La reserva de agua dulce superficial más grande de Colombia seguirá recibiendo las aguas del alcantarillado del municipio de Aquitania por lo menos hasta marzo de este año, cuando entre en funcionamiento la nueva planta de tratamiento de aguas residuales. Por ahora se resuelve el suministro de energía para finalizar las pruebas técnicas. Con nueva tecnología y mayor tamaño, la nueva obra es similar a la que fue demolida.
Olga Cecilia Guerrero / Para: Shots de Ciencia / Este reportaje hace parte del especial transmedia “Labrar el agua hasta la última gota”.
Un nuevo incidente técnico impidió que el municipio de Aquitania, Boyacá, estrenara una de las obras más esperadas en las últimas décadas: La Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR). Esto se suma a una serie de inconvenientes que surgieron desde que inició el proyecto.
Se trata de una falla en el transformador que suministraba la energía, lo que interfirió con los análisis fisicoquímicos que pondrían a prueba la eficacia de la planta.
Este es el transformador que ha demorado el los trabajo para iniciar las labores en la PTAR de Aquitania.
El transformador no solo era antiguo, sino que se compartía con la comunidad aledaña, y no soportó la alta demanda de energía, necesaria para operar la planta. Aunque el proyecto cuenta con el respaldo de un generador eléctrico, este no opera de manera continua. Conseguir otro transformador a través de la Empresa de Energía de Boyacá tardaría un año, razón por la cual la administración municipal decidió comprarlo para ganar tiempo.
“Se alcanzaron a realizar las pruebas en un 30% y ahora están suspendidas mientras se adquiere uno nuevo, proceso que ya se encuentra publicado en el Sistema Electrónico para la Contratación Pública (Secop) y se espera finalizar en diciembre”, explicó el alcalde de Aquitania, Héctor Orlando Barrera.
La construcción de la planta se anunció en 2018 y comenzó a desarrollarse en 2019 con recursos de la Empresa de Servicios Públicos de Boyacá (ESPB) y aportes del municipio por un valor de $3.773 millones.
La meta es conseguir la desinfección de las aguas del 80 % del alcantarillado urbano que oscila entre 7.000 a 9.000 usuarios, con una capacidad de 20 litros por segundo, antes de ser descargadas en el lago de Tota. El 20% restante corresponde a un sector de la vereda de Vargas con suelo más bajo y no tiene conexión con la tubería que va a la planta.
Si el sistema funciona de manera óptima permitirá disminuir la carga contaminante que ingresa a diario a uno de los recursos hídricos más importantes del país: la cuenca binacional del lago de Tota es catalogada como la de mayor extensión en Colombia y la segunda en América del Sur. Esta abastece los acueductos de la cuenca en Aquitania, Tota y Cuítiva y Sogamoso, Nobsa, Firavitoba y las industrias de Paz del Río, en la provincia de Sugamuxi. Además, una gran parte de las zonas de cultivo de la cuenca.
Vista de la planta de tratamiento de agua residuales de Aquitania.
Seguidilla de obstáculos para descontaminar el agua
La falla en el transformador no ha sido el único tropiezo. Aunque a la fecha la obra física ya está terminada en su totalidad, ha tenido múltiples demoras.
Acorde al ingeniero Alejandro Aponte, subdirector de interventoría de la Empresa de Servicios Públicos de Boyacá (ESPB), uno de los primeros inconvenientes en la obra, fue adelantar gestiones para la intervención del colector a la entrada de la planta para lo cual fue necesario contar con la autorización y servidumbre en un predio privado; esto retrasó en parte la ejecución de este tramo del proyecto.
Luego, en 2020, vino la pandemia del Covid 19 que también ocasionó dificultades para la importación de equipos electromecánicos necesarios para la operación de la planta.
Un tercer problema ocurrió cuando se retomaron las labores, porque ya no se encontraba mano de obra ‘calificada’ en el municipio. En Aquitania son escasos los trabajadores debido a la alta demanda del sector agrícola, porque esta localidad es el primer productor nacional de cebolla larga, lo que demanda un importante número de jornales. Esto restringió en parte el rendimiento buscado para la ejecución, que se suplió con mano de obra de migrantes venezolanos.
Y este año, comentó Aponte, cuando la estructura física había finalizado y comenzaban las pruebas finales, antes de la entrega de la planta: “la conexión eléctrica presentó fallas, derivadas de un transformador a la entrada del sistema”.
Con esas situaciones, pese a que la planta ya está construida en un 100 por ciento, se ha cambiado más de cinco veces la fecha de la entrada en operación. El nuevo plazo para la entrega final, es en marzo de 2023.
“El tema de la demora ha generado inquietudes, pero la administración municipal está atenta a explicar que ya se tiene lista la obra y darle tranquilidad a la ciudadanía. El Consejo de Planeación y el Concejo municipal pidieron visitas y estamos abiertos a explicarles como es el proceso y el avance”, nos dijo el alcalde Barrera.
Enfatizó que es una de las obras más importantes realizadas hasta ahora, no solo por el capital invertido sino por los beneficios que tendrá hacia el lago.
Ante las demoras, la Contraloría, que “procura el buen uso de los recursos y bienes públicos”, le puso el ojo a la PTAR de Aquitania.
Según Barrera, la entidad ha realizado varias visitas y se le ha entregado la información necesaria y las carpetas con la información solicitada.
Por su parte, el Aponte, de la ESPB, advirtió que a la fecha la Contraloría adelanta un acompañamiento permanente al proyecto; la solicitud de información se ha realizado dentro del marco de este acompañamiento con la entrega de los informes técnicos y financieros del proyecto, al igual que los soportes de los pagos realizados: “Este tipo de intervención se realiza en diferentes obras de municipios de Boyacá, más cuando se disparó la alarma por las demoras en el cierre del proyecto”, explicó Aponte.
Además, informó que el Departamento de Boyacá realizó una inversión de $2.984 provenientes del Sistema General de Participaciones Departamental. Por otro lado, el municipio aportó $623.204 provenientes del Sistema General de Participaciones y $415.148 corresponden a Regalías del Fondo de Compensación Regional.
En tal sentido el Departamento realizó un aporte de recursos del 74% del total del valor del proyecto.
La PTAR de Aquitania es una de las obras de mayor importancia para la salud ecosistema.
Mientras la planta entra en operación, el agua del alcantarillado, como viene ocurriendo en las últimas décadas, seguirá siendo vertida al lago de Tota sin ningún tratamiento. Al tiempo que, a un kilómetro de distancia, en la vereda de El Cajón, es captada nuevamente para el acueducto municipal.
Lo que se espera de la nueva PTAR: la reducción de bacterias
“Hay un efecto cultural y es que nos acostumbramos a que no hay problema en que las aguas residuales lleguen al lago y las casas rurales no tengan sus respectivos pozos sépticos, porque no ha habido una presión o estímulo para que la comunidad reflexione sobre lo que pasa con estas aguas en el ecosistema”, comentó Javier Acevedo ambientalista de Aquitania.
Investigaciones sobre el lago realizadas por la Universidad Javeriana y la UPTC, citadas por la revista Ciencia en Desarrollo volumen 11 de 2020, indican que, “En el lago es posible encontrar bacterias coliformes, sólidos suspendidos, compuestos orgánicos biodegradables y sólidos inorgánicos disueltos, los cuales pueden causar enfermedades, eutrofización y problemas relacionados con toxicidad y carcinogénesis”.
La ingeniera Liliana Acevedo Torres, gerente de la Unidad de Servicios Públicos (USP) de Aquitania explicó: “como las aguas son domésticas no conllevan procesos de desinfección tan altos y tediosos como ocurre en otros municipios o ciudades porque no hay procesos industriales. Es simplemente eliminar o bajar el nivel de la bacteria E.e-coli y la salmonella, las más presentes en estas aguas residuales”.
La Escherichia coli (E.coli) es una bacteria que habita en los intestinos de humanos y animales sanos, la mayoría de estas son inofensivas pero algunas cepas pueden causar fuertes malestares, consigna la Organización Mundial de la Salud. La salmonella (Salmonella enterica) también es una bacteria que se expulsa mediante las heces (materia fecal) y la forma más frecuente de infección en las personas es a través de agua o alimentos contaminados”.
Vertimiento de aguas residuales en la quebrada «La Mugre». Son aguas que van a parar directamente al lago de Tota.
La USP cuenta que el tratamiento proyectado de las aguas se basa en bacterias anaerobias, un proceso de oxigenación de las aguas y tratamiento de lodos para luego continuar su vertimiento al lago, y así, disminuir los parámetros con los que ingresa el agua al sistema.
“Con un manejo adecuado los lodos se pueden utilizar como abono orgánico para cultivos, porque tienen buenos nutrientes para el suelo. Una vez sea entregada la planta estos se dispondrán para la ciudadanía; la USP garantizará que no tendrán bacterias y se pueden aprovechar para producir alimentos”, le contó Shots de Ciencia la ingeniera Acevedo Torres.
Con la nueva planta, se aspira a que el agua llegue a un 95.5% de limpieza de carga bacteriana de E. coli y salmonella que es lo que indica la norma sanitaria sobre calidad de agua.
Por su parte, sobre el regreso de las aguas del lago para abastecer a la población de Aquitania y reportes como los de la UPTC, la Unidad de Servicios Públicos indica que el líquido del acueducto que se suministra a los aquitanenses, tiene un índice de riesgo de calidad de 0%. Este índice mide la calidad del agua para consumo humano, en el que 0 es “sin riesgo” y 100 es “sanitariamente inviable”.
“La desinfección se realiza a través de cloración, filtrado y desinfección. La calidad de agua es buena, no requiere nada más, es agua potable”, explicó la funcionaria Acevedo Torres. Asegura que la cloración destruye la salmonella y el E.coli al 100 %.
Sin embargo, en los acueductos rurales no es así, la eficacia de las plantas es solo del 17 %. Son los acueductos que llegan del páramo de los Curíes y Guane, donde se presenta contaminación en los canales por presencia de animales y basuras, indica la USP.
El fantasma de la vieja PTAR
Para construir la nueva planta, tuvo que demolerse la antigua, considerada por muchos habitantes como “un elefante blanco”. Esta había sido construida 30 años atrás y no cumplió su objetivo, porque a los cinco años de inaugurada, en el año 95, dejó de funcionar debido a que las aguas residuales y lluvias la llenaron de sedimentos.
En 2012 la Gobernación de Boyacá reportó su inadecuado funcionamiento por inconvenientes económicos que impedían su operación y mantenimiento. En sus últimos años de vida útil alcanzó con dificultad el 50 % del tratamiento, informaron voceros municipales.
Javier Acevedo, ambientalista de Aquitania, comentó: “en el pasado Día del Lago de Tota le pregunté al ingeniero geógrafo Rito Alfonso Pérez Preciado (fallecido recientemente) por la planta y en su concepto me dio a entender que no le gustaba la nueva obra. Precisó que el lago se merecía una planta con mejores condiciones tecnológicas”.
A Javier le preocupa que esta segunda planta tenga el mismo sistema de la anterior que no funcionó, solo que ahor se trata de una obra más grande. «La primera no dio la capacidad de tratar todas esas aguas porque no había separación de las aguas lluvias y las residuales. No se planificó para el futuro. Considera que fue una mala experiencia porque este municipio ha crecido, sigue creciendo y el alcantarillado aun es muy ineficiente«.
“No se perciben cambios significativos. Volvemos a tener el mismo problema de la anterior, porque varias carreras: la décima, novena y otras, no tienen la separación de aguas lluvias. Los que estamos en la parte ambiental, cruzamos los dedos para que esta PTAR funcione aún con el sistema de alcantarillado que tiene el municipio”, agregó este amientalista.
Al ser consultado el alcalde Barrera sobre el tema, afirmó que el municipio ya tiene un proceso de separación de aguas, que comenzó en 2019 y terminó en 2020 del que queda un 30 % pendiente: “Se contrató la consultoría para cumplir con la separación de las aguas residuales que quedan, por 300 millones y ya salió a licitación. Es decir, se tiene cubierto cerca del 70% del municipio en tres tramos. Con la tercera etapa se completa la separación de aguas lluvias y residuales en el casco urbano”.
¿Por qué se utilizó un sistema similar al antiguo y con una inversión tan grande?
Liliana Acevedo Torres, gerente de la USP recalcó que, aunque este es un sistema parecido al que tenía la anterior planta, la actual es más convencional porque incluye nuevos procesos como el cribado, la eliminación de materiales grandes y pequeños, una recirculación más completa con bioindicadores y lechos de secado. La antigua solo contaba con un zanjón de oxidación, y una recirculación en la que la fuerza que traía el agua contribuía a su circulación y, dado que no ocurría, el agua se estancaba. Ahora ese no será el caso porque están los motorreductores y los cepillos de aireación.
Sobre este asunto, el interventor Alejandro Aponte aseguró: “Las conversaciones que he tenido con los ingenieros de apoyo de la empresa y diseñadores, es que el proyecto se hace porque las estructuras de la anterior planta se encontraban en un avanzado estado de deterioro. El sistema eléctrico no estaba siendo funcional, debía ser repotenciado y en general la vida útil de la planta estaba cerca de su terminación”.
Según él, encontraron que la disposición de los elementos de la planta de tratamiento si eran los indicados, pero por su estado fue necesario reconstruirla. “El 95 por ciento de las estructuras se construyeron de cero y se modificaron, también se optimizaron los procesos y esas áreas de contacto del líquido aumentaron buscando mejorar la eficiencia de la planta. También se instalaron equipos electromecánicos que buscarán realizar de manera más eficiente el tratamiento”
En la ejecución de la obra no hubo Veeduría Ciudadana y tampoco se activó el Consejo de Cuenca que actúa para algunas decisiones sobre el ecosistema desde la sociedad civil, pero Barrera afirma que en poco tiempo estará lista la planta y la documentación, que quedarán a disposición de quien los requiera.
Vista aérea de la PTAR de Aquitania.
Al consultar sobre el costo que significará el manejo de la planta con el uso de energía las 24 horas, el mandatario le afirmó a Shots de Ciencia que esa es una de las preocupaciones del municipio porque significa personal y recursos: “Hemos estado haciendo una actualización de costos para determinar cuál sería el valor total de la administración de la planta. Me preocupa que ese costo se deba trasladar a los usuarios y es una de las complicaciones que se podría presentar, pero estaremos atentos a subsanarlo”.
Por otro lado, el interventor Alejandro Aponte opina que el proyecto surtió un proceso de reformulación para ajustar el diseño eléctrico en función de la revisión realizada por la empresa prestadora del servicio de energía eléctrica (EBSA), y adicionalmente se realizó un balance de mayores y menores cantidades. No obstante, a la fecha no se han suscitado reclamaciones por sobrecostos derivados de los tiempos de ejecución del proyecto.
“Como supervisores de la obra damos un parte de tranquilidad a la comunidad, teniendo en cuenta la culminación de las obras, estaremos atentos a adelantar la puesta en marcha una vez se restablezca el servicio de energía eléctrica a la entrada de la planta. Se socializará el cierre del proyecto, con el ánimo de informar a la comunidad su resultado», aclaró el funcionario.
Aponte sostiene que la planta suplirá una necesidad sentida en el municipio y va a tener un efecto ambiental importante. Por tanto, dependerá de la óptima operación que se le dé por parte del prestador del servicio de alcantarillado del municipio, para que tenga un mantenimiento y operación adecuada y con el tiempo su eficiencia aumente.
Este reportaje hace parte del especial transmedia “Labrar el agua hasta la última gota” de Shots de Ciencia. El trabajo fue posible a la beca Crea digital con el apoyo del Ministerio de Cultura y el Ministerio de Tecnologías de la Información y la Comunicación de Colombia.
Imagen superior: Secretaría de aguas de Boyacá.