Falta derribar mitos sobre su veneno, fomentar el consumo y crear incentivos económicos para los pescadores.
José Antonio Paz Cardona / Mongabay Latam
El pez león (Pterois volitans) lleva ya varios años siendo un problema para los ecosistemas y la biodiversidad del Caribe colombiano.
Esta especie invasora se ha multiplicado rápidamente y tiene en peligro a cientos de especies que, al no estar acostumbradas a su presencia, no saben cómo reaccionar ante él. Además, depredadores naturales como el mero guasa (Epinephelus itajara) o los tiburones, están bastante disminuidos en esta zona.
Parques Nacionales ha venido liderando torneos para la captura de esta especie en algunas áreas protegidas del Caribe como los parques nacionales Tayrona, Corales del Rosario y San Bernardo y Old Providence McBean Lagoon. Este mes la competencia llegó al Santuario de Fauna Acandí, Playón y Playona, en las costas caribeñas del departamento de Chocó.
Los resultados
La actividad citó a pescadores y buzos de la región que en un día lograron capturar cerca de 20 peces bajo la técnica de buceo a pulmón libre. Héctor Martínez Viloria, coordinador del Santuario de Fauna, dijo que el peso total de los peces fue de 10,6 libras y que el rango de talla estuvo entre los 19 y los 33,5 centímetros.
“Haber capturado especímenes, tanto hembras como machos, de más de 30 centímetros pone en evidencia que esta especie está reproduciéndose en la zona y esto debe prender las alarmas porque las hembras se reproducen cada 3 o 4 días cuando alcanzan su etapa de madurez y en cada postura depositan más de 25 000 huevos”, le cuenta Martínez Viloria a Mongabay Latam.
Aunque podría pensarse que 20 peces capturados en un día es una cifra pequeña, es necesario tener en cuenta otros factores antes de llegar a esa conclusión. En primer lugar, la captura del pez no es fácil pues se encuentra a profundidades de más de 10 metros y los individuos más grandes buscan mayores profundidades ─hay registros de pez león a 30 y 40 metros─ y hacer la pesca a pulmón libre no es una tarea sencilla.
Además, Efraín Ballesteros, director del consejo comunitario Cocomaseco, dice que la pesca se dio en un área pequeña de solo 100 metros cuadrados, “si eso se capturó en ese espacio, imagínese la magnitud del problema en todo el mar de Acandí. El pez león tiene presencia en las costas de nuestro municipio, desde Cabo Tiburón hasta el río San Nicolás en límites con el municipio de Unguía”.
Alberto Álvarez fue el pescador y buzo que obtuvo el primer lugar de la competencia. Logró capturar 9 peces. Su experticia capturando al pez se debe a que suele matarlos cuando los ve cerca de las langostas. Álvarez bucea en busca de esta última especie, de la que obtiene parte de su sustento económico.
Según dice, hace cuatro años empezó a ver al pez león. “Yo no lo consumo, pero a veces lo pesco y se lo llevo a unos amigos que sí lo comen y dicen que es muy sabroso”. Dice que lo difícil de capturarlo es tener que bucear a grandes profundidades, pero que cuando lo ven no es tan difícil usar sus arpones rudimentarios para matarlos.
El problema es que pocos se ven interesados en pescar pez león pues no hay suficientes incentivos económicos ─es muy poco su consumo─ y la gente piensa que su veneno puede matarlos, “cada vez que ven uno se alejan con miedo”, dice Alberto Álvarez.
Hasta ahora solo conoce de un hotel en Capurganá ─zona rural de Acandí, en Chocó, muy cerca de la frontera con Panamá─ que compra pez león. Según dice, solo los pescadores de esa zona se aventuran a pescarlo con frecuencia.
Faltan incentivos
Sumado a la dificultad de su pesca y los mitos alrededor de su veneno, los habitantes de Acandí no se aventuran a pescarlo masivamente pues no hay un mercado que haga una demanda constante del pez león.
“Hace falta que lo compren. Si tenemos una empresa en las grandes ciudades o restaurantes que nos diga: ‘le compramos todo el pez’, le aseguro que aquí todo el mundo se va a pescarlo. Pero en estos momentos la gente casi no lo come y por eso no hay una motivación”, enfatiza Efraín Ballesteros de Cocomaseco.
Frente a esta situación, Héctor Martínez del Santuario de Fauna Acandí, Playón y Playona, dice que es necesario ensayar otras técnicas que permitan una mayor eficiencia en la captura del pez león. Para él, si se ignora el tema de las profundidades en las que habita, su captura es relativamente sencilla porque es un pez muy territorial que vive en sitios estratégicos como cuevas, rocas, arrecifes coralinos y fondos sedimentarios, por lo que es “una especie poco nadadora y al momento de ser avistado puede capturarse con los arpones”. Aun así, cree que pueden existir otras técnicas que podrían dar mejores resultados como las trampas tipo nasa ─red de pesca pasiva en forma de un cilindro que se va estrechando. Cando la presa entra en la red va cayendo en un depósito del que le es imposible salir─.
Martínez también coincide en que todavía hay gente que piensa que al ser una especie venenosa, no se puede comer. “Sus espinas son las venenosas ya que están conectadas a unas glándulas que liberan neurotoxinas que pueden generar adormecimiento e hinchazón en la zona de la picadura, fiebre, vómito o dolor de cabeza, pero no conozco ningún registro de persona que haya fallecido por un puyazo con pez león”, comenta.
Además de que no es mortal, el efecto de la neurotoxina suele terminar cuando el pez está fuera del agua y se cortan sus espinas. El agua caliente es usada como “antídoto” para la zona afectada.
La creatividad también busca ayudar en el control del pez león como especie invasora. Hace poco Mongabay Latam reportó como biólogos colombianos están elaborando joyas con las aletas y cola del pez león (las espinas venenosas se deshacen al sacarlas del agua).
El temible invasor
El pez león es una especie invasora que amenaza el Caribe colombiano y que se ha convertido en un riesgo para el ambiente y economía de más de 30 países. Este pez, originario del Indo-Pacífico, no tiene depredadores naturales en el Caribe y representa un peligro para los ecosistemas marinos pues consume más de 100 especies diferentes de peces, crustáceos y moluscos, se reproduce muy rápido ─hasta 30 000 huevos cada cuatro días─, su estómago puede crecer 30 veces y puede consumir peces de hasta el 50 % de su longitud.
Las espinas de su aleta dorsal son venenosas, por tanto los pescadores deben ser diestros en la manera adecuada de capturarlo. El Ministerio de Ambiente en Colombia ha divulgado técnicas y diseños para cazarlo, y promovido su consumo, pues su carne es muy gustosa, rica en ácidos grasos omega 3 y existen numerosas recetas para su preparación.
Las técnicas para capturarlo no pueden ser masivas pues habría mayor riesgo de afectar a otras poblaciones que, precisamente, se busca defender de este voraz depredador. “El único método, no invasivo a las demás especies aledañas, que ayuda a disminuir la población de este pez, es fomentar su captura y consumo de una forma adecuada”, explica Héctor Martínez Viloria, coordinador del Santuario. Las trampas nasa, son una opción que valdría la pena explorar.
Sin embargo, como ya se mencionó, todavía falta derribar muchos mitos y crear un mercado que se interese por el pez león, de manera que la demanda de su carne pueda ser un incentivo para los pescadores.