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Rodrigo de Oliveira Andrade / Scidev
Sao Paulo. Usando una herramienta genética conocida como código de barra del ADN, un equipo de investigadores brasileños pudo rastrear delitos potenciales cometidos contra especies de tiburón amenazadas a lo largo de la costa de Sao Paulo, y contribuir a detener su extinción.
La pesca de tiburones está prohibida en Brasil, lo que no impide que continúe surtiendo el mercado clandestino de las regiones costeras del país, sobre todo por las aletas, cuyo valor en el mercado internacional puede llegar a US$1.000 el kilo (cerca de $3 millones de pesos colombianos).
Con el fin de eludir a los funcionarios encargados de hacer cumplir la prohibición, los pescadores generalmente capturan al tiburón, le cortan las aletas y otras partes de interés comercial, y lo arrojan con vida al agua. Como ya no pueden nadar, agonizan hasta que mueren.
Eso hace más difícil aún identificar y estimar si las especies protegidas son capturadas y comercializadas. En los supermercados éstas son vendidas en forma de pequeños filetes.
Hallan solución
Una técnica descrita en un estudio publicado en la revista Fisheries Research permite distinguir las diferentes especies basándose solamente en segmentos cortos de aproximadamente 650 pares de bases del genoma mitocondrial del tiburón.
Para probar el método, los investigadores analizaron muestras de tiburón recolectadas entre 2015 y 2016 de los botes pesqueros que usan redes de arrastre de fondo y de los mercados de distribución de pescados situados a lo largo de la costa de São Paulo.
El ADN extraído lo compararon con las secuencias disponibles en la base de datos del Barco de of Life Online Database y en el GenBank, base de datos de información de secuencias de ADN y aminoácidos del Centro Nacional para la Información Biotecnológica de los Estados Unidos.
De esta manera lograron identificar rasgos morfológicos y relacionarnos a tres especies de tiburones: Squatina guggenheim, Squatina occulta y Pseudobatos horkelii.
Las tres están catalogadas como especies en peligro de extinción en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), un inventario global sobre el estado de conservación de especies y subespecies de plantas y animales.
La captura, transporte, almacenamiento, manipulación, procesamiento y comercio de estas especies de tiburón —que actualmente ya presentan una drástica disminución de su población— están prohibidas en Brasil desde 2012.
“El código de barras del ADN asegura la precisión en la identificación de las especies, siendo por lo tanto un método eficiente de identificación de tiburones, incluso si el animal carece de un carácter distintivo”. Blanca Sousa Range, Instituto de Biociencias, Universidad de São Paulo
Los autores proponen que este método sea usado por las autoridades locales para que los pescadores que capturan y comercializan las especies amenazadas sean sancionados, aunque sea con posterioridad a la captura de la especie.
“Los tiburones están siendo excesivamente pescados en el sudeste de Brasil, a pesar de las leyes que prohíben esta práctica y de las denuncias de los investigadores y ambientalistas”, confirma a SciDev.Net Bruno Ferrette, biólogo del Instituto de Biociencias de la Universidad Estatal de São Paulo y uno de los autores del estudio.
Explica que los tiburones son muy sensibles a la sobrepesca porque crecen lentamente, llegar a la madurez sexual les toma mucho tiempo y tienen pocas crías.
Además, el aniquilamiento de las poblaciones de este pez puede causar estragos en los ecosistemas que habitan y sus consecuencias podrían extenderse a los lugareños que dependen de la biodiversidad marina como fuente de ingreso y alimento.
Un estudio publicado en la revista PlosOne en 2013 estimó que alrededor de 100 millones de tiburones son capturados y matados por los seres humanos cada año, lo que representa aproximadamente el 8 por ciento de todos los tiburones.
Al eliminar su principal depredador, sus presas pueden florecer y comprometer toda la cadena alimenticia, afectando la comida marina que consumen los humanos, resaltó ese estudio.
“La situación es aún peor en países en desarrollo como Mozambique e India, donde la carne de tiburón es vendida comúnmente sin identificación adecuada”, comenta Moreira a SciDev.Net. De esta manera, los pescadores comercializan especies amenazadas como si no lo fueran.
Guimarães indica que en los supermercados brasileños, por ejemplo, todos los tiburones son vendidos como «cação», nombre popular para cualquier pez de esqueleto cartilaginoso, incluidos los tiburones.
“Los consumidores no entienden que el cação se refiere a una amplia subclase de peces, independientemente de su tamaño o especie”, explica la bióloga, que no participó del estudio.
“Este etiquetado intencionalmente incorrecto compromete los esfuerzos de disminuir el consumo de tiburón o de promover el consumo de especies no amenazadas”, complementa.
Para Blanca Sousa Range, bióloga que también trabaja en el Instituto de Biociencias de la Universidad de São Paulo, y que tampoco participó del estudio, “el código de barras del ADN asegura la precisión en la identificación de las especies, siendo por lo tanto un método eficiente de identificación de tiburones, incluso si el animal carece de un carácter distintivo”.
Enlace al estudio completo en Fisheries Research
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