Representantes de Venezuela, México, Colombia, Perú y España harán parte del proyecto Homeward Bound, que busca el empoderamiento femenino en la ciencia.
José Pichel Andrés/DICYT
En pocos días arranca desde el puerto de Ushuaia (Argentina) una expedición muy especial a la Antártida. Está compuesta por mujeres de 13 países que van a recorrer bases antárticas entre el 18 de febrero y el 11 de marzo. Es la segunda edición del proyecto Homeward Bound, un programa de liderazgo y empoderamiento femenino en el ámbito de la ciencia. Esta vez el idioma español tendrá un protagonismo especial en el barco, con una participante de Venezuela, otra de México, dos de Colombia, dos de Perú y cuatro de España.
“Vamos a trabajar cuatro aspectos: la ciencia, la comunicación, la estrategia y el liderazgo”, explica a DiCYT Adriana Humanes, bióloga venezolana que ha conseguido participar. No se trata de una expedición científica, sino de un viaje en el que las mujeres científicas tratarán de adquirir los conocimientos y habilidades que les permitan –a ellas y a todo el planeta– afrontar mejor la lucha contra el cambio climático.
Los puestos de alto nivel en el mundo académico, científico, industrial y político están copados por el género masculino. Sin embargo, hay estudios que demuestran que los equipos de trabajo formados por un número similar de representantes de cada sexo son más productivos y eficaces. La idea es que más mujeres adopten roles de liderazgo en asuntos ambientales. “Los organismos gubernamentales encargados de la lucha contra el cambio climático como el IPCC solo tienen un 10% de mujeres”, comenta la investigadora.
Por eso, el programa Homeward Bound pretende seleccionar alrededor de un centenar de participantes cada año durante una década hasta formar una red de unas 1.000 mujeres que trabajen unidas para impulsar un planeta más sostenible. La primera expedición tuvo lugar hace poco más de un año, a finales de 2016. Esta vez forman parte del viaje 80 participantes de diversas áreas científicas.
El hecho de que sean mujeres también tiene una gran carga simbólica para ayudar a visibilizar el papel de la mujer y demostrar que el género femenino puede llegar a cualquier sitio. Y el hecho de que el lugar elegido sea la Antártida también es muy significativo, ya que es un continente especialmente vulnerable a los efectos del calentamiento global, que las participantes podrán ver con sus propios ojos.
Esfuerzo extra de las latinas
Llegar hasta allí no ha sido fácil, ya que las participantes tienen que conseguir 20.000 dólares (aproximadamente 60 millones de pesos) para financiar su viaje. Mientras que en algunos países es una cifra fácilmente alcanzable, para las latinoamericanas lograrlo es una verdadera hazaña. “Mi familia no tiene ese dinero, en Venezuela te podrías comprar una gran casa con esa cifra, aparte de que la situación política y económica del país es difícil y más en ciencia, se vive una auténtica fuga de cerebros”, asegura Adriana Humanes.
Especialista en el estudio de arrecifes coralinos, logró un puesto en la Universidad de Newcastle (Reino Unido) y finalmente consiguió el dinero por diversas vías, entre ellas, el crowdfunding. Además, asociarse con sus compañeras españolas fue clave, ya que están patrocinadas por la empresa de energías renovables Acciona, lo que les permitió tener recursos suficientes para ellas y para que Adriana también esté en Ushuaia.
Aparte de intentar cubrir económicamente su participación, todas las mujeres seleccionadas se han estado preparando durante un año. Han recibido formación en liderazgo y visibilidad y han formado grupos de trabajo que les han permitido conocerse antes de emprender la expedición.
Asimismo, una de las facetas más interesantes del proyecto es que las seleccionadas se han dedicado a divulgarlo durante meses, poniendo el énfasis en la importancia de mejorar el papel de la mujer en la ciencia a través de charlas, talleres, encuentros con escolares y apariciones en los medios de comunicación.
El ejemplo de Adriana Humanes
En este tiempo, la historia de la representante venezolana es un magnífico ejemplo de lo que una mujer líder en ciencia puede conseguir. El pasado mes de abril se produjo un grave derrame de petróleo en Trinidad y Tobago y poco más tarde el crudo llegó hasta las costas venezolanas, en particular al archipiélago de Los Roques, donde había estado trabajando Adriana en un proyecto científico.
“Justo en aquellos días yo había tenido mucha visibilidad, en apenas seis semanas me hicieron 35 entrevistas, así que la gente de Los Roques se acordó de mí y me pidieron ayuda, porque nadie había hecho nada por limpiar el petróleo en las islas”, comenta. Con su implicación logró que se hablara del problema medioambiental y se movilizaran recursos para resolverlo. Y esto es precisamente lo que el programa Homeward Bound pretende conseguir: empoderar a las mujeres científicas ayuda a salvar el planeta.
Las participantes visitarán cinco estaciones científicas que pertenecen a China, Rusia, Reino Unido, Argentina y Estados Unidos, donde conocerán proyectos de investigación liderados por mujeres en las inhóspitas condiciones del continente helado. También explorarán lugares en los que se aprecian las consecuencias del cambio climático y completarán el viaje más formación, además de poder intercambiar experiencias, ya que todas tendrán la oportunidad de explicar su propio trabajo.
España debuta en el programa con cuatro representantes. Alicia Pérez Porro, procedente de Barcelona, es bióloga marina y estudia cómo el cambio climático afecta a los ecosistemas marinos. Ana Payo, de Zamora, es oceanógrafa y ha centrado su investigación en impulsar el desarrollo de estrategias de mitigación de los efectos del cambio climático sobre la biodiversidad. Uxúa López, navarra, es ingeniera de telecomunicaciones y experta en el campo de las energías renovables. Alexandra Dubini en realidad es francesa pero trabaja en la Universidad de Córdoba y está especializada en el desarrollo de biocombustibles a través de algas verdes y la descontaminación de aguas residuales.
Por parte de Colombia participa Paola Tello Guerrero, que es física y trabaja en un laboratorio de Londres; y también hay que contar a Veronique Florec, que es francesa y colombiana, aunque trabaja en una universidad australiana como especialista en economía ambiental.
La única mexicana es Sandra Guzmán, que desempeña su labor en el área de ciencias sociales en la Universidad de York (Reino Unido), centrada en transición energética y finanzas relacionadas con el clima.
Por parte de Perú, Daniela Laínez del Pozo, del University College de Londres, es especialista en conservación. Su compatriota Sandra Velarde trabaja en la actualidad en Nueva Zelanda y es experta en economía ecológica y toma de decisiones.