El efecto negativo de los incendios sobre los pequeños mamíferos de la Orinoquia
Los incendios son frecuentes en los llanos orientales de Colombia, sobre todo para destinar grandes extensiones de sabana para la agricultura y la ganadería. Sin embargo, muchos se salen de control y están afectando a los bosques que protegen importantes cursos de agua.
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Antonio José Paz Cardona / Mongabay Latam
Las extensas sabanas suelen ser uno de los paisajes predominantes en la Orinoquía colombiana, conocida también como los llanos orientales. Esta es una de las regiones del país donde más se presentan incendios y, hasta cierto punto, es un ecosistema que necesita del fuego para algunos de sus procesos ecológicos.
El problema, según los expertos, es que muchos de los incendios son generados por el humano, inician en zonas agrícolas o ganaderas y a veces se salen de control y terminan afectando a los bosques. A pesar de esta problemática, el impacto del fuego en la flora y fauna de Colombia ha sido poco estudiado y por eso un grupo de investigadores del Laboratorio de Ecología del Paisaje y Modelación de Ecosistemas (Ecolmod) de la Universidad Nacional de Colombia acaba de publicar un artículo en la revista Perspectives in Ecology and Conservation, en el que evalúan los efectos a mediano plazo de los incendios en las comunidades de pequeños mamíferos no voladores (roedores y marsupiales) de la región.
Estos animales cumplen tres roles importantes en los ecosistemas: dispersan semillas, remueven nutrientes al escarbar en el suelo y sirven de presa para depredadores. “Cuando se quiere ver el efecto de una perturbación en un corto o mediano plazo, estos animales [roedores y marsupiales] son un buen modelo porque tienen ciclos de vida cortos”, asegura Tania González, bióloga, candidata a doctora en Ciencias Biológicas y autora principal del estudio.
Los cambios que produce el fuego
Los ecosistemas de sabana necesitan del fuego para el recambio de plantas o rebrote de nuevas especies. Sin embargo, González hace particular énfasis en que tampoco es normal que se quemen cada año. En teoría, el ecosistema está adaptado para posibles incendios y a los 15 días habrán nuevas hierbas y pastos.
Sin embargo, lo que preocupa a los investigadores es la afectación de los bosques, que también forman parte de este paisaje natural, cuando las quemas se salen de control. Los bosques de galería —que rodean a los cuerpos de agua—, son algunos de los más sensibles y vulnerables. De hecho, entre noviembre de 2018 y abril de 2020, durante las temporadas secas de la Orinoquía, el grupo de científicos trabajó en este ecosistema para analizar los impactos de los incendios en los pequeños mamíferos.
Las observaciones y análisis se hicieron en diversos puntos de la Reserva de la Sociedad Civil de Bojonawi, en el municipio de Puerto Carreño, departamento de Vichada. Allí se establecieron 24 puntos de muestreo distribuidos entre zonas incendiadas hace tres años y zonas en donde hace dos décadas no se presentan fuegos.
Los científicos encontraron que en las áreas incendiadas recientemente disminuyó la riqueza y distribución de las plantas, predominando las hierbas y pastos.
Además, respecto a los pequeños mamíferos, el estudio mostró diferencias entre las especies presentes en bosques afectados por incendios y las observadas en bosques no afectados. Entre los resultados está que marsupiales como la zarigüeya común (Didelphis marsupialis) se afectan negativamente por el fuego, haciendo que se disminuya su presencia. Otras especies como el ratón de caña (Zygodontomys brevicauda), pueden verse favorecidas y hasta aumentar su presencia y abundancia. Mientras que otros animales son indiferentes a los cambios en el ecosistema, como fue el caso de los roedores arbóreos del género Oecomys.
De acuerdo con González, a los bosques quemados suelen llegar especies generalistas como el ratón de caña que habita en zonas agrícolas, intervenidas y de sabana. Como en los bosques quemados empiezan a predominar los pastizales, este roedor encuentra un ambiente similar a sus hábitats naturales, con las condiciones adecuadas para sobrevivir.
Para los investigadores, el caso de las zarigüeyas es relevante pues son animales comunes en todo el país pero que, en el estudio, abandonaron el bosque cuando este perdió su gran variedad de flora; de manera que ya no cumplía con los requerimientos necesarios para alimentarse, moverse o resguardarse.
“Cuando empiezan a faltar especies en los bosques las consecuencias pueden ser graves. Las plantas se ven afectadas en su regeneración y se dan una serie de efectos negativos en cascada”, destaca González.
Por el contrario, ¿qué pasa entonces con especies que empiezan a abundar, como en el caso del ratón de caña? Los investigadores aseguran que es algo importante de analizar y son temas ecológicos complejos e importantes para estudiar en un futuro pero que requieren de un mayor tiempo de análisis y más financiación para realizarse. Sin embargo, se podría esperar que una especie que aumenta sin control termine por ahuyentar y desplazar a otras especies que usan los mismos recursos y hábitats.
Expansión de sabanas y reducción de bosques
Hasta el momento, este es el primer estudio que explora los efectos del fuego en pequeños mamíferos no voladores en los bosques de galería en la Orinoquía de Colombia. Y, en términos generales, muestra cómo la vegetación tiene un papel fundamental en la presencia de diferentes especies de mamíferos en entornos “post incendio”.
La zona donde trabajaron los investigadores es una de las regiones más amenazadas ecológicamente en América del Sur debido al cambio climático, las prácticas de manejo de la tierra y el desarrollo de actividades económicas, a menudo insostenibles, como la ganadería, la agricultura y la explotación petrolera que utilizan el fuego como herramienta para “limpiar” la tierra. “Esto aumenta el riesgo de incendios descontrolados, altera los regímenes de incendios y degrada las sabanas naturales y áreas de bosques adyacentes”, se lee en el artículo científico.
Por otro lado, los incendios en bosques de galería no son un tema menor pues estos protegen a los cuerpos de agua y su ausencia puede llevar a que los afluentes se sequen o que, debido al fuego, una cantidad excesiva de nutrientes llegue al agua, ocasionando la muerte de peces y pequeños invertebrados. En otras palabras, los bosques de galería ayudan a regular la fauna que vive en los cuerpos de agua y a conservar los ecosistemas acuáticos. Además, ayudan a mantener el microclima y a controlar la erosión.
Si los fuegos siguen presentándose sin control, “las sabanas seguirán expandiéndose mientras que los bosques irán perdiéndose. Se pierden muchos servicios ecosistémicos de los que todos nos vemos beneficiados actualmente”, asegura González.
Además, en los bosques quemados muchas veces ya no hay árboles grandes y cuando el paisaje empieza a ser dominado por hierbas y pastos, el ecosistema se vuelve más vulnerable a futuros incendios.
Sin duda, es mucho lo que aún se desconoce sobre la ecología del fuego y es importante estudiar más sobre su impacto en la flora y fauna. “A veces hacemos todo al revés. Empezamos a decidir dónde conservar o dónde actuar sin saber primero cómo se está afectando la fauna y flora. Es importante conocer sobre los fuegos e incendios para saber cómo manejarlos”, comenta la bióloga Tania González.
Los investigadores sugieren seguir monitoreando los efectos del fuego a largo plazo para determinar qué tan resilientes son los bosques y qué tanta capacidad de adaptación o recuperación tienen. Los análisis con mamíferos pequeños son un paso importante pero se necesitan más estudios a largo plazo sobre otros grupos taxonómicos.
REFERENCIA:
González, T. M., González-Trujillo, J. D., Muñoz, A., & Armenteras, D. (2021). Differential effects of fire on the occupancy of small mammals in neotropical savanna-gallery forests. Perspectives in Ecology and Conservation, 19(2), 179-188.
Imagen superior: Sabana y bosque quemándose en los llanos orientales. Foto: Tania González.
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