La iniciativa busca complementar los saberes milenarios de comunidades aborígenes y otorgar beneficios por la conservación del bosque, asegura Usaid.
Hasta el resguardo de Monochoa, localizado en Solano, Caquetá, llegaron funcionarios del gobierno y aliados, para presentar la Iniciativa de Reducción de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero por Deforestación y Degradación de los Bosques (REDD+).
Este ejercicio se sustenta en que la Amazonía colombiana está bajo amenaza por cuenta de la deforestación y además de los controles y operativos, el gobierno avanza en otros frentes para frenar ese fenómeno y a la vez enfrentar el cambio climático.
El programa REDD+ convocó a indígenas Witoto y Muinane para que asistieran a talleres y escucharan durante cinco días a funcionarios de la Agencia de Renovación del Territorio (ART) y el proyecto Modelos Innovadores de Conservación del Programa Páramos y Bosques, de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) que, según indicaron, busca complementar los saberes milenarios en la conservación de la Amazonia.
“Las oportunidades y responsabilidades de estos proyectos se están dando a conocer a través de actividades de formación con distintas organizaciones, en las que se invita a las comunidades con territorios con grandes extensiones de bosque natural para que eviten la desforestación y la degradación forestal, a cambio de una compensación económica que reciben por la venta de créditos de carbono, que pueden comercializarse en los mercados de carbono doméstico o internacional”, explica Usaid.
El resguardo hace parte de la región del Araracuara con una extensión de 417.883 hectáreas y es un importante enclave en la cuenca del río Caquetá.
Este programa está siendo dirigido también a comunidades campesinas y afrodescendientes, y es un modelo de trabajo que realizan en seis subregiones del Programa de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET), entre estas la cuenca del río Caguán y el piedemonte Caqueteño. Los PDET son instrumentos de gestión y planificación creados por el gobierno para impulsar el desarrollo económico, social y ambiental en áreas afectadas por el conflicto interno.
Waldemiro Hernández Ortiz, gobernador de la comunidad de Tirivita de Monochoa, asegura: “Nuestra comunidad siempre ha protegido el bosque, a quien consideramos nuestra madre porque nos brinda alimento, animales, frutas, madera para construir las malocas y leña para cocinar, también las plantas medicinales y oxígeno para vivir. A veces lo lastimamos mínimamente para cultivar nuestra comida en las chacras, pero después se regenera con las siembras que le hacemos”.
“Los talleres grupales les permitieron reencontrarse con el territorio de sus ancestros, e identificar situaciones que los afectaron, como fue el genocidio indígena cauchero (1900 – 1934); la pérdida de fauna por el comercio ilegal y algunas acciones propias, y la presencia, entre 1939 y 1971, de la Colonia Penal de Araracuara, que contribuyó a la reducción del hábitat de especies como la danta y el borugo. Así mismo, por cuenta de la tala y el uso indiscriminado, reconocieron la desaparición de especies forestales como el canelo de los Andaquíes (Ocotea quixos), especie aromática y medicinal, y el Cumare (Astrocaryum chambira), palma nativa de la Amazonía con usos en la producción de aceite, la industria cosmética, la gastronomía y las artesanías”.
Cuenta Usaid que, al finalizar el encuentro, la comunidad indígena reafirmó su intención de conservar esta importante región de la zona central de la Amazonia colombiana, que es reconocida por su amplia biodiversidad natural y cultural.
“Esta selva está como está porque los mayores nos han transmitido la forma de cómo conservarla, sin ánimo de lucro, esto nos nace del corazón. Queremos cuidarla para Colombia, para el campesino, para nosotros y para el mundo entero; que el mundo entero, los que no tienen selva, nos cuiden a nosotros, para nosotros continuar cuidándola”, dijo Heriberto Rodríguez, Gobernador de la comunidad Guaymaraya, Resguardo Indígena Monochoa.
El beneficios de una comunidad acoja un proyecto REDD+ como el que se pretende desarrollar en Araracuara, dice Usaid, “es que protege y conserva los bosques, promueve la gestión sostenible con actividades productivas, fortalece la gobernanza territorial, genera recursos para las comunidades por la venta de créditos de carbono, fortalece los planes de vida de las comunidades donde se desarrollan y contribuyen a las metas del país para la reducción de emisiones de Gases Efecto Invernadero (GEI)”.