Dolors Armenteras habla de paz y conflictos ambientales
A la investigadora le preocupa que el Gobierno sostenga la cifra de 300.000 has y no se plantee metas más ambiciosas.
ANTONIO PAZ CARDONA / MONGABAY LATAM
Cuando se refiere a deforestación y degradación Dolors Armenteras sabe de qué está hablando. Esta bióloga española y doctora en Geografía lleva más de 20 años trabajando en Colombia y le preocupa la acelerada tasa en que se está perdiendo el bosque de la Amazonía.
Desde la investigación en la Universidad Nacional de Colombia, Armenteras también ha detectado cómo los incendios están apoderándose de las áreas protegidas de Colombia y el Estado no está tomando control de las selvas que abandonó la guerrilla de las Farc después de la firma del Acuerdo de Paz.
En entrevista con Mongabay Latam habló, entre otras cosas, sobre los retos que imponen los nuevos actores que están tomando control de los bosques, los incendios como estrategia rápida y barata de apropiarse de la tierra y las dudas que deja el uso que se le está dando al dinero que proviene de cooperación internacional y que está destinado a la conservación y la prevención de la deforestación.
Mucho se ha hablado en Colombia sobre las amenazas a los bosques después del Acuerdo de Paz con las Farc, ¿también es una de sus preocupaciones?
Dolors Armenteras (D.A.): Para solucionar algo tienes que diagnosticar bien el problema y eso no estaba muy claro cuando se dio la firma del Acuerdo de Paz. Es un reflejo de que mucha gente no sabía lo que estaba pasando en el país. Muchos publicaron artículos sobre la famosa “esperanza verde”, que los problemas ambientales se iban a solucionar, que todo sería paz y amor, y ahora vemos que no fue así.
Los conflictos ambientales existían desde antes, no es que hayan surgido después de la firma del Acuerdo. Algunos han empeorado y es muy peligroso decir que la guerra protegía los bosques; esa tampoco es la idea. Lo que pasa es que los actores han cambiado, algunos se han reactivado como el ELN, han aparecido otros nuevos como los disidentes de las Farc y también hay terratenientes con dinero y sin escrúpulos. El campesino pobre no tiene la plata para deforestar, pero los contratan y como no tienen alternativas, pues aceptan porque eso les da para subsistir y muchas veces les entrega una tierra para ocupar.
El Acuerdo también pretendía entregar tierras a campesinos y ayudar con el tema de la titularidad…
D.A.: En la paz prometieron tierras que todavía no se han entregado y a eso se suma el cambio de gobierno que ha sido muy complejo. Dentro de los Parques Macarena, Picachos y Tinigua hay propiedad privada a la que nunca se le solucionó su titulación. La gente no puede vender pero aun así se genera un mercado negro, que no se sabe cómo opera, pero donde hay una gran expectativa de que esos terrenos valdrán mucho dinero algún día. Se genera mucha especulación. La corrupción también es muy grande y está influenciada por estas economías ilegales.
¿Qué va a pasar con la deforestación del país en 2019?
D.A.: La deforestación seguirá aumentando porque la frontera de colonización en la Amazonía no tiene límites y los especuladores van a seguir ahí. Es gravísimo que en el Plan Nacional de Desarrollo se acepte la tasa de deforestación actual, que está cercana a 300 000 hectáreas, y que la meta no sea reducirla sino mantenerla. Eso sería un retroceso muy fuerte para el país, hay que proponerse unas metas más ambiciosas.
El mismo gobierno dice que el 70 % de la deforestación es causada por actividades ilegales. ¿Eso quiere decir que el 30 % de deforestación es legal? ¿Dónde están esas 90 000 hectáreas “legales” deforestadas? Todo esto es muy crítico porque no se conoce bien el valor de los bosques y cuánto tardarán en recuperarse, si es que lo hacen.
¿Cuáles son las principales causas de deforestación en Colombia?
D.A.: Los motores de deforestación van cambiando con el tiempo. Hay muchos factores externos que hacen que cambien las razones por las que se acelera la deforestación en una región o en otra. Así como tuvimos un ‘boom’ grave de deforestación en el Pacífico por minería ilegal, en este momento volvemos un poco a la dinámica colombiana de la conversión de bosque a pasturas como una tradición cultural para adquirir terrenos. Detrás de la deforestación está el acaparamiento de tierras: tenemos muchos baldíos y el catastro nacional no deja claro a quién le pertenece la tierra. Una vez el terreno está talado y quemado, simplemente toman posesión de él.
Los cultivos ilícitos también han aumentado al igual que las vías que se empezaron a hacer desde antes de la firma de la paz con las Farc. Lo que vemos hoy es lo que venía pasando antes pero de forma más exagerada en algunas regiones.
También tenemos un poco la discusión con los cultivos de palma de aceite que han venido aumentando en zonas que antes eran de bosque. Aunque existe la certificación sostenible, yo no he podido ver las cifras reales de dónde se han instalado esos cultivos y no estoy segura de qué tanta transformación hay de bosque natural a palma.
¿Qué tan grave es el tráfico de madera en Colombia?
D.A.: Es un tema del que no se habla mucho en Colombia a pesar de que es la tercera economía ilegal más grande del país. Los permisos de explotación y los volúmenes que se sacan no coinciden, lo que se trafica es enorme pero ni las autoridades saben con certeza de dónde sale. El tema de las multas y la fiscalización está muy limitado en Colombia. La misma gente de Parques Nacionales ha dicho que ven bajar a los que prenden fuego con el bidón de gasolina en las manos pero no se puede hacer nada si no los atrapan en flagrancia. Hay que mejorar el tema de vigilancia y control.
Cuando usted empezó a interesarse por los incendios en los bosques del país le decían que era una pérdida de tiempo, ¿por qué se lo decían y cómo ha cambiado la percepción hoy?
D.A.: Me decían que no eran importantes, que no ocurrían. Incluso me decían explícitamente que en la Amazonía los incendios no eran causantes de nada, cuando en esta región están particularmente ligados a la deforestación porque es la práctica más barata para “limpiar” terrenos.
Hoy tengo la satisfacción de que hemos demostrado la importancia de los incendios con cifras, asociaciones, estudios y modelos. Así como fue un tema ignorado durante un tiempo, ahora ya lo han reconocido. Es una lástima que no avancen sobre el conocimiento adquirido por grupos de investigación como el nuestro (Ecolmod de la Universidad Nacional de Colombia).
¿Qué pasa con el bosque y la tierra después de un incendio?
D.A.: Al inicio es un poco contradictorio porque las cenizas de los incendios enriquecen temporalmente el suelo con nutrientes y funcionan casi que como abono. En el corto plazo el primer cultivo o pastos van a ser riquísimos, pero luego los nutrientes se pierden, no hay una capacidad de retención y la degradación de los suelos es muy fuerte. Se pierde la cobertura, vas a tener problemas de erosión, contaminación y menor capacidad de retención del agua, transpiración, así como pérdida de biodiversidad y capacidad de funcionamiento del ecosistema. Todo eso es bastante difícil de reemplazar.
¿Es ahí cuando hablan de restauración?
D.A.: Sí, pero creo que se debe invertir en conservar y parar la desaparición de ecosistemas naturales porque son irremplazables. Ahora bien, en zonas que ya se degradaron, no podemos llorar sobre mojado y puede que haya algunas áreas importantes para recuperar y restaurar.
Otro punto importante es que en este momento no hay estudios suficientes sobre los fuegos que se escapan de la zona que pretendían quemar y entran a otros lugares de bosque. ¿Qué tanto se degradó el lugar? Muchas veces las afectaciones ocurren en el sotobosque y no son fácilmente observables. Y lo que está pasando en áreas protegidas es lo más grave de lo más grave…
¿Por qué?
D.A.: Entre 2017 y 2018 se estaba dando un aumento de fuegos en las cercanías de las áreas protegidas. Con otras investigadoras empezamos a indagar y analizamos la información satelital de un año comparado con el otro. En general, el país estaba más o menos igual en cuanto a incendios, pero cuando mirabas dentro de las áreas protegidas el incremento era mucho mayor.
Si dentro de las áreas protegidas hay muchos más incendios pero alrededor de ellas la situación es normal, esto quiere decir que los fuegos no son provocados por el clima, alguien los está generando. Con la investigadora Liliana Dávalos habíamos desarrollado un modelo para predecir la deforestación, lo aplicamos a los parques Tinigua, Macarena y Picachos ─que eran los más graves y extremos en el tema─ y lo validamos con imágenes Sentinel europeas y ahí ves el área que era bosque y el área tumbada dentro de los límites de los parques. Incluso, en uno de ellos, mirando quemas, encontré lo que parecería ser una pista del narcotráfico, una línea muy continua que tumbaron y quemaron en diciembre de 2017.
Esta tendencia también se ve en otros Parques, pero estos andino-amazónicos eran los más afectados. Allá estaba la guerrilla, se firmó la paz, ellos se fueron y aunque no sabemos bien todas las dinámicas que se dan ahí, lo que sí es un hecho es que en esas zonas incrementaron los incendios y por lo tanto la deforestación.
Una de las recomendaciones más frecuentes que se le hace a Colombia es que debería tener un monitoreo en tiempo real, ¿por qué aún no se tiene?
D.A.: Solo hasta 2010 Colombia empezó a tener un sistema de monitoreo de bosques y deforestación, lo que pasa es que se han quedado sacando las cifras trimestralmente y se han gastado muchos recursos en eso cuando también se podrían invertir en un monitoreo en tiempo real. Es un tema de recursos, inversión y voluntad política.
También hay que invertir en gente preparada y capacitada. No se puede seguir haciendo lo mismo que hace 10 años, hay que modernizarse, pero esto debe ir acompañado de capacidad de fiscalización y judicialización. Muchas de estas zonas son remotas, pero si allá llega la gente a tumbar también puede llegar la institucionalidad. Con información en tiempo real el Ejército y la Fiscalía, que tienen departamentos ambientales especializados, podrían actuar más efectivamente.
La Amazonía es la región que más está aportando a la deforestación en Colombia, ¿qué alternativas quedan?
D.A.: Recientemente se delimitó la frontera agrícola. En el papel ya se sabe a partir de dónde no debería haber actividades agrícolas nuevas, es un paso muy positivo pero ahora hay que llevarlo a la realidad. También está todo el tema de educación y conciencia ambiental y social que nunca debemos olvidar; hay que combatir la ilegalidad pero fortalecer a las comunidades locales.
Otro punto importante es aclarar la titulación de la tierra y los baldíos del Estado para reducir la especulación y el descontrol de las propiedades. Como científica me cuesta mucho acceder a la información del catastro, pero seguramente muchos de estos terratenientes la tienen mejor y más clara que uno. Por otro lado, hay que ordenar el territorio sentándose con la gente para implementar las alternativas de desarrollo sostenible que necesitan las zonas rurales.
Gran parte de la cooperación extranjera se enfoca en los puntos que usted menciona, ¿cree que el dinero se está invirtiendo eficientemente?
D.A.: Ha habido mucha inversión internacional de cooperación pero el dinero no llega a la región, se va quedando en Bogotá y en los consultores. Lo que llega es muy poco, es como un embudo. Hay que buscar un mecanismo para que el dinero se convierta en desarrollo a largo plazo y no en un paño de agua tibia.
A mí me gustaría ver cuánto dinero de esa cooperación se queda en los bancos, en los intermediarios, cuánto demora en llegar a las regiones y cuánto dinero llega en realidad a las comunidades para sus desarrollos productivos. ¿Cómo es posible que sigamos dejando que unos pocos ganen mucho y muchos perdamos todo?
REFERENCIAS
Armenteras, D., Schneider, L., & Dávalos, L. M. (2019). Fires in protected areas reveal unforeseen costs of Colombian peace. Nature ecology & evolution, 3(1), 20.
Armenteras, D., Murcia, U., González, T. M., Barón, O. J., & Arias, J. E. (2019). Scenarios of land use and land cover change for NW Amazonia: Impact on forest intactness. Global Ecology and Conservation, 17, e00567.
Armenteras, D., Espelta, J. M., Rodríguez, N., & Retana, J. (2017). Deforestation dynamics and drivers in different forest types in Latin America: Three decades of studies (1980–2010). Global environmental change, 46, 139-147.
Armenteras, D., Gibbes, C., Anaya, J. A., & Dávalos, L. M. (2017). Integrating remotely sensed fires for predicting deforestation for REDD+. Ecological applications, 27(4), 1294-1304.
*Imagen principal: Deforestación en el departamento del Guaviare luego de una quema.
Foto:Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS).
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