión de los mismos y se presentaron irregularidades en el registro del volumen aprovechado en cada predio”, declaró la entidad a Red Prensa Verde y Dialogue Earth.
- En 2022, para solucionar la situación, el MAATE desactivó la emisión de esos formularios. Ahora el aprovechamiento de la especie está regulada por este ministerio, que aprueba programas de manejo forestal de especies pioneras en bosques secundarios presentados por personas interesadas. También por el Ministerio de Agricultura y Ganadería para áreas de regeneración natural en pastos, linderos, cortinas rompevientos, huertos, chacras o parcelas de cultivos y sistemas agroforestales.
- Desde ese entonces, en la provincia de Pastaza no se han aprobado programas de manejo forestal de especies pioneras para el aprovechamiento de la especie balsa, mientras que, en la de Morona Santiago se aprobaron licencias hasta 2021.
Volumen (m3) | 2019 | 2020 | 2020 | Volumen total |
---|---|---|---|---|
Pastaza | 29.821,00 | 187.291,00 | 49.044,00 | 266.156,00 |
Morona Santiago | 11.793,00 | 216.502,00 | 71.769,000 | 300.064,00 |
Volumen total | 41.614,00 | 403.793 | 120.813 | 566.222 |
- Esta situación ha generado incongruencia en las cifras. El medio ecuatoriano Bitácora Ambiental informó que, según el Ministerio de Ambiente de Ecuador, se talaron o recolectaron en el campo (no de plantaciones) 4.000.000 de m³ de balsa entre 2017 y 2023. Esto equivale aproximadamente a 610.000 toneladas.
- Sin embargo, advierte que los datos del Ministerio de Agricultura indican que en el mismo período se movilizaron 604.537 m³, equivalente a 92.192 toneladas. “No se dispone el dato de la producción anual de balsa en plantaciones. Esto implica que la balsa que se movilizó y procesó en el Ecuador proviene en un 86% de la recolección que se realiza en los bordes de los bosques, los caminos y chacras de la costa y la Amazonía y el (14%) restante de plantaciones”.
- En la actualidad, este país sigue siendo el primer exportador de balsa en el mundo con plantaciones ascienden a 7.871 hectáreas, sostiene el MAATE, pero también se continúa extrayendo balsa de la selva.
¿CÓMO SE RESTAURAN LOS BOSQUES DE BALSA?
- Desde 2022, la comunidad de Sharamentsa está sembrando maderas finas, como bambú, guayacán, cedro, entre otras, en las zonas afectadas por la extracción balsera, dice Puwainchir Roberto Peas Nampichkai, coordinador local de educación de Sharamentsa. Esto con el Proyecto Sharam que, con un fondo de compensación de USD 50.000, busca mejorar la calidad de vida de la comunidad y conservar la biodiversidad con estrategias de manejo forestal sostenible, protección de áreas de alto valor ecológico y desarrollo comunitario. El fin es mejorar la infraestructura, el acceso a servicios básicos como salud, educación, energía solar, internet y oportunidades económicas.
- Uno de sus fuertes ha sido el turismo sostenible mediante la creación del Centro de Turismo Comunitario. Han creado senderos ecológicos, alojamientos ecoamigables y experiencias culturales auténticas que respetan y valoran la herencia indígena. Esto incluye programas de educación ambiental y capacitación vocacional.
- Parte de este proyecto comprende el trabajo de los Lanceros Digitales, de los que hace parte Roberto Tsentsak Peas Senkuan, quien se siente orgulloso y espera que el pequeño grupo de cuidadores de la Amazonía se amplíe.
- Su éxito ha sido tal, que en la vecina provincia de Morona Santiago, donde la venta de balsa ha sido extensiva, algunos están comenzando procesos de conservación similares.
- Roberto Tsentsak recalca el amor por su trabajo y lo único que pide es que no haya más vías hacia la Amazonía porque es muy dañino. “Lo peor de la tala fue la construcción de la carretera que viene desde la provincia de Morona Santiago y la vía de Puyo hacia Copataza, en Pastaza. Nosotros no queremos más carreteras. Nosotros defenderemos nuestra selva y queremos que nos ayuden porque no vamos a permitir más tala”.
- Por su parte, el Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica del Ecuador está trabajando en el fortalecimiento y la conformación de Comités de Comanejo en los bosques de Kutukú-Shaimi en la provincia de Morona Santiago y en los bosques Habitagua en Pastaza, también afectados por la extracción de balsa.
- Además, desarrolla el programa Socio Bosque a través de incentivos económicos a comunidades por superficie conservada. “En la provincia de Pastaza se cuenta con una superficie de conservación de 938.637,43 hectáreas y beneficia a alrededor de 14.612 familias. En el caso de la provincia de Morona Santiago, la superficie de conservación es de 88.725,84 hectáreas, beneficiando a 4.317 familias”. También desarrolla un proyecto de restauración para zonas degradadas.
Esta investigación fue realizada con apoyo de Earth Journalism Network (EJN)
Equipo
Historias: Olga Cecilia Guerrero, Sally Jabiel y
Wajai Moisés Peas Senkuan.
Coordinación periodística: Olga Cecilia Guerrero /
Red Prensa Verde
Producción multimedia: Sally Jabiel / Dialogue Earth
Mentoría: Alberto Ñiquen
Coordinación Internews: María Clara Valencia
Imágenes: Wajai Moisés Peas Senkuan, Roberto Peas, Fundación Pachamama, Gobierno Autónomo Territorial de la Nación Wampís, Maximino Morales y Lanceros Digitales.
ALIANZA PERIODÍSTICA
DIALOGUE EARTH – RED PRENSA VERDE
Complementa la información sobre el árbol de balso en:
Balso por coca en el Putumayo – RED PRENSA VERDE
La fiebre balsera llegó a Perú – RED PRENSA VERDE