Es importante diferenciar dichos episodios marítimos de las olas de calor atmosféricas, que tienden a ser más intensas aún, pero que afectan fundamentalmente al ambiente terrestre, incluso a las ciudades.
El aumento de las olas de calor marinas durante las próximas décadas, producto de los cambios climáticos globales, afectaría considerablemente a las formas de vida de este ambiente, incluso a aquellas que se ubican en la base de la cadena alimentaria. Esto es lo que se consigna en un estudio publicado en la revista Estuarine, Coastal and Shelf Science por científicos brasileños que trabajan en Brasil, Noruega y Estados Unidos.
Las olas de calor marinas se caracterizan por sus períodos de más de cinco días con la temperatura del agua un 90 % superior a la media histórica para de la región relevada. Las estimaciones para el área de Santos y de São Vicente, en Brasil, en donde se realizó el estudio, apuntan un aumento de un 35 % en la frecuencia de estos eventos para el año 2100.
Es importante diferenciar dichos episodios marítimos de las olas de calor atmosféricas, que tienden a ser más intensas aún, pero que afectan fundamentalmente al ambiente terrestre, incluso a las ciudades.
“Aun cuando las larvas hayan sobrevivido a un aumento de la acidez del agua, la elevación de 2 °C en la temperatura durante los primeros tres o cuatro días de vida derivó en una merma de un 15 % en la tasa de supervivencia en comparación con las que estaban a la temperatura media de la zona. Un aumento de 4 °C llevó a una mortalidad un 34 % mayor”, informa Murilo Zanetti Marochi, primer autor del estudio realizado durante una pasantía posdoctoral en el Instituto de Biociencias del campus Litoral de la Universidade Estadual Paulista (IB-CLP-Unesp), en la localidad costera de São Vicente.
Este estudio forma parte de un proyecto que apunta a entender los impactos de los cambios climáticos sobre la fauna de estuarios del estado de São Paulo, en el ámbito del Programa FAPESP de Investigaciones sobre Cambios Climáticos Globales (PFPMCG). Y se lleva a cabo en colaboración con Álvaro Montenegro, docente de la Ohio State University, en Estados Unidos.
“Esta especie es muy abundante en ese estuario, la zona situada entre el mar y el río. Después de que los huevos hacen eclosión, las larvas pasan algunos días en esa área y migran hacia el océano. Menos de un 1 % regresan para completar el ciclo de vida, pues en buena medida se convierten en alimento de otras especies. Por eso son fundamentales para el ecosistema”, comenta Tânia Marcia Costa, docente del IB-CLP-Unesp que coordinó o proyecto.
Un futuro más caluroso
En un estudio anterior, Costa y el en ese momento maestrando Juan Carlos Farias Pardo demostraron el efecto de la elevación de temperatura sobre los embriones de la misma especie (Leptuca thayeri). En la actualidad, Farias Pardo es doctorando en la Universidad de Agder, en Noruega. En esa oportunidad, los investigadores observaron que en la referida etapa de la vida, no solamente el agua más caliente, sino también la mayor acidez, disminuyen la sobrevivencia (lea más en: agencia.fapesp.br/36130/).
En el estudio actual, del cual Farias Pardo también es coautor, no se observó una diferencia significativa en la supervivencia de las larvas debido al aumento de la acidez del agua, pero sí se notaron alteraciones fisiológicas. Los pronósticos para las próximas décadas apuntan una disminución del pH marino, lo que ha de afectar a muchas especies. “Por estar en los estuarios, ambientes que naturalmente experimentan grandes variaciones de acidez, probablemente esta especie soporta algún incremento de ese parámetro”, estima Marochi, actualmente profesor colaborador en la Universidad del Estado de Paraná (Unespar), en la localidad de Paranaguá (Brasil).
No obstante, y al igual que el aumento de temperatura, la acidez elevada acelera los latidos cardíacos, una señal de estrés fisiológico, y disminuye la movilidad de esos organismos. “Nadan menos y pueden no lograr permanecer en la capa de agua más cercana a la superficie, donde viven las microalgas con las cuales se alimentan”, explica. Por ende, los efectos de las olas de calor marinas serían perjudiciales para esta especie y para las que se alimentan de la misma, lo que podría traer aparejadas pérdidas económicas en la pesca, por ejemplo. Así y todo, no existen estudios que confirmen una merma de las existencias de Leptuca thayeri durante los últimos 20 años.
Para los autores del estudio, esto puede ser el resultado de otros factores que compensan esas alteraciones. Por ejemplo, el hecho de que el aumento de la temperatura del agua puede acortar el tiempo de desarrollo larvario de estos crustáceos y exponerlos así durante menos tiempo a sus predadores y a condiciones ambientales severas. Además, el aumento de la temperatura puede acarrear una mayor producción de las microalgas y los microorganismos que les sirven de alimento a las larvas de Leptuca thayeri y de otras especies. No obstante, nuevos estudios deberán analizar si este factor puede o no compensar el aumento de la mortalidad de las larvas.
ALIANZA COLABORATIVA
DICYT – RED PRENSA VERDE