Sequía afecta a 2,1 millones de personas en Centroamérica
Honduras declaró la emergencia en el Corredor Seco donde se estima que el 82% de los cereales sembrados se perdió.
El maíz y el fríjol han sido los cultivos más afectados por la sequía en Guatemala, El Salvador y Honduras, en 281.000 hectáreas de cultivo.
Es de estos dos alimentos que depende la seguridad alimentaria y nutrición de 2,1 millones de personas en esos tres países centroamericanos.
Un reporte de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (WFP), así lo consigna. Además de dar a conocer su preocupación por la sequía, las organizaciones advierten que estos países también recibirán un alto impacto por el costo de estos cereales para toda la población.
Según el reporte, la posible llegada del fenómeno de El Niño a fines de 2018 podría agudizar la precaria seguridad alimentaria y nutricional de esas comunidades rurales vulnerables.
“Los meses de junio y julio registraron precipitaciones inferiores a la media y condiciones más secas que el promedio, lo que afectó el primer y principal ciclo de cultivos en Centroamérica, conocido como ‘la primera’. La pérdida total o parcial de los cultivos significa que los agricultores de subsistencia y sus familias no podrán consumir ni almacenar suficientes alimentos en los próximos meses”.
El gobierno de Honduras declaró este mes la emergencia en el Corredor Seco, en donde se estima que un 82% de los cultivos de maíz y fríjol se han perdido, mientras que el gobierno de El Salvador declaró la alerta roja en julio.
Según la FAO, el término Corredor Seco, aunque apunte a un fenómeno climático, tiene una base ecológica y define a un grupo de ecosistemas que se combinan en la ecorregión del bosque tropical seco de Centroamérica en la vertiente pacífica, abarcando gran parte de la región central pre-montaña de El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Guanacaste en Costa Rica y el Arco Seco de Panamá.
En esta área, habita más de un millón de familias que tienen como recurso principal la agricultura de subsistencia. «Los niveles de pobreza y desnutrición son alarmantes y afectan principalmente a las poblaciones rurales y a las comunidades indígenas. La mayoría de los medios de vida dependen del clima considerando que el porcentaje de los productores de granos básicos varía de 54% en El Salvador y Honduras a 67% en Guatemala».
Según el Instituto de Investigación Internacional de Clima y Sociedad/Centro de Predicciones Climáticas (IRI/CPC), existe un 60% de probabilidades de que se registre un nuevo fenómeno de El Niño entre septiembre y diciembre de 2018.
El segundo ciclo de cultivos, conocido como ‘la postrera’, que generalmente suple las deficiencias de la primera cosecha, se realiza en noviembre, y se estima que, aun cuando El Niño resulte ser débil, tendrá un impacto significativo en los resultados de la postrera.
“Nos preocupa especialmente el efecto de esta nueva sequía sobre la migración, en un contexto internacional que restringe el movimiento de miles de personas que, en sus localidades, tendrán una gran dificultad para asegurar el sustento de sus familias”, informó Julio Berdegué, representante regional de la FAO quien considera que es urgente mejorar la resiliencia climática de los habitantes de Centroamérica, especialmente en zonas como el Corredor Seco.
Para Miguel Barreto, director regional de WFP para América y el Caribe, “justo cuando las comunidades rurales se recuperaban de la sequía de 2014 y del fenómeno de El Niño de 2015, los más fuertes registrados en la historia reciente, un nuevo evento climático vuelve a golpear a los más vulnerables”.
Pese a que el programa Mundial de Alimentos y la comunidad internacional han trabajado junto a los gobiernos y comunidades rurales de ese corredor en resiliencia a las variaciones climáticas extremas, informan que ahora necesitan redoblar esfuerzos y llegar a más comunidades rurales.
«Tras lo ocurrido en 2014 y 2015, WFP, con apoyo de la comunidad internacional, ha brindado asistencia alimentaria a miles de personas, en comunidades vulnerables del Corredor Seco, para mejorar la seguridad alimentaria y fortalecer la resiliencia a nivel de familias, comunidades y a nivel institucional. Estas actividades incluyeron la conservación de suelo y el agua, mejores prácticas agrícolas y capacitación para hacer frente a los fenómenos naturales, así como el fortalecimiento de los sistemas de vigilancia para la alimentación y la nutrición».
Se desarrolló del Programa de fortalecimiento de la resiliencia ante el riesgo de desastres en el Corredor Seco Centroamericano y han trabajado con socios y contrapartes para para incrementar la resiliencia de los hogares, comunidades e instituciones para prevenir y hacer frente a las amenazas y los desastres que afectan a la agricultura, la seguridad alimentaria y la nutrición.
Actualmente, apoyan a los países la creación de proyectos y programas a gran escala para ser presentados ante el Fondo Verde del Clima.
Mitigar los efectos de la sequía
Con la intención de mitigar los impactos potenciales provocados por esta nueva sequía entre la población rural, la FAO y el WFP proponen:
- Análisis del impacto de los ciclos agrícolas de 2018 en el precio de los alimentos básicos
- Evaluación de la seguridad alimentaria y nutricional de las comunidades en el Corredor Seco una vez finalice la cosecha de primera e inicie la postrera
- Apoyo a los gobiernos en establecer sistemas de seguimiento de situación de la producción agrícola y la seguridad alimentaria.
- Adopción de acuerdos que permitan la migración temporal regulada, segura y ordenada de personas originarias de las comunidades rurales más afectadas por la sequía.
- Movilización de recursos para escalar los sistemas de cosecha y almacenamiento de aguas lluvias para reducir el impacto de las próximas sequías.