Son 14 los grupos comunitarios que siguen las rutas del oso andino y otras especies amenazadas. Ya tienen 7.000 registros y 30 osos identificados con patrones de manchas.
Fotos galería: ©Leonardo Correa Herrera
Algunos son antiguos cazadores que ahora se dedican a la conservación de especies amenazadas como el oso de anteojos. Están apoyados por la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena (CAM) y viven en áreas que confluyen con los bosques o prácticamente cohabitan con las especies que monitorean.
En total son 14 los grupos de pequeños agricultores asentados en las reservas naturales regionales del departamento que cambiaron, en algunos casos, un arma de fuego por la cámaras trampa.
Cada 15 días o cada mes, llega para ellos el momento más esperado: la salida de campo para inspeccionar las cámaras y ver qué especies captaron. Tan pronto acceden al punto de instalación, verifican las imágenes de foto o video, revisan las baterías, ajustan el funcionamiento de los equipos y emprenden el descenso por la montaña.
“A veces viene felices, a veces no tanto, pero nunca pierden el impulso. Ellos son nuestra mano derecha, lo hacen de corazón, nos ayudan con la información, trabajan con empeño y les encanta ir a recoger las imágenes”, cuenta Bertha Rojas Peña, coordinadora del Parque Regional Corredor Biológico Guácharos-Puracé.
Esta área fue declarada hace 11 años como protegida, tiene una extensión de 73.250 mil hectáreas y se ubica entre los municipios de Acevedo, Palestina, Pitalito y San Agustín, en el sur del departamento.
Bertha relata que los sitios para ubicar las cámaras se seleccionaron de acuerdo a evidencias de rastros de los animales o al conocimiento de senderos y recovecos por parte de los antiguos cazadores. Entre las especies más captadas por las cámaras están: oso andino, danta, borugo, venado, puma y tigrillo.
Pequeños monitores
En el sur del departamento hay seis grupos e monitoreo: en San Agustín: Huellas del Macizo, Serankwa y Respira Macizo. En Pitalito: Porvenir, Tierra y Semilla; en Palestina, Corpoandaquíes y en Acevedo: Colombovivo.
También está un grupo de 70 jóvenes llamado ‘Guardianes del Bosque’, niños de todas las veredas del parque, en muchos casos hijos de cazadores activos y ex cazadores. Ellos, entre 8 y 14 años, se han ido formando y ya son líderes que saben desarrollar el trabajo de recolección de datos, instalar las cámaras e incluso lograr que sus padres dejen la cacería.
La funcionaria de la CAM reportó a Red Prensa Verde que hubo una época en que no había avistamientos de oso, pero que en los últimos años se reactivó la aparición de fauna. Dice que puede ser porque ha disminuido la cacería o por la regeneración de los bosques. “Era una zona de mucha tala”.
Plan de Conservación
Esta estrategia de conservación a través de grupos de monitoreo comunitario surgió en 2012. “Implica la formación, capacitación y monitoreo con comunidades que cohabitan con las especies amenazadas. Son campesinos que viven en zonas con presencia de osos y nosotros les enseñamos cómo conservarlos”, comenta Katherine Arenas, coordinadora de Monitoreo de Especies Amenazadas de la CAM.
Actualmente son 209 personas las que desarrollan dichas actividades bajo la técnica principal de fototrampeo. La Corporación aporta las cámaras, los binoculares y demás equipos, con los que se han logrado 7.000 registros que han permitido individualizar 30 osos con patrón de manchas.
La bióloga Arenas explica que hay buenos resultados porque todo está documentado. «Cada oso tiene un patrón de manchas único alrededor de sus ojos, estas son como las huellas digitales. No hay dos iguales. Las imágenes de las cámaras trampa se logran diferenciar y por eso cada individuo es identificado, tiene seguimiento en senderos, corredores biológicos, desarrollo poblacional y estudio a madres gestantes, cachorros (oseznos), adultos y en edad senil” .
El trabajo les ha revelado las áreas estratégicas a conservar, teniendo en cuenta que el oso es una especie sombrilla.
Lo que están haciendo es identificar puntos estratégicos que tienen un potencial ecológico para la presencia especie y convertir todos los conflictos que puede traer esa presencia en positivo: “Trabajamos con personas que han cazado la especie, los que se han visto afectados por el consumo de cultivos de maíz, platanales o ataques de oso a terneros. Esos conflictos los manejamos con una estrategia de educación ambiental consistente en la sensibilización de las comunidades sobre el valor ecológico de la especie y el cuidado de las áreas protegidas”.
Agrega que han logrado con mucho trabajo -insistente y persistente- cambiar la mentalidad y es cuando muchos de ellos, “de ser cazadores de escopeta, ahora están cazando osos con cámaras fotográficas”.
Grupos y Corporación encontraron que el área con mayor presencia de oso andino es el corredor biológico Guácharos – Puracé. También los municipios de La Argentina, Garzón, la zona alta de Neiva, Santamaría y ahora amplían esfuerzos para evaluar Colombia, Rivera y Palermo.
Beneficio mutuo
Los grupos no reciben dinero por su trabajo, en compensación, son llamados a participar en proyectos ambientales, les brindan entrenamiento en diferentes campos y reciben dotaciones.
“Se busca que tengan ingresos por servicio de guianza, ecoturismo, aviturismo, apicultura, mallas para cultivos, capacitaciones, insumos, reforestación, senderismo, construcción de hornillas, entre otras actividades”, explica Bertha Rojas Peña, coordinadora del Parque Natural Regional Corredor Guácharos-Puracé.
Katherine Arenas manifiesta que “El incentivo mayor para ellos es lograr capturas y luego ir a compartir los resultados de su trabajo con otros grupos. Todos los años son invitados al Festival del Oso y la Danta, que se realiza en Pitalito, en agosto, al que asisten expertos e invitados nacionales”.
Además de los grupos la entidad trabaja en alianza con otras ONG para el intercambio de información, Reverdecer Laboyano, Fundación Wii y Mashiramo, quienes hacen el seguimiento con sus propios recursos y equipos.
Este año la CAM aspira a desarrollar una herramienta tecnológica para consolidar y retroalimentar la información producto del estudio. Han identificado la necesidad de que los grupos puedan tener acceso a información sobre todo cuando hacen labores de seguimiento de osas con crías. El fin es que el sistema les permita el acceso a los datos y la interacción entre los grupos comunitarios.
La bióloga Arenas afirma: “Cada vez somos más y queremos seguir trabajando por la conservación del oso y las demás especies que cohabitan con él, para fortalecer la información sobre las especies y así protegerlas mejor”.
Fotografías y videos: Grupos de Monitoreo Comunitario y Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena (CAM)
Fotografías galería superior: Leonardo Correa Herrera