En Bolivia, aunque hay veda de caza, persiste el tráfico ilegal de caimanes
En entrevista, la bióloga Ninon Ríos afirma que las cinco especies de este reptil se encuentran amenazadas por la destrucción de su hábitat y la contaminación.
IVETTE SIERRA PAELI / MONGABAY LATAM
La bióloga boliviana Jehan Ninon Ríos conoce muy bien a los caimanes. Empezó a trabajar con ellos cuando asistió a un grupo de comunidades indígenas interesadas en elaborar planes de manejo para el aprovechamiento sostenible del caimán yacaré (Caiman yacare), especie que cuenta con autorización para su uso comercial en Bolivia.
Contrario a lo que piensa la mayoría, Ninon Ríos sostiene que no hay razón para tenerle miedo a estos animales, porque no son agresivos. Lo dice con la seguridad de quien se ha internado muchas veces en el bosque, de noche, para estudiar a esta especie que lleva millones de años en el planeta.
Una de las preocupaciones actuales de Ríos es el tráfico de vida silvestre. Este negocio ilegal pone en peligro a especies como los caimanes. Nos habla entonces de dos noticias que llamaron recientemente su atención: el decomiso de 14 pieles de caimán negro (Melanosuchus niger) —una especie en peligro de extinción en ese país— y el hallazgo de 40 lagartos sin la piel.
En esta entrevista, la bióloga revela detalles científicos del increíble mundo de los caimanes de Bolivia y de cómo se las arreglan para sobrevivir a pesar de las adversidades que han enfrentado en el pasado y aún padecen en el presente.
Recientemente se informó sobre el decomiso de 14 pieles de caimán negro y sobre el hallazgo de 49 caimanes y lagartos a los que les habían quitado el cuero. ¿Qué tan grave es el tráfico de caimanes en Bolivia?
En Bolivia hay cinco especies de aligatóridos, una familia de los cocodrilios, que son los caimanes. De estas cinco, solo una, el caimán yacaré, forma parte de un programa nacional sostenible. Las otras cuatro están bajo veda. No hay datos oficiales sobre el tráfico de estas especies, pero es frecuente encontrar pieles de lagarto que provienen de lugares no autorizados para su aprovechamiento. Se tienen dos o tres reportes al año que pueden sumar hasta 600 cueros. Los reportes son muy ocasionales y no son cargamentos muy grandes, pero el control es deficiente en nuestro país. Muchas de estas pieles se transportan y realmente no sabemos de dónde salen ni adónde llegan. Incluso cuando se exportan a Estados Unidos, México, China, realmente no hay control adecuado, no sabemos lo que se está enviando. Y cuando se exportan estos cargamentos ya cerrados, he tenido la experiencia de que en la aduana no se fijan ni las cantidades ni las pieles que están saliendo. Es un tráfico no controlado.
La caza ilegal es para aprovechar el cuero…
También hay tráfico de carne, que es peor, porque es local y se hace en mercados donde se compra carne de res, de pollo, y ahí está la carne del lagarto o de caimán negro. Es difícil distinguir entre uno u otro animal. Parte de esta carne puede llegar de iniciativas de aprovechamiento sostenible, pero el caimán negro no, y es imposible saber que estás comprando y comiendo. Y las autoridades no realizan controles en estos mercados. Están ahí, pero sin los permisos correspondientes que indiquen que provienen de un sistema de aprovechamiento sostenible. Actualmente la amenaza más grande para estas especies es el uso de la carne que se ha escapado del control de las autoridades.
¿La carne de caimán se consume en restaurantes?
Sí, si tienen los permisos. Para eso tienen que solicitar permiso para que compren de quienes están autorizados para hacer cacería. Pero hay muchos otros que no cuentan con autorización y compran de cazadores ilegales. Es mucho más barata, con oferta muy grande en el mercado y difícil de controlar.
¿Cuál es la situación de las cinco especies de caimanes que habitan en Bolivia?
Todas están en distintas categorías de amenaza, principalmente por la destrucción de su hábitat y la contaminación. Además, el caimán negro y el lagarto yacaré están amenazadas por el tráfico y la cacería ilegal. Hay otras dos especies de paleosuchus, más pequeños en términos de cuero y de carne y, por eso, no los cazan. Y, por último, el caimán del Chaco (Caiman latirostris chacoensis), distribuido principalmente en Argentina, Brasil y Paraguay. En Bolivia están en el sur, pero son poblaciones muy chiquitas. No los cazan ni se aprovecha para nada, cuando los matan es porque se acercan mucho a los bebederos del ganado. Es un animal en peligro de extinción, pero principalmente por la intervención humana en su hábitat que no deja espacios para su reproducción.
– Los caimanes y los pueblos indígenas-
¿Cómo decidió entrar al mundo de la investigación de caimanes?
Soy bióloga de la Universidad de San Andrés e hice mi tesis sobre el caimán yacaré, para un plan de manejo en el territorio de un pueblo indígena. Mientras era estudiante trabajaba con reptiles y anfibios, y fue casi accidental que llegara a la investigación con lagartos. Me interesaba aplicar lo que había aprendido en beneficio de las comunidades indígenas, por eso, la biología de la conservación me llamó la atención. Mi tesis de maestría también la hice con caimanes.
¿Por qué le interesó trabajar con reptiles?
Comenzó con un curso de herpetología que hice en la Colección Boliviana de Fauna y fue así que me interesaron. Porque es diferente verlos en los libros que tener el contacto con ellos en el campo. Es muy lindo. Así empecé mi trabajo en herpetología y luego con los caimanes cuando hice la tesis.
¿Que le gusta de estos animales?
Son muy interesantes porque son muy antiguos, a lo largo de su historia evolutiva se conservan muy parecidos a sus ancestros y los tenemos hasta ahora. Han sobrevivido las catástrofes que han ocurrido y también a la cacería desde los años setenta y ochenta. Hubo un tráfico enorme sobre estas especies por sus pieles. En esa época, el tráfico era de cientos de pieles que salían diariamente en aviones. Pero se han recuperado y siguen en la tierra con nosotros.
Muchas personas les tienen temor…
Los caimanes no son agresivos, no vienen a atacar a las personas, ni cuando tienen hambre. Las ideas que tenemos sobre ellos son equivocadas porque, para empezar, son animales que no comen mucho. Hay reportes de accidentes porque las personas se descuidan. Aquí en Bolivia vi pocos caimanes negros de cuatro quizás cinco metros. En Brasil vi muchos más grandes y la frecuencia de accidentes es más alta allá, pero siempre es por el descuido de las personas.
Ha dicho que llegó a trabajar con caimanes por su interés en las comunidades indígenas. ¿Cuál fue su labor con estas comunidades?
Principalmente el manejo de la especie. Bolivia tiene un programa nacional de aprovechamiento de lagarto, con una cuota máxima de 50 000 animales al año, aunque generalmente se llega a las 30 000 pieles. Muchos provienen de tierras indígenas y la participación de estos pueblos en su manejo es importante. Con ellos se hacen evaluaciones y diagnóstico para elaborar planes de manejo destinados a la cacería, el transporte y la comercialización. Se busca que puedan obtener los mayores beneficios de sus productos, de tal forma que sea un incentivo para la conservación tanto de la especie como de su hábitat. También se fortalecen sus organizaciones para lograr una distribución justa y equitativa de los beneficios. Los ingresos se distribuyen desde los cazadores, que están en estrecha relación con los lagartos y toman la decisión de matar un animal o cuidarlo, hasta las organizaciones matrices que son las que les dan el amparo institucional para que puedan hacer el aprovechamiento del recursos de forma legal.
¿Y cómo ha sido su experiencia con los pueblos indígenas?
Es lindo trabajar con ellos. Quienes no conocen cómo viven los pueblos indígenas, no conocen el país. Son personas que siempre te reciben con mucho cariño y te abren las puertas de su casa para que trabajes con ellos, vivas con ellos y compartas experiencias lindas. He trabajado con WCS (Wildlife Conservation Society) desde mi tesis de licenciatura cuando estuve con el pueblo indígena Tacana y la asociación de cazadores. También trabajé en el Estado y en otros pueblos indígenas del Beni y de Santa Cruz. Ahora estoy con otros biólogos en un plan de manejo para un área protegida en el Pantanal.
¿Existe alguna relación especial entre pueblos indígenas y caimanes?
Hay historias sobre caimanes, principalmente de los grandes. Independientemente de la etnia, en la Amazonía tienen la creencia que las lagunas grandes, por ejemplo, son cuidadas por caimanes o sikuris muy grandes y una vez que estos mueren, la laguna también muere. En un plano científico, tampoco están equivocados, porque cuando una laguna alberga estos animales, significa que tiene una gran diversidad para estas especies que son depredadores de tope. Entonces, si se van o mueren, muchas veces se debe a que la laguna está en problemas y algo está afectando la diversidad de los cuerpos de agua.
– Encuentro nocturno con los caimanes-
¿Los planes de manejo incluyen la caza de caimanes?
Sí, lamentablemente es un manejo de ese estilo, pero las bases, las directrices desde la autoridad, velan para que la cacería no afecte las poblaciones que se están manejando. Hacemos los pronósticos a partir del conteo en el campo, donde se hará el aprovechamiento y sobre el total de animales que encontramos. La cuota de cosecha es la cuarta parte del conteo. Hay una parte que no se ve en los cuerpos de agua, pero sobre lo que se ve, la cuota de cosecha que se calcula es el 25 % y se deja un 75 % de animales machos dentro del tamaño comercial que, en teoría, aportan a la población.
Ha hecho varias investigaciones sobre caimanes ¿Cuáles han sido los hallazgos más interesantes?
Con WCS he tenido la oportunidad de aportar y trabajar con otros biólogos en investigaciones sobre la dieta de estos animales en el área del pueblo Tacana. También hemos hecho investigaciones en los temas reproductivos. Lo que descubrimos, básicamente, es que estas especies comen muy poquito, no comen presas muy grandes. Sobre sus edades, sabemos que los animales que se cazan miden desde 1.80 metros y que tienen alrededor de 8 a 10 años. Diez años para alcanzar este tamaño es bastante tiempo.
¿Cuánto vive un caimán?
Necesitamos hacer seguimiento desde que nacen. Hasta ahora sabemos, de los animales que se atraparon, que llegan hasta los 12 años. Hay reportes de animales en cautiverio de 35 a 45 años, pero estos casos son distintos porque no están sujetos a todos los riegos que tienen en vida silvestre, desde los cazadores, e inclusive las peleas entre ellos mismos. Cuando capturamos los animales para nuestros estudios, vemos que tienen cicatrices grandes o les falta parte de las patas, de la cola.
¿Algún recuerdo en particular?
Nosotros hacemos las evaluaciones en las noches, y de preferencia trabajamos en noches oscuras y de luna porque los animales dejan que nos acerquemos con mayor facilidad. En esas noches, alguna vez se volcó nuestra balsa a la 1 de la mañana y perdimos todo. Yo perdí mis datos y ellos sus linternas y remos, por suerte recuperamos la canoa y logramos regresar, no nos pasó nada, pero a mí me sirvió para tomar conciencia del riesgo al que se someten cuando cazan. Es un trabajo que implica peligros y los biólogos estamos más lejos de esos riesgos que los cazadores.
El trabajo de noche es peligroso…
Sí, lo es, pero el trabajo en herpetología es de noche. Cuando sales al bosque de noche es otra la experiencia, otro mundo, todos los animales salen, desde jaguares hasta toda clase de insectos.
Debe ser emocionante…
Es una experiencia muy linda. Me gustó cuando era estudiante y desde ahí me dediqué a la herpetología.
ALIANZA INFORMATIVA
MONGABAY LATAM – RED PRENSA VERDE