La investigadora brasileña apunta al aumento de mortalidad de animales silvestres por pesca, caza y colisión con vehículos o ultimados por hélices de barcos.
AGÊNCIA FAPESP/DICYT
Suele pensarse en el ecoturismo como una forma sostenible de explotar el patrimonio natural de un país mediante la preservación de la integridad de sus ecosistemas y la generación ingresos para las comunidades locales; como un aporte a la conservación de la vida silvestre.
Pero a juicio de la ecóloga Helena de Godoy Bergallo, docente de la Universidad del Estado del Río de Janeiro (UERJ), en Brasil, este tipo de actividad puede causarle impactos considerables a la fauna. Impactos que la ciencia debe comprender y que deben minimizarse mediante una gestión más eficaz.
Este tema se debatió durante el Workshop sobre Investigación Aplicada a la Gestión de la Fauna Silvestre, que tuvo lugar en São Paulo en noviembre pasado, y cuya organización estuvo a cargo de la coordinación del Programa FAPESP de Investigaciones en Caracterización, Conservación, Restauración y Uso Sostenible de la Biodiversidad (BIOTA-FAPESP). Según los organizadores, el objetivo del evento consistió en estimular la aplicación de la buena ciencia a la mejora de la gestión de la fauna silvestre, como así también comprometer a la academia y a otros sectores de la sociedad en este debate.
“Conocemos bien los impactos directos y observables del ecoturismo, pero no sabemos qué dimensiones tiene este problema. ¿Cuál es el efecto que la mortalidad de algunos ejemplares puede tener sobre la población de una especie y sobre el ecosistema? La escala de aceptabilidad de los impactos suele basarse en motivos estéticos y no científicos. Hacen falta más estudios”, dijo De Godoy Bergallo.
Entre los problemas que mencionó la investigadora se encuentra el aumento de la mortalidad de animales relacionado con las actividades de pesca y caza o con la colisión con vehículos y embarcaciones. A su vez, según De Godoy Bergallo, no son raros los casos de manatíes ultimados por hélices de barcos, por ejemplo.
Asimismo, la investigadora menciona las alteraciones del hábitat y en la composición de plantas ocasionadas por la construcción de posadas, restaurantes y toda la infraestructura necesaria para recibir a los turistas. “El pisoteo de la vegetación en los senderos causa la compactación del suelo y la modificación de las plantas. Puede haber pérdida de especies autóctonas y la entrada de especies invasoras, y una merma de la floración y de los frutos. En tanto, las olas que hacen los barcos pueden generar la intrusión de sal en ambientes que no toleran ese mineral”, comentó.
También es frecuente que se produzca una distorsión de los hábitos alimentarios de los animales, ya sea a causa de la comida que les ofrecen los turistas o por las carnadas que emplean los organizadores de los paseos para atraer a especies tales como el bufeo, el delfín rosado, por ejemplo. Suelen mantenerse ejemplares en cautiverio para que los visitantes puedan tener un contacto más cercano con la fauna.
Otras fuentes de impacto pueden pasar desapercibidas para los humanos, sostuvo la investigadora: la luz artificial y los sonidos que emiten los barcos, las aeronaves y los vehículos terrestres.
También considera que «A la gente suele parecerle algo lindo ver a los cetáceos surfeando junto a las embarcaciones, pero a decir verdad lo que sucede es que están estresados con todo aquel ruido. Están también los ejemplos de las nutrias gigantes, perturbadas por los barcos durante el período de alimentación en Perú, y del anfibio fosorial de la especie Spea hammondii, inducido a emerger de los agujeros donde se esconde debido al sonido de los vehículos, probablemente porque éste es similar al de las lluvias torrenciales”.
Entre las consecuencias de estos impactos, De Godoy Bergallo hizo referencia a la migración de especies que no toleran la presencia humana, la disminución del tiempo que tienen los animales para alimentarse y la elevación del gasto energético (ambas relacionadas con el tiempo perdido intentando huir de los humanos), el comportamiento social aberrante (el aumento de la agresividad entre ejemplares de una misma especie y la disputa por la fuente de alimento introducida por el hombre), la mayor vulnerabilidad de algunas especies a los competidores y predadores, el abandono de crías y la perturbación del patrón reproductivo.
“Sabemos que las poblaciones pequeñas, de reproducción lenta, y las especies raras son las más afectadas. Pero existen pocos estudios aún que relacionen el impacto sobre determinados ejemplares con los efectos sobre las poblaciones. También se hacen necesarios estudios que ayuden a evaluar la capacidad de soportar de distintos ecosistemas para que sea posible establecer una cantidad máxima de visitantes en esos lugares”.
Para la científica, el ecoturismo tiene un potencial limitado de aporte a la conservación de la biodiversidad, y sólo mediante una buena gestión y una mejor regulación será posible obtener beneficios reales con esta actividad.
“La legislación brasileña y el Plan Nacional de Turismo no comprenden una regulación específica referente al ecoturismo. Es necesario pensar en la creación de normas éticas, a ejemplo de que existen en las comunidades de observadores de aves”.
Lagunas en el conocimiento
Luciano Verdade, miembro de la coordinación del BIOTA e investigador del Centro de Energía Nuclear en la Agricultura de la Universidad de São Paulo (USP/ Cena), explicó que el workshop realizado en la sede de la FAPESP apuntó a promover la interacción entre la investigación científica que se produce y que puede aplicarse en la gestión de la fauna con las diversas demandas existentes en el seno de la sociedad.
“Brasil tiene una política pública excesivamente conservadora en lo que atañe a la gobernanza de la fauna. La filosofía es la siguiente: prohíbase todo y trátese a todas a las especies como amenazadas. Empero, más allá de la protección en sí misma, existe una diversidad mayor de demandas con relación a la fauna. Hay animales que viven en conflicto con la producción agropecuaria, con la silvicultura e incluso con la salud pública. Por otra parte, existen otros que pueden generar riquezas e inclusión social si se los explota de una forma biológicamente sostenible. El panorama es más complejo”.
El investigador Verdade remarcó también la necesidad de desarrollar proyectos de monitoreo que permitan detectar en forma precoz y eficiente eventuales alteraciones de estado entre las poblaciones silvestres.
“Este proceso [la buena gestión de la fauna] puede ser limitado cuando no sabemos a ciencia cierta qué hacer debido a la falta de una base conceptual. Hay momentos en que sabemos qué hacer, pero falta la tecnología para saber cómo hacerlo. Por ende, debe estimularse la innovación. Existen a su vez diversas situaciones en las cuales sabemos qué hacer y cómo hacerlo, pero no dónde, cuándo y con quiénes. En ese caso, falta una estructura de gobernanza. Actualmente estamos intentando aportar para producir una percepción más clara de aquello que nos limita”.
Según otro investigador, Carlos Alfredo Joly, miembro de la coordinación del BIOTA, este debate podrá contribuir a la definición de temas para futuras convocatorias a la presentación propuestas que se emitan en el marco del programa.
“El BIOTA generalmente emite dos llamados por año, sin contar aquéllos que se concretan con socios nacionales e internacionales. La definición de la temática nace en estas discusiones con la comunidad científica”, comentó Joly, quien también es docente del Instituto de Biología de la Universidad de Campinas (Unicamp), en el estado de São Paulo, Brasil.
Aparte de los impactos del ecoturismo, también se abordó en el evento la gestión de especies invasoras, tal como es el caso del jabalí. Según Virgínia Santiago, de la unidad de Porcinos y Aves de la estatal Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria – Embrapa, la población de jabalíes ha venido expandiéndose significativamente desde la década de 1990, compitiendo así por los recursos con especies nativas. Los riesgos sanitarios asociados a este fenómeno, dijo la investigadora, aún se desconocen.
Walfrido Moraes Tomas, investigador del Laboratorio de Vida Silvestre de Embrapa Pantanal, recordó que en 2017 cumplió 50 años la ley que prohibió la caza en Brasil (excepto la de subsistencia).
Según Moraes Toma, la caza existe en el territorio nacional desde la llegada de la especie humana y aún en la actualidad es omnipresente, pese a estar prohibida formalmente.
“No logramos evitar la práctica descontrolada y nada sabemos acerca de sus efectos sobre las poblaciones. No existen cifras oficiales. Con la prohibición de la caza, no construimos en la academia las carreras específicas para la gestión de fauna, no se afianzó una demanda de profesionales con este perfil. Por ende, no hemos establecido ninguna base científica que pueda servir de apoyo a la toma de decisiones”, afirmó Moraes Tomas.
Mauro Galetti, docente del Departamento de Ecología de la Universidade Estadual Paulista (Unesp), con sede en la ciudad de Rio Claro, hizo referencia a cómo la defaunación puede contribuir al agravamiento del cambio climático. Según el investigador, la merma de las poblaciones de grandes frugívoros en los bosques tropicales –los únicos animales capaces de dispersar semillas de mayor porte– resulta en la sustitución de árboles de madera dura por especies con menor capacidad para almacenar carbono (lea más en http://revistapesquisa.fapesp.br/2015/12/18/extincao-de-animais-pode-agravar-efeito-das-mudancas-climaticas).
La bióloga Cláudia Schalmann, de la Compañía Ambiental del Estado de São Paulo (Cetesb), abordó temas relacionados con la fauna silvestre en los procesos de licencia ambiental de proyectos y emprendimientos paulistas. Destacó la importancia de medidas mitigadoras del impacto, tales como evitar la entrada de animales domésticos en las áreas verdes, mantener la conectividad del fragmento forestal del lote con el entorno y crear pasos para la fauna (elevados o subterráneos) en las carreteras, entre otras.
La gestión de especies amenazadas fue el tema de la conferencia de Marcio Martins, docente del Departamento de Ecología del Instituto de Biociencias de la USP, quien explicó cómo se elaboró el Livro Vermelho da Fauna Brasileira Ameaçada de Extinção [Libro Rojo de la Fauna Brasileña Amenazada de Extinción], compilado por el Instituto Chico Mendes de Conservación de la Biodiversidad (ICMBio).
Foto superior: Sapayus falvius Colección CPB ICMBio
Cooperación informativa en temas de ciencia dicyt.com – redprensaverde.org