Ha dedicado su vida a la educación ambiental y hoy pide apoyo de la ciudadanía para financiar una operación de reemplazo de cadera.
‘Robertico’ caminaba con unos documentos en la mano desde el despacho del parque hacia el restaurante y desde allí a la sala de visitantes.
En este último lugar, hacía una charla introductoria para los ecoturistas y se desplazaba con propiedad por el salón, mientras describía serpientes marinas exhibidas en frascos con alcohol. Luego explicaba cómo actuar en caso de encontrar un reptil en cualquiera de los senderos de la isla y hablaba sobre corales, ballenas, playas, el antiguo centro penitenciario y demás secretos de la ‘Bruja’, la isla Gorgona.
Después se refería a las raticas espinosas, esos roedores grandes como conejos, que tenían sus nidos en los árboles; enseñaba sobre basiliscos (reptiles) y deseaba a los turistas que ojalá tuvieran la fortuna de ver al esquivo lagarto azul.
‘Robertico’ es Roberto Pardo Ángel, biólogo marino de la Universidad del Valle, un funcionario que impresionaba a finales de los 90, no tanto por su estatura de 97 centímetros, sino por sus conocimientos y capacidad para ejercer como director encargado del Parque Nacional Natural Gorgona.
Ataviado con el clásico uniforme azul de la Unidad de Parques Nacionales, en ese lejano lugar, sin luz, sin comunicación -excepto un radioteléfono oficial que a veces funcionaba- coordinaba el personal, imponía el orden, hacía cumplir el reglamento de Parques a los turistas y desarrollaba los procesos de educación ambiental.
Este hombre que desde entonces ha dedicado su vida a enseñar a los demás sobre la naturaleza colombiana, hoy enfrenta una crítica situación de salud que no ha sido solventada por la EPS a la que pertenece.
Toda la vida educando
Comenzó su carrera dictando clases sobre Ecología en el jardín Infantil ‘Críos’, en Cali. Al tiempo, y por 14 años, apoyó el proceso educativo en un hotel para el avistamiento de ballenas en el Pacífico, cuando esta actividad apenas empezaba.
Fue Jefe de Educación Ambiental en el Zoológico de Cali, la CVC, la Alcaldía y después se vinculó a Parques Nacionales Naturales, donde ya lleva 15 años como un carismático contratista dedicado a la educación ambiental.
Ha trabajado en los parques naturales de Gorgona y Farallones, en las sedes de Bogotá y Barranquilla y ha viajado por diferentes regiones para mostrar la riqueza natural de Colombia y su vulnerabilidad. Parte de su tarea es realizar capacitaciones en colegios, universidades, entidades del Estado y desarrollar procesos de comunicación y educación ambiental para las áreas protegidas.
Roberto tiene 56 años. Presenta lordosis y escoliosis (curvatura y desviación de columna). En 2008 comenzó a sentir fuertes dolores y le diagnosticaron artrosis degenerativa severa.
A pesar de esto no dejó de laborar y el teletrabajo se convirtió en una salida gracias al apoyo de sus jefes y compañeros. Hace tres años fue trasladado a la territorial Caribe para que pudiera alejarse del frío y así mejorar su calidad de vida, debido a una displasia de cadera.
Paulatina pérdida de movilidad
En 2010 su Empresa Prestadora de Salud (EPS) le ofreció una operación, pero 12 horas antes de la cirugía le informaron que la prótesis traída de Alemania era unos centímetros más grande de lo que requería, por tanto no hubo cirugía.
Los dolores siguieron y la movilidad empeoró. Tiempo después, el biólogo recibió de la Nueva EPS, una silla de ruedas eléctrica, hecha a la medida, por la que está muy agradecido. Sin embargo, se queja de que no hubo una opción para operarse.
Hace seis meses se complicó su estado de salud. Buena parte su salario lo destina a los gastos que le demanda su tratamiento como al pago de una fisioterapeuta particular que lo atiende una vez por semana. “En cada salida médica que hago debo pagar a una persona para que me acompañe, me suba a la silla, me espere, y me regrese a la casa. Todo eso tiene un costo”.
Le mandaron pastillas, colágeno y otros medicamentos paliativos. Luego el ortopedista que lo atendía le dijo que sus huesos estaban tan frágiles por lo que lo remitiría a otro especialista para calmar el dolor. Lo trasladó, pero le cerró el caso. Otra médica le advirtió que en esa entidad no tendría la posibilidad de operarlo. En noviembre pasado, el neurocirujano le recetó medicamentos por seis meses más y lo citó hasta mayo del 2020.
Roberto, quien ha enseñado a muchos colombianos a interesarse por la vida silvestre, afirma que debido a los dolores cada vez más insoportables, no le quedó más opción que consultar con un médico particular especializado en displasia de cadera que le recomendó su Tía, quien sufre la misma enfermedad. Este, le dijo que debía operarse pronto porque cualquier mal movimiento le podría generar una fractura, o un episodio de espasmo, nada conveniente para su salud. También le aseguró que esa intervención le daba muchas posibilidades para deshacerse del dolor.
La cirugía quedó programada para mediados de enero de 2020. El médico es Iván Donado Arce, quien ya trajo prótesis de un laboratorio de China. Cuenta que es una de las más pequeñas que hay en el mundo. El procedimiento tiene un costo entre 30 y 40 millones. Sin embargo, no están los recursos.
“Yo no puedo esperar más porque cada día estoy peor, el dolor es muy fuerte a veces estoy bien, a veces mal. El dolor no me deja concentrar en mis actividades laborales. Es muy difícil depender de otras personas para movilizarme”.
Es por esto que ‘Robertico’, a quien nada le ha quedado grande en la vida, emprendió una campaña interna con sus compañeros de Parques Nacionales para conseguir recursos y cubrir el monto de la cirugía. Igualmente lo apoyan en la CVC y algunos de sus amigos cercanos iniciaron un recaudo virtual que hoy convoca a los colombianos: https://vaki.co/vaki/roberto-pardo-angel
Queda un mes para la cita en el quirófano, él espera recolectar el dinero o parte de este. Sabe que seguramente no volverá a caminar largos tramos como los que hacía en Gorgona y los Farallones de Cali, pero si aspira a que ya no tenga dolor permanente.
Mientras realizaba esta entrevista recibió una llamada de la EPS anunciando que revisaría el caso y lo llamaría próximamente. Él espera que la entidad de salud asuma los costos de la cirugía, la clínica, el posoperatorio y las 60 terapias para recuperar la movilidad.
“Necesito resolver esto para seguir trabajando en lo que más me gusta: divulgar y enseñar a los niños, las empresas, los jóvenes sobre la importancia de cuidar los recursos naturales del país. Es que no se trata solo de mi salud, sino de ayudar a preparar a las nuevas generaciones para que puedan asumir estos retos ambientales que se vienen con el cambio climático”.