Con base en datos referentes a 344 voluntarios, científicos brasileños compararon en un estudio los beneficios para la salud física y mental de tres tipos de actividades físicas.
AGENCIA FAPESP/DICYT
Científicos de la Universidad de São Paulo (USP), en Brasil, investigaron los efectos de la práctica regular de ejercicios sobre la salud física y mental de 344 voluntarios durante la pandemia. En dicho estudio, se comparó la efectividad de tres modelos de clases: presenciales con entrenadores personales, online sin supervisión profesional o supervisadas vía videollamadas.
Los dos tipos de clases con seguimiento profesional fueron los que mostraron el mayor efecto sobre la salud mental y física. De acuerdo con este estudio, esto estaría relacionado con la posibilidad de aumentar el nivel de intensidad de los ejercicios en el transcurso del tiempo. Y para sorpresa de los científicos, las clases con seguimiento remoto se mostraron aún más efectivas que el modelo presencial. Personas sedentarias conformaron el grupo de control, al que también se evaluó.
“Los resultados de esta investigación ponen de relieve que cualquier modalidad, ya sea a distancia o presencial, aporta más beneficios que el sedentarismo. Sin embargo, la mejoría física y mental está sumamente relacionada con el aumento seguro y progresivo de la intensidad de los ejercicios físicos, cosa que solamente se registró en las clases con seguimiento profesional. Lo interesante es que, en la comparación entre ambos modelos de clases supervisadas, las realizadas a través de videollamadas exhibieron una tendencia a una mayor eficiencia, con una diferencia estadística, si bien que pequeña”, comenta Carla da Silva Batista, investigadora en la Escuela de Educación Física y Deportes de la Universidad de São Paulo (EEFE-USP) y coautora del artículo publicado en la revista Psychiatry Research.
Este estudio contó con el apoyo de la Fundación para la Investigación de Sao Paulo FAPESP y con la participación de voluntarios con y sin síntomas depresivos, de diferentes franjas etarias y de ingresos y de diversos estados de Brasil.
Entre los participantes que realizaron prácticas monitoreadas vía videollamadas, tales como pilates, crossfit, yoga, baile y ejercicios aeróbicos, se registró un mayor nivel de actividades físicas intensas en comparación con las personas que efectuaron entrenamientos sin supervisión profesional.
“El aumento de la intensidad durante las clases online supervisadas se mostró de suma importancia durante la pandemia. En el estudio, el 55 % de las personas practicaba actividades físicas de alta intensidad, pero con el confinamiento, ese porcentaje cayó al 30 %”, informa la investigadora.
Investigaciones anteriores ya habían mostrado que la práctica de ejercicios intensos aumenta la longevidad, disminuye riesgo de desarrollar la enfermedad de Parkinson y está asociada a la reducción del riesgo de 26 tipos de cánceres.
“No sabemos exactamente por qué las prácticas supervisadas a través de videollamadas exhiben una tendencia a presentar mejores resultados que las clases presenciales. Es probable que la molestia asociada al uso de las mascarillas pueda haber obstaculizado el rendimiento de los alumnos durante la pandemia”, afirma Da Silva Batista.
Entre los otros potenciales motivos que los investigadores de la USP sugirieron se encuentra la mayor motivación de los alumnos en las videollamadas. “Por estar realizando ejercicios en forma segura y supervisada en casa, sin necesidad de ponerse las mascarillas y con menores probabilidades de diseminar el virus, fue posible que el profesor fuese incrementando la intensidad de los ejercicios de manera segura, sin provocar lesiones o molestias”, explica.
Para evaluar la salud física y mental de los participantes, los investigadores aplicaron entre julio y agosto de 2020 un cuestionario online validado y referente a la intensidad de la actividad física (International Physical Activity Questionnaire – Short Form − IPAQ-SF) y otro sobre la salud mental (Montgomery-Asberg Depression Rating Scale – Self-Rated − MADRS-S) que abarca nueve ítems, tales como tristeza aparente e informada, tensión interna, dificultades para dormir, alteraciones del apetito, dificultad de concentración, lentitud, incapacidad de sentir, pesimismo y pensamientos suicidas. Todos estos son síntomas que apuntan hacia el desarrollo de algún trastorno mental.
Los investigadores también efectuaron rastreos para verificar la rutina de ejercicios de los participantes. Los voluntarios realizaron de mínima 30 minutos y de máxima 180 minutos de ejercicios físicos diarios. El total semanal fue de al menos 150 minutos y un máximo de 900 minutos de ejercicios físicos.
“Alrededor de la mitad de los participantes tenían diagnóstico de depresión antes de que empezara la pandemia. De acuerdo con nuestros resultados, incluso las personas con ese diagnóstico experimentaron una mejoría en sus resultados referentes a la salud mental”: Carla Da Silva.
Estudios anteriores ya habían mostrado que las personas que practicaron más de 30 minutos diarios de actividad física moderada o vigorosa durante la cuarentena presentaron un menor riesgo de padecer síntomas depresivos. Sucede que dicha práctica, aun cuando se la lleve a cabo dentro de casa, evita las consecuencias del sedentarismo y sus consiguientes síntomas de estrés, privación del sueño y obesidad, factores que pueden estar relacionados con alteraciones del metabolismo.
“Ya se sabía de la existencia de beneficios fisiológicos y acerca de la importancia de mantener la práctica de actividades físicas aun durante el confinamiento. Pero lo que nuestro estudio comprobó es la efectividad de las clases a través de videollamadas. Era una duda que teníamos. Este modelo se mostró sumamente beneficioso, sobre todo para este tiempo que estamos viviendo”.