Durante un buen tiempo insistieron sin resultado. Cartas fueron y vinieron. Llamadas por aquí, llamadas por allá. Encuentros y desencuentros, pero al fin resultó.
Nadie los nombró, nadie los financió, nadie les dió permiso. De sus propios bolsillos salieron los viáticos y el tiquete para ir a La Habana. Su iniciativa fue voluntaria, dicen ellos, ciudadana.
El pasado 12 de agosto, en medio de una Cuba que celebraba el cumpleaños de Fidel, un grupo de once ambientalistas colombianos, autodenominado comisión de ‘ciudadanos ad hoc’, llegó a la sede de los Diálogos de Paz entre el gobierno y las FARC.
Su misión, desarrollar un acercamiento con los negociadores de la guerrilla —en un tiempo de 120 minutos— sobre la inclusión del sentir ambiental en el Acuerdo de Paz. Para ese entonces, la delegación del Gobierno ya había regresado a Bogotá.
Antes de partir el grupo ‘ad hoc’ se aseguró de sintetizar los más importantes requerimientos ambientales del país en una página y media de texto. En otras palabras, buscó una confluencia de necesidades y soluciones, desde los sectores académicos, ancestrales e indígenas, populares, juventudes, mujeres, conservacionistas, ONGs y otros más.
El resultado, un documento de 11 puntos, enviado antes del viaje al Ministerio de Ambiente para su conocimiento.
El grupo de los 11
Los 11 voceros ambientales fueron recibidos por Iván Márquez, Pablo Catatumbo, Victoria Sandino, y representantes de casi todos los frentes guerrilleros, con quienes analizaron dicho texto: Consideraciones ambientales y climáticas para los Acuerdos de La Habana y las acciones del posconflicto.
«La reunión trascendió de una manera cordial, pero implicó una jornada ardua, sin interrupciones y de mucho juicio. Nos escucharon y los escuchamos. Ellos también tenían su historia que contar”, dijo Alegría Fonseca, directora de la Fundación Alma, una de las integrantes de los ‘11’.
Allí, por ejemplo, las Farc les hablaron de sus reivindicaciones ambientales, el origen de su lucha y cómo el conflicto armado surgió a partir de la disputa por la tierra.
Pero la jornada se hizo corta para un tema tan complejo. Era un momento histórico que había que aprovechar, por tanto las dos horas de trabajo se fueron alargando y la reunión terminó dos días después, narraron los asistentes.
“Había un sinsabor porque en el Acuerdo no se contemplaba de manera directa la postura ambiental. La jornada se extendió también porque los puntos en común eran sustanciales y no encontrábamos en los métodos cómo se querían alcanzar los propósitos. En lo que si había acuerdo era en los planteamientos que implicaban una nueva relación sociedad-naturaleza”, relató Miguel Ángel Julio, líder las juventudes ambientalistas.
“La situación fue superada cuando las propuestas quedaron ratificadas por ellos en la implementación del Acuerdo. Eso representa un logro importante porque dentro de la agenda interna de transformación de las Farc como grupo insurgente a grupo político, quedaron contemplados los 11 puntos de reivindicación ambiental. Esto nos llevó a apoyar el plebiscito por la paz”, aclaró. Fue entonces cuando en medio de la emoción nació el ‘Sí Ambiental’.
“Las Farc EP a pocos días de empezar su desarme definitivo y su conversión en nuevo partido político dijeron sí, en ambiental, y se comprometieron a trabajar con el movimiento ambientalista alrededor de nuestra agenda. Constituyeron una mesa de dialogo cuyas modalidades de trabajo se definirán una vez terminado el Acuerdo”, expresó Manuel Guzmán Henessey, director de Klimaforum Latinoamerican Network (KLN), también de los ‘11’.
A conservar
Uno de los puntos comunes entre ambientalistas, gobierno y las Farc es el interés de que finalizado el conflicto, estas entren a conservar áreas naturales que antes fueron escenarios de guerra.
Sobre este aspecto, Miguel Ángel Julio se refirió a que el gobierno nacional ha generado el proyecto Guardabosques para la paz. “Se espera que los dejados en armas no solo puedan hacer parte efectiva de la restauranción ecológica participativa del territorio, sino de su mantenimiento y cuidado. Es importante transformar a través de los ‘diálogos de saberes’ lo que implica la relación de los guerrilleros con el territorio y los ahora militantes de un grupo político con ese territorio”.
Contó también, que durante el encuentro en Cuba, el Secretariado de las Farc abrió la puerta para generar un plan de educacion ambiental al interior de sus antiguos frentes y eso vaticina que el ambientalismo llegará a las 23 zonas de concentración veredal, para crear unos procesos de formación con los ex combatientes bajo el nombre de Programa de Formacion Ambiental para la paz.
El dirigente juvenil aclaró inmediatamente que este programa “no debe entenderse como unos ambientalistas expertos que llegan a enseñar, sino desde unos ambientalistas que tienen un saber, que reconocen el saber de otros y van a construir un conocimiento de manera conjunta”.
¿Qué viene ahora?
Finalizado el encuentro en La Habana, el grupo y los ambientalistas en general, decidieron trabajar a fondo por el Sí en el plebiscito. Una de sus primeras acciones fue inscribir ante la Registraduría el Comité Nacional del ‘Sí ambiental’ por la paz.
Después, iniciaron el proceso de socialización del documento de los 11 puntos. El pasado martes 20 de septiembre presentaron uno a uno los temas, en un evento realizado en la Universidad Nacional, ante cerca de 500 personas.
Allí se destacó una activa participación de los precursores del ambientalismo en el país, como Margarita Marino, Alegría Fonseca, Julio Carrizosa, Manuel Rodríguez, Gustavo Wilches Chaux y muchos más, quienes sustentaron cada punto frente a las nuevas generaciones de defensores de la naturaleza. Estuvieron acompañados de académicos, investigadores y docentes de varias universidades del país.
“Estamos aquí en resonancia con muchos colombianos para decirle sí a la construcción de una nueva sociedad. Sí en clave ambiental, que significa sí como una felicidad como genuino fin del desarrollo. La felicidad de todos los seres humanos y de los demás seres vivos que comparten con nosotros la tierra. Significa además sí a la conservación y la restauración de los ecosistemas afectados por la guerra. Sí a la resiliencia climática, a la educación y a la cultura”, expresó Manuel Guzmán Hennessey, al abrir el evento.
El investigador en temas de cambio climático citó a las grandes escuelas ambientalistas del mundo, a Francisco de Asís, a San Agustín y Laudato Si. Luego aclaró que sí en clave ambiental también significa: “No al fracking, no a la contaminación de las aguas y el aire; no a la deforestación, no a la expansión de la frontera agrícola, no a la ocupación inapropiada del territorio y no a la corrupción”.
Enfatizó en que el movimiento ambientalista colombiano busca unido un sí que respete a la ciencia, de manera que cuando los científicos señalen que un territorio tiene un alto valor ecológico y debe conservarse, los gobernantes tienen que saber que allí no se pueden hacer casas, ni avenidas”.
Cerró diciendo que el ‘Sí ambiental’, además de apoyar el plebiscito refrendatorio del Acuerdo de La Habana, es contribuir en la construcción de una sociedad sostenible y propiciar un diálogo con la gente, la academia y los gobiernos (locales y central) para construir la Agenda 2030 del posconflicto.
Sí sostenido
Desde el inicio de los Diálogos de Paz, esta fue la única comisión del área ambiental que de manera formal se reunió con la guerrilla en dejación de armas, y lo hizo a 12 días de finalizar el proceso.
«Antes había cosas generales, ahora todo es específico. Los puntos son transversales a todo, ahí están los principales problemas ambientales del país», manifestó con vehemencia Alegría Fonseca, una de las promotoras del encuentro. Ahora –dice- con un goce que evoca su nombre- “Sigue el ‘Sí sostenido ambiental’ para trabajar en el posconflicto y poner en práctica todos los puntos”.
Con un rostro de felicidad, Julio agregó que, en efecto, si los 11 no hubiesen ido a La Habana, tal vez lo ambiental estaría diluido en los 6 puntos del Acuerdo. «Este paso nos llena de orgullo pero es una gran responsabilidad para el país. Fue un trabajo de muchas personas, incluso de tantos que ya no están vivos, fuimos voceros de un sentir colectivo que esperamos se nutra, porque el tema ambiental no es exclusivo de los ambientalistas, es de todos los colombianos”.
Grupo de los 11 que viajaron a Cuba:
Alegría Fonseca de la Fundación Alma; Carlos Ramón Gonzalez, director del Centro de Pensamiento Ecología Política; Edinson Muñoz académico de Antioquia; Hidelbrando Vélez académico de Cali; Edison Ortega, diputado de Norte Santander, Sandra Vilardy, ecologa; Miguel Ángel Julio, movimiento indígenas de la Sierra; Andrés Iván Garzón, Consejero de la CAR Cundinamarca; Carlos Fonseca ex director de Colciencias; Manuel Guzman, director KLN; Diego García Bejarano ambientalista bogotano.