La rana dardo dorado es una de los más perseguidos del país, habita el territorio del pueblo Eperãra Siapidaarã, también amenazado de exterminio.
El territorio donde habita la rana dardo dorado (Phyllobates terribilis) —catalogada como la más venenosa del mundo— acaba de ser constituido como un área protegida.
En un acto catalogado como ‘sin precedentes’ por quienes lideraron el proceso, el pueblo indígena Eperãra Siaapidarã del departamento del Cauca, incorporó su reserva natural K´õk´õi Eujã al Sistema Nacional de Áreas Protegidas en la categoría de Reserva Forestal Protectora Regional.
Se trata del área más grande de Colombia para la conservación de la rana dorada, endémica y en peligro de extinción, ya que está categorizada nacionalmente como ‘En Peligro Crítico (CR)’.
La reserva donde habita Phyllobates terribilis ocupa 11.641 hectáreas y se ubica en los municipios de Timbiquí y López de Micay, en el pacífico caucano, área que representa el 56,9% del territorio del resguardo Indígena Calle Santa Rosa del pueblo Eperãra Siapidaarã.
Debido a la presencia de esta rana, dicho pueblo es un territorio considerado como Área Clave de Biodiversidad Saija en el Choco biogeográfico y priorizado por la Alianza para la Extinción Cero.
La zona también hace parte del ecosistema Bosque Basal Húmedo del Zonobioma Húmedo Tropical de Micay, uno de los ecosistemas con alta insuficiencia y urgencia de conservación en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas, al encontrarse en la categoría 0,1% a 1,99% de representatividad nacional. Este ecosistema constituye el 93,9% del área de la Reserva Forestal Protectora Regional Kokoi Eujã.
LA MÁS VENENOSA, LA MÁS PERSEGUIDA
. Es diurna, mide hasta 47 mm y es una de las más grandes de la familia Dendrobatidae. Vive entre la hojarasca que produce el bosque.
. Presenta extrema toxicidad cutánea, un individuo puede contener hasta 1900 microgramos de toxinas.
. Según el Libro Rojo de Anfibios de Colombia esta rana ha sido perseguida por décadas, generando presión directa sobre la población, mediante faenas de captura masivas e indiscriminadas para comercializar individuos a los aficionados de mascotas y criadores, especialmente en el exterior.
. Esto se suma a su atractivo como especie de alta toxicidad para fines de experimentación y extracción de principios químicos farmacéuticos.
. Posee un rango de distribución estrecho, está restringido a la cuenca del río Saija en el Cauca. Su hábitat ha sido intervenido por actividades como agricultura y minería, también para la entresaca destinada a usos domésticos y de construcción.
. La rana está categorizada por el Libro Rojo de los Anfibios de Colombia como ‘En Peligro Crítico (CR) de extinción’. En la Lista Roja Global de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), según la última evaluación de 2016, como ‘En Peligro (EN)’.
. También incluida en el Apéndice II de LA Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES).
Nueva especie de anturio
La recién creada reserva forestal no solo es la casa de la rana dardo dorado, también es el hábitat del anturio (Anthurium siapidaarae), endémico (único y exclusivo de esta región), identificado recientemente como nueva especie para la ciencia. Fue hallado en el Resguardo Indígena Calle Santa Rosa y según los estudios realizados por expertos se encuentra amenazado de extinción bajo la categoría Vulnerable (VU).
La colecta del anturio fue realizada por Jhon Alexander Sánchez, botánico de la Fundación EcoHabitats y los integrantes de la comunidad Eperãra Siaapidarã, José Tovar, médico tradicional y Jainer Mejía, Jaipana (sabedor), durante una de las expediciones de caracterización biológica.
De nada sirve el registro de nuevas especies, si no existe una comunidad comprometida con su conservación: Jhon Sánchez, botánico.
Alejandro Zuluaga-Trochez , botánico del Herbario de la Universidad del Valle (CUVC), experto en la familia Araceae y Jhon Sánchez de la Fundación EcoHabitats, describieron la nueva especie, que se publicó en la revista científica Phytokeys . La planta fue nombrada “Anthurium siapidaarae” en homenaje a la cultura de conservación del pueblo Eperãra Siaapidarã.
Según la Fundación, «su nombre reconoce el incomparable compromiso de la comunidad local por conservar no solo los bosques de su vereda Santa Clara, sino también por dinamizar el manejo de la Reserva Forestal Protectora Regional Serranía El Pinche de la mano de la Corporación Autónoma Regional del Cauca (CRC) y EcoHabitats, generando un cambio cultural y articulando a otras veredas que han establecido sus propios acuerdos de conservación”.
Para Jhon Sánchez, botánico, el descubrimiento de esta especie de planta ha significado un proceso de aprendizaje fundamentado en la valoración del conocimiento local y ha permitido comprender que de nada sirve el registro de nuevas especies, si no existe una comunidad comprometida con su conservación”.
Protección étnica
El anfibio y el anturio no son los únicos amenazados en ese territorio. La declaratoria de área protegida contribuye al mantenimiento de zonas estratégicas de conservación cultural, como es la pervivencia del grupo étnico Eperãra Siapidaarã, que se encuentra en peligro de ser exterminado cultural o físicamente, según Auto 004 de 2009 de la Corte Constitucional.
“Allí se busca proteger los espacios espirituales base de su cosmovisión y zonas que prestan beneficios ambientales para el bienestar de las cuatro comunidades del Resguardo. Se protegerán las únicas fuentes de agua potable disponibles como son las quebrada Santa Rosa, Tangaré y Las Peñas, de las que se abastecen las 234 familias del resguardo”, informó la Corporación Autónoma Regional del Cauca (CRC).
Para la entidad, la zona cuenta con una garantía de gobernabilidad y financiación mediante la articulación conjunta entre actores. “Su ubicación dentro del Resguardo Indígena Calle Santa Rosa, le da plena gobernanza territorial, con instrumentos de gestión y legislación nacional ambiental articulados a la ley de origen, al derecho propio y al derecho mayor”.
El proceso
El trabajo de conservación participativo comenzó en 1995 por iniciativa de los Eperãra Siaapidarã y fue retomado en el año 2017 mediante el apoyo de la Fundación EcoHabitats, la CRC y el apoyo de Rainforest Trust.
El 28 de octubre de 2020, en sección virtual ordinaria del Consejo directivo de la CRC, fue aprobado el acto administrativo de creación de la reserva protectora.
“Para nosotros, la etnia Eperãra Siaapidarã, es una gran satisfacción haber logrado este reconocimiento como área integrante del Sistema Nacional de Áreas Protegidas, esto nos ayuda a blindar aún más nuestro territorio de las amenazas por cultivos, minería e invasión a nuestro resguardo y a mantener la rana Kokoi, como el símbolo cultural y espiritual de nuestro pueblo”, expresó Robinson Quiro, coordinador del área protegida, quien es respaldado por los gobernadores indígenas.