No se sabe la fecha en que retomarán las negociaciones. Entre los logros de la COP16 están: creación del órgano subsidiario para la participación de pueblos indígenas y comunidades locales; reconocimiento de comunidades afrodescendientes y creación del Fondo de Cali por uso de secuenciación digital de recursos genéticos. Sin embargo, no es claro cómo operará todo esto.
CALI, COLOMBIA. Eran cerca de las 9 de la mañana del sábado 2 de noviembre de 2024. A esa hora la falta de quórum impidió la continuidad de la última plenaria de negociaciones de la COP16 y la conferencia fue suspendida hasta una de las próximas sesiones intersesionales del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), sin que aún exista una fecha clara.
La reunión terminó con algunos logros importantes como la aprobación del “Fondo de Cali” para la Información de Secuencias Digitales (DSI, por sus siglas en inglés) sobre recursos genéticos. Se trata de un mecanismo de financiación único orientado a distribuir equitativamente los beneficios económicos del uso de esos recursos, muchas veces descubiertos y aprovechados inicialmente por comunidades indígenas o locales, y sus secuencias digitales.
También se logró el reconocimiento de los afrodescendientes dentro del CDB y la creación de un órgano subsidiario para los pueblos indígenas y las comunidades locales dentro del convenio. Esto quiere decir que tendrán un puesto permanente en las negociaciones, el cual no dependerá de la voluntad de los gobiernos de turno. “Se reconoce el papel único de los pueblos indígenas y las comunidades locales, sus innovaciones, prácticas y conocimientos tradicionales en la implementación del Convenio sobre la Diversidad Biológica, en sus protocolos y en el Marco Mundial sobre la Biodiversidad de Kunming-Montreal”, indica el documento oficial donde se creó el órgano subsidiario.
Estas dos decisiones se tomaron en la madrugada del 2 de noviembre y se sumaron a la aprobación de un acuerdo sobre las áreas marinas de importancia ecológica o biológica (EBSA, por sus siglas en inglés) situadas en aguas internacionales, que establece un proceso científico y técnico para identificar esos espacios que están fuera de la jurisdicción marítima de cualquier país. Este tema se venía debatiendo desde la COP13 en 2016 y es esencial para implementar varios objetivos del Marco Mundial de Biodiversidad Kunming Montreal, al tiempo que respalda el Tratado de Alta Mar, que aún espera por ratificación.
Tiburón zorro pelágico. Foto: Oceana
Sin embargo, varios temas vitales quedaron estancados hasta la COP17 que se realizará en 2026 en Armenia. No hubo ningún acuerdo acerca del financiamiento para cumplir con las 23 metas del Acuerdo Kunming Montreal —este era quizás el tema más urgente para muchas organizaciones no gubernamentales y de la sociedad civil—, tampoco se tomaron decisiones sobre el marco de monitoreo para determinar qué tan cerca o lejos del cumplimiento de esas metas están los países. Es más, al finalizar la reunión en Cali, sólo 44 países habían entregado sus Estrategias y Planes de Acción de Biodiversidad (NBSAP, por sus siglas en inglés), es decir, el 22 % de todos las naciones que forman parte del CDB.
“La COP16 terminó sin una resolución clara y con la sensación de que este proceso ya no debe tratarse sólo de la conservación de la biodiversidad, sino de incluir las voces de aquellos que saben cómo conservarla mejor y dirigir fondos hacia quienes ya están realizando el trabajo sobre el terreno [pueblos indígenas y comunidades locales]. La obsesión por el dinero y los beneficios está desplazando la diplomacia y la cooperación necesarias para sacarnos de las crisis de biodiversidad y clima. Al final, todos perderemos porque hemos agotado el tiempo para detener el cambio irreversible”, dice Edda Fernández, asesora principal de Políticas de Avaaz y ex negociadora de biodiversidad para México.
En tanto Bernadette Fischler, directora de Incidencia Internacional de WWF Reino Unido, no disimuló su descontento con el tema de los recursos y aseguró que “seguir las discusiones sobre el financiamiento de la biodiversidad aquí en Cali fue tan agradable como una cirugía dental”.
Trabajos en la sesión plenaria de la COP16. Foto: UN Biodiversity
La gran frustración vino por cuenta de la falta de consenso para la financiación de las 23 metas del Marco Mundial de Biodiversidad Kunming Montreal y para la creación de mecanismos de monitoreo que permitan verificar que los países las están cumpliendo. Al Marco Kunming Montreal sólo le quedan cinco años.
El constante fracaso del financiamiento
El tema del financiamiento era crucial en esta COP16, porque sin recursos es imposible superar la crisis de pérdida de biodiversidad y quedan menos de seis años para cumplir con las metas planteadas en el Marco Mundial de Biodiversidad Kunming Montreal. Cada día que pasa sin que haya una ruta clara de financiamiento, disminuyen las probabilidades de alcanzar las metas.
En la meta 19 del Marco se propuso, para 2030, movilizar al menos 200 000 millones de dólares, con el compromiso de los países desarrollados de dar 20 000 millones anuales para 2025 y 30 000 millones anuales para 2030. Sin embargo, las naciones están rezagadas en sus compromisos.
Las propuestas sobre el mecanismo de financiamiento actual, el Fondo Marco Global para la Biodiversidad (GBFF), fueron escasas, y el fondo actualmente cuenta sólo con 407 millones de dólares. Además, las acciones para identificar y eliminar subsidios perjudiciales para la naturaleza han avanzado poco desde que se adoptó el Marco Kunming Montreal.
Todo esto es de preocupación ya que, aún si se cumpliera con la cifra de 200 000 millones de dólares, cifras del 2019 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), muestran que el gasto en conservación de la biodiversidad oscila entre 124 000 millones y 143 000 millones de dólares por año, mientras que las necesidades totales estimadas para la protección de la biodiversidad se sitúan entre 722 000 millones y 967 000 millones de dólares anuales, muy por encima de lo que se plantea en el Marco Kunming Montreal. Esto deja una brecha actual de financiamiento para la biodiversidad que va desde los 598 000 millones hasta los 824 mil millones de dólares anuales.
Firma de un acuerdo entre el Banco Davivienda y la Corporación Financiera Internacional (IFC) para la emisión del primer bono de biodiversidad en Colombia. Foto: UN Biodiversity.
Maximiliano Bello, consultor en políticas oceánicas internacionales y quien durante más de dos décadas ha trabajado con diversas organizaciones ambientales, dice que muchas de las naciones en vía de desarrollo vienen a las COP con el discurso de cómo van a pagar por el funcionamiento de las nuevas áreas protegidas y proteger la biodiversidad. El experto asegura que los países tienen forma de pagarlo: “Hay dinero, porque esos subsidios que están puestos en actividades extractivas, en el fondo podríamos usarlos para proteger e, incluso, para generar recursos para comunidades locales” y añade que “tenemos que transformar esos dineros que hoy día están ayudando a destruir la biodiversidad, en dineros que van a apoyar a comunidades y a proyectos en áreas protegidas que nos dan oxígeno y alimento”.
Precisamente, la meta 18 que propone eliminar los subsidios e incentivos a las actividades que afectan a la biodiversidad, fue otro de los temas estancados en esta COP. “La COP16 en Cali debía ser un punto de inflexión para redefinir nuestra relación con la naturaleza. Sin embargo, la omisión de la salida necesaria y urgente de los fósiles en el texto final significa otra oportunidad perdida para enfrentar la causa común de la crisis climática y de biodiversidad. Esperamos que el liderazgo que Colombia ha demostrado con su compromiso con el Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles, que fue bloqueado en esta COP, logre ser respaldado por otras naciones en la COP 29 [de clima] que está por comenzar”, afirma Andrés Gómez, coordinador para América Latina de la iniciativa Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles.
Para Bernadette Fischler, de WWF, la discordia entre los países donantes y los países en desarrollo, poco antes de la suspensión de la reunión, lamentablemente no es sorprendente, pero sí decepcionante. “Los países llevan años divididos y no han logrado encontrar una solución que funcione para todos. Esperar más para tomar la tan necesaria decisión sobre el fondo dedicado al Convenio de Diversidad Biológica amenaza el cumplimiento de los objetivos de naturaleza para 2030”.
En la COP16 se realizó un foro sobre negocios y biodiversidad. Foto: UN Biodiversity
Sin marco de monitoreo para metas Kunming Montreal
Las negociaciones avanzaron a lo largo de las últimas dos semanas centrándose en llenar los vacíos en el marco de seguimiento y en las modalidades para un proceso de evaluación global en 2026 y 2030, que ayudaría a responsabilizar a los países por la implementación del Marco Mundial sobre la Biodiversidad Kunming Montreal. Sin embargo, las negociaciones no pudieron concluir antes de que se suspendiera la COP.
“No podemos permitirnos ser complacientes en la medición del progreso. Métricas claras y responsabilidad son esenciales para convertir las promesas de Montreal [COP15] en realidad. Sin un seguimiento sólido tanto de la cantidad como de la calidad de las acciones de conservación, no podemos asegurarnos de que estamos en el camino correcto para lograr el Marco Mundial sobre la Biodiversidad”, asegura Martin Harper, director ejecutivo de Birdlife Internacional.
Para Rebeca Hubbard, directora de la Alianza de Altamar, fue decepcionante que, a pesar de la urgencia de la crisis global de biodiversidad, los países “se quedaran sin tiempo y la reunión se suspendiera antes de alcanzar un acuerdo sobre cuestiones clave relacionadas con la movilización de recursos y el marco de monitoreo”. Hubbard asegura que apenas dos años después de comprometerse con este plan de acción global, los países están desviándose de alcanzar sus objetivos y muchos incumplieron con sus NBSAP antes de entrar a la COP16.
Mono cariblanco (Cebus versicolor). Foto: Felipe Villegas-Vélez.
En esto también coincide Kirsten Schuijt, directora general de WWF Internacional, quien asegura que “nadie debería estar de acuerdo con esto, porque nos afectará a todos. Cumplir la misión de detener y revertir la pérdida de naturaleza para 2030 nunca iba a ser fácil, pero ahora nos estamos desviando peligrosamente del camino”.
En el primer día de la COP, Karen Oliveira, directora de Políticas Públicas y Relaciones Internacionales de The Nature Conservancy (TNC) Brasil, le dijo a Mongabay Latam que era muy importante que los países llegaran con los NBSAP, “porque el Marco Mundial Kunming Montreal va hasta 2030. Sólo tenemos seis años para implementarlo”.
La construcción de planes lleva mucho tiempo, además que es necesario hacer un acuerdo con diversos actores, porque no se trata sólo de un instrumento de gobierno, “sino que debe contar con la participación de la sociedad civil, el sector privado, el sector financiero y la academia para que realmente se pueda implementar”, comenta Oliveira.
El paujil de pico azul se encuentra en peligro crítico de extinción. Foto: Fundación Botánica y Zoológica de Barranquilla.
Recursos genéticos y secuencias digitales, un espinoso tema
La meta 13 del Marco Mundial Kunming Montreal plantea la toma de medidas jurídicas, normativas y administrativas para lograr la participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos y de la información digital sobre las secuencias de esos recursos, así como de los conocimientos tradicionales asociados a ellos, “y lograr que para 2030 se haya propiciado un aumento significativo de beneficios compartidos”.
Había mucha expectativa en este tema, pues los ojos estaban puestos sobre grandes industrias como la farmacéutica, la cosmética y la de alimentos, que obtienen cuantiosos ingresos gracias las secuencias digitales de información de fauna, flora y microorganismos. Diversos expertos consideraban que el lobby empresarial podría hundir cualquier tipo de avance sobre el reparto justo de beneficios.
Sin embargo, uno de los grandes logros de la COP16, que muchos también atribuyen a la gestión de Colombia, fue la aprobación del Fondo de Cali, un mecanismo mundial para recaudar recursos económicos provenientes del uso de la información de secuencias digitales de recursos genéticos (DSI, por sus siglas en inglés), es decir, el uso de los genomas digitalizados de las especies, que permite trabajar con información genética sin tener que ir a campo.
“Se logró el histórico Fondo de Cali para recoger las contribuciones de la empresa privada sobre el uso de recursos genéticos cuando están en bases de datos digitales. Esto es también un mecanismo innovador e importantísimo”, dijo la ministra de Ambiente de Colombia y presidenta de la COP16, Susana Muhamad.
Una de las amenazas para la matabuey es la pérdida de hábitat. Esta especie es clave para la elaboración de suero antiofídico. Foto: Alonso Tenorio / Imágenes en Costa Rica.
El Fondo de Cali ha propuesto un objetivo donde la mitad de los recursos se destinen directamente a los pueblos indígenas y las comunidades locales, enfocándose en apoyar la creación de capacidades, la conservación de la biodiversidad y su uso sostenible. “Sin embargo, el pago de las empresas es voluntario, y está incentivado principalmente por la oportunidad de ganar prestigio reputacional al aparecer en la lista de contribuyentes del fondo”, indica Óscar Soria, director de The Common Initiative, un colectivo que agrupa organizaciones no gubernamentales y de la sociedad civil que trabajan en biodiversidad, desarrollo sostenible y derechos de pueblos indígenas y comunidades locales.
Soria agrega que, aunque el fondo marca un paso importante hacia la distribución inclusiva de beneficios, podría enfrentar desafíos para asegurar contribuciones significativas, dado que depende de la buena voluntad de las empresas. “La efectividad del mecanismo probablemente dependerá de la disposición de la comunidad global para apoyarlo y de que las empresas consideren que existe una ganancia reputacional al hacer aportes”, comenta.
Edda Fernández, asesora principal de Políticas de Avaaz y ex negociadora de biodiversidad para México, afirma que siguen quedando muchas preguntas en el aire, por ejemplo, ¿Cómo llegarán los recursos a las comunidades?, ¿quién manejará el otro 50 % de los recursos que ingresen al fondo? y ¿cuándo empezará a operar?
Decenas de comunidades indígenas habitan en el Parque Nacional Yasuní. Foto: Anka Maldonado / Campaña Sí al Yasuní.
Participación de comunidades
Muy entrada la madrugada del 2 de noviembre, la plenaria de la COP16 acordó la creación de un órgano subsidiario permanente que le permitirá a los pueblos indígenas y comunidades locales fortalecer el trabajo en la definición de criterios, acciones y programas asociados a los conocimientos, innovaciones y prácticas ancestrales asociadas a la biodiversidad.
Para Lakpa Nuri Sherpa, copresidenta del Foro Internacional Indígena sobre Biodiversidad (FIIB), el nuevo órgano subsidiario fortalecerá significativamente la implementación, presentación de informes y monitoreo del Marco Mundial Kunming-Montreal y los NBSAP.
“Con esta medida sin precedentes, el CDB se ha convertido en el primer proceso ambiental de la ONU que crea un órgano subsidiario dedicado al conocimiento tradicional de los pueblos indígenas y las comunidades locales. Este paso histórico sienta un poderoso ejemplo para los pueblos indígenas que participan en la Convención sobre el Cambio Climático y otros mecanismos, inspirando el establecimiento de espacios permanentes similares”, asegura Sherpa.
Aunque la creación del órgano subsidiario es un logro, aún no hay consenso sobre cómo se implementará. Se espera que el tema se aborde en la COP17 de Armenia.
La lideresa waorani Nemonte Nenquimo junto a un derrame de petróleo cerca de Shushufindi, en la provincia de Sucumbíos, Amazonía ecuatoriana, el 26 de junio del 2023. Foto: Sophie Pinchetti / Amazon Frontlines.
Los pueblos indígenas de la Amazonía aseguran que la COP16 les dejó un sabor agridulce. Juan Bay, presidente de la Nacionalidad Waorani del Ecuador (NAWE), manifiesta su preocupación porque los combustibles fósiles y otras actividades extractivas quedaron fuera de la agenda, debido a la presión de algunos países para eliminar las referencias a estos temas en los textos. “Intentan lavar el lenguaje de derechos humanos, pretendiendo discutir terminología ya consensuada y establecida, eso es vergonzoso”, y agregó que en la COP16 el mundo habló de la Amazonía, pero no dio soluciones concretas para la crisis que se vive en el territorio. “Las COP se transformaron en un Mundial de Fútbol, en un espectáculo al que los gobiernos llegan sin verdaderos compromisos ni respuestas. Ojalá la COP29 [de Clima en Bakú, Azerbaiyán, que se celebrará entre el 11 y el 22 de noviembre de 2024] nos permita ver algo distinto”, comenta Bay.
La Guardia Indígena del Cauca está conformada principalmente por indígenas Nasa. Foto: Front Line Defenders.
¿Qué pasó con los demás temas de negociación?
Durante la COP16 se desarrollaron las directrices para la gestión de especies exóticas invasoras. Las nuevas bases de datos, la mejora de las reglamentaciones sobre el comercio transfronterizo y la mejora de la coordinación con las plataformas de comercio electrónico fueron algunos de los temas clave en los que se pudo avanzar para contrarrestar las deficiencias en la gestión de los riesgos de las especies invasoras y alinearse así con los objetivos del Marco de Acción de Kioto para el Clima. Sin embargo, la aplicación de lo acordado es voluntaria, lo que puede restar eficiencia a la lucha contra una de las cinco principales causas de pérdida de biodiversidad mundial.
Otro de los puntos cruciales presentes en las discusiones fue la protección de las especies silvestres. Las negociaciones destacaron la necesidad de monitoreo, desarrollo de capacidades y la participación inclusiva de los pueblos indígenas, las comunidades locales y las mujeres para asegurar dicha protección. Además se pidió la cooperación de organismos internacionales como la CITES y la FAO para ayudar a cumplir la meta.
El hipopótamo es el tercer animal terrestre más grande. Es una especie invasora que no tiene depredadores en Colombia. Foto: Fundación Zoológico Santa Cruz.
Además, en la COP 16 se asumió el compromiso de alinear los esfuerzos de conservación de las plantas con el marco de monitoreo del Marco Kunming Montreal. Esto incluye la actualización de la Estrategia Global para la Conservación de las Plantas con indicadores específicos y una plantilla de informes estandarizada, asegurando que el progreso en la protección de las plantas sea medible y consistente con los objetivos globales de biodiversidad.
Finalmente, los países parte del CDB aprobaron un Plan de Acción Global sobre Biodiversidad y Saludpara ayudar a frenar la aparición de enfermedades zoonóticas, prevenir enfermedades no transmisibles y promover ecosistemas sostenibles.
En el centro del plan se encuentra un marco de colaboración que reúne a profesionales de la salud, conservacionistas y responsables de la formulación de políticas. Nuevamente, temas como este no pasan del plano de hacer sugerencias, pues el documento desarrollado para este tema simplemente “invita a las naciones a designar puntos focales nacionales para la biodiversidad y la salud, y a desarrollar políticas que reflejen estas interconexiones”.
Imagen superior: Sesión plenaria de la COP16. Foto: UN Biodiversity
Tras ocho años de negociaciones, se aprobó el acuerdo para identificar y conservar áreas marinas de alta importancia ecológica en aguas internacionales.También se dio luz verde al programa de trabajo sobre el Artículo 8J del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), para la participación activa de los pueblos indígenas y comunidades locales. Los temas de financiamiento y de recursos genéticos y secuenciación digital continúan estancados. Expertos y organizaciones de la sociedad civil piden una mayor conexión entre las agendas de clima y biodiversidad.
CALI, COLOMBIA. En la recta final de la COP16 los temas de financiamiento, participación de pueblos indígenas y comunidades locales, así como el de recursos genéticos y secuenciaciones digitales siguen estancados en las negociaciones.
El tema de canje de deuda por naturaleza, propuesto por Colombia, salió del texto de discusión, al igual que la frase “financiamiento directo”, lo cual causó bastante molestía a los representantes de los pueblos indígenas que vienen abogando, desde hace ya varios años, para que los recursos lleguen directamente a ellos.
Otro tema que tampoco deja un balance positivo es la falta de cumplimiento de las naciones por entregar sus estrategias y planes de acción de biodiversidad (NBSAP, por su sigla en inglés). Antes de que iniciara la COP16, sólo 34 países presentaron sus NBSAP y después de casi dos semanas de la cumbre, sólo seis naciones más han cumplido con su tarea.
Ministros de ambiente que participaron en la COP16. Foto: UN Biodiversity
“Las posiciones (de los países) se están volviendo más duras, no más suaves”, dijo unos de los observadores que tiene acceso a las reuniones privadas. Eso augura que las conversaciones se extenderán en las noches del 31 de octubre y del 1 de noviembre.
Áreas protegidas en alta mar
En medio de la falta de consenso en los temas más sensibles (financiamiento y recursos genéticos), los países aprobaron un acuerdo sobre las áreas marinas de importancia ecológica o biológica (EBSA, por sus siglas en inglés), que establece un proceso científico y técnico para identificar estas áreas que se encuentran fuera de la jurisdicción marítima de cualquier país.
Se trata de un momento significativo, ya que este tema se viene debatiendo desde la COP13 en 2016, y enfrenta desafíos políticos, técnicos y legales. La decisión será esencial para implementar varios objetivos del Marco Mundial de Biodiversidad Kunming Montreal, al tiempo que respalda el Tratado de Alta Mar.
En la COP16 se aprobó un acuerdo sobre las áreas marinas en alta mar. Foto: Greenpeace.
La presidenta de la COP16 y ministra de Ambiente de Colombia, Susana Muhamad, celebró el acuerdo como un primer gran paso en los objetivos de la conferencia: “El compromiso que hoy hemos asumido representa el espíritu de cooperación y responsabilidad que impulsa la COP16. Este acuerdo nos permitirá proteger áreas clave para el planeta, asegurando que los océanos, nuestros grandes reguladores climáticos y fuente de vida, tengan una defensa sólida y global”.
El Grupo Asesor Internacional EBSA, creado con el acuerdo, deberá establecer directrices científicas de revisión voluntaria para garantizar transparencia en la identificación de áreas de interés ecológico.
Algunos de los puntos más importantes tienen que ver con el reconocimiento del carácter técnico del proceso. Esto quiere decir que la descripción de estas áreas marinas se realizará exclusivamente bajo criterios científicos y técnicos, sin implicaciones sobre soberanía territorial, manteniendo la neutralidad y respeto entre las naciones. También deberá promover la participación activa de pueblos indígenas, comunidades locales, mujeres y jóvenes en los análisis y la toma de decisiones, integrando conocimientos tradicionales fundamentales.
Para lograr estos objetivos, países como Alemania, Bélgica, Canadá, Noruega y Suecia, realizarán talleres científicos y técnicos que reunirán a científicos y representantes comunitarios para ajustar las descripciones de las EBSA.
Sesión plenaria de la COP16. Foto: UN Biodiversity
La participación indígena
Otro avance de las negociaciones en Cali ha sido la aprobación del programa de trabajo sobre el Artículo 8J del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), donde se establece que cada país respetará, preservará y mantendrá los conocimientos, las innovaciones y las prácticas de las comunidades indígenas y locales que entrañen estilos tradicionales de vida pertinentes para la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica. Además de promover una aplicación más amplia de estos conocimientos y la distribución equitativa de sus beneficios derivados.
Sin embargo, Ramiro Batzín, indígena maya kaqchikel de Guatemala y coordinador del Foro Internacional Indígena sobre Biodiversidad (FIIB), asegura que es crucial que el nuevo programa de trabajo esté ligado fuertemente a un órgano subsidiario permanente que permita hacer recomendaciones al CDB, para garantizar la inclusión de las opiniones indígenas en todas las decisiones.
El problema es que, en el documento que desarrolla el artículo 8J y que se discutirá en plenaria para aprobación final, todo lo relacionado con el órgano subsidiario está en paréntesis. Es decir, tendrá que pasar a votación y ahí es donde hay altas probabilidades de que no haya consenso, por lo que existe el riesgo de que todas las referencias al órgano subsidiario terminen eliminándose.
“En los dos últimos días habitualmente hay crisis, porque es bien difícil lograr el consenso de casi 200 países. Ahí es donde veremos la mano de la Presidencia de la COP. Susana [Muhamad] tendrá el reto de liderar bien el proceso, conducirlo y generar el consenso”, asegura Manuel Pulgar Vidal, exministro de Ambiente de Perú y líder de la Práctica Global de Clima y Energía de WWF.
La colombiana María Yolanda Campo es una de las autoridades indígenas presentes en la COP16. Foto: UN Biodiversity
Conexión entre clima y biodiversidad
A lo largo de la Cumbre de Biodiversidad en Cali, científicos y organizaciones de la sociedad civil han manifestado la urgencia de crear una convergencia entre las agendas de clima y biodiversidad.
Manuel Pulgar recuerda que en 1992, en la Cumbre de Río, se suscribieron convenios fragmentados y hubo muchas críticas al respecto. “Es decir, cambio climático por un lado, diversidad biológica por otro y, el mismo año un poco más tarde, el convenio sobre desertificación. Estábamos hablando de temas que recién llegaban a la mesa, hay que recordar que para 1992 el Panel Intergubernamental de Cambio Climático recién tenía cuatro años de existencia”.
Sin embargo, Pulgar cree que teniendo en cuenta el contexto actual, es necesario que las agendas de clima y biodiversidad conversen entre sí. De hecho, cree que ya se han dado algunos pasos, pues la meta 8 del Marco Mundial de Biodiversidad Kunming Montreal hace referencia al cambio climático.
“Cambio climático y biodiversidad deben conectarse pero no unirse, porque no estamos en un momento de maduración suficiente como para decir que podemos hacer una sola convención de las tres que existen [cambio climático, biodiversidad y desertificación]. Las convenciones todavía requieren seguir su camino independiente”, dice Pulgar.
En la COP16 también se discutió sobre la trazabilidad de la actividad minera. Foto: UN Biodiversity
Como un argumento para insistir en la independencia de las convenciones, Pulgar menciona un ejemplo: si América Latina no tiene suficientes recursos para ejecutar los planes de acción de las tres agendas de manera fragmentada, es mucho más difícil que tenga los recursos para abordar todo al tiempo en una sola agenda.
Por su parte, Paula Caballero, directora ejecutiva para América Latina de TNC y considerada la creadora de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), está convencida de que las tres agendas deben unirse.
“Los humanos tenemos una tendencia a poner todo en compartimientos, a encerrar todo, y esa no es la manera como funciona el mundo, la naturaleza y las economías”, comenta Caballero.
Para ella, la razón de que existan tres agendas distintas es que surgieron de procesos muy diferentes, “pero son la misma agenda y la realidad es que todo lo que hagamos para mejorar el tema de la catástrofe climática realmente va a redundar en beneficios para la biodiversidad y viceversa”.
Imagen superior: sesión plenaria de la COP16. Foto: UN Biodiversity
La COP16 comenzó sus actividades y tanto el gobierno colombiano como las directivas del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) esperan llegar al 1 de noviembre con cuatro resultados concretos. Hasta el comienzo de la COP16 solo tres países habían entregado com,pletos sus Planes Nacionales sobre Biodiversidad (NBSAP), por su sigla en inglés). El Latinoamérica solo lo hicieron Colombia, México, Cuba y Surinam.
Antonio Paz Cardona /Mongabay Latam
Cali, Colombia. La ministra de Ambiente de Colombia, Susana Muhamad y la secretaria ejecutiva del Convenio de Diversidad Biológica (CDB), Astrid Schomaker, dieron inicio oficial a todas las actividades de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad (COP16),que desde el 21 de octubre y hasta el 1 de noviembre se realizará en la ciudad de Cali, considerada la capital del Pacífico colombiano.
“La comunidad mundial debe aprovechar este momento para garantizar que la biodiversidad no sólo se preserve, sino que también se restaure y se valore por el papel crucial que desempeña en el sostenimiento de la vida en la Tierra. La COP16 es el momento de pasar de las palabras a los hechos. El futuro de la vida en nuestro planeta depende de ello”, dijo Schomaker.
Se estima que a Colombia llegaron cerca de 23 000 personas delegadas de 141 países que tienen participación presencial confirmada en esta cumbre. El segmento de alto nivel, donde se darán las negociaciones de los países parte del CDB, contará con la presencia de los presidentes de Brasil, Guinea Bisáu, Guatemala, Mozambique, Perú, Surinam y Haití; los vicepresidentes y viceprimeros ministros de Bolivia, Gabón, Cuba y Kenia, así como decenas de cancilleres.
Cumbre global de jóvenes que se desarrolla en la Zona Verde. Foto: UN Biodiversity
La COP16 también tendrá cuatro foros temáticos a nivel ministerial: implementación del Marco Global de Biodiversidad Kunming Montreal; financiamiento; paz con la naturaleza, y biodiversidad y cambio climático. El evento finalizará el 1 de noviembre con la sesión plenaria donde se hará el reporte, tanto de las negociaciones del segmento de alto nivel como de las conclusiones de la Zona Verde, un espacio interactivo para la participación de la sociedad civil, que espera recibir un promedio de 13 000 visitantes diarios. Según la ministra Muhamad, la Zona Verde tendrá incidencia formal en el espacio de alto nivel.
Entre las principales metas que se persiguen en esta reunión mundial está la generación de una arquitectura institucional financiera transparente para la conservación de la biodiversidad. También se espera la creación del fondo para la repartición de beneficios de recursos genéticos que están en bases de datos. Además, se busca la aprobación del programa de trabajo para los pueblos indígenas y comunidades locales, así como un análisis de los planes de acción de los países.
La ministra de Ambiente de Colombia aseguró que “en esta COP tenemos que dar las herramientas multilaterales para facilitar que los países y toda la sociedad en el mundo puedan implementar las acciones que protejan de fondo la biodiversidad”.
Schomaker espera que el 1 de noviembre se tengan, por lo menos, cuatro resultados concretos. Considera que, la creación del fondo para la repartición de beneficios de recursos genéticos, que están en bases de datos digitales, sería el primer hito de la COP16, porque abre el camino a que el sector privado mundial contribuya económicamente a través de mecanismos multilaterales, cuando se beneficia de los recursos que tienen los países.
El segundo resultado sería la generación de una arquitectura institucional financiera transparente que realmente logre acumular recursos en forma efectiva para la implementación del Marco Global de Biodiversidad Kunming Montreal.
Se espera que ese mecanismo financiero vaya más allá de la meta 19 propuesta en el Marco Kunming Montreal, que plantea un financiamiento de por lo menos 200 000 millones de dólares.
El tercer logro sería la aprobación del programa de trabajo para los pueblos indígenas y comunidades locales. “Esto implica el empoderamiento político de lo que llamamos los guardianes de la naturaleza, aquellas comunidades en la primera línea de la crisis y el cuidado de la biodiversidad en el mundo que no pueden ser simples beneficiarios de programas, sino que deben ser protagonistas políticos del proceso de conservación, tener una silla en la mesa de decisiones y capacidad de manejar recursos”, dijo Muhamad.
Primer día de trabajos en la COP16. Foto: UN Biodiversity
El cuarto resultado esperado es lograr un análisis profundo de cómo van los compromisos nacionales para cumplir las 23 metas del Marco Global Kunming Montreal en el 2030, a través de mecanismos solidarios e internacionales. Hasta el 21 de octubre, 108 países habían entregado algunas metas nacionales encaminadas a cumplir con las metas del Marco Kunming Montreal, sin embargo, sólo 35 entregaron completos sus Planes Nacionales sobre Biodiversidad (NBSAP, por su sigla en inglés). En Latinoamérica, hasta el comienzo de la COP16, sólo lo hicieron Colombia, México, Cuba y Surinam.
“Si la COP16 logra estos cuatro resultados, habrá generado un aporte significativo para la implementación del Marco Global”, aseguró Muhamad.
El gobierno de Colombia también busca impulsar la coalición Paz con la Naturaleza, que propone proteger la biodiversidad con la movilización de todos los gobiernos y de toda la sociedad. Colombia ha generado una declaración, que hará pública hacia el final de la COP16, y que espera sea firmada por varios países y sectores sociales.
“Creemos firmemente que la movilización de la sociedad es la real catalizadora del cambio y que eso hace que los gobiernos también puedan tomar decisiones políticas que no son nada fáciles”, concluyó Muhamad.
Menos del 50 % de las aves migratorias completan sus viajes. La pérdida de hábitat es una de las mayores amenazas que enfrentan, sin embargo, nuevos peligros se suman a la lista: las torres de comunicación y los altos edificios, la contaminación lumínica los desorienta. Algunos hábitats artificiales, como las piscinas de las salineras, se han convertido en refugio y zona de alimentación para muchas especies de aves playeras.
El cambio climático, la destrucción de hábitats y los cambios en la disponibilidad de recursos para alimentarse son algunos de los mayores problemas para las aves migratorias que viajan en grupos de miles, y que son importantes para la subsistencia de muchas especies que habitan en los lugares donde ellas se congregan durante sus extensas travesías.
A esos problemas se han sumado otros en los últimos años. Uno de ellos es la contaminación lumínica, que afecta la visibilidad y las rutas de muchas de estas aves que terminan perdidas o muertas en colisiones con edificios y otras infraestructuras.
La CMS afirma que las aves migratorias a menudo programan sus viajes para que coincidan con la abundancia de insectos y que dependen de ellos para alimentarse durante sus paradas, para tener éxito reproductivo y para alimentar a sus crías.
“La cruda realidad, descubierta en los últimos años, es que las poblaciones de insectos están disminuyendo, en correlación con el declive de las especies de aves que dependen de ellos para sobrevivir. Un análisis publicado en la revista Science reveló que estamos perdiendo aproximadamente el 9 % de la población mundial de insectos cada década. La deforestación, la agricultura industrial, el uso excesivo de pesticidas, la contaminación lumínica y el cambio climático son los principales factores de esta tendencia”, indica la organización.
Los países tropicales de América son un lugar clave para las especies boreales y australes que huyen de las inclemencias del clima cada año. En estas naciones hay grandes vacíos de información sobre las poblaciones de aves y sus aportes a los ecosistemas de la región. Ese es el caso de Ecuador, donde actualmente se desarrollan iniciativas para fortalecer el monitoreo y la conservación de las aves playeras y de varias especies que llegan a la zona andina y al Chocó biogeográfico.
Ecuador tiene registros oficiales de 1699 especies de aves y es el cuarto país en el mundo con mayor diversidad de estos animales. Alrededor de un 8,7 % de las aves visitan esta nación todos los años y ocupan hábitats diferentes, ya sea como sitios de paso y recarga de alimento en su ruta migratoria, o como lugares donde establecen sus cuarteles de invernada.
La mayoría de aves migratorias en Ecuador vienen desde el hemisferio norte. Cuando llega el invierno en esa zona, se dirigen al sur (migración boreal) y arriban a partir de octubre, luego de una travesía de al menos 2 500 kilómetros. En este tiempo, las aves se recuperan de su viaje y se dedican a comer, formando parte de las comunidades de aves tropicales durante cinco a seis meses.
A partir de marzo o abril, emprenden su viaje de retorno hacia el norte, donde existen mejores condiciones para su reproducción, y donde la primavera marca el inicio a una estación abundante en insectos, un tiempo en el que las plantas empiezan a retoñar y hay disponibilidad de sitios de anidación.
Paisaje del Chocó Andino, Ecuador: Foto: Cortesía Aves y Conservación.
Tatiana Santander, directora de conservación de la ONG Aves y Conservación en Ecuador, asegura que las poblaciones de aves migratorias presentan declinaciones importantes. Además, resalta que muchos aspectos de la ecología de las especies son desconocidos e, incluso, no hay información suficiente sobre la cantidad de individuos.
¿Qué pasaría si se interrumpen las migraciones de las aves? Para Santander, esta es una pregunta sobre la que tratan de obtener respuestas todo el tiempo. Por ejemplo, se sabe que pueden ser importantes dispersoras de semillas, y en el caso de las que se alimentan de insectos, pueden ser eficientes controladoras de plagas. También se conocen casos de aves que cambian su dieta de frugívoras a insectivoras, dependiendo de la época del año. Sin embargo, la experta insiste en que falta mucha información para tener un panorama más completo y detallado.
El investigador explica que, “Si vamos perdiendo las aves migratorias, o si es que estas no pueden completar sus migraciones, se puede dar un desequilibrio en los ecosistemas, porque muchas funciones o roles no van a ser cubiertos por las aves residentes”..
En el documento Protocolo Participativo para el Registro de Aves Migratorias, publicado por Aves y Conservación en el 2022, se menciona que la habilidad de volar que poseen las aves, sus sistemas nerviosos altamente desarrollados y la posibilidad de realizar ajustes fisiológicos de manera rápida han permitido a las aves estar bien adaptadas para sacar ventaja de las variaciones en la abundancia de los recursos estacionales a través de la migración.
Sin embargo, a pesar de los beneficios, también hay una gran desventaja. Los vuelos extensos y los lugares de parada a lo largo de las rutas migratorias suponen un costo muy alto: el riesgo de morir.
El documento menciona que más del 50 % de los individuos que migran, mueren en el viaje. Las principales causas de esas muertes tienen que ver con atravesar áreas desconocidas que pueden poner en peligro su capacidad de encontrar comida y evitar predadores, debido al agotamiento extremo que presentan, así como jornadas en las que atraviesan océanos, montañas y desiertos, situaciones en las que pueden quedarse sin energía y no encontrar un lugar donde reposar.
Las aves migratorias también son vulnerables ante fenómenos naturales como huracanes que pueden provocar una muerte masiva, la escasez de alimento en los lugares de parada críticos, enfermedades y actividades antrópicas como la cacería.
El protocolo de Aves y Conservación resalta el hecho de que a finales de la década de los ochenta aparecieron algunos reportes que daban cuenta del alarmante decrecimiento poblacional que experimentaban las aves migratorias. “También existen problemas con la cacería y la contaminación del agua y suelos por uso de agroquímicos”, se lee en el documento.
Precisamente, el uso de agroquímicos es uno de los temas que más preocupa actualmente a la CMS. “Los insectos son clave para la supervivencia y el éxito reproductivo de muchas aves migratorias. Entre ellas se encuentran algunas aves acuáticas migratorias como el Ibis calvo septentrional (Geronticus eremita) y la avefría sociable (Vanellus gregarius), ambas especies en peligro de extinción. El uso intensivo de plaguicidas es una de las principales causas del declive de las poblaciones de insectos. Protegiendo a los insectos, protegemos a nuestras aves migratorias”, dijo Amy Fraenkel, secretaria ejecutiva de la CMS, en un comunicado oficial.
Tatiana Santander también destaca que recientemente se ha visto que las torres de comunicación y los altos edificios representan una amenaza en aumento; al igual que la contaminación lumínica asociada que puede alterar los patrones de migración de las aves, su comportamiento de búsqueda de alimento y su comunicación vocal, provocando desorientación y colisiones.
Ana Agreda, coordinadora del programa Conservando Áreas Prioritarias para Aves Acuáticas Migratorias en Ecuador, en la ONG Aves y Conservación, lleva 15 años trabajando con aves playeras en el país. Agreda destaca que estas especies suelen tener poblaciones con muchos individuos, por lo que se suele pensar que no están en peligro. Sin embargo, asegura que en muchos casos hace falta un monitoreo y que, a pesar de que se tienen datos sobre algunas especies, al existir un faltante histórico de información, es muy difícil establecer un comparativo. “Es probable que hoy digamos, ‘hay muchas aves’, pero no sabemos si hace décadas esas poblaciones eran aún más grandes, y en realidad tenemos un declive”, dice.
De acuerdo con el Plan de Conservación para Aves Playeras en Ecuador, publicado en el 2017, en el país se registran 59 aves playeras y 28 de ellas son migratorias de largas distancias que han visto impactados algunos de sus hábitats.
Para Ágreda, la pérdida de hábitat por el desarrollo industrial, urbanístico y turístico está transformando los ecosistemas de una forma dramática. “Hemos perdido una enorme cantidad de hábitats y algunas de las más afectadas son las poblaciones de aves playeras migratorias. Como muchas de ellas tienen distribuciones bastante amplias dentro del continente americano, y tienen poblaciones relativamente grandes, es difícil entender que están declinando. Es por eso que se necesitan indicadores y programas de monitoreo. Sabemos que sus poblaciones se están reduciendo, pero no entendemos exactamente de qué manera está ocurriendo”, asegura.
Falaropo de Wilson o tricolor (Phalaropus tricolor). Foto: David Rodríguez Arias – Flickr.
Agreda trabaja desde hace varios años en las zonas de producción de una importante salinera en Ecuador, que se ha convertido en refugio y centro de alimentación para estos animales, dada la reducción de ecosistemas naturales como estuarios, salitrales y manglares.
La experta comenta que monitorea cada mes unas piscinas salineras de aproximadamente 1 500 hectáreas desde el año 2007. “Las piscinas se han convertido en una pequeña isla, un pequeño refugio para estas especies migratorias. Es un sitio seguro donde la comida se concentra en grandes cantidades. Algunos hábitats artificiales pueden verse como una alternativa importante en las rutas migratorias, considerando que muchos paisajes naturales están siendo destruidos”.
Por su parte, Tatiana Santander y otros expertos siguen trabajando en el Protocolo Participativo para el Registro de Aves Migratorias, con énfasis en el Chocó ecuatoriano.
El monitoreo es uno de los puntos clave en los que han centrado sus esfuerzos, ya que es una alternativa para llenar vacíos de información sobre las necesidades de las aves migratorias, así como de sitios y hábitats clave donde se puedan establecer estrategias adecuadas para su conservación. Al mismo tiempo, esperan que el monitoreo a largo plazo les permita medir el éxito de las acciones que se implementen.
Los expertos escogieron nueve sitios clave entre las provincias de Esmeraldas, Carchi, Imbabura y Pichincha, que forman parte de la región Chocó-Andes, y cubrieron zonas en alturas entre 0-1000 metros, 1000-2000 metros, y 2000-3000 metros.
Con base en esa experiencia diseñaron una metodología, en la realizaron visitas mensuales a todos los sitios, “contando y llevando a cabo el registro visual y auditivo de todas las especies de aves; además se anotó la distancia de observación aproximada para las aves encontradas (…) Cuando fue posible, se registró el sexo de las aves y si se encontraban solas o en bandadas”, dice el documento.
Los investigadores aseguran que el monitoreo es fácil de replicar, y con él esperan conseguir datos suficientes para identificar tendencias sobre tres especies focales: reinita de Canadá (Cardellina canadensis), reinita cerúlea (Setophaga cerulea) y Pibí Boreal (Contopus cooperi).
“Es importante siempre trabajar en colaboración con los actores locales, compartir la información generada, mantener la comunicación e involucrarles en el monitoreo”, destaca el documento.
Al final, lo que les interesa a los científicos es la conservación de las aves y sus hábitats.
Cuando Tatiana Santander trabaja con niños, y en campañas de educación ambiental, siempre menciona que las especies migratorias tienen dos hogares que están siendo degradados y les pregunta: “¿Qué pasaría si tú te vas y, cuando regresas, tu casa ya no está?”.
Paisaje del Chocó Andino, Ecuador: Foto: Cortesía Aves y Conservación.
Fueron postulados 95 árboles de 21 municipios, reconocidos por su belleza, usos, tamaño y simbolismo para la comunidad.
Entre los 95 árboles postulados a ‘Monumento Natural 2024’, 72 fueron reconocidos, entre los que se destacan, especies medicinales, de gran altura, sembradas en honor a un prócer colombiano o porque le dan el nombre a un municipio.
También se hace honor a los árboles de alto valor ecológico; alto valor social, cultural e histórico; especie endémica; especie amenazada y los de mayor altura o diámetro.
El ‘Monumento Natural’ exalta el cuidado de los árboles en el territorio y la importancia de estos para la humanidad. Todos los especímenes forestales seleccionados, a partir de la fecha serán objeto de conservación.
«La ¿especie forestal aquiere alta relevancia para la educación ambiental y conservación con las comunidades; y por su importancia ecológica, cultural o histórica no podrán ser talados, trasplantados, mutilados, destruidos o afectados en su normal desarrollo vegetativo, salvo que medie concepto técnico de riesgo inminente para aprovechamiento forzoso o cumpla su ciclo vital», explica Deysi Martina Cabrera Ochoa, subdirectora Gestión Ambiental de la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena (CAM).
Esta entidad oficializó la convocatoria anual según el Acuerdo 017 del 2021, que genera en la ciudadanía la búsqueda constante de los monumentos naturales del departamento.
«La comunidad nos sorprende con sus iniciativas sobre la naturaleza y por eso queremos incentivar a través de este reconocimiento el cuidado del ambiente». También explicó que dando cumplimiento a este llamado, se sorprendieron al ver la alta participación: más de 90 individuos naturales de los cuales se lograron reconocer 72.
De estos, a su vez, 53 especies forestales son del sur del Huila, 11 del Norte, seis del centro y dos del occidente del departamento. Entre las especies destacadas se encuentran Acacia Guacamayo (Albizia Niapoides), Algarrobo, Almendro, Araucaria, Arrayán, Bombona común, Cachimbo, Cámbulo, Caracolí, Caucho, Cedro, Ceiba, Chontaduro, Cobre, Dinde, Roble, Eucalipto, Guadua, Gualanday, Iguá, Jatobá, Jobo, Maco, Magnolia, Pino, Palma, Quina, Roble, Samán y Yarumo.
Los involucrados
En este sentido Rubén Castro Andrade, alcalde de Íquira, indicó que el Samán del casco urbano que recibió reconocimiento permitirá seguir con el compromiso de toda una comunidad por conservar ese árbol, la naturaleza y las fuentes hídricas que tienen en la región.
«Queremos que ese hermoso árbol que se encuentra en la mitad del parque sea conocido y que Íquira sea posicionado como un territorio que protege los recursos naturales y ofrece turismo de naturaleza y agroturismo», señaló el alcalde.
«Participamos con la especie Jobo, que da el nombre a nuestro municipio, porque queríamos que los estudiantes supieran de dónde proviene el nombre de su amada localidad y para que aprendan a valorar y respetar los árboles conociendo cuáles son nuestros ancestros e historia», destacó María Ilma Corredor Quintero, docente de la Institución Educativa Roberto Suaza Martínez del municipio de Hobo, quien trabaja con estudiantes. Este año sembraron cinco árboles de Jobo para que los niños y niñas reconozcan su valor histórico y puedan así conservarlo y reconocerlo.
Esta fue la misma intención que tuvo el soldado Kevin Rojas de la Novena Brigada, quien destacó una Ceiba ubicada en el cantón militar.
«Este Ceibo además de ser hábitat de la fauna silvestre que tenemos en el batallón, es apoyo del trabajo de proyecto ambiental que hacen los soldados del cantón».
Tras el fracaso de las ‘Metas Aichi’, la Conferencia de las partes del Convenio de Diversidad Biológica (CDB), realizada en Montreal, acaba de adoptar un nuevo mecanismo que apunta a disminuir la pérdida de biodiversidad a 2030.
Las decisiones tomadas en Montereal, Canadá, entre estas, el llamado 30×30comprome al mundo a enfocar su esfuerzo en los siguientes ocho años: a 2030 el 30% de ecosistemas degradados en tierra y mar deberán ser restaurados y el 30% de áreas terrestres y marinas tendrán que ser conservadas y administradas.
Lo consigna el Acuerdo Kunming-Montreal, logrado el pasado 19 de diciembre en #Canadá, tras 10 días de deliberaciones, en la decimoquinta reunión de la Conferencia de las Partes (COP-15) del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), realizada entre el 9 y 19 de diciembre en Montreal, Canadá, con presencia de representantes de 196 países.
Colombia tuvo participación a través de los delegados y negociadores del Ministerio de Ambiente y sus institutos de investigación, también con asistencia de organizaciones conservacionistas y empresariales.
Presidente de la COP15 Huang Rinqiu cierra la Conferencia con nuevo acuerdo. Imagen: UN
Esta Conferencia de las Naciones Unidas se caracteriza por ser un encuentro de carácter mundial, equivalente a las COP de cambio climático, solo que de biodiversidad.
Para realizar un evento de esta magnitud, antes de la Conferencia se efectuaron una serie de encuentros previos en los que los países iban señalando el camino. Fueron cuatro los años de preparación, incluidos dos de pandemia. El primer borrador del marco fue publicado en julio de 2021 y según el Convenio de Diversidad Biológica se basó en las lecciones aprendidas del Plan Estratégico para la Biodiversidad 2011-2020 y sus Metas de Aichi para la Biodiversidad.
La COP15 buscaba la adopción de un nuevo marco global de biodiversidad posterior a 2020. ¿Para qué? Para que el mundo tenga una visión estratégica y una hoja de ruta global para la conservación, protección, restauración y gestión sostenible de la biodiversidad y los ecosistemas para la próxima década, indica el CDB.
“También porque, tal y como lo explica WWF, “los objetivos y metas negociados en 2010 en Aichi, Japón, vencieron en 2020 por lo que es necesario renovarlas para avanzar la agenda de biodiversidad y atender las causas de su pérdida”. (Ver infografía)
“Diez años después de este plan hacemos una reflexión y vemos que es mínimo el cumplimento de las metas porque fueron establecidas con instrumentos de falencias, muy endógenas, nunca incluyó a los sectores, no tuvieron compromisos, no miraban el desarrollo sectorial, no había indicadores, financiación, recursos e implementación”, expresó Rodrigo Moreno de la Oficina de Asuntos Internacionales, Política y Cooperación del Instituto Humboldt.
El nuevo marco global
La Unión Internacional para la Naturaleza (UICN) expresó que el Acuerdo marca un paso importante, en la dirección correcta, ‘aunque no vaya tan lejos como nos hubiese gustado’ y aplaude el 30×30 y pide que las Áreas Clave área la Biodiversidad se incluyan en ese 30%.
“Resulta alentador que, a partir de ahora, el componente relativo a las especies obligue a actuar para detener la extinción de las especies amenazadas y a reducir diez veces el riesgo de extinción para el 2050. En cambio, el componente de los ecosistemas es decepcionantemente débil ya que no establece ningún mandato para detener la pérdida de la superficie cubierta por ecosistemas naturales, ni para reducir el riesgo de colapso de los ecosistemas”.
WWF afirma que ve con buenos ojos el objetivo del acuerdo de conservar al menos el 30% de la tierra, agua dulce y océanos del mundo, que respeta los derechos de los pueblos indígenas y comunidades locales y reconoce las contribuciones de los territorios indígenas y tradicionales en el objetivo de esta meta.
Sin embargo, alerta que el objetivo acordado de revertir la pérdida de la biodiversidad en 2030 podría verse socavado si no se tratan adecuadamente a nivel nacional cuestiones tan importantes como la protección de ecosistemas intactos y la lucha contra la producción y consumo insostenibles.
Marco Lambertini, director general de esta organización Internacional afirma que el acuerdo representa un hito importante para la conservación del mundo natural, y la biodiversidad nunca ha estado en un lugar tan alto en la agenda política y empresarial, pero puede verse socavado por una implementación lenta y falta de movilización de los recursos prometidos y carece de un mecanismo obligatorio para que los gobiernos adopten medidas más ambiciosas si no se logran los objetivos.
“Ahora tenemos que ver la implementación inmediata de este acuerdo, sin excusas ni retrasos: la naturaleza y todos los que dependemos de ella para nuestro sustento, economía y bienestar hemos estado esperando demasiado, ya es hora que la naturaleza prospere de nuevo. Los gobiernos han escogido el lado correcto de la historia en Montreal, pero la historia nos juzgará si no cumplimos la promesa que hicimos hoy”
¿Y el 70% restante?
Para Ecologistas en Acción, el Marco Global de Biodiversidad aprobado no aborda la raíz de las causas de la pérdida de biodiversidad. Considera que la causa de la crisis de la biodiversidad es un sistema que coloca las ganancias y el poder de las corporaciones sobre las personas y la naturaleza y permite que los intereses corporativos influyan en los resultados: Al no incluir suficientes mecanismos para atajar esas raíces el acuerdo no será capaz de frenar la pérdida de biodiversidad.
“La UE, otros países como Canadá, e incluso algunas organizaciones sociales y ambientales, pusieron siempre el foco del Marco Global en la protección del 30 % de las áreas marinos y terrestres antes de 2030, y esta Meta se ha aprobado. Sin embargo, para Ecologistas en Acción, más importante que el porcentaje del área a proteger era que los espacios protegidos tengan adecuados planes de gestión y que realmente se apliquen, algo que no se ha incluido suficientemente en el acuerdo. Si proteger el 30 % de los espacios naturales permite destruir el 70% es evidente que no es un buen acuerdo”.
Esta ONG, en colaboración con la CBD Alliance, ha defendido que la estrategia debía actuar sobre las causas subyacentes de la pérdida de biodiversidad, con compromisos contundentes para reducir la huella ecológica, y asumir medidas más ambiciosas como reducir el uso, no solo la peligrosidad, de los pesticidas o aplicar el principio de precaución a la biotecnología. “Medidas de gran calado que implican soluciones para la totalidad de la superficie planetaria y no solo una porción de la misma”.
SEO/Bird Life declara que el acuerdo no refleja la voluntad con la que los países habían llegado a la Cumbre, bajo presidencia de China. “Parecía haber un consenso generalizado sobre la necesidad de que el mundo se dotara de un marco de actuación global muy ambicioso, con objetivos claros y medibles. Sin embargo, en las negociaciones del acuerdo, quedó claro que esto no sería posible. El texto final propuesto por la presencia china y aprobado sin debate de cada una de sus partes, adolece de concreción y cuenta con demasiados claroscuros”.
Asunción Ruiz, directora ejecutiva de SEO/BirdLife: “en primer lugar, hemos de valorar que, por fin y tras años de retraso, el mundo cuente con un marco de acción común para detener la pérdida de biodiversidad. Hay avances relevantes en materia de conservación como, por ejemplo, el objetivo 30×30: el compromiso de proteger y conservar el 30% de la tierra y los océanos para 2030. También se han puesto encima de la mesa soluciones sobre financiación, eliminación de subvenciones perjudiciales, respeto de derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales o igualdad de género”.
Considera que al Marco le faltan detalles y el lenguaje vago utilizado en algunas partes del texto no ayudan.
Juan Carlos Atienza, responsable de Gobernanza Ambiental de la misma organización, explica que tras dos años de retraso se ha alcanzado el mejor acuerdo posible, pero tal vez no el acuerdo que necesitaba el planeta: “El acuerdo mezcla metas altamente ambiciosas con otras demasiado suaves en aspectos clave para detener la pérdida de biodiversidad. En cualquier caso, las deficiencias del texto podrían solventarse si se aprobase de forma rápida una hoja de ruta detallada que especifique cómo se van a cumplir cada uno de los objetivos y metas. Además, sería beneficioso si la periodicidad de las COP de la CBD pasasen a ser anuales como en el caso del clima o como mucho bianuales lo que permitiría ir haciendo correcciones en el caso de que la Marco Global para la Biodiversidad se muestre insuficiente”.
Sobre la financiación
Respecto al paquete de financiación aprobado para la conservación mundial, en los países en desarrollo, WWF celebra el compromiso de los gobiernos de eliminar los subsidios perjudiciales para la naturaleza y el de aumentar, sustancial y progresivamente, el nivel de los recursos financieros de todas las fuentes en 2030, movilizando al menos 200 mil millones de dólares por año. Esto significaría duplicar la cantidad propuesta en 2020. Otro logro importante es el compromiso de 20 mil millones de dólares en los flujos financieros internacionales en 2025 y 30 mil millones para 2030.
Lin Li, directora senior de Política e Incidencia de WWF Internacional agregó: “La misión del acuerdo de detener y revertir la pérdida de biodiversidad en 2030 tiene el nivel de ambición adecuado, pero si sumamos los objetivos y metas, por sí solos no son suficientes para conseguirlo”
Cita como ejemplo que carece de un objetivo numérico para reducir la insostenible huella de carbono de la producción y el consumo. “Esto es decepcionante y requerirá que los gobiernos tomen medidas a nivel nacional. Sin embargo, estamos esperanzados, hace dos semanas teníamos una montaña de diferencias que resolver. Hoy nos vamos con un acuerdo que empieza, al menos, a sanar nuestra relación con la naturaleza”.
Ahora lo que sigue, advierte la organización, es que los países cumplan con el Acuerdo de Kunming-Montreal, lo que incluye traducirlo a ambiciosos planes nacionales y políticas proporcionales con la escala de la crisis de la naturaleza. Los países deben actualizar sus estrategias nacionales de biodiversidad y los planes de acción para alinearlos con el objetivo mundial de revertir la pérdida de biodiversidad para 2030.
Más de 2600 personas se unieron para investigar alrededor de 36 000 plantas y hongos que podrían tener alguna utilidad social en Colombia. Con los resultados del estudio se crearon herramientas de una bioeconomía que impulse el desarrollo sostenible en las comunidades. Además, se crearon tres sitios web en donde se comparte la información recolectada, libros, manuscritos y reportes científicos.
Astrid Arellano / Momgabay Latam
Colombia es el segundo país más diverso en plantas y hongos del mundo, su variedad de especies de flora alcanza las 28 947, además de contar con al menos 7 140 especies que representan al reino fungi. La nación sudamericana también se ha descrito entre las que mayor diversidad étnica tiene en su territorio, con al menos 85 grupos étnicos y 68 lenguas nativas reconocidas. Por ello, un reciente estudio afirma que el conocimiento asociado con plantas y hongos útiles puede ser tan rico como la variedad cultural.
A pesar de su riqueza biocultural, especialistas del Jardín Botánico Real de Kew y del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt afirman que el país sigue marcado por una gran desigualdad social y pobreza rural. El Acuerdo de Paz de 2016, luego de décadas de conflicto armado interno, ha brindado nuevas oportunidades para el crecimiento socioeconómico. Sin embargo, para los expertos esto también tiene dos caras: ser una oportunidad para un desarrollo sostenible basado en sus recursos naturales o una amenaza para la biodiversidad colombiana si no se hace de forma adecuada.
Fruto cosechado de Cacao (Theobroma cacao) en Otanche, Boyacá. Foto: Sabina Bernal Galeano
Para cerrarle la puerta a la segunda posibilidad, se creó el proyecto Plantas y Hongos Útiles de Colombia (UPFC). Se trata de una iniciativa que busca mejorar la contribución y beneficios de la naturaleza a las personas en Colombia. Para ello se toma el conocimiento sobre las plantas y los hongos como base para lograr su uso, comercialización y, en especial, su conservación. Lo que se busca es promover un mercado para especies autóctonas útiles y contar con productos de alto valor elaborados con estos bienes naturales.
Entre los resultados que hasta ahora tiene el proyecto están más de 140 productos de difusión, en donde destacan tres sitios web que reúnen —en un formato de amplios catálogos— la información recopilada entre la academia y las propias comunidades locales colombianas sobre más de 36 000 plantas y hongos.
“En estos catálogos de plantas y hongos útiles se profundiza y se va hacia la utilidad: no solamente conocemos cuál es la diversidad en Colombia, sino sus usos”, explica Tatiana Rojas, investigadora especializada en bioeconomía del Instituto de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt y coautora del estudio e iniciativas.
Tatiana Rojas investigadora del Instituto de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt. Foto: Cortesía Tatiana Rojas
¿Qué es la bioeconomía?
En Colombia, la bioeconomía ha sido definida como un sistema económico y de producción que utiliza de manera eficiente y sostenible la biodiversidad y la biomasa, para generar servicios y productos de alto valor agregado. Utiliza como base el conocimiento, ciencia, tecnología e innovación. Hay dos elementos muy importantes: el primero, es que en nuestra estrategia de bioeconomía se recalca la importancia de la biodiversidad. Si ves, por ejemplo, las más de 50 estrategias de bioeconomía que actualmente existen, muy pocas —y yo diría que casi ninguna— resaltan la biodiversidad, pero sí resaltan la biomasa de productos agrícolas. Esto pone en el panorama internacional a Colombia como el segundo país más biodiverso del planeta y nos especializa, nos hace diferentes.
En segundo lugar, está el conocimiento —no solamente científico, sino el inmenso acervo que tenemos en términos de conocimiento tradicional— con el que, a través de la ciencia y tecnología de innovación, podemos hacer transiciones hacia la bioeconomía.
Los términos de negocios verdes, crecimiento verde y bioeconomía han sido utilizados como si fueran sinónimos, pero realmente no lo son. Se habla de la bioeconomía cuando ya existe una capa de ciencia y tecnología de innovación en la transformación de estos productos y servicios que provienen de los recursos biológicos. Entonces, sí hay una diferencia muy importante entre negocios verdes y bioeconomía. Colombia, además de ser biodiverso, es un país también culturalmente diverso, por ello existen tantas bioeconomías como territorios.
Frutos cosechados de la palma de Chontaduro (Bactris gasipaes) en Bahía Solano, Chocó. Foto: Luis Javier Mosquera
¿Cuáles fueron los hallazgos más relevantes de su investigación y qué información lograron reunir?
Los resultados del proyecto Plantas y Hongos Útiles de Colombia fueron significativos no sólo para las comunidades locales, sino también para el país, para el público en general, que realmente no conoce la biodiversidad y el potencial que tiene nuestra nación. Este proyecto, que duró aproximadamente dos años y medio, tuvo grandes contribuciones para comunidades locales, para público general, para el sector académico y para el sector productivo, es decir, para gran diversidad de actores.
Las contribuciones más significativas en términos de impacto fueron la generación de tres portales nuevos: el primero es ColPlanta; el segundo, es ColFungi; y el tercero, es la Red de Ingredientes Naturales de Colombia. Los primeros dos, básicamente, muestran información biológica y ecológica de las especies. Si busco una especie, como el asaí (Euterpe oleracea), que se conoce relativamente a nivel mundial y lo pongo en el portal, me aparece dónde está la especie, aspectos de fenología —es decir, cuál es su productividad y en qué épocas aflora— y también información muy importante que no existe en casi ninguna base de datos, que son los usos.
ColPlanta ya existía antes de este proyecto, pero lo que se hizo fue enriquecer los perfiles. Lo que no existía era ColFungi. Antes de este proyecto en el país no existía una plataforma en la cual se pudieran ver qué hongos o qué información de registros de hongos existía en Colombia. Finalmente, la Red de Ingredientes Naturales de Colombia significó un gran esfuerzo al unir la oferta y la demanda de especies nativas de Colombia que no son exclusivamente cultivadas, sino que también tienen manejos silvestres. En el pasado, muchos productores se nos acercaron y nos decían: “Si yo quiero emprender en Colombia para fortalecer una cadena de valor como esta, que es nativa, silvestre o semisilvestre, ¿qué puedo hacer?”
Expedición biológica con co-investigadores miembros de la comunidad en Otanche, Boyacá. Foto: Germán Torres Morales
La Red une la oferta con la demanda, tiene visores geográficos que permiten identificar dónde se encuentran estos actores y también es un espacio para publicar anuncios. Por así decirlo, es una red social para impulsar las cadenas de valor de sus productos no maderables del bosque.
Así mismo, logramos enriquecer y actualizar más de 160 000 perfiles de plantas y de hongos. Publicamos, a lo largo de estos dos años y medio, más de seis libros y cinco librillos; generamos más de siete reportes científicos y 13 manuscritos. Colaboraron más de 120 investigadores, no solo en Colombia sino también en el Reino Unido y de otras nacionalidades. Generamos también más de 76 colecciones no solo con el sector académico, sino también con el sector productivo de Colombia y con comunidades locales.
Así se registraron más de 1 760 usos para las 650 especies de plantascolectadas en campo. Analizamos cuatro cadenas de valor para especies estratégicas del país, como el asaí y la vainilla del Pacífico colombiano, el guáimaro en el bosque seco tropical, y variedades de cacao nativas, en Boyacá. Podemos decir que más de 2 657 personas participaron en este proyecto y brindamos alrededor de 80 actividades de fortalecimiento de capacidades a comunidades locales.
Taller participativo de priorización de especies potenciales de plantas nativas útiles para la bioeconomía en el municipio de Otache, Boyacá. Foto: Edgar Padilla
¿Por qué es importante que las comunidades locales tengan estos datos disponibles para su uso?
Este proyecto, más que compartir información hacia las comunidades, fue sobre cómo instituciones académicas —tanto el Instituto Humboldt como el Jardín Botánico Real de Kew— podíamos estar insertas dentro de estas dinámicas territoriales y poder contribuir a sus visiones de desarrollo. Esto es muy importante, porque finalmente las comunidades —y más en un país como Colombia en donde existen diversidad de entidades étnico territoriales— son dueñas de los recursos biológicos.
Este proceso de cómo empezamos a relacionarnos con las comunidades empezó incluso un año antes de poder trabajar con ellas. Fue un proceso bastante lento, porque primero se debía socializar el proyecto y ajustarlo a las necesidades de los territorios.
Para las colectas botánicas, las comunidades participaron como coinvestigadoras y, para hacer todos estos análisis de red de valor, básicamente fueron ellas quienes priorizaron qué especies podrían ser potenciales para la bioeconomía. Se hicieron bastantes encuentros participativos para que fueran ellas quienes decidieran qué especies debían ser utilizadas y que cumplieran con criterios de sostenibilidad, es decir, donde se consideraban aspectos biológicos y ecológicos de las especies, además de aspectos socioculturales, como los sistemas de gobernanza y los medios y modos de vida locales y, finalmente, los circuitos de comercialización y las iniciativas que existían en los territorios. Las comunidades ya tienen ese conocimiento y nosotros simplemente somos un medio para poder fortalecer eso.
Taller participativo de priorización de especies potenciales de plantas nativas útiles para la Bioeconomía en el municipio de Becerril, Cesar. Foto: Sabina Bernal Galeano.
¿Cómo es que todo este trabajo conjunto entre instituciones y las comunidades no solo apoya al desarrollo comunitario, sino también a la conservación de las especies?
Cuando hacíamos esos encuentros de priorización de especies para ser potencializadas en el marco de la bioeconomía, siempre les pedimos a las personas que dijeran todas las especies que se les ocurrieran y que estaban actualmente usando en sus territorios. A partir de eso, clasificaron esas especies dentro de tres criterios de sostenibilidad: primero, únicamente aquellas en las cuales ellos evidenciaran que efectivamente sus sistemas de aprovechamiento respetaran los límites de la naturaleza; lo segundo, que también fueran parte de sus medios y modos de vida; y tercero, que ya existieran organizaciones locales que las estuvieran promoviendo y que también ya existieran circuitos de autoconsumo y de producción en los sitios o a nivel regional y nacional.
Acá es cuando efectivamente veíamos cómo esas especies que ellos mismos priorizaron podían conservar los bosques y contribuir al desarrollo de sus comunidades. No todas las especies cumplen con estos criterios. La vainilla (Vanilla planifolia), el guáimaro (Brosimum alicatrum) y el cacao (Theobroma cacao) son especies que ya tienen procesos locales organizativos y que no son netamente cultivos o monocultivos, sino que tienen arreglos agrobiodiversos y que hacen parte de los aspectos culturales de estas comunidades. Eso garantiza definitivamente la sostenibilidad de una cadena de valor, porque es muy difícil imponer ciertas especies cuando las personas nunca las han utilizado o no saben cómo utilizarlas. Es mejor contribuir a esa recuperación de sus saberes para que se dé una sostenibilidad en el tiempo de estas redes y cadenas de valor.
En plantas como el guáimaro —que se le conoce como Ramón en México y en Centroamérica— no solo se usa la semilla para producir harina, sino también las hojas para generar infusiones o para forraje. Ahí nos damos cuenta de cómo estas plantas son multipropósito, cumplen diversas cadenas y se vuelven muy importantes en la bioeconomía. Disminuyen el riesgo de solamente enfocarse en un producto y de no ver la diversidad de productos que podría ofrecer esta especie. Sin embargo, esto debe ser visto de manera muy cautelosa, porque deben existir protocolos de uso y aprovechamiento para que este tipo de especies, que son silvestres, no se pongan en riesgo. Si el guáimaro desaparece, al ser una especie sombrilla, implica que otra especie icónica como el mono tití (Saguinus oedipus) desaparezca.
Plántula de Guáimaro (Brosimum alicatrum) colectada por miembros de ASOVECAB (Asociación Verde de Campesinos de Becerril) para la restauración de la especie en viveros comunitarios del municipio de Becerril, Cesar. Foto: Germán Torres Morales
¿Por qué ha resultado importante la colaboración entre los científicos y las comunidades frente a temas como la expansión de la agroindustria, la minería y el desarrollo urbano que, como apuntan en el estudio, están provocando deforestación en los territorios colombianos?
Las comunidades ven a estos aliados académicos —como el Instituto Humboldt o el Jardín Botánico Real de Kew— como instituciones de alta credibilidad que, como aportan datos científicos robustos, pueden entrar a mediar con otro tipo de entidades para que se aseguren sus derechos. Esa es nuestra labor desde una visión muy objetiva de lo que está pasando en los territorios. Este uso del suelo que puede llamarse minería, ganadería extensiva o diferentes usos del suelo, efectivamente, no están contribuyendo. No solamente a los medios de vida de las poblaciones locales, sino que también en otros estudios que hemos logrado realizar no son tan costo-efectivos. Nuestro papel es evidenciar —a estas autoridades locales— cómo los sistemas agrobiodiversos, que incorporan las visiones de vida de estas personas, terminan siendo más beneficiosos para el entorno natural, además de que diversifican la canasta de las familias, recuperan saberes tradicionales y son costo-efectivos en el tiempo.
Criterios de sostenibilidad (dimensiones biológica-ecológica, socio-cultural y socio-económica) para priorizar de manera participativa especies con potencial de aprovechamiento silvestre. Foto: Sabina Bernal Galeano
¿Cuáles serían los alcances y los logros del proyecto específicamente para las mujeres y los jóvenes?
En cuanto a mujeres, básicamente, lo que logramos evidenciar fue una participación mucho menor que la de los hombres. En el total de participantes, el 44 % eran mujeres y el 56 % eran hombres, es decir, a pesar de que tratamos de incluir a una población de mujeres, en Colombia todavía existe el paradigma de que el hombre es quien participa en las acciones o toma de decisiones de los hogares rurales. A pesar de que el porcentaje no es tan asimétrico, hay que decir que todavía en Colombia, y sobre todo en las zonas rurales, la participación es exclusivamente masculina. Eso se veía muy reflejado en el caso del asaí, donde la acción de recolectar es de hombres, porque tocaba meterse al monte, hay culebras y es un trabajo físico. Las mismas mujeres decían que no se podían meter allá. Recolectar, cargar, transformar, hacer con las manos trabajos muy pesados, sigue siendo una acción muy masculina.
Siempre que hacíamos las convocatorias incitábamos a los actores locales a que abrieran estos espacios a las mujeres y sí se vio una participación grande. Digamos que el foco del proyecto no estaba en fortalecer a una población de mujeres, sino en ser equitativos, en tratar de incluir no solamente a mujeres, sino también a jóvenes, porque vemos que en los territorios el campo está olvidado y los jóvenes lo que quieren es migrar a las ciudades. No quieren trabajar en el campo por todos los problemas que hemos tenido en Colombia, también por el conflicto armado. El campo ya no representa una alternativa futura. Estaba muy enfocado hacia diversos sectores: comunidades indígenas, comunidades afro, diferentes sectores y hacia la diversidad que tiene el país en términos de estas poblaciones.
Los resultados específicamente para las comunidades fueron que, primero, todo eso que hicimos en las colecciones biológicas, en las expediciones, fue devuelto. Hicimos una publicación con todas las especies de plantas y hongos útiles en los tres sitios piloto y devolvimos toda esa información botánica de usos y conocimientos ancestrales a través de unas herramientas que llamamos plastic cards, para que ellos mismos las tuvieran.
Sobre el análisis de cadenas de valor, todos esos diagnósticos los entregamos. Una vez que finalizó el proyecto, volvimos a los tres sitios piloto en donde trabajamos, que eran Bahía Solano, Becerril y Otanche, para entregar toda la información y decirles cómo se podía consultar. Dimos recomendaciones de cómo esos sistemas podrían ser mejorados en términos tecnológicos, económicos y organizativos. Finalmente, también hicimos capacitaciones en negocios verdes: cómo establecer el propósito del modelo de negocios y la propuesta de valor, cuáles eran los canales de comercialización, los competidores y los costos para hacer esa propuesta.
Los resultados de mayor impacto para las comunidades fueron no solamente esa transferencia de conocimiento de lo que se recolectó y las recomendaciones para mejorar los sistemas, sino además capacitaciones para que ellos tuvieran herramientas que puedan replicar en el tiempo en términos de negocios verdes.
Proceso de selección y pesaje del fruto de la palma de Naidí (Euterpe oleracea) por las comunidades del Consejo Comunitario Río Cajambre, Valle del Cauca. Foto: Juan Carlos Copete
¿Cómo estos proyectos y bancos de datos ayudan al objetivo de políticas verdes para 2030 en Colombia?
Consideramos que ayuda muchísimo porque, si no tenemos conocimiento de qué es lo que hay en lo nativo colombiano, si no sabemos qué es útil, no podemos potenciar ciertas especies dentro de cada territorio para que esto sea una realidad; sería como ir a ciegas. Estos estudios no solamente tienen en cuenta el criterio económico. Por lo general, los estudios que se han hecho en Colombia para priorizar especies potenciales en la bioeconomía, se basaban únicamente en criterios de demanda: veamos qué está pasando en el mundo y qué ingredientes naturales debemos potenciar según la demanda para potenciarlos.
Entonces, lo bueno de estos estudios es que también reconocen cuáles son los límites biológicos y ecológicos del ecosistema, cuáles son los sistemas de gobernanza, cuáles son los medios y modos de vida, cuáles son los circuitos de comercialización y de consumo locales, para poder priorizar de una manera mucho más sostenible y justa con los territorios. Ese también es el valor agregado de estas investigaciones que hemos realizado: que tienen en cuenta a las personas, a los territorios y a todos los problemas que han enfrentado en términos de conflicto armado, de desplazamiento, y que no tienen una visión netamente económica y de demanda.
Flor de la Vainilla (Vanilla planifolia), orquídea nativa de Colombia en Bahía Solano, Chocó. Foto: Diego Arturo Granados
Imagen superior: Expedición biológica con co-investigadores miembros del Consejo Comunitario Río Valle en Bahía Solano, Chocó. Foto: Mónica Flórez
La organización busca tener abundante información y datos sobre estos insectos en el mundo, con el fin de conocer su estado de conservación y apoyar procesos de investigación sobre las especies de mayor vulnerabilidad. El censo ha recibido hasta la fecha, 802 fotos de Colombia con más de 500 especies.
Existen 230 mil especies de mariposas y polillas en el mundo y solo se conoce el estado del 1% de las mismas. La mayoría de ellas están en constante riesgo de desaparecer, solo en la última década la mitad de estas especies se redujo a la mitad.
A la vez convoca a voluntarios que envíen las fotografías de mariposas desde cualquier lugar del mundo. Dicha información, además de la imagen y autor, debe contener las respectivas coordenadas para su localización y puede ser enviada al número de Whats app +39 3512522 520.
La organización se encargará de hacer el compendio, clasificar la especie e integrarla a una base de datos con la que se buscará conocer el estado de conservación general de las mariposas. Quienes proporcionen el mayor número de imágenes serán premiados como héroes del mes.
«Todos deberíamos apreciar la llamativa belleza y diversidad de las mariposas. Todos deberíamos actuar ahora para contener su disminución», afirma Paolo Bray, director de Friend of The Earth.
Colombia y sus lepidópteros
WSO informa que el Censo Global ha obtenido hasta el momento 802 fotografías del orden de los lepidópteros en Colombia, con más de 500 especies evaluadas. También indica que aunque el país es uno de los lugares más ricos en biodiversidad del planeta, son pocos los trabajos sistemáticos que se han dedicado al estudio de este tipo de fauna, citando a (Le Crom, Constantine & Salazar, 2002).
«Los primeros estudios de mariposas en Colombia fueron realizados por Apolinar María en 1940. Luego, entre los años 60 y 90 se crearon una serie de colecciones personales y los centros de estudio comenzaron la investigación sistemática de la Rhopalocera de Colombia».
También, el Proyecto de Diversidad de Mariposas Andinas Tropicales lo mismo que la Red de Jóvenes Investigadores de diferentes universidades colombianas, dedicados al estudio de la diversidad y conservación de las mariposas:
«Estos estudiantes constituyen un alto porcentaje de participación en convocatorias de proyectos, cursos de formación, y diversos encuentros de difusión científica, a nivel mundial. Una muestra del creciente interés es también la creación en 2006 de la Asociación Colombiana de Lepidopterología (Acolep), fundada por 44 miembros, en su mayoría jóvenes investigadores».
Colombia tiene 3642 especies que representan el 20% de todas las especies de mariposas en el mundo; de estos, 2085 son subespecies y 289 son endémicos del país.
Antioquia, Boyacá, Caldas, Chocó, Magdalena, Meta, Risaralda, Sucre y Vaupés son los departamentos que, según el análisis, reportan el mayor número de especies de mariposas en Colombia.
El Parque Nacional Tatamá tiene 700 especies de mariposas, pero el área está amenazada por la expansión de la agricultura y la ganadería, la tala, la construcción de carreteras, la invasión de viviendas no reguladas y la minería de oro que ocurre a lo largo de las laderas de los ríos San Juan y Cauca.
Los hábitats favorecidos por las mariposas y las polillas van desde los Andes, a la selva amazónica a los pastizales de Los Llanos que, sin embargo, están experimentando una disminución en la cubierta vegetal debido a la deforestación ilegal. Según estimaciones del Ministerio de Ambiente, entre 2000 y 2019 Colombia perdió casi 2,8 millones de hectáreas de bosque, equivalente a la superficie de Bélgica. Fuente WSO
Es el más pequeño de los zorros de Colombia, su nombre científico es (Urocyon cinereoargenteus), mide 80 centímetros de largo, trepa árboles y tiene uñas retrpáctiles.
El más reciente avistamiento de este cánido fue por integrantes de un equipo de documentalistas en la ruta hacía el Púlpito de El Diablo, cerca al puesto de control del sector de Lagunillas, a 4.000 m.s.n.m..
Existen 16 registros de esta especie, para los departamentos de Antioquia, Boyacá, Norte de Santander, Cundinamarca y Bolívar, en la plataforma del Sistema de Información sobre Biodiversidad (SIB).
Según guías, montañistas y ecoturistas, los avistamientos del zorro plateado en la Sierra Nevada de El Cocuy o Güicán, Boyacá son frecuentes, el último avistamiento en la Sierra Nevada de El Cocuy, sobre los 4000 m.s.n.m., ocurrió recientemente por un grupo de documentalistas que realizaban un trabajo para Usaid. a los 3885 msnm.
La investigadora Melissa Álzate Gaviria, bióloga especialista en mastozoología considera que “el zorro plateado es solitario; sin embargo, esta especie ha aumentado su rango de distribución como muchas otras, debido al cambio climático y falta de recursos como alimentación. Para el caso de El Cocuy se han ido acercando a los humanos y al olor a comida que los atrae, lo cual ha facilitado su avistamiento, incluso en pequeñas manadas, según los reportes”.
La expansión de la industria inmobiliaria, más la presencia de depredadores como perros asilvestrados, amenaza el hábitat de este pequeño mamífero marino en Chile. Especialistas de Chile reúnen los escasos datos que se tiene de la especie para salvarla de su extinción. La meta del centro de rehabilitación es reinsertar chungungos en áreas donde está casi extinto.
A Javier Trivelli, ingeniero en Recursos Naturales Renovables de la Universidad de Chile, hay quienes lo catalogan como un “filántropo ambiental”. El título está directamente asociado al reconocimiento a la labor que realiza el Grupo de Acción Ecológica Chinchimén, organización que Trivelli preside y que se convirtió en la primera agrupación en el mundo en rehabilitar y reinsertar chungungos (Lontra felina) a su ambiente natural.
La especie, considerada como el mamífero acuático más pequeño del mundo, habita desde el norte del Perú hasta la región de Magallanes, en el sur de Chile. Pero a pesar de vivir en toda esa larga costa del océano Pacífico, “poco se sabe de su ciclo de vida”, asegura Trivelli.
Por ello es que tanto Chinchimén como Ñanku ―otra fundación que se dedica al rescate y rehabilitación de fauna silvestre y educación ambiental― trabajan mancomunadamente desde el año 2017 en la conservación de chungungos. Investigan, levantan información y elaboran estrategias para salvar a adultos y crías que llegan hasta sus instalaciones expulsados de sus madrigueras.
Antiguamente el hermoso pelaje de esta especie, conocida también como gato de mar, la convirtió en un objeto de caza constante. Y aunque hoy esa amenaza ha disminuido considerablemente, puesto que el chungungo está protegido, tanto la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como el Ministerio de Medio Ambiente en Chile (MMA) lo clasifican “En Peligro”.
Nutria, perro de agua o chungungo. Foto: Guido Pavez
Actualmente, su principal amenaza es “la degradación de su hábitat producto de la extracción de algas que la especie utiliza para captar su alimento”, afirma Rinaldo Verdi, especialista en nutrias de la UICN y coordinador para Chile de la especie lontra felina. Otras amenazas son los perros asilvestrados y domésticos que deambulan por las playas, puesto que no solo depredan a los chungungos, sino que también les contagian enfermedades. Además la expansión de la industria inmobiliaria ha invadido el espacio que utiliza la especie para crear sus madrigueras.
A pesar de todos estos obstáculos, los conservacionistas están decididos a lograr la efectiva reinserción de chungungos. Para hacerlo, en el horizonte asoman dos grandes desafíos: construir el primer centro de rehabilitación para chungungos en Latinoamérica y realizar el primer censo regional de la especie.
El éxito de los chungungos reinsertados
El año 2017 marca un antes y un después para Chinchimén. Ese año recibieron una cría de chungungo entregada por el Servicio Nacional de Pesca (Sernapesca), institución encargada de fiscalizar los recursos pesqueros y acuícolas. Aún se percibe en el relato de Trivelli el impacto que causó en él la llegada de esa pequeña especie. “Llevaba dos días sin alimento, estaba deshidratada y padecía neumonía”, cuenta el ingeniero, y recuerda que el animal apenas pesaba 450 gramos.
La cría recibió el nombre de Changuita y estuvo bajo el cuidado de los colaboradores y voluntarios de Chinchimén, quienes catalogaron la misión como “una tarea maratónica”. Changuita necesitaba ser alimentada cada media hora, día y noche, y tras numerosas pruebas, los voluntarios de Chinchimén dieron con una mezcla de leche de perro y mantequilla con la que lograron que la chungunga pudiera sobrevivir, aunque con graves problemas estomacales. “Changuita engordaba cinco gramos diarios”, recuerda Trivelli.
Foto: Javier Trivelli
A ese proceso, además, se sumaba el cuidado nocturno. Verdi, quien también es integrante del equipo de planta de Chinchimén, cuenta que tuvieron que instalar una cama al lado de la jaula donde estaba Changuita porque el régimen alimenticio que ella debía seguir era tan estricto que no le daba tiempo al experto para ir a casa a descansar.
Por si fuera poco, todos los días había que bajar a Changuita en su jaula por un acantilado de más de 100 metros para mostrarle su hábitat. Pero el arduo trabajo rindió grandes recompensas y un año y medio más tarde el animal regresó al mar en la costa de Maitencillo, una localidad ubicada a 164 kilómetros al noroeste de Santiago. Changuita se convirtió así en “la primera chungunga en rehabilitarse e insertarse exitosamente en su ambiente natural”, afirma Trivelli.
El proceso fue un valioso aprendizaje por lo que cuando apareció Kalfu, una cría abandonada con solo diez días de vida y en estado grave de deshidratación e hipotermia, el equipo de Chinchimén estaba mejor preparado. Kalfu recibió una leche especial para nutrias importada desde Estados Unidos, con lo que su recuperación se logró en un plazo mucho menor. “Pasó a engordar 30 gramos diarios, sin ningún problema estomacal y salió inmediatamente del riesgo de muerte”, cuenta Trivelli, por lo que pudieron reinsertarla tras ocho meses de rehabilitación.
‘Kalfú’ cazando. Foto: Javier Trivelli
El presidente de Chinchimén recuerda que tanto Changuita como Kalfu “se fueron a su hábitat super improntados”, es decir, no le tenían miedo a los humanos ni a los perros. La impronta es el proceso de socialización que tiene un animal con otras especies, y en este caso es necesario evitarla para garantizar la supervivencia de los chungungos.
Hace pocas semanas Chinchimén recibió otro chungungo rescatado en Horcón, un balneario ubicado a 10 kilómetros de Maitencillo. El animal no supera los tres meses de edad y se han hecho esfuerzos por mantenerlo en condiciones salvajes, hecho que Mongabay Latam comprobó en el momento en que Trivelli se acercó a alimentar a la cría: en un ágil movimiento de menos de tres segundos, el chungungo le arrebató un trozo de pescado para alimentarse.
Las amenazas a las cuales se enfrentan los chungungos son enormes, sobre todo para las hembras, pues al momento de reproducirse deben hacerlo en un lugar seco y “lo más probable es que lo hagan en espacios muy cercanos a los humanos”, explica Trivelli. “Necesitamos que los chungungos se mantengan con su nivel de agresividad natural, que no se sientan cómodos con el ser humano”, dice Pablo Salah, médico veterinario y vicepresidente de la Fundación Ñanku, quienes se encargan de la evaluación clínica de todas las nutrias rescatadas por Chinchimén: revisan su nutrición, condición corporal y comportamiento cognitivo y neurológico.
Madrigueras made in Chinchimén
La llegada de Changuita en 2017 supuso para Chinchimén el reto de elaborar e instalar madrigueras artificiales para que los chungungos rehabilitados puedan contar con un refugio seguro.
El ingeniero señala que la construcción de cada madriguera es un desafío en sí mismo, donde la prueba y error constituyen un mantra. La primera de ellas fue construida para Changuita y tras su puesta en marcha, Chinchimén aprendió que la población de chungungos es tremendamente territorial. Changuita alcanzó a vivir diez días allí antes que fuera visitada por un chungungo macho, el que terminó desplazando a la chungunga, quien no quiso volver a ocupar la madriguera nunca más.
Posteriormente y teniendo en cuenta que cualquier chungungo o incluso guarenes (grandes ratas) podían ingresar a la madriguera, el desafío fue cómo crear un espacio seguro dentro de las madrigueras. La respuesta vino de la mano con la tecnología: puertas automáticas que reconocieran a las nutrias rehabilitadas por Chinchimén.
Kalfu fue la primera chungunga intervenida para tal proceso. Al animal le insertaron un chip “similar al que se le coloca a perros y gatos domésticos”, explica Verdi. Luego, un sensor colocado en la puerta de la madriguera lo reconocía, permitiendo el ingreso del animal a su moradora y evitando la entrada de alguna especie non grata.
Trivelli menciona que los diseños de madrigueras luego se vieron enfrentados al problema de la ventilación. El profesional explica que los chungungos hacen sus deposiciones al interior de la madriguera o bien cerca de ella, por lo tanto “tuvimos que desarrollar un sistema séptico de ventilación súper prolijo para que no se vuelva tóxico el ambiente», cuenta el presidente de Chinchimén.
Kalfú explorando su habitat natutal. Foto: Javier Trivelli
Finalmente y tras un acabado proceso de estudio en la construcción de madrigueras para rehabilitación, se llegó a su diseño final, que incluye tres recámaras. Actualmente existen tres de estas madrigueras instaladas, aunque todas terminaron siendo colonizadas, asegura Verdi, por los chungungos locales y no por los rehabilitados. “Nadie sabe para quién trabaja”, ríe Trivelli.
Primer centro de rehabilitación en Latinoamérica
Si bien el proceso de rehabilitación y reinserción de chungungos, llevado a cabo por Chinchimén, ha logrado levantar nueva y valiosa información acerca del comportamiento de este animal amenazado, urge la necesidad de aumentar la capacidad de acogida del actual centro de rescate, limitada solo a un chungungo.
Trivelli asegura que aunque el proceso implementado por Chinchimén “funciona bien”, el principal desafío que enfrenta la organización ahora es sacar al humano del proceso de rehabilitación y reinserción. La apuesta “es enorme”, dice el ingeniero y asegura que tras un convenio firmado este año con Fundación Ñanku y Foundation For International Aid To Animal ―organización que promueve la tenencia responsable de animales domésticos, y la defensa y conservación de animales salvajes en sus hábitats naturales―, llevarán a cabo la construcción del primer centro de rehabilitación para la especie lontra felina.
Nutria nadando. Foto: Javier Trivelli
Para su diseño, el equipo de Chinchimén consideró las conclusiones de importantes investigaciones, algunas de ellas realizadas por Gonzalo Medina Vogel, profesor titular del Centro de Investigación para la Sustentabilidad de la Universidad Andrés Bello.
Por ejemplo, uno de los estudios confirmó que los chungungos tienen la capacidad de habitar también en ríos y lagos. En 2018, Medina y un grupo de científicos realizaron una expedición a la laguna de Mamacocha, ubicada a 3 mil metros de altura, en el altiplano de Arequipa, Perú. “Desde hace tiempo había referencias de que una nutria habitaba en esa laguna, pero no se sabía con exactitud de qué especie se trataba”, cuenta el científico. La exploración, además de confirmar que se trataba de la lontra felina, sumó otra revelación: beben agua dulce.
Medina, quien estudia a la especie desde la década de los 80, participó en el año 2004 de un estudio inédito en Chile que consistió en la implantación de radiotransmisores en chungungos para registrar sus actividades diarias durante un año. El estudio reveló que este mamífero vive el 80% del tiempo en tierra, debido a que el animal posee “una limitante fisiológica” que no le permite pasar mucho tiempo en el agua pues se enfría. Debido a ello, el centro dispondrá de grandes espacios con arena, donde se situarán las madrigueras, y otras zonas para que la especie juegue con sus pares ya que “los chungungos aprenden a través del juego”, explica Trivelli.
Foto: Guido Pavez
El centro también contará con dos piscinas, una para nadar, que además estará rodeada de vertientes artificiales de agua dulce que simularán las condiciones naturales, y otra piscina que recreará el fondo marino. Esta última estará enriquecida con especies como jaibas y camarones, entre otros crustáceos que conforman la dieta alimenticia de este mamífero acuático.
Trivelli enfatiza que es vital contar con un centro de rehabilitación “que le otorgue (a la especie) esos espacios tan necesarios” para que aprenda a cazar y a defenderse.
Avances en el censo
“Nuestra meta es reinsertar chungungos en áreas donde está casi extinto”, explica Trivelli. Ello porque los chungungos locales rechazan la presencia de animales nuevos, y además porque así se podrá repoblar una porción de la costa de Chile en donde la especie está desapareciendo.
“No tenemos idea de cuántos chungungos hay en Chile”, dice Guido Pavez, biólogo marino de la Universidad de Valparaíso. Pavez trabaja en el Laboratorio de Ecología de Mamíferos Marinos de la universidad y desde el 2018 estudia a los chungungos que habitan en las islas Chañaral, Choros y Damas, ubicadas entre las regiones de Coquimbo y Atacama, al norte de Chile.
Sociabilizando (copula). Foto: Guido Pavez
En 2019 lideró un monitoreo para determinar la población de chungungos en las tres islas, donde constató la presencia de 83 animales.
La metodología que utilizó el investigador servirá de base para el plan de Chinchimén de realizar, este año, un censo regional de chungungos que habitan en la región de Valparaíso. “Es importante saber qué está pasando en esta región y determinar por qué están desapareciendo”, dice Trivelli. El objetivo final es armar un plan de conservación que ayude a contener la disminución de la población. La tarea la asumen como “una acción titánica que necesitará de muchos voluntarios para observar a la población”. Sin embargo, da la sensación de que en Chinchimén parecieran estar acostumbrados a que cualquier iniciativa que emprendan no sea para nada sencilla.
Imagen superior: Changuita bebiendo leche. Foto: Javier Trivelli
Hoy, Día Mundial de los Humedales recordamos cómo un fallo que condenó al Distrito por omitir una Acción Popular se convirtió en libro científico.
Se trata de Humedales de Kennedy, dinámica, social, ambiental y urbana, título que publicó la CAR en 2016 por solicitud legal.
La historia se remonta a una Acción Popular instaurada en 2002 por los ciudadanos Per Olof Elsin Sabino y Octavio Venei Pissiotti en ejercicio de la protección de los derechos colectivos al ambiente, contra el Departamento Administrativo de Planeación Distrital. Dicho acto que buscaba prevenir una serie de daños ambientales fue desconocido por la entidad del distrito y terminó en la afectación sobre 9.800 metros cuadrados del humedal El Burro donde se edificó, con permiso de Planeación, la urbanización Bosques de Castilla.
Esto se constituyó en ‘silencio administrativo positivo en la concesión de licencias’ y generó, luego de un largo proceso, una sentencia del Consejo de Estado que condenó al Distrito al pago de perjuicios por restauración ecológica y social de ese ecosistema.
La sentencia del Consejo de Estado fechada el 16 de agosto de 2007 ordenó como indemnización una serie de acciones de formación y educación ambiental ‘para empoderar a las comunidades aledañas a los humedales de El Burro, La Vaca y Techo’.
Peritos ambientales definieron una cuantía que superó los 2.739 millones, valor estimado a 2011, de la cual el libro hace parte de la indemnización del Distrito a la ciudadanía afectada.
Mediante un comité de verificación de la acción se estableció que como parte de la reparación del daño causado a la comunidad de Kennedy debía surgir una publicación que reconstruyera la memoria ciudadana sobre la valoración del humedal.
El encargo de realizar ese trabajo fue hecho a la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR). “La Corporación aceptó el encargo del Tribunal Contencioso de Cundinamarca para el manejo de los recursos derivados de la sentencia del Consejo de Estado, que condena al Distrito capital, en cabeza de la Secretaría Distrital de Planeación al pago como indemnización por los daños ocasionados al humedal El Burro”, explicaba el director de la CAR en ese entonces, Néstor Franco.
El biólogo investigador, experto en humedales, Byron Calvachi Zambrano fue vinculado como director editorial. Él y otros autores reconstruyeron la historia ambiental y social de los humedales de Kennedy, la dinámica urbano social de su transformación y el estado actual de los mismos.
El texto expresa ser un homenaje al científico fallecido Thomas van der Hammen porque gracias a sus investigaciones y aporte en la conceptualización de la historia ecológica, ambiental y humana de la región de la Sabana de Bogotá, se logró fundamentar gran parte de la información contenida en la publicación.
Así fue como esta herramienta educativa para las comunidades afectadas por los permisos de urbanización otorgados sobre el humedal, se convirtió en la una de las primeras sentencias-compensación social hecha publicación científica en el país.
El libro relata el origen y conformación de los humedales de Bogotá desde las eras geológicas, la relación humana con los humedales hasta llegar a los escenarios naturales en Kennedy como son los humedales El Burro, Techo, La Vaca, y Timiza.
También presenta una serie de documentos históricos, datos estadísticos, gráficos, fotografías antiguas, mapas, documentos sobre la desaparición de algunos humedales de la capital colombiana hasta llegar al proceso actual de deterioro ecológico y pérdida de biodiversidad.
“Los temas tratados y la profundidad de la investigación dan fe de que en ese aspecto se cumplió con la finalidad de la condena”, dijo César Palomino Cortés, magistrado del Tribunal Administrativo de Cundinamarca.
Un libro para no olvidar porque es testimonio de cómo el desconocimiento a la comunidad por una autoridad, generó perjuicios ecológicos, sociales y al patrimonio nacional.
En el proceso compiten iniciativas de toda Iberoamérica en ocho categorías. El cierre de inscripciones es el 25 de octubre.
La Fundación Premios Verdes convoca a proyectos y organizaciones colombianas con altos índices de sostenibilidad y aporte social para que concursen en su novena edición, que se realizará en Miami, Florida.
La oenegé busca a los mejores 1.000 proyectos sociales y ambientales del país para postularse y competir al nivel de iniciativas sostenibles de toda Iberoamérica.
Son ocho categorías y 19 subcategorías, así: residuos, biodiversidad, ciudades, comunicaciones, desarrollo humano, economía, energía y políticas públicas.
“La organización ha fortalecido la economía y el desarrollo ambiental de 1.141 ciudades y ha conectado, capacitado, exhibido y premiado a los mejores 500 proyectos durante ocho años consecutivos”, afirma Premios Verdes que este año cuenta con aliados como PricewaterhouseCoopers –PWC-, Naciones Unidas, Directv y Sambito.
Las inscripciones se pueden realizar hasta el 25 de octubre de 2021 en www.premiosverdes.org
Colombia registra 1999 especies de aves, de las cuales 82 son endémicas o únicas y 158 hacen presencia en su ruta migratoria, según el Sistema de Información sobre Biodiversidad (SIB). El país es el más diverso del mundo en estas especies.
Este documental muestra la Expedición Bio: alas, cantos y colorespara reseñar el trabajo de investigadores colombianos que durante los últimos meses se han focalizado en diferentes grupos de aves.
Hace parte de la Serie Colombia BIO, producciones que presentan los resultados de Expediciones Científicas BIO realizadas en los últimos tres años para auscultar la riqueza natural en lugares con poca información científica.
¿Cómo trabajan en campo? ¿Cómo estudian las aves? ¿Cómo procesan la información? ¿Cuáles son sus herramientas de trabajo? Allí están quienes han hecho ciencia, integrando datos históricos y modernos de avifauna de cinco regiones de Colombia, que hicieron parte de las expediciones realizadas hace más de un siglo por ornitólogos del Museo Americano de Historia Natural, entre ellas Fusagasugá (Cundinamarca), Honda (Tolima), San Agustín (Huila), Morelia (Caquetá), y Barbacoas (Nariño).
Como resultado de las expediciones se generará importante información sobre el impacto de las actividades humanas sobre las comunidades de aves en los últimos 110 años, la cual será de gran ayuda para pronosticar y prevenir futuros impactos sobre nuestra biodiversidad, explica el Instituto Humboldt.
La producción es dirigida por Federico Pardo de Trópico Media, con el apoyo del Instituto Humboldt, Instituto de Ciencias Naturales de las Universidad Nacional de Colombia, Universidad de los Andes, el Programa de Ciencias de la Conservación del Laboratorio de Ornitología de Cornell y el Departamento de Ornitología del Museo Americano de Historia Natural.
La Meta 30×30 busca que los países de la PreCOP protejan al menos el 30 % de sus mares y tierras a 2030. Se necesitan 100 000 millones de dólares/año para conservar y proteger puntos calientes de biodiversidad en el planeta.
José Antonio Paz Cardona /Mongabay Latam
El 30 de agosto Colombia fue anfitrión de la PreCOP de Biodiversidad, un evento previo a la COP que se realizará en los próximos meses en China, donde se busca establecer la hoja de ruta que la humanidad acordará e implementará para revertir la pérdida de naturaleza de aquí a 2030. Este es un plan que se actualiza cada 10 años, y debía realizarse en 2020, pero cuyas negociaciones han tardado por cuenta de la pandemia.
La COP de Biodiversidad es una gran conferencia internacional que se realiza cada dos años y donde se reúnen los 195 países miembros del Convenio sobre la Diversidad Biológica, un tratado mundial creado en 1992 para conservar la biodiversidad, utilizarla de manera sostenible y aprovechar de una manera justa y equitativa los beneficios que se deriven del uso de los recursos genéticos.
El encuentro de la PreCOP tuvo lugar en Leticia, capital del departamento de Amazonas, y se realizó en la maloca de la comunidad indígena Yusi Monilla Amena. Una vez finalizado se llegó a una declaración conjunta de siete puntos que hacen llamados a la acción para detener la pérdida de biodiversidad.Sin embargo, varias organizaciones ambientales, como WWF, destacan que estas propuestas deben salir del discurso y traducirse en acciones concretas medibles o “de lo contrario, la capacidad de revertir la pérdida de naturaleza en la próxima década estaría en riesgo”.
El ministro de Ambiente Carlos Eduardo Correa conversa con indígenas de la comunidad Yusi Monilla Amena. Foto: Ministerio de Ambiente de Colombia.
Las demandas de las comunidades indígenas
La PreCOP de Biodiversidad fue un encuentro de líderes de todos los continentes, donde también tuvieron voz las comunidades indígenas y algunos sectores de la sociedad civil, para darle impulso político a las negociaciones sobre el Marco Global de Biodiversidad que se discutirá en China a finales de este año. El objetivo de la PreCOP es trabajar —no solo durante el evento del 30 de agosto sino en múltiples reuniones que se vienen realizando desde el 23 de agosto hasta el 3 de septiembre— en un borrador de este marco, con metas medibles, alcanzables y realistas.
Distintas organizaciones ambientalistas insisten en que es importante no repetir lo que ocurrió con las 20 Metas Aichi, que conformaron el plan estratégico para la década 2011-2020 y que, según informó Naciones Unidas, no se cumplieron por no contar con metas medibles y carecer de financiación suficiente.
Sin embargo, en un primer momento, fue una imagen la que se robó casi toda la atención de lo que sucedió en Leticia. Se desató una fuerte polémica porque mientras el presidente Iván Duque estaba sentado en una gran mesa junto al ministro de Ambiente Carlos Eduardo Correa y la jefe de Gabinete de la Presidencia María Paula Correa, los indígenas Yusi Monilla Amena, anfitriones del evento, estaban ubicados alrededor de esta mesa y en una posición muy por debajo del presidente Iván Duque, sentados en butacas tradicionales de madera. Sumado a esto, también hubo críticas porque no se les dio la palabra a los representantes de la comunidad ancestral amazónica en la parte inaugural de la PreCOP.
“El mundo al revés: los indígenas son colocados como una especie de decoración en la sesión inaugural de #PreCOPBiodiversidad2021. ¿Por qué no les dieron la palabra, en forma central? En últimas, siguen siendo los únicos guardianes de la biodiversidad en la Amazonía”, indicó en Twitter el exministro de Ambiente de Colombia, Manuel Rodríguez.
Maloca en la Amazonía oriental colombiana. Foto: Sergio Bartelsman, Fundación Gaia Amazonas.
Al final del evento el presidente se sentó en las butacas con los pobladores indígenas y después los funcionarios de la Presidencia se excusaron diciendo que la comunidad ancestral les indicó que ellos solo se sientan en sus butacas de pensamiento. Además, que para los líderes indígenas la mesa representa un lugar solo para alimentar el cuerpo material y espiritual, y para ofrecer sus pagamentos (ofrendas). Estas explicaciones, sin embargo, no fueron suficientes para calmar la controversia y varios antropólogos señalaron que el equipo presidencial debió sentarse con los indígenas en las butacas, respetando las tradiciones de la comunidad.
A pesar de las críticas y de no haber tenido un espacio en el evento inaugural, Absalón Arango, capitán de los Yusi Monilla Amena, dio un discurso que causó aplausos entre los asistentes y donde destacó la urgencia de conservar la biodiversidad y de asumir compromisos reales.
“Nosotros como pueblos indígenas, no solo de este sector [Amazonía] sino de cualquier lugar donde se encuentre un pueblo indígena, somos conscientes de lo que está pasando. No es mentira el cambio climático, no es mentira el deterioro de la biodiversidad. Nosotros también somos hombres de ciencia, escuchamos, sentimos y vivimos el cambio que hay en nuestros bosques primarios, en nuestra selva. Coincidimos con la ciencia ambiental. ¿Si nosotros no hacemos un cambio inmediato, qué será de nosotros?”, dijo Arango quien pertenece a la etnia uitoto.
El capitán de la comunidad indígena le envió un mensaje a todos los jefes de Estado que participan de la Convención sobre la Diversidad Biológica para que reconozcan “los gritos de la madre naturaleza” que pide que no la destruyan, que no la talen más y que no dañen sus ríos. “No es mentira, miren las inundaciones, los incendios, las avalanchas, los terremotos. Pero no queremos hacer caso y por eso es importante un compromiso de los gobernantes en que nos unamos, no de palabra, sino que de verdad nos ayudemos. Ayuden a los pueblos originarios a conservar nuestros bosques primarios”.
La deforestación para cultivos agroindustriales, coca y ganadería tienen en peligro el territorio de los indígenas Nukak Makú. Foto: Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS).
Arango resaltó también que en la tarea de luchar contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad deben involucrarse los bancos, las organizaciones no gubernamentales, las empresas privadas y todos los gobiernos a nivel mundial. “Muy bonito que cada país viene trabajando en protección, conservación y creación de áreas protegidas; pero también qué bonito que otro país, que tenga recursos, ayude al país que no tiene, para volvernos aliados de la Tierra y no hablar de vida de aquí al 2050 sino de muchos años más”.
El líder indígena aseguró que los indígenas no quieren más tierras solo por capricho sino para seguirlas cuidando para el mundo, “porque nosotros no hacemos monocultivos. Para bajar una hoja debemos pedirle permiso a la madre naturaleza y así vivimos en armonía”.
Finalmente, el líder indígena hizo un llamado a que los gobernantes de cada país no dejen a los pueblos originarios e indígenas fuera de los temas ambientales que son de suma importancia. “Que por ejemplo el presidente de Brasil, nuestro hermano país, reconozca la tarea que vienen haciendo nuestros hermanos indígenas”, comentó.
Absalón Arango, capitán de la comunidad indígena Yusi Monilla Amena, Leticia, Amazonas, Colombia. Foto: Ministerio del Ambiente de Colombia.
Siete compromisos
Uno de los mensajes más contundentes de la PreCOP de Biodiversidad lo dio Mathias Corman, Secretario General de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), quien destacó que el marco de biodiversidad que se discutirá en China debe atender cuatro elementos críticos con eficacia.
El primero de ellos es que, en la mayor medida posible, las metas de la diversidad biológica que se definan y que reemplazarán a las Aichi de 2010, deben ser cuantificadas para poder monitorear el progreso de manera más eficaz y de una forma comparable de un país a otro.
En segundo lugar está el uso de indicadores del estado de la biodiversidad, “esos indicadores les permiten a todas las partes presentar informes y mejorar la transparencia y la rendición de cuentas”, argumentó.
Para Corman, el tercer elemento importante es expandir el uso de impuestos, tarifas y subsidios para incorporar la biodiversidad en todos los sectores con incentivos continuos para la producción y el consumo sostenibles. Finalmente, aseguró que esos incentivos deben ser incluidos entre los indicadores de las nuevas metas.
La ganadería y la palma han reemplazado los bosques de los ind’igenas Jiw. Foto: María Fernanda Lizcano.
Cristián Samper, director ejecutivo de WCS, indicó que el mundo se enfrenta hoy no solo a la pérdida de biodiversidad sino a otras dos crisis: la pandemia y el cambio climático, y que todos estos problemas tienen como origen común una relación rota con la naturaleza.
También resaltó que más de la mitad del PIB mundial depende altamente de la naturaleza, por lo que la pérdida de biodiversidad es uno de los principales riesgos para la economía mundial.
Precisamente, otro de los puntos centrales abordados en Leticia fue el tema de financiamiento. “Quiero hacer un llamado a la movilización de recursos. Porque es necesario que en lo que surja, de cara a nuestra COP en China, tengamos herramientas financieras que ayuden a los países en estas estrategias. El cálculo es que se requieren alrededor de 100 000 millones de dólares al año solamente para conservar y proteger muchos de los tesoros o centros de biodiversidad en el planeta”, dijo el presidente Iván Duque.
Al final de la PreCOP los participantes de la reunión se pusieron de acuerdo en siete compromisos. Estos incluyen temas clave como generar cambios en los hábitos de consumo, mayor financiamiento a los países con menos recursos, mayor compromiso de los sectores extractivos para cuidar la biodiversidad, una mejor medición y monitoreo de los resultados alcanzados, y la generación de alianzas para alcanzar los compromisos trazados.
Si bien hay un respaldo a estos compromisos, los expertos insisten en que todos estos anuncios no se pueden quedar en palabras. “WWF hace un llamado para que los compromisos de alto nivel se traduzcan en ambición dentro de la sala de negociaciones. Ante la catastrófica pérdida de biodiversidad y la creciente preocupación pública, no podemos permitirnos el lujo de perder esta oportunidad única para la naturaleza con metas ambiciosas para los próximos 10 años. Los líderes deben afrontar el desafío que tienen entre manos. Ahora miramos hacia la COP15, donde China asumirá la Presidencia y tendrá una oportunidad única de ayudar a traducir las propuestas que escuchamos hoy en el Marco Global de Biodiversidad”, aseguró Claire Blanchard, Jefa de Incidencia Global en WWF Internacional.
Por su parte, Cristián Samper de WCS, aseguró en nombre de un grupo de organizaciones ambientales y empresariales, que es necesario que se plantee una pérdida neta de cero en biodiversidad y que 2030 sea un hito importante para mejorar el equilibrio, la diversidad y la resiliencia de los ecosistemas y las especies.
“Debemos evitar la extinción de todas las especies conocidas y conservar por lo menos el 30 % de los ecosistemas marinos y terrestres. Para eso debemos movernos a modelos de producción y consumo más sostenibles, y promover una economía ecológica. En el marco pos 2020 se necesita ser más ambiciosos y garantizar el apoyo financiero”, comentó Samper.
Finalmente, durante la PreCOP, el presidente Iván Duque se refirió a la ratificación del Acuerdo de Escazú, uno de los temas ambientales que sigue siendo prioridad en Colombia.
Más de 150 organizaciones se han unido para pedirle al gobierno colombiano que ratifique el Acuerdo de Escazú. Foto: Organización Ambiente y Sociedad.
“Le he pedido al ministro Correa que antes de radicado [presentado ante el Congreso], nosotros [el Ejecutivo] tengamos un período de 30 días donde vamos a estar haciendo ejercicio de socialización en todo el territorio nacional para aclarar todas las dudas, y que eso nos permita fijarnos la meta de tener este año la ratificación del Acuerdo de Escazú”.
Diversas organizaciones ambientales y sociales colombianas están a la espera de que esto ocurra pues Escazú es el único tratado internacional que incluye la protección de defensores y defensoras ambientales, así como el fortalecimiento de instrumentos de transparencia de información y la participación de la ciudadanía en planes ambientales, temas vitales en un país como Colombia que, según el último informe de la organización Global Witness, publicado en 2020, es el país con más asesinatos de defensores ambientales. La expectativa frente a Escazú es grande pues el proyecto ya había sido presentado el año pasado y fue hundido hace poco más de dos meses luego de que su debate se aplazara constantemente y el Congreso no lo sometiera a votación.
Imagen superior: Precop Biodiversidad Leticia, Indígenas amazónicos dialogan con el ministro de Ambiente, Carlos Correa. Foto: Minambiente.
En La Betania, vereda de Támesis (Antioquia), sus pobladores conviven desde hace más de seis décadas con el oso de anteojos. Sin embargo, esta especie emblemática de la región y la comunidad de arrieros se encuentran amenazados hoy por el proyecto minero Quebradona de la empresa AngloGold Ashanti, en el Suroeste antioqueño.
Isabella Bernal Vega*
Gotas microscópicas se suspenden en el aire, un velo de agua esconde el cañón del río Cartama. La niebla recorre las montañas. Los yarumos aparecen entre el verde encino del bosque espeso.Néstor Franco le acomoda la jáquima a Pacho, el caballo alazán que compró hace catorce años. Levanta la mirada para buscar el sol detrás del cielo gris pero el techo de zinc avisa que habrá lluvia.—En cualquier momento se descuelga el agua, dice Franco.En una casa escondida detrás de un guadual vive Néstor Franco, un campesino que hasta hace una década cazaba osos, pumas y armadillos con una escopeta Remington de calibre 12. Su esposa Olivia y sus cuatro hijos prefieren la ciudad, aunque el año pasado Mónica, la hija mayor, volvió de Medellín porque con la pandemia se quedó sin trabajo. En ese rancho a 2600 metros, Franco vive solo, por estos días con Mónica. Su casa es una de las veintiséis de La Betania, una vereda del Suroeste antioqueño donde la mayoría de las familias cultivan microlotes de café especiales.El Suroeste es una subregión de Colombia conformada por 23 municipios, entre ellos Támesis, el pueblo al que Franco baja cada fin de semana con dos bultos de arracachas para vender en la plaza. El Suroeste comunica también el centro del país con las selvas del Pacífico sobre una de las ramificaciones de la cordillera de los Andes en Colombia. La cordillera occidental es uno de los cinturones de oro y cobre más importantes del continente y a su vez forma parte del corredor biológico del oso andino. En La Betania, una vereda de Támesis, que fue colonizada por campesinos arrieros, la gente convive hace más de seis décadas con el Tremarctos ornatus, el oso de anteojos, el oso frontino: nuestro oso latinoamericano; una especie animal y una comunidad campesina que hoy se encuentran amenazadas por la empresa minera AngloGold Ashanti.—¿Tintico?, pregunta Sonia.
Le recibo la arepa. Néstor Franco viene detrás con la gorra húmeda. Nos sentamos sobre una butaca de madera que aguanta un bulto de fertilizante.
—La primera vez que lo vi no creí que era un animalito de esos. Yo iba a caballo para un cultivo de moras que tengo arriba y me di cuenta cuando empezó a mover las orejitas. Pensé ese debe ser uno de los terneros del compadre Alonso, entonces me quedé mirándolo hasta que se paró frente a un plástico donde habían arrumadas unas arracachas, pero cuando de pronto se empezó a alzar en los pies y ahí supe que no era ganado. Tenía el pecho grueso, como del tamaño de un ternero de cuatro meses… Al rato me lo volví a encontrar, pero ya eran dos. Estaba uno detrás del otro frente al rancho del compadre Jaramillo, narra Franco.
Cerca de la casa de Néstor Franco, las cámaras trampa han grabado cinco osos de anteojos en los últimos seis meses. Su finca forma parte del corredor biológico del oso andino, un segmento de 435 mil hectáreas que no ha sido considerado dentro del Plan de Manejo Ambiental del yacimiento Quebradona, la primera de cinco minas que espera construir la multinacional sudafricana AngloGold Ashanti en el Suroeste antioqueño de Colombia.
—Uno los reconoce cuando vienen de frente porque por detrás son culi secos. Hace dos meses les encontré un comedero ahí donde tengo las matas de maíz. Bajando por el zanjón había un palmito despedazado, no quedaba sino el bagazo y las raíces porque los osos se comen solo el centro del palmito, lo que está tierno, cuenta.
Néstor Franco construyó esa casa hace treinta años con Olivia Jaramillo. Subieron a caballo los cien bultos de cemento y los mil adobes —masa de barro— por un camino real que hoy es de rocas grandes, y limpiaron el monte para extender un planchón de 60 metros sobre el que construyeron esa casa con los 750 mil pesos (190 USD) que les prestó el banco.
En La Betania antes había más familias, pero después del 2002 la mayoría se fue para Medellín.
Aunque el Suroeste hoy es una zona relativamente tranquila en comparación con otras regiones de Colombia, la violencia allí comenzó a mitad del siglo veinte cuando los campesinos se rebelaron en contra de los dueños de las grandes haciendas cafetaleras en un país que se dividía entre liberales y conservadores. La última ola de violencia en el Suroeste fue a finales de los años noventa y a principios de los dos mil cuando la hegemonía paramilitar tuvo su mayor apogeo y el cartel de Medellín permeó la subversión. Durante esos años muchos campesinos como Néstor Franco abandonaron sus tierras o se quedaron aguantando la voluntad del grupo de turno.
Néstor y Olivia se fueron de allí a los tres años de haberla terminado. Se fueron para Támesis con sus hijos pequeños donde todos terminaron acostumbrándose a la ciudad. Pero Néstor Franco, así como otros hombres de La Betania, regresó a buscar sus tierras, pero ya sin mujeres y sin hijos. Desde entonces muchas casas siguen solas.
En su finca de 54 hectáreas tiene cuatro vacas, un cultivo de maíz, uno de moras, unas plantas de café, y el tajo de arracachas que por estos días está botando la última parte de la cosecha; un estilo de vida que convive con varias especies en vía de extinción como lo es el oso andino y que hoy está amenazado por un proyecto que ansía convertir esa región en un distrito minero.
—Móntese en Pacho y más adelante nos cambiamos.
La casa del oso
Atravesamos una cañada y subimos hacia el arracachal. En los troncos de algunos robles se ven talladas las garras de los osos que se suben hasta los cardos para comerse el centro de las bromelias como si fueran alcachofas.
La Corporación Gaia, una ONG regional, trabaja desde 2011 por la protección de esta especie a través de su programa Abrazando Montañas. Héctor Restrepo, su fundador, ha buscado frenar los efectos de la ganadería, la caficultura, los cultivos de pino, de gulupa, de aguacates y otros sembríos que fragmentan el bosque altoandino.
“La mayoría de estos proyectos agrícolas —según Restrepo— ya sean grandes o pequeños, desconocen las necesidades de desplazamiento, movilidad y recursos que necesitan especies como el oso andino para su alimentación, refugio, reproducción y cría”.
El Suroeste antioqueño es una fábrica de agua para el mundo. Los guaduales son un señuelo que indican que debajo de ese follaje corre un río o una quebrada. Foto: Isabella Bernal Vega.
Según explican biólogos y expertos que como Restrepo llevan años estudiando la especie, un corredor es un área con vegetación natural que facilita y permite el desplazamiento del flujo de la vida silvestre para que distintos individuos se puedan encontrar, reproducir, buscar comida y refugio. En el caso del oso, la deforestación ha limitado el encuentro entre individuos y, por lo tanto, ha impedido el mantenimiento de poblaciones saludables y permanente contacto entre sus miembros. Dicho contacto es fundamental para mantener la variabilidad genética de la especie, y en este caso de sus poblaciones, por ende, su capacidad de responder a cambios. El oso andino es el único oso que hay en cinco países de Suramérica y el único oso grande que existe en Colombia, pero hoy solo hay pequeñas poblaciones en el país, explica Restrepo, porque la cacería y la tala de bosques han contribuido a la pérdida del hábitat.
“Parte de la función que cumplen los árboles, además de suministrar alimento a los animales —agrega Restrepo—, es que les permite ocultarse. Normalmente donde tenemos bosque siempre hay agua y donde hay agua en esta región hay osos, entonces ahí coinciden los tres: bosque, agua y osos. Además, los osos son unos sembradores de bosque, unos jardineritos. Ellos se suben a los árboles, se comen las pepas que encuentran, tumban los cardos y las ramas que permiten que la luz llegue hasta el piso y así se puedan germinar las semillas que hay regadas en el suelo”.
En 1993 se implementó en Colombia la ley 99 y con ella aparecieron las autoridades ambientales y las Corporaciones Autónomas Regionales que regularon la cacería. La Betania, Urrao, Frontino, Abriaquí eran pueblos de cazadores. La venta de huesos era un negocio y la carne de oso un plato popular entre los antioqueños. De Medellín llegaban turistas buscando las garras y las pieles, pero a raíz del trabajo de la Autoridad Ambiental, y por miedo a la sanción que en Colombia es carcelaria, la mayoría fue dejando las escopetas y descubriendo en el camino el valor de la conservación de ese ecosistema. Hoy esos campesinos no solo quieren proteger al oso sino también al Puma concolor; al Rupicola peruvianus más conocido como el gallito de roca, un ave insignia de la región, así como al armadillo Desypodidae y a otras especies que se han convertido en símbolos para la gente.
“¿Usted sabía que la minera no tuvo en cuenta al oso? —me preguntó Hector Restrepo cuando lo conocí. Lo único que hizo fue hacer un listado de las especies que hay aquí sin entender cómo se relacionan ni cuántas hay de cada una. El oso no aparece allí porque seguramente no lo vieron, pero cómo lo van a ver si ellos no conocen el territorio, nunca pusieron una cámara trampa, ni entrevistaron a las personas que viven aquí. Es complicado hablar de lo que no conocen”.
Oso de anteojos recorre los bosques de Antioquía. Foto: Gaia Red de Monitoreo Comunitario.
Hace doce años, La Betania forma parte del Distrito de Manejo Integrado la Cuchilla Jardín-Támesis, una zona de reserva forestal de 28,061 hectáreas que fue constituida por la Corporación de Antioquia. Pero, hace aproximadamente el mismo tiempo, la minera sudafricana AngloGold Ashanti empezó a sobrevolar el Suroeste antioqueño para identificar las zonas de mayor concentración de cobre y oro para su proyecto minero Quebradona. A finales del 2020, se habló de esto en los medios de comunicación por el trabajo de los movimientos de resistencia campesina y la campaña “Salvemos al Suroeste” que reunió las voces de políticos, activistas y actores locales que se oponen al proyecto. Aun así, nadie habló sobre las afectaciones del proyecto minero al oso andino pues el Plan de Manejo Ambiental de Quebradona tampoco lo incluyó dentro de su inventario de poblaciones animales.
Quebradona se denomina el proyecto completo de AngloGold Ashanti en el Suroeste antioqueño. De este, el primer yacimiento que pretenden explotar es el Nuevo Chaquiro que está ubicado en el alto del Chaquiro a más de 2100 metros de altura. Los túneles de esta mina estarían ubicados debajo de la montaña de La Mama que es una estrella hídrica, es decir, una zona donde nacen las aguas, y del yacimiento La Aurora. Hacia el límite con la zona de protección del oso andino están los yacimientos La Isabella (cerca del alto de la selva) y El Tenedor, que es donde nace Quebradona. La conectividad del ecosistema del Distrito de Manejo Integrado la Cuchilla Jardín-Támesis depende hoy del Chaquiro y de La Mama, montañas que albergarían, según los planes de la empresa, cinco yacimientos mineros.
“La distancia que hay desde la zona que tiene delimitada la mina como su área de intervención, hasta el punto donde tenemos registro del oso, es menos de un kilómetro. ¿Usted se imagina el ruido que hace una explosión de un taco de dinamita en la roca? Así sea por debajo del suelo, la tierra va a retumbar y los animales que tienen mejor percepción se van a pillar todo eso y creo que todo el mundo se va tener que ir de aquí”, explica Héctor Restrepo. El especialista de la Corporación Gaia añade que si en este momento ya existen problemas por la fragmentación del corredor, “más adelante vamos a tener más y no va a ser solamente para el oso, sino que va a ser toda la fauna que va a huir ante semejante despelote que se va a armar”.
En septiembre del 2020, la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) visitó el Suroeste para verificar el Plan de Manejo Ambiental presentado por AngloGold Ashanti y se encontró con un movimiento de resistencia civil conformado por campesinos como Néstor Franco. La ANLA, que es la institución encargada de decidir si le da o no la licencia a la minera para un proyecto que espera operar en la zona por los próximos 38 años, le hizo en ese momento alrededor de500 requerimientosque ya fueron respondidos por la empresa. Hoy, la minera está a la espera de que la ANLA le dé el visto bueno a su proyecto. Ellos son quienes tienen la decisión final.
Esta no es la primera vez que AngloGold Ashanti tiene que vencer obstáculos para poder poner en marcha sus operaciones.
En 2017 el proyecto La Colosa, que pretendía ser la mina de oro más grande de América Latina, fue detenida por la comunidad a través del mecanismo de consulta popular que se llevó a cabo en Piedra, Tolima, pero que el actual gobierno ha dejado sin validez. Este movimiento civil logró frenar un proyecto que consideraban contrario a las normas ambientales y asuntos laborales de Colombia.
Según la revista SEMANA, en 2010 AngloGold Ashanti fue nominada como la peor empresa para el medio ambiente en el concurso Public Eye, organizado anualmente por la ONG Greenpeace. En febrero de 2010 le cerraron dos minas en Ghana porque afectaba los ríos que proveían de agua a las comunidades, además de crecientes señalamientos de violación de los derechos humanos que incluyen denuncias sobre torturas y asesinatos por personal de seguridad privado de la compañía. AngloGold Ashanti también ha sido obligada a pagar indemnizacionespor graves afectaciones a la salud de sus trabajadores en varios países de África.
Esta empresa minera que ha acumulado en los últimos años varios cuestionamientos, está ahora en la mira de quienes temen que pueda traer los mismos problemas a un ecosistema irremplazable de Colombia.
En un video de trece minutos en su página web, AngloGold menciona que la zona de depósito de la mina Quebradona estaría ubicada a 707 metros del Distrito de Manejo Integrado Cuchilla Jardín-Támesis y a 320 metros del límite municipal de Támesis, sin embargo este municipio no ha sido considerado dentro de la zona de afectación de la mina. Como sostienen los campesinos de la región, “el mapa no es el territorio”, y las afectaciones al agua se verán reflejadas en todo el Suroeste.
Cualquier división política resulta ineficiente cuando se habla del flujo de poblaciones animales, pues la naturaleza no reconoce límites administrativos. La afirmación de que la zona de afectación de la mina queda a 707 metros de distancia de la zona de reserva y que por lo tanto no afectará el corredor biológico del oso andino se contrapone al comportamiento de un animal que tiene un ámbito de hogar de 140 km2 con un área de núcleo de al menos 13 km2. El oso andino es una especie sombrilla fundamental para el mantenimiento del bosque andino y hoy muchas de sus poblaciones se encuentran aisladas.
Como bien lo explica Mauricio Vela-Vargas, líder de mamíferos grandes de Wildlife Conservation Society, “el oso andino es considerada una especie omnívora (que consume muchos ítems alimentarios), pero que tiene preferencia por el consumo de plantas. Dentro de su dieta están registradas más de 300 especies de plantas entre las que prefiere las bromelias, palmas de alta montaña y algunas frutas carnosas que se encuentran en bosques andinos y altoandinos. Al consumir un alto porcentaje de plantas, estas, al realizar su paso por el tracto digestivo del oso, las semillas se activan con los ácidos intestinales del oso y al defecar el oso andino dispersa las semillas de un lugar al otro. Al ser una especie con alta movilidad, el movimiento de estas semillas de un lugar a otro estimula el crecimiento de los bosques y aumenta la variabilidad genética de las poblaciones de plantas que consume.”
Aunque no se ha probado, algunos investigadores opinan también que al ser un carnívoro facultativo(consumir presas vivas y carroña), el oso prefiere la carroña o los animales muertos en los bosques, y esto puede ayudar a los procesos de descomposición de biomasa y flujos de energía dentro de los bosques andinos, altoandinos y páramos al igual que lo hacen los cóndores y buitres.
En entrevista con Edwin Arango, gerente ambiental de AngloGold Ashanti, el 9 de junio de 2021, sostuvo que la presencia del oso no fue registrada en el área de intervención de Quebradona que comprende 610,68 hectáreas, pese a que la cercanía a los bosques donde habita esta especie es evidente.
Según José Fernando González, director Científico de ProCAT – Colombia, “el oso andino es una especie elusiva (muy difícil de ver o registrar en periodos cortos de muestreo); por eso, aunque no haya sido registrado dentro de las especies de fauna silvestre dentro del estudio de impacto ambiental de la empresa minera, es casi seguro que esté presente en el área de influencia del proyecto minero.”
Al generarse procesos de deforestación, los osos se ven relegados a pequeños remanentes de bosque, donde potencialmente los recursos para su mantenimiento se vuelven escasos. En palabras de González, “las hembras de oso andino pueden hacer diapausa embrionaria, esto significa que pueden mantener el esperma masculino antes que los óvulos sean fecundados, por lo que si las hembras no poseen suficientes recursos para el desarrollo de los embriones o el mantenimiento de las crías, estas pueden determinar no quedar embarazadas. Esto puede afectar de manera importante las dinámicas poblacionales de la especie, teniendo en cuenta que los osos se reproducen aproximadamente cada 2 años en vida silvestre. Por otro lado, al no poder moverse en el paisaje, las hembras se reproducen con los mismos machos de los mismos territorios, lo que puede llevar a procesos de endogamia (reproducción entre parientes cercanos), generando a futuro problemas de degeneración genética de la especie”.
Según AngloGold Ashanti, el corredor oficial del oso está significativamente alejado de su zona de impacto, pero los campesinos y las cámaras trampa de ONG locales lo han visto y registrado en la parte del Distrito de Manejo Integrado que se afectaría con el proyecto, ya sea por la pérdida de bosque vecino como por el colapso del ciclo de aguas que impactaría severamente la biodiversidad y la conectividad.
Después de la época de violencia que vivió la región, la mayoría de familias se fueron para la ciudad y con el tiempo los hombres regresaron solos a recuperar sus tierras. Foto: Isabella Bernal Vega.
La mina
Néstor Franco es el presidente de la Junta de Acción Comunal de La Betania. Estudió hasta segundo de primaria, pero le pudo pagar la carrera de Ciencias Sociales en la Universidad de Antioquia a Sonia, su hija menor. Franco construyó los cuatro puentes de guadua y acero que comunican las casas de La Betania porque sueña con que ese lugar se convierta en un sitio turístico para el avistamiento de aves.
—Nosotros que vivimos aquí, llevamos años cuidando estas montañas, protegiendo este territorio donde no solo vive el oso sino también un montón de aves. Para nosotros es normal verlo pasar por aquí porque ya prácticamente convivimos con él, se podría decir que hasta forma parte del pueblo, por eso lo cuidamos como cuidaríamos a cualquier vecino, dice Néstor Franco mientras guía a Pacho con el cabestro.
El sonido de un radio interrumpe el silencio natural. A unos 500 metros aparece alguien vestido de verde. La niebla le cubre la cara a Darío Jaramillo que alza los brazos desde la punta de la loma. Néstor Franco lo reconoce de lejos y lo saluda. Darío nació en La Betania hace 72 años.
—Yo pensé que ya no venían, dice Jaramillo.
—Nos cogió un poquito la tarde, le responde Franco.
—Vea cómo salieron de buenos los repollos, dice Darío mientras desenfunda el machete y le corta la flor a una col.
Él sube y baja las montañas con la facilidad que le da la costumbre.
—¿Usted se imagina la gente que va a llegar a trabajar a estos pueblos sanos que tenemos? Con la minería llega el dinero y la maldad. El trago y la prostitución, le dice Jaramillo mientras apila las coles sobre un costal.
—Nos quieren vender el cuento de que van a perforar la tierra en un punto y eso no va a afectar a nadie más, pero es como si a uno le quitaran un riñón y nos hicieran creer que no se afecta todo el cuerpo, responde Franco.
En La Betania hay más de 30 nacimientos de agua y 9 cuencas principales.
La Betania es un pueblo de 22 familias que se comunican entre casas por caminos de herradura. Algunos viven de la producción de cafés especiales, otros de cultivos como la arracacha. Foto:Isabella Bernal Vega.
—Aquí vino una señora de la minera a decirnos que ellos empacan la tierra y luego la vuelven a poner en su sitio cuando terminen el trabajo, pero yo le pregunté si las aguas del río Cartama iban a quedar del mismo color y ella se quedó callada, dice Franco.
Por su trabajo como defensor ambiental, Néstor Franco ha recibido varias amenazas. La última fue hace tres años después de cantar unas trovas con mensajes en contra de la minera en una actividad que organizó el profesor de la escuela. A los pocos días recibió una llamada de un número desconocido, recuerda que ese día una voz del otro lado del teléfono le dijo: “Fíjese de qué habla”. Algunos días después, narra Franco, cuando volvía del pueblo con dirección a La Betania, le dispararon dos veces pero por suerte no llegaron a lastimarlo.
En Colombia, en 2020, hubo 310 líderes sociales asesinados, según datos del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz). Hoy, a raíz de las protestas que empezaron en 28 abril de 2021, la lista sigue creciendo.
En el Suroeste mucha gente está lista para pelear porque existen ejemplos cercanos de proyectos mineros como Marmato, al que hoy muchos llaman el queso gruyere porque cada casa tiene un socavón. Aunque el tipo de minería que propone Quebradona es distinto al que hicieron en Marmato, la sombra de la megaminería no deja de atemorizar a las comunidades del Suroeste.
AngloGold Ashanti se autodenomina minería con propósito, pues esperan invertir 42 millones de dólares en desarrollo social a cambio de los 11 billones de dólares que van a recibir en ganancias, lo que equivale al 0,35 por ciento de sus ganancias totales.
—¿Qué se gana un país dando licencias para después tener que sacar plata del bolsillo para un pueblo sin agua? ¿Para un anillito o unos aritos [aretes]? Lo mejor es dejar ese oro quieto. Dejarlo en la montaña que ahí le está prestando un servicio al planeta. ¿Uno para qué quiere un viaje de oro si se va a quedar sin oxígeno o sin agua? ¿Sacarlo para llevárselo a un banco? El oro no se come, el oro no crece. Las autoridades ambientales llegan a decirnos que hay que proteger al puma y al oso, pero por otro lado le están dando licencias a las mineras, dice Darío Jaramillo.
De todas las personas entrevistadas en Támesis para este reportaje, ninguna quiere que se construya Quebradona.La mayoría teme que se pierdan las aguas porque sin ellas no solo se perderían los cultivos sino la biodiversidad que existe en ese lugar.
Si llegara la minería, se preguntan: ¿Qué pasaría con los microlotes de cafés especiales? ¿Qué pasaría con la tranquilidad de esa zona que logró sobreponerse a las secuelas de los grupos armados? ¿Qué pasaría con el sueño de promover ese lugar para el turismo de naturaleza?
El pueblo resiste
—¿Por qué será que no estamos incluidos en el estudio de impacto ambiental de AngloGold Ashanti?, se pregunta Gonzalo Pérez, secretario de Acuatamesis, una asociación que protege los acueductos comunitarios de Támesis.
Dentro del Plan de Manejo Ambiental que presentó AngloGold Ashanti a la Autoridad Nacional de Licencia Ambientales, Támesis no aparece como zona de influencia. En la entrevista a Edwin Arango, representante de AngloGold, sostuvo que el área de influencia no está delimitada desde el punto de vista político sino desde el punto de vista técnico. En palabras suyas, “el hecho de tener cercanía no quiere decir que sea un área de influencia. Se aplica una metodología establecida por el Ministerio de Ambiente y con base en eso se elabora un estudio de impacto ambiental”.
Oso de anteojos recorre los bosques de Antioquía. Foto: Gaia Red de Monitoreo Comunitario.
Según ellos, el impacto negativo de un proyecto se mide cuando se afecta la infraestructura social entendida como acueducto, alcantarillado, servicios públicos, energía y agua. Sin embargo, el proyecto estaría ubicado a un lado de la carretera que comunica a Palermo con Puente Iglesias, es decir que uno de esos servicios sí se vería afectado, sin contar el riesgo de las afectaciones a los acueductos de Palermo, Palocabildo, entre otros. Por otro lado, Fredonia, un municipio situado a 35 kilómetros de la zona de influencia, sí está considerado dentro del Plan de Manejo Ambiental de AngloGold.¿Qué criterios técnicos han tomado entonces en cuenta para incluir a Fredonia y no a Támesis?Finalmente, resulta contradictorio que la ANLA haya elegido a este último como una de las sedes de la audiencia pública que está a la espera desde el pasado julio, como parte del proceso de licenciamiento, considerando que no está dentro del área de influencia del proyecto.
En septiembre de 2020, Juan Martín Vásquez, alcalde de Támesis, dijo en una entrevista a Caracol Radio: “El balance de la visita de la ANLA al municipio de Támesis es altamente productivo porque era mostrar la otra región en donde el impacto ambiental del proyecto va ser incluso más severo que al lado de Jericó… porque en este lado, además de ser los más afectados, también somos la sociedad que no quiere de una manera decisiva que se desarrolle este proyecto”.
—Lo que pasa es que aquí en Támesis vive la comunidad indígena embera chami y a la minera no le conviene sentarse a negociar con los indígenas porque todos sabemos que serían los principales opositores. Les conviene más dejarnos por fuera, precisa.
La consulta previa es un mecanismo que implica que cualquier toma de decisiones que afecte directamente a una comunidad indígena reconocida por el Ministerio del Interior de Colombia debe pasar por un proceso de concertación. Esto según la Constitución Política de 1991.
—Nos venden el cuento de que la mina solo va a afectar a Jericó (municipio del Suroeste antioqueño), pero solo la primera de las cinco minas que quieren hacer tendrá 64 kilómetros de túneles. El modelo que propone AngloGold Ashanti es un modelo de minería subterránea que no ha sido probado en Colombia, y menos en un lugar donde la tierra tiene un nivel freático tan alto y las reacciones del suelo pueden llegar a ser impredecibles. En el peor de los casos podría hundirse la montaña, y si se hunde la montaña se hunden los nacimientos y si se hunden los nacimientos se pierden las aguas y con ello se reconfigura el flujo de las aguas, explica Gonzalo Pérez de Acuatamesis.
La Reserva El Globo es la más extensa de Támesis, sus montañas son un territorio libre para la preservación del puma, el oso andino y el águila crestada, especies vitales para el mantenimiento del paisaje biodiverso de los Andes tropicales. Foto: Isabella B
ernal Vega.
Hacia el norte y occidente de Támesis, AngloGold Ashanti quiere desarrollar un distrito minero de cinco yacimientos que podrían afectar directamente uno de los afluentes principales del río Frío, la cuenca más grande del suroeste antioqueño. En la entrevista, la minera sostuvo que solo tiene intereses en el yacimiento Nuevo Chaquiro, pero en el informe de accionistas de 2019 aparecen también el yacimiento La Isabella, La Aurora, El Tenedor y La Sola.
—Se quieren lavar las manos diciendo que a Támesis no lo van a afectar porque no les conviene negociar con los indígenas, pero la realidad es que el resguardo indígena Miguel Certiga Tascón está a menos de 3 kilómetros de la zona delimitada por la mina. Gonzalo.
El exministro de Medio Ambiente, Manuel Rodríguez Becerra, ha dicho en una columna de opinión en el diario El Tiempo que “la mina Quebradona sería el principio del fin de uno de los paisajes más hermosos de Colombia, así como el principio de un grave declive de la vocación agrícola de la región, de sus valores ambientales, de sus tradiciones culturales y de su enorme potencial turístico, con lo que se arruinaría una fuente de creación de empleo y riqueza de largo plazo. Y esta última no es una especulación”. Por su parte, el exministro de Minas y Energía, Jorge Eduardo Cock, lleva advirtiendo sobre los peligros de Quebradona hace un par de años. En una de sus columnas de diciembre de 2019 en El Tiempo dijo: “Es muy difícil entender por qué en Colombia no evaluamos bien a quién le entregamos una concesión, algo tan delicado como un título minero. Ya lo verán, como ya lo han visto y sufrido muchos países en épocas recientes.”
Al final de mi recorrido por Támesis pude conocer el resguardo La Mirla donde Cristian Zapata, un indígena embera chamí, me dijo que contaminar el agua era como contaminar la sangre de la tierra. Para las culturas indígenas los minerales se asemejan a los huesos de la tierra, son la base de la naturaleza. “Sacarle el oro a la tierra es como si nos sacaran una costilla del cuerpo o nos rompieran los pies, ya no vamos a quedar igual”, dijo Cristian.
Imagen principal: Oso de anteojos recorre los bosques de Antioquía. Foto: Gaia Red de Monitoreo Comunitario.
Colombia, siendo un país megadiverso, sufre una grave pérdida de biodiversidad. Así lo revela este documento que a la vez orienta hacia un cambio a partir de información consolidada, que puede ser utilizada tanto en una clase de biología como en el desarrollo de políticas en cualquier nivel del Estado.
Lo explica Clara Solano, directora ejecutiva de la Fundación Natura y a la vez copresidenta de la Evaluación Nacional de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos, que por primera vez se realiza en Colombia.
Se trata de un amplio análisis sobre los ecosistemas terrestres y marinos del país, con participación de 105 expertos y sabedores tradicionales, quienes trabajaron durante tres años para entregar una serie de resultados.
La Evaluación comprende seis capítulos y es una herramienta que permite obtener información sobre el estado de la biodiversidad nacional con miras a ser utilizada por ‘tomadores de decisiones’.
Las soluciones basadas en la naturaleza deberán triplicarse para 2030 y multiplicarse por cuatro para 2050, recomienda nuevo estudio internacional.
La necesidad de acelerar los flujos de capital hacia soluciones basadas en la naturaleza y hacer de esta un elemento central en el sector público y privado frente a desafíos sociales como la lucha contra las crisis climática y de biodiversidad, urge el nuevo estudio dado a conocer esta semana en Ginebra, Suiza.
La Iniciativa Económica de Degradación de la Tierra (ELD) de la Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit (GIZ) en colaboración con Vivid Economics, instaron a gobiernos, instituciones financieras y empresas a superar esta brecha de inversión poniendo a la naturaleza en el centro de la toma de decisiones económicas en el futuro.
Encuentran que las inversiones anuales en soluciones basadas en la naturaleza deberán triplicarse para 2030 y multiplicarse por cuatro para 2050, a partir de la inversión en soluciones basadas en la naturaleza de US$ 133.000 millones de 2018.
Para Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el informees un llamado de atención para que gobiernos, instituciones financieras y empresas inviertan en la naturaleza, incluida la reforestación, la agricultura regenerativa y la restauración de nuestros océanos: Los países y líderes de la industria tendrán la oportunidad de hacerlo en las próximas cumbres relacionadas con el clima, la biodiversidad, la degradación de la tierra y los sistemas alimentarios, y en el contexto del Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030.
Cerrar la brecha financiera a 2050
El estudio reporta que para poder cerrar esa brecha financiera de 4,1 billones de dólares a 2050 se necesitan transformaciones estructurales: Esto puede lograrse reconstruyendo de manera más sostenible después de la pandemia COVID-19, pero también desviando los subsidios dañinos a la agricultura y los combustibles fósiles y creando otros incentivos económicos y regulatorios.
Los investigadores recomiendan que invertir en la naturaleza apoya la salud humana, animal y planetaria, mejora la calidad de vida y crea empleos. La naturaleza actualmente solo representa 2,5% del gasto en estímulos económicos proyectado a raíz del COVID-19. Por tanto, el capital privado también tendrá que ampliarse drásticamente para cerrar la brecha de inversión, explican: El desarrollo y la ampliación de los flujos de ingresos de los servicios de los ecosistemas y el uso de modelos financieros combinados como medio para atraer capital privado se encuentran entre el conjunto de soluciones necesarias para que esto suceda, lo que también requiere que las entidades del sector privado compartan los riesgos.
Por sí solas, las soluciones basadas en los bosques, incluidas la gestión, la conservación y la restauración, requerirán US$ 203.000 millones en gastos anuales a nivel mundial, según el informe. Eso equivale a poco más de US$ 25 por año por cada ciudadano en 2021, por eso el llamado a unir las inversiones en acciones de restauración con el financiamiento de las medidas de conservación. Esto podría resultar, dicen, en aumentos del área forestal y agroforestal que sería la combinación de producción de alimentos y cultivo de árboles, aproximadamente 300 millones de hectáreas para 2050, en relación con 2020.
«La pérdida de biodiversidad ya le está costando a la economía global 10% de su producción cada año. Si no financiamos suficientemente las soluciones basadas en la naturaleza, se afectará la capacidad de los países para avanzar en otras áreas vitales como la educación, la salud y el empleo. Si no salvamos a la naturaleza ahora, no podremos lograr el desarrollo sostenible», Inger Andersen, directora ejecutiva PNUMA.
La publicación advierte que en las próximas cumbres sobre clima, la biodiversidad, la degradación de la tierra y los sistemas alimentarios, así como el lanzamiento del Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de Ecosistemas el 5 de junio de 2021, brindan la oportunidad de aprovechar el impulso político y empresarial para alinear la recuperación económica con el Acuerdo de París y el Marco Mundial para la Diversidad Biológica posterior a 2020 y, por lo tanto, ser coherentes con los objetivos de limitar el calentamiento a 1,5°C por encima de los niveles preindustriales y de detener y revertir la pérdida de biodiversidad.
Naturaleza, negocios e inversión
Los autores del informe afirman que en 2018 la inversión anual del sector privado en soluciones basadas en la naturaleza fue de US$ 18.000 millones. La financiación privada solo representa 14%, incluido el capital movilizado mediante cadenas de suministro agrícolas y forestales sostenibles, inversiones de capital privado, compensaciones por biodiversidad financiadas por el sector privado, capital filantrópico, financiación privada respaldada por organizaciones multilaterales y mercados de carbono relacionados con los bosques y otros usos de la tierra.
En el financiamiento climático, la inversión del sector privado representa la mayoría de los flujos de capital (56% según la Iniciativa de Política Climática). La ampliación del capital privado para soluciones basadas en la naturaleza es uno de los desafíos centrales de los próximos años, con un enfoque específico en invertir en la naturaleza para apoyar el crecimiento económico sostenible en el siglo XXI.
Resaltan que los inversionistas, desarrolladores, creadores de infraestructura de mercado, clientes y beneficiarios pueden desempeñar un papel en la creación de un mercado en el que las soluciones basadas en la naturaleza accedan a nuevas fuentes de ingresos, aumenten la resiliencia de las actividades comerciales, reduzcan los costos o contribuyan a la reputación y el propósito.
Si bien ya han surgido varias iniciativas impulsadas por el sector privado, el informe destaca la necesidad de que las empresas y las instituciones financieras sean cada vez más parte de la solución compartiendo el riesgo y comprometiéndose a impulsar las finanzas y la inversión en soluciones basadas en la naturaleza de una manera ambiciosa y con metas claras y plazos determinados.
Finalmente el informe aclara que las inversiones en soluciones basadas en la naturaleza no pueden sustituir a la descarbonización de todos los sectores de la economía, pero sí tienen la capacidad de contribuir al ritmo y la escala requeridos en la mitigación y adaptación al cambio climático.
Muchos gobiernos aseguran públicamente que están comprometidos con la conservación de la biodiversidad en sus países, pero estas afirmaciones suelen entrar en contradicción con los modelos de producción que amplían la frontera agrícola, deforestan y degradan los suelos.
Antonio José Paz Cardona / Mongabay Latam
Plantas, animales y microorganismos forman parte de la biodiversidad del planeta. Y esta gran variedad es fundamental para el sustento y la vida de las civilizaciones. Por ejemplo, las Naciones Unidas estima que los peces proporcionan el 20 % de las proteínas animales a unos 3000 millones de personas, que más del 80 % de la dieta humana está compuesta por plantas y que aproximadamente el 80 % de las personas que viven en las zonas rurales de los países en desarrollo dependen de medicamentos tradicionales basados en plantas para la atención básica de la salud. Sin embargo, también resaltan que las tendencias negativas actuales en la biodiversidad y los ecosistemas serán obstáculos para el 80 % de los desafíos contemplados en ocho de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
La pérdida de esta diversidad amenaza no solo la alimentación sino también a la salud, como se ha demostrado con la actual pandemia de COVID-19. Existen pruebas de que perder nuestra biodiversidad podría aumentar los casos de zoonosis —enfermedades transmitidas de los animales a los humanos—. “Los científicos sugieren que la degradación ambiental puede acelerar la diversificación y los procesos evolutivos de las enfermedades, ya que los patógenos se propagan fácilmente al ganado y los humanos”, asegura Naciones Unidas en un artículo del 2020.
El llamado mundial es a actuar ya. En este 2021, el eslogan del Día Internacional de la Diversidad Biológica es “Soy parte de la solución”; como un recordatorio de que las respuestas están en la naturaleza y que la biodiversidad sigue siendo indispensable en muchos de los desafíos del desarrollo sostenible. Mongabay Latam conversó sobre estos temas con el biólogo argentino Matías Mastrangelo, científico que, en 2019, colaboró en el informe reciente más completo sobre el estado mundial de la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas, publicado por la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES).
Matías Mastrangelo es PhD en Biología de la Conservación de Victoria University of Wellington. Foto: Matías Mastrangelo.
¿Qué piensa de las acciones que vienen tomando los gobiernos para combatir la pérdida de biodiversidad?
Matías Mastrangelo (M.M.): Hay señales positivas de muchos gobiernos de incorporar toda la biodiversidad en sus políticas públicas. Lo que sucede en países latinoamericanos como los nuestros es que eso entra en conflicto con las actividades económicas que nos sustentan y ese es el gran desafío. La conservación de la biodiversidad no avanzará solo creando áreas protegidas en zonas remotas o tomando decisiones que tienen que ver solo con lo ambiental. Se necesitan cambios más profundos del sistema económico en que se sustenta el llamado desarrollo social.
Para darte un ejemplo concreto. Yo trabajo en la región chaqueña sudamericana y los gobiernos reconocen que son ecosistemas únicos importantes para la conservación de la biodiversidad, la mitigación del cambio climático y se oponen a la deforestación. Pero luego, esos mismos gobiernos nacionales y provinciales son dependientes de actividades económicas que van en contra de los ecosistemas porque están basadas en la deforestación para ampliar la frontera agropecuaria. Los gobiernos tienen muchas contradicciones internas.
¿Cuáles son los ecosistemas y zonas que requieren mayor atención?
En los últimos 40 años, en Latinoamérica se han valorizado económicamente las regiones subtropicales y tropicales, cubiertas por ecosistemas boscosos muy diversos biológica y culturalmente. Se convirtieron en las nuevas reservas de tierra para la expansión de las actividades agropecuarias como la soya y la carne. Eso se ve sobre todo en los bosques secos en países como Argentina, Paraguay, Bolivia, Colombia y Ecuador. A nivel mundial los bosques secos son uno de los tipos de ecosistemas más amenazados y a la vez menos estudiados.
Hasta hace algún tiempo eran zonas sobre las que no había avanzado la agricultura pues la actividad se concentraba en zonas más templadas. Pero los cambios tecnológicos, climáticos y de infraestructura hicieron que las tierras del trópico tuvieran más valor para el sector privado porque tenían suelos fértiles que podían sostener monocultivos y extensiones de pasturas con un modelo de producción industrial de gran escala. Sin embargo, esa explotación es en el corto plazo ya que al remover la cobertura vegetal, después de un tiempo, se pierde esa fertilidad. Muchas veces lo que vemos es que donde había bosque seco hace 40 años, hoy tenemos prácticamente un desierto. Ya no está el bosque y tampoco está el sistema de producción porque se agotaron los recursos. Es una situación en la que perdemos todos.
¿Qué se puede hacer para velar por la conservación de la biodiversidad y al tiempo garantizar un aprovechamiento sostenible de los recursos naturales?
Lo más transformador sería que los países de nuestra región dejen de ser proveedores de materias primas para el resto del mundo. Pero esa es una situación geopolítica de mucha historia y que difícilmente va a cambiar en poco tiempo. Se deben fortalecer las economías regionales, que cada región aproveche sus ventajas comparativas y genere un desarrollo a escala local. Hoy encontramos que casi todo el centro del continente —la Amazonía, el Cerrado, la Chiquitania o el Chaco— está abocado a la misma actividad económica: exportar materias primas, principalmente granos y carnes para Asia y Europa. Eso lleva a una homogeneización de las regiones, de los paisajes y a la pérdida de la diversidad biológica y cultural.
Si esas regiones explotaran la riqueza natural y cultural que tienen y buscaran un desarrollo hacia adentro y no hacia afuera, se generarían motivos para conservar y enriquecer esa diversidad. La insistencia en generar materias primas de exportación lo único que hace es erosionar la diversidad porque hace que todos los paisajes sean iguales, monocultivos a gran escala manejados por los mismos tipos de actores que la mayoría de veces no son locales sino que son grandes empresas de otras regiones.
¿Esa tendencia de homogeneización del paisaje nos puede hacer más propensos a enfermedades zoonóticas?
Por supuesto. Ahora prestamos mucha atención a la aparición de enfermedades zoonóticas por lo que nos está pasando, y porque ocurre a nivel global pero, local y regionalmente, las poblaciones vienen sufriendo las consecuencias de la homogeneización de los paisajes desde hace mucho tiempo.
Esto nos hace más vulnerables a muchas cosas. Nos hace más vulnerables a desastres naturales como inundaciones y sequías. También a la aparición de plagas resistentes y de nuevos vectores de enfermedades, con la respectiva ampliación de sus zonas de distribución. Son un montón de cambios debido a que los ecosistemas pierden su diversidad y autorregulación. Algunas especies se benefician de esto, como es el caso de las especies invasoras.
¿Por qué se considera que las especies exóticas invasoras son uno de los grandes problemas para la biodiversidad mundial?
Antes de responderte, no hay que perder de vista que dentro de las cinco principales fuerzas transformadoras de los ecosistemas la principal es el cambio en los usos de la tierra, que está ligada con la deforestación, la degradación de los bosques y el reemplazo de coberturas nativas. Después de eso está el cambio climático, la contaminación y las especies invasoras. Son problemas graves que no actúan de forma aislada, sus efectos se suman y hacen más complejo el abordaje de la conservación. En ciertos ecosistemas el efecto de las especies invasoras es bastante importante.
¿Cuál es el efecto que generan?
Sus poblaciones aumentan desproporcionadamente porque no tienen predadores naturales o porque utilizan eficientemente algún recurso disponible en los ecosistemas. Afectan a especies nativas ya sea por competencia o por depredación y eso genera un cambio en las especies y sus poblaciones, que a la vez lleva a la modificación del ecosistema. Ese cambio en la composición y estructura del ecosistema cambia su funcionamiento.
Por ejemplo, la cantidad de cursos de agua que se generan en la zona andina son muy importantes para las poblaciones que viven en las zonas más áridas de la estepa de la Patagonia y esos cursos están siendo transformados en su recorrido, y en su cantidad y calidad de agua, por la presencia de especies invasoras como los castores. Transforman completamente el ecosistema en su estructura, funcionamiento y en los servicios que brinda a la sociedad. Se generan efectos en cascada, es decir, efectos que se van amplificando a medida que estas poblaciones invasoras crecen.
Uno de los llamados de la ONU en el Día Mundial de la Diversidad Biológica es a conservar pero también a restaurar. En una región como Latinoamérica, ¿qué acciones deberían priorizarse y dónde deberían focalizarse?
En aquellas regiones donde los ecosistemas nativos todavía conservan una buena representación y extensión en buen estado, los esfuerzos deberían concentrarse en la conservación de esos remanentes. Mientras que en regiones donde los ecosistemas ya han sido muy transformados y los ecosistemas remanentes ocupan poca superficie, ahí los esfuerzos deberían priorizar la restauración. Te doy dos ejemplos. La Selva Atlántica o paranaense que comparten Argentina, Paraguay y Brasil, de la cual se ha perdido más del 90 %, necesita una restauración prioritaria a gran escala, a nivel de paisaje. En cambio, en regiones como el Gran Chaco, donde se vienen perdiendo millones de hectáreas, pero que todavía hay más de un 50 % del bosque en pie, los esfuerzos de protección deberían ir dirigidos a conservar esos remanentes, a impedir que se siga transformando lo que queda.
También es cierto que hay ecosistemas muy importantes en ciertas zonas como la montaña alta, la cabecera de una cuenca o los alrededores de las ciudades donde los ecosistemas prestan más servicios y beneficios para la sociedad, ahí también debería priorizarse la restauración.
Algunos autores vienen hablando de un concepto denominado ‘plant blindness’ o ceguera hacia las plantas. ¿Por qué cree que suele haber un mayor interés por programas de conservación de fauna y las plantas parecen quedar relegadas a un segundo plano?
Efectivamente, muchas veces creo que es así y por eso los grupos con los que trabajo, incluso IPBES, tienen una orientación a la conservación a nivel de ecosistemas, no a nivel de las especies. Ese es un paradigma que ya está un poco en desuso porque se mostró que no es el mejor abordaje o el que genera mejores resultados, era una forma de trabajo sobre todo en los años ochenta. Es necesario conservar los ecosistemas completos para que las especies que allí habitan puedan persistir en el tiempo.
Sin embargo, muchas veces es cierto que la conservación de especies que tienen un valor estético, o son carismáticas, como el jaguar, se utilizan como especies bandera. Son muy atractivas para las personas y generan mucha empatía de conservación, de esa manera sirven para generar una apropiación por parte de la sociedad, que en última instancia apunta a la conservación de los hábitats, los ecosistemas y los paisajes. Por ejemplo, hoy en día el jaguar es un emblema para la gente del Chaco argentino; es una especie que de cierta forma ayuda a conservar todo el ecosistema.
El biólogo argentino Matías Mastrangelo participó en el informe IPBES sobre biodiversidad en 2019. Foto: Matías Mastrangelo.
En octubre se hará la COP 15 sobre biodiversidad y se evaluará el Plan Estratégico para la Diversidad Biológica 2011-2020 (metas AICHI). ¿En qué considera usted que se avanzó y en qué se retrocedió?
Hay bastantes estudios que analizan el cumplimiento de los objetivos de Aichi y la mayoría coincide que muchos no se han alcanzado. Sin embargo, hay que tener en cuenta las diferencias a nivel continental. Muchas veces sucede que los objetivos de conservación avanzan en países desarrollados de Europa, Norteamérica o Asia, pero eso tiene su correlato directo con una pérdida y una degradación de esa misma biodiversidad, ecosistemas y ambiente en países de Latinoamérica, África o el sudeste de Asia.
Los países ricos suelen deslocalizar la producción de alimentos, los importan de otros países y eso es equivalente a exportar degradación ambiental. Esa tierra que se usa para producir granos o carne en Latinoamérica genera impactos en esta región pero les ahorra esos impactos ambientales a los países ricos. Cuando se hacen análisis sobre el avance o el retroceso de la conservación siempre hay que preguntarse dónde y por qué. El avance en algunos lugares podría relacionarse con un retroceso mayor en otras zonas y el balance neto a nivel global podría ser negativo.
¿Resaltaría algunos proyectos de conservación de biodiversidad que estén mostrando resultados positivos actualmente?
Hay muchos y seguramente yo solo conozco algunos. En la Selva Atlántica de Brasil hay proyectos muy interesantes que están dando muchos resultados a nivel de restauración de paisaje: grandes extensiones de tierra, muchas de las cuales pertenecen a privados que se alían con organismos gubernamentales, ONG y grupos de investigación para trabajar en áreas críticas como márgenes de los ríos y otros puntos importantes en provisión de servicios ecosistémicos.
Esto va generando una conexión de áreas que se traduce en corredores a nivel regional que también se unen a áreas protegidas y tierras de pueblos originarios. Esto es muy importante porque conservar y restaurar solo en las áreas protegidas no es suficiente.
Imagen superior: Paraba de frente roja (Ara cuprogenys) , endemismo de los Valles Interandinos de Bolivia. Tomina Chica, Chuquisaca, Bolivia
ALIANZA INFORMATIVA MONGABAY LATAM – RED PRENSA VERDE
Los pesticidas y fertilizantes utilizados por la agroindustria, así como la introducción de insectos exóticos para el control de plagas y polinización junto con la eliminación de la flora nativa para la instalación de monocultivos, amenazan la sobrevivencia de las abejas.
Chile central es considerado un hotspot o punto caliente de biodiversidad debido a su alta tasa de endemismo, es decir, de especies que no habitan en ningún otro lugar del mundo. Prueba de esta peculiaridad, son las abejas. Cerca de 450 especies se han descrito para Chile aunque se cree que hay unas 800 en total. De ellas, un 70 % son endémicas. Sin embargo, muchas de estas abejas se encuentran en serio peligro debido, principalmente, a la pérdida de hábitat provocada por la expansión de la agricultura intensiva y la urbanización.
Aunque no se sabe con exactitud qué tanto se han reducido las poblaciones de abejas en Chile, sí se sabe que hay una tendencia global a la disminución de ellas, así como de los insectos en general. De hecho, un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Radboud, en Países Bajos, y por la Sociedad Entomológica Krefeld, en Alemania, asegura que en tan solo tres décadas la población de insectos se redujo en un 75 %.
Esta pérdida de biodiversidad, principalmente de aquellas especies que son polinizadoras como las abejas, es preocupante debido, entre otras cosas, a que “el 75 por ciento de los cultivos alimentarios del mundo dependen en cierta medida de la polinización”, asegura las Naciones Unidas
Para crear conciencia sobre la importancia de proteger los polinizadores, el 20 de mayo de cada año se celebra el Día Mundial de las Abejas.
El peligro de la pérdida de hábitat
La acción de arrancar las plantas nativas e instalar otras, todas de la misma especie, es conocida como homogeneización del paisaje y tiene serios impactos en la sobrevivencia de las abejas.
“En general, las abejas dependen de múltiples especies florales para sobrevivir. Si tienes pocas especies florales, o peor una sola, no vas a cubrir los requerimientos nutricionales de las abejas que viven allí”, explica la entomóloga Patricia Henríquez-Piskulich. Pero además, “puede ser que simplemente no sean compatibles las plantas que se están integrando en ese sistema y que las abejas no logren completar sus ciclos de vida”.
Por otra parte, el impacto también ocurre bajo tierra. Alrededor del 70 % de las abejas nativas en Chile nidifican en el suelo y “cuando un agricultor decide destruir toda la flora nativa y dejar solamente su planta de interés, gran parte de las especies que nidifican en el suelo pierden su hábitat”, asegura Cristian Villagra, profesor del Instituto de Entomología de La Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación. Lo que ocurre, explica el entomólogo, es que las abejas “ocupan resinas y aceites naturales que producen ciertas flores para impermeabilizar su nido y de esa forma poder sobrevivir a cambios de humedad”. Si las características del entorno cambian y las abejas ya no pueden acceder a aquellas flores que le proveen esa resina, “estoy reduciendo las posibilidades de que sobrevivan”, señala el experto, ya que no podrán nidificar.
Foto: Hugo Monzon -abejasnativaschile.cl/
Pero, además, “cuando se elimina la cobertura vegetal nativa llegan las plantas exóticas”, dice el experto, y lo que han descubierto los científicos es que cuando ello ocurre las abejas también sufren.
Henríquez-Piskulich investigó cómo la flora exótica altera la composición de las especies de abejas nativas en zonas de altura, específicamente en Los Andes. Sus hallazgos dan cuenta de que donde hay mayor abundancia de flora introducida, la proporción de abejas pequeñas es mayor y la proporción de abejas más grandes es menor. La implicancia de esto tiene que ver con que el tamaño corporal está asociado a la distancia de forrajeo, señala la experta. “Las abejas pequeñas tienen un límite acotado hasta donde pueden volar de acuerdo al sitio donde nidifican. Entonces, puede ser que esta mayor cantidad de abejas pequeñas se encuentre en donde hay mayor abundancia de flora introducida porque no son capaces de ir más lejos en busca de otros recursos”, explica. Como consecuencia, esto puede afectar el servicio de polinización que estos insectos proveen y, por lo tanto, afectar la reproducción de ciertas plantas.
Abejas con problemas cognitivos
Los fertilizantes y pesticidas también tienen efectos dañinos en las abejas. “Se ha demostrado que los herbicidas son muy dañinos para el ecosistema, que contaminan el suelo lo que daña directamente la progenie (descendencia familiar) de la abeja”, dice Villagra.
Según explica el entomólogo, “en los últimos años se ha descubierto algo muy preocupante que es que ciertos pesticidas, como el glifosato, pueden perturbar la microbiota del tracto digestivo de abejas lo que repercute en el aumento de su mortalidad”. Además, también se descubrió hace algunos años atrás que existen ciertas especies de abejas nativas que necesitan de microorganismos que están en la tierra para producir su metamorfosis, asegura el científico. El proceso ocurre así: la abeja lleva a su nido una bolita de polen que luego será colonizada por bacterias y microorganismos. Luego, la larva se come el polen, incluyendo ese paquete microbiológico, lo que le permite completar su metamorfosis. “Entonces cuando existe contaminación por pesticidas que tienen un rol fungicida, podría ser altamente perjudicial”, dice Villagra, ya que se estarían eliminando los organismos que ayudan a la metamorfosis.
Foto: Hugo Monzon -abejasnativaschile.cl/
Pero, además, según explica el científico, los impactos que estos productos tienen en los insectos no tienen que ver necesariamente con la muerte de los mismos, sino con daños genéticos que pueden incluso heredarse. “Se alteran procesos de desarrollo, cognitivos e incluso fisiológicos que en su conjunto lo que hacen es reducir la viabilidad del insecto”, explica Villagra. Así, por ejemplo, “si un insecto necesita volver a su nido, pero está alterado en su neurobiología lo que ocurre es que se va a perder. No va a poder volver a su casa y se va a morir de hambre”, dice el experto.
Un problema agregado es que ese tipo de daño muchas veces no es considerado a la hora de evaluar si el producto impacta la biodiversidad. Según el entomólogo, las pruebas de calidad consisten en aplicar dosis subletales: “meten al bicho en una caja, lo asperjan con el pesticida y si no se murió entonces el producto está bien”, pero los impactos cognitivos producidos no son registrados, dice.
Además de los fertilizantes y pesticidas, la agricultura industrializada también utiliza insectos manejados o exóticos para polinizar y para controlar plagas. Es el caso del Bombus ruderatus y Bombus terrestris, dos abejorros exóticos que son importados a Chile a pesar de que la ciencia ya ha demostrado que están provocando daños en las abejas nativas como en el abejorro colorado (Bombus dahlbomii), que se encuentra En Peligro según la Unión Internacional para Conservación de la Naturaleza.
“El B. terrestris ha producido la declinación de hasta un 99,4% de la abundancia relativa del abejorro nativo B. dahlbomii, y de cerca de un 40% de la abeja melífera asilvestrada”, señala una investigación publicada en 2018 en la revista científica Gayana. Además, el artículo precisa que “durante el forrajeo B. terrestris daña muchas especies de plantas tanto silvestres como de cultivos, disminuyendo además la cantidad de néctar disponible para otras abejas, insectos y aves nectarívoras que podrían actuar como agentes polinizadores”.
Mongabay Latam envió preguntas al Ministerio de Agricultura para saber por qué se siguen importando estos insectos a pesar de que la ciencia ya ha demostrado sus impactos negativos. Sin embargo, hasta la publicación de esta historia el Ministerio no entregó respuesta.
Agroecología: un camino hacia la solución
Aunque todavía no hay estudios que hayan demostrado que todos estos impactos están disminuyendo la producción de alimentos, sí los hay sobre la efectividad polinizadora. Por lo mismo, “uno sí puede hipotetizar que si desaparecen los polinizadores, voy a tener menor productividad”, dice Henríquez-Piskulich.
Para solucionar este problema, científicos señalan la necesidad de avanzar hacia un modelo agroecológico que comprende tres etapas: la primera es potenciar la eficiencia del ecosistema utilizando menos insumos agrícolas como pesticidas o fertilizantes. La segunda es sustituir aquellos productos por otros que pueden ser utilizados en agricultura ecológica y por último es necesario evitar los monocultivos integrando diferentes productos en un mismo espacio.
Es necesario “combinar áreas de cultivo con áreas nativas. No hacer grandes extensiones de plantaciones, sino que tener parches mezclados con hábitat nativos”, dice Henríquez-Piskulich. Al respecto, Villagra cuenta que han realizado muestreos en zonas de Parral y el Maule “y es muy sorprendente ver que donde hay zonas donde los agricultores han dejado bosquecito, la cantidad de densidad de insectos beneficiosos como las abejas nativas es mucho mayor. Es increíble la diferencia que hay”, dice.
Ese es el caso también de Alejandro Donoso, un agricultor que tiene una empresa familiar llamada @lapitru_ en un campo de 35 hectáreas ubicado en la comuna de Maipú, en los límites de la capital, Santiago. Allí, siembra tomates, berenjenas, pimientos, ají, papas, zapallos, pepinos, sandias y melones, entre otras hortalizas. En total son unos 20 artículos que van rotando en el área donde lo primero que hizo, dice, fue “arrancar de los plaguicidas”.
El sistema de producción de la familia de Donoso se sustenta en el principio de que sea la propia tierra la que permita lograr cultivos sanos y un negocio próspero. Para lograrlo son diversas y complementarias las estrategias que utiliza, pero una de ellas son los corredores biológicos, líneas de árboles nativos y frutales de diferentes alturas que atraviesan el campo y se cruzan entre ellos formando caminos por donde transitan aves, insectos y otros animales. “También tenemos bandas florales que vamos metiendo dentro de los cultivos”, dice Donoso, y prestan a su vez diversas utilidades. “Por ejemplo tenemos unas bandas florales que nos permiten frenar el viento y a la vez hacer controles de monitoreo para el vuelo de la arañita (una de las enfermedades más comunes en las hortalizas)”, cuenta el agricultor. Con el tiempo, todas esas estrategias no solo le han traído buenos resultados económicos y productivos sino que han permitido restaurar el ecosistema y atraer distintas especies de abejas nativas.
“No estamos diciendo que se tiene que acabar la agroindustria, sino que estas medidas se tienen que tomar como un buffer (o amortiguamiento) para que todos los efectos que se saben son dañinos para la biodiversidad y para la salud humana puedan ser disminuidos”, dice Villagra.
Imagen superior: Foto: Hugo Monzon – abejasnativaschile.cl
Entre el primero de abril y el 31 de julio es el tiempo de reproducción de este crustáceo categorizado como especie ‘En Peligro’ por la UICN.
Cada año, en los primeros días de abril, miles y miles de pequeños cangrejos negros (Gecarcinus ruricola) comienzan a salir de sus madrigueras y a formar largos y congestionados caminos rumbo al mar. Una migración que comienza en la hojarasca del bosque seco y termina en las playas, hasta finales de julio.
Gracias a esta travesía, cada vez disminuida en el número de viajeras, las hembras de cangrejo negro pueden desovar es decir, dejar sus huevos en el agua marina. Luego, en pocas semanas, los pequeños crustáceos aparecen, emergen y retornan a tierra.
Este es un tiempo clave para la supervivencia de la especie porque es aquí cuando se regenera y garantiza la supervivencia de la especie.
CARACTERÍSTICAS DEL CANGREJO NEGRO
Foto: Rudy M Pérez/I.Humboldt
Este crustáceo tiene hábitos nocturnos.
Su color es negro con manchas amarillas o violáceas.
Una sola hembra logra puede alcanzar los 70 mil huevos en el desove, pero no todos sobreviven.
No es único de Colombia, también habita países del Caribe como Cuba o México.
Está clasificado en la Lista Roja de especies amenazadas de la UUICN.
Cuatro meses para su protección
El cangrejo negro a lo largo de los años se ha convertido en base de la gastronomía y economía isleña, hasta ser considerado como «parte de la identidad raizal y símbolo cultural del patrimonio tradicional. A partir de este animal se elaboran 22 platos típicos entre estos la famosa ‘sopa de cangrejo’ o las ‘muelitas de cangrejo’ platos característicos de la zona insular. Actualmente son 160 las familias de Providencia y Santa Catalina que dependen exclusivamente de la comercialización del crustáceo en ese territorio.
Sin embargo, la especie se encuentra amenazada a nivel global y está categorizada como ‘en Peligro’, según los estándares de la Unión Internacional de la Naturaleza (UICN).
Funcionarios de Coralina vigilarán las vías de Providencia con el fin de controlar el tráfico y evitar que loas cangrejos sean afectados por carros y motos. Foto: Coralina
Para protegerlo durante este periodo: abril, mayo, junio y julio, la mencionada autoridad ambiental declaró la veda, según Resolución 11156 de 1993 y 1132 de 2006.
En estos cuatro meses los isleños no podrán hacer uso de este recurso en cuanto a caza, extracción, consumo y almacenaje, por lo que la entidad pide a la comunidad respetar el tiempo de veda y así permitir que la especie cumpla con su ciclo vital.
¿Qué pide Coralina a raizales y viajeros?
Evitar el almacenaje, consumo y transporte de cangrejo negro entre islas, ya que puede causar un proceso sancionatorio.
No utilizar las vías de migración entre 6pm y 6am. Habrá retenes en la medida de la migración.
Dar paso a las hembras que pasan en calles y caminos improvisados hacia mar para desovar en el agua.
Tener cuidado de no hacer daño a los cangrejos bebés que regresan al bosque.
Evitar quemas o destrucción del bosque, su hogar.
No capturar a las hembras con huevos o cangrejos pequeños antes de que se reproduzcan.
No ofrecer y solicitar este animal en restaurantes durante el período de prohibición.
Informar a las autoridades ambientales sobre comercio de cangrejo negro en el período de veda.
No arrojar desechos al mar y mantener las playas limpias.
Efectos del Huracán Iota
En reciente publicación del Instituto Humboldt se indica que, desde hace varios años se realizan monitoreos de la especie en 81 puntos de Providencia y Santa Catalina. “Debido al huracán Iota, no tenemos acceso a algunas zonas. Sin embargo, hemos ido a varios puntos claves en el suroeste donde evidenciamos la presencia del cangrejo”.
Así lo relata Sheily Orozco Archbold, ecóloga vinculada al Instituto Humboldt quien también considera que el huracán Iota, que afectó gravemente al archipiélago y en especial a la isla de Providencia, en diciembre pasado, impactó considerablemente el hábitat del cangrejo, es decir el bosque seco, pero considera que su población no se vio tan afectada.
“A esta especie le gusta estar entre los troncos de los árboles caídos y raíces. La problemática en la isla es la presión de captura por parte de la población. Además, la migración de los juveniles no se ve cada año, y últimamente se registra en cantidades bajas”. Con la veda se aplican medidas de control, pero no son suficientes. La mayor parte de la producción, es decir la carne y muelas, es llevada a San Andrés para su comercialización. Por temporada se alcanzan a sacar hasta un millón de cangrejos, de los más de tres millones que llegan en la migración”.
Sara Sophia Lotero Aguilar, de 13 años y Samuel Velásquez Fajardo, de 14, ganaron el concurso Sabiduría Salvaje 2020 que organiza WWF.
Sara Sophia cursa séptimo grado en el colegio San Juan Bosco de Belén, en Medellín (Antioquia), y Samuel es estudiante de octavo grado de la institución educativa Real Campestre School, ubicada en Florencia (Caquetá).
Los dos compitieron a través de varias rondas virtuales con cerca de 7 mil estudiantes provenientes de 122 colegios, de 71 municipios colombianos.
Sara Sophia Lotero, ganadora.
Samuel Velásquez, ganador.
Durante la final realizada el 30 de noviembre, Samuel y Sara salieron victoriosos luego de enfrentarse a cuatro semifinalistas en una serie de 15 preguntas sobre biodiversidad y áreas protegidas.
Sus contendores fueron Luna Isabel Ramos Escobar de La Cumbre (Valle del Cauca), Lina Marcela Moreno Marín de Ibagué (Tolima), Santiago Pérez Ospina de Cartagena (Bolívar), y Sara Cardona López de Bogotá.
Competencia internacional
“El concurso se enfocó en áreas protegidas con el objetivo de que los jóvenes se apropien cada vez más de estos territorios, fundamentales para la biodiversidad nacional, el bienestar humano y la naturaleza”, informó WWF.
Ahora los jóvenes ganadores representarán a Colombia en el Wild Wisdom Quiz, la competencia internacional de WWF que mide los conocimientos de los jóvenes en biodiversidad a nivel global, que se realizará el próximo 15 de diciembre con participación de estudiantes de India, Nepal, y Hong Kong.
El año pasado, Colombia realizó por primera vez esta competencia y sus dos ganadores, Esteban Álvarez, de Medellín y Jorge Arteta, de Barranquilla, ganaron a nivel mundial. El país es el primero y único del continente americano en participar de esta competencia que nació en la India hace doce años.
Rumbo a un área protegida
Como premio, Samuel y Sara Sophia visitarán junto a sus profesores, un área protegida de Colombia en 2021. Adicionalmente, todos los colegios inscritos tendrán acceso al curso ambiental en línea Juntos es Posible, creado por WWF y que explica las principales problemáticas ambientales que afectan al mundo.
Los seis semifinalistas y sus profesores serán reconocidos con kits de eco-regalos de WWF y con una sesión online para aprender a observar y fotografiar la naturaleza.
Hace parte de este evento la iniciativa GEF-SINAP que tiene como objetivo el fortalecimiento de las herramientas de planificación del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SINAP).
La competencia mide el conocimiento de niños y jóvenes de sexto a noveno grado de bachillerato. Este 13 de noviembre cierran inscripciones.
Colombia es el primer y único país del continente americano en participar en la competencia juvenil de conocimientos sobre biodiversidad y ambiente, Sabiduría Salvaje.
Fue creada en la India hace 12 años y es una estrategia que motiva a los niños y jóvenes a conocer más sobre las áreas protegidas y la diversidad biológica.
Debido a la pandemia, este año el concurso se realizará de manera virtual a través de rondas de preguntas para definir ganadores por colegio, región y país. Los dos finalistas de Colombia se enfrentarán con sus pares internacionales en diciembre, informó WWF organizadora del evento.
En esta versión, las preguntas estarán orientadas a reconocer el patrimonio natural de las áreas protegidas en sus diferentes categorías. Las inscripciones para colegios cierran este 13 de noviembre (escribiendo a sabiduriasalvaje@wwf.org.co), al tiempo que los estudiantes podrán prepararse accediendo a www.wwf.org.co
En la versión 2019 dos jóvenes colombianos, Esteban Álvarez de Medellín y Jorge Arteta de Barranquilla, resultaron ganadores a nivel mundial.
Jorge Arteta de Barranquilla y Esteban Álvarez de Medellín son los ganadores a nivel mundial del Wild Wisdom Quiz 2019
El premio para los dos ganadores nacionales es un viaje, junto con sus profesores, a un área protegida de Colombia en 2021. Adicionalmente todos los colegios inscritos tendrán acceso al curso ambiental en línea Juntos es Posiblecreado por WWF, sobre las principales problemáticas ambientales que afectan al mundo y cómo es posible aportar al cambio.
Los seis semifinalistas y sus profesores serán reconocidos con kits de eco-regalos de WWF y con una sesión online para aprender a observar la naturaleza y a fotografiarla.
El área protegida Uramba Bahía Málaga cumple diez años de haber sido creada.
El parque tiene 50.537 hectáreas ubicadas en la porción media de la Costa Pacífica Colombiana, jurisdicción del Distrito Especial de Buenaventura (Valle del, Cauca).
Allí, han sido reportadas 1.396 especies en 9 grupos de animales y plantas. Es un escenario clave para la reproducción y crianza de la ballena jorobada, la conservación de aves marinas y playeras, tortugas marinas, crustáceos, peces estuarinos y marinos.
Foto: PNN Uramba Bahía Málaga
«El Parque Natural contiene parte de la riqueza natural del Pacífico Colombiano, que se complementa con su inmensa diversidad cultural, debido a la presencia de comunidades negras y pueblos indígenas en la zona, que han alcanzado un importante grado de organización social en su relación ancestral con el territorio y cuyas prácticas culturales contribuyen sustancialmente a la conservación de sus ecosistemas», explica Parques Nacionales.
Después de 10 años de haber sido creada el área protegida sigue siendo administrada a través de los consejos comunitarios y Parques Nacionales, el fin es aplicar el conocimiento tradicional en procesos de conservación de la biodiversidad y manejo del territorio.
Una forma distinta de enseñar a niños y jóvenes sobre especies nativas es a través de enormes pinturas en espacios abiertos.
Así ha plasmado tanta vida, el artista huilense Fherr Murcia, al crear 155 murales sobre aves, mamíferos, anfibios, reptiles y plantas nativas, en escuelas rurales de los parques naturales regionales y otras áreas protegidas del departamento del Huila.
Es una galería al aire libre que suma al proceso de educación ambiental hacia niños y jóvenes que visitan las áreas de conservación. Una forma distinta de afianzar el conocimiento sobre las especies endémicas (únicas de este lugar) que busca comprender mejor la relación de la gente con la naturaleza.
Águila Real de Montaña
Cada una de las especies ilustradas, corresponde a fotografías tomadas en distintos lugares de los parques naturales regionales como el Corredor Biológico Guácharos-Puracé, El Dorado y el Distrito Regional de Manejo Integrado Serranía de Peñas Blancas. También, a fotografías tomadas por cámaras trampa instaladas en sitios clave de los parques naturales, que revisan las Redes de monitoreo comunitario.
En la finca Marengo, sede sur de la Corporación Autónoma del Alto Magdalena (CAM), ubicada en el municipio de Pitalito, son 18 las figuras destacadas de especies de fauna y flora nativa. Se destacan, el oso de anteojos, la danta, el puma, las mariposas monarca, el roble negro, el cachingo o la zamia huilensis. Todas están integradas al Mural de la biodiversidad, tal y como lo relata, Carlos Andres González, director de la Territorial Sur de la CAM, entidad a cargo del proyecto.
Zarigüeya, mamífero dispersor de semillas.
Danta de montaña.
Con todos estos aportes gráficos, Murcia ha creado 155 murales en todo el sistema regional de áreas protegidas.
Treinta de estos en el Parque Natural Regional Corredor Biológico Guácharos-Puracé; el mismo número en el Distrito Regional de Manejo Integrado Cerro Banderas-Ojo Blanco; ocho en el Parque Natural Regional Páramo Miraflores; cuatro en el Distrito Regional de Manejo Integrado La Tatacoa; 10 en Parque Natural Regional El Dorado; 14 en el Distrito Regional de Manejo Integrado Peñas Blancas; 10 en el Parque Natural Regional Páramo de Las Oseras; 15 en el Parque Natural Regional Siberia Ceibas y 34 en la Serranía de las Minas.
El material fotográfico para este proceso educativo, fue aportado por organizaciones ambientales como Mashiramo y Serankwa, así como la Alcaldía de Pitalito y algunos funcionarios de la CAM.
Puma concolor, especie amenazada, la de mayor tamaño en el departamento.
Oso de anteojos, una especie que la comunidad se ha dedicado a proteger.
Tángara, ave presente en los bosques de robledales.
Rana de cristal
Sendero ambiental del Macizo Colombiano
Mural en la finca Marengo de la CAM.
¿Quieres conocer más sobre el trabajo de conservación de la comunidad en el sur del Huila?
Investigadores descubrieron que en las plantaciones de palma la diversidad de mamíferos era mucho menor que en la sabana cercana. Tras la promesa del gobierno de aumentar drásticamente sus tierras de cultivo, los científicos temen que las sabanas y humedales puedan estar en peligro.
Megan Stannard /Mongabay Latam – Traducción: María Ángeles Salazar
A medida que las plantaciones de palma aceitera se expanden en el mundo, arrasando con franjas de selva tropical a su paso, los temores por el efecto que puedan tener en el medio ambiente también han aumentado. En las plantaciones de Colombia, un nuevo estudio ha descubierto otra forma en que están alterando la biodiversidad global: el impacto en la diversidad de mamíferos.
“Algunas especies viven muy bien” en las plantaciones de palma aceitera, dice Lain Pardo, uno de los autores del estudio publicado en la revista PLOS ONE. Entre esas especies se encuentran el zorro cangrejero (Cerdocyon thous), el yaguarundí (Herpailurus yagouaroundi) y el hormiguero gigante (Myrmecophaga tridactyla).
“Nuestros resultados sugieren que incluso dentro del grupo de mamíferos terrestres hay mucha variabilidad”, dice el investigador Lain e. Pardo.
Especies relativamente comunes, sobre todo depredadores pequeños y medianos, seguramente se alimenten de roedores y otras plagas agrícolas que abundan en las plantaciones de palma aceitera. Para los hormigueros gigantes, la fuente principal de alimento también se encuentra en los habitantes de las plantaciones. Sin embargo, otros mamíferos como, por ejemplo, grandes roedores como el agutí (Dasyprocta fuliginosa), la rata espinosa (Proechimys spp.) y la paca (Cuniculus paca) tienen problemas para encontrar comida y refugio en el monocultivo. Los científicos descubrieron que estas especies se encuentran pocas veces, o nunca, en las plantaciones. Incluso las que aparecían allí habitualmente lo hacían para alimentarse y volvían al bosque a dormir.
Imágenes de cámara trampa de un zorro, a la izquierda, y dos hormigueros gigantes captados durante el estudio. Imagen cortesía de Lain Pardo.
Los investigadores llevaron a cabo el estudio en plantaciones de palma aceitera que anteriormente habían sido pastos en la región de los Llanos Orientales de Colombia, lo cual significa que especies sensibles como el tapir (Tapirus spp.) y el armadillo gigante (Priodontes maximus), ambas clasificadas como vulnerables por la UICN, habían dejado de estar allí hace tiempo.
La pérdida de mamíferos tan grandes puede haber hecho que la riqueza de especies entre las plantaciones y los fragmentos de bosque que quedan sea menos pronunciada de lo que habría sido en un área previamente intacta, según el estudio. Los científicos solo detectaron pumas (Puma concolor), tayras (Nasua nasua) y pecaríes de collar (Pecari tajacu) —todas especies importantes ecológicamente— en áreas de palma aceitera que limitaban con sabana menos alterada y con los corredores biológicos Meta-Casanare y Alto Río Meta.
Los resultados del estudio están respaldados por un artículo de 2007 de investigadores de la Sociedad Zoológica de Londres que se centró en la abundancia de especies de mamíferos en el sureste asiático. Los investigadores descubrieron que solo cuatro mamíferos —un escaso 10 por ciento de las especies conocidas en ese entorno— utilizaban las plantaciones de palma aceitera. Como en el estudio de Colombia, ninguna de las especies que se encontraron en la plantación era una especie prioritaria para la conservación.
Ambos estudios llegaron a conclusiones parecidas.
“Estos resultados muestran que la expansión para aceite de palma a gran escala tiene graves impactos en los mamíferos autóctonos”, dijo William Laurance, coautor del estudio de Colombia y profesor de la Universidad de James Cook en Australia.
También reconoció que mantener corredores adyacentes de bosque y permitir que haya sotobosque en las plantaciones podría aumentar la diversidad de especies de forma sustancial.
Plantación de palma aceitera con sotobosque (a la izquierda) y sin este. Imagen cortesía de Lain Pardo.
“Queremos evitar a todo coste las plantaciones ‘estériles’ que no tengan nada más que árboles de palma aceitera”, dijo Laurance. “Eso es poco más que un desierto biológico”.
Los investigadores eligieron estudiar a los mamíferos debido a su sensibilidad a la calidad del ecosistema y porque son un indicador excelente de la biodiversidad general.
“La vegetación dentro de las plantaciones ayuda a crear ambientes más complejos y promover la presencia de otras especies como arañas, mariposas, crustáceos e incluso otros vertebrados (serpientes, aves), lo cual atrae a otros mamíferos”, dijo Pardo.
Los investigadores también escriben que el ganado libre afecta de forma negativa a la biodiversidad dentro de las plantaciones, algo que sugiere que es importante que haya mejor gestión del ganado y recintos apropiados.
Una anaconda (Eunectes spp.) muerta después de eliminar la vegetación de sotobosque en una plantación de palma aceitera. Imagen cortesía de Lain Pardo.
El aceite de palma ha sido un cultivo principal en la zona oeste de África desde hace 5000 años, pero cuando los comerciantes europeos lo introdujeron en el sureste asiático a principios del siglo XIX, les pareció que el clima húmedo era tan adecuado que, hoy en día, Indonesia y Malasia producen el 85 por ciento del aceite de palma de todo el mundo.
En la actualidad América del Sur solo produce el 6 por ciento del aceite de palma comerciado en el mundo.
El gobierno colombiano ha prometido expandir los territorios que se dedican a plantaciones y otros cultivos comerciales hasta los 7 millones de hectáreas para 2020, un área de casi del tamaño de Irlanda.La cifra es casi 14 veces más alta que las 516 000 hectáreas que Colombia destinó al aceite de palma en 2017, y en ese momento la extensión se había triplicado de las 157 000 hectáreas que se destinaban al cultivo de palma aceitera en el 2000.
Pardo advierte que las sabanas y humedales de Colombia podrían ser los más afectados por esta expansión. Dijo que la sabana “podría estar bajo una gran presión” de la agricultura, en parte por el aceite de palma, y las compañías petroleras. Puede que no se trate de la deforestación que se suele asociar al aceite de palma, pero podría tener los mismos efectos devastadores.
A pesar del impacto ambiental del aceite de palma, el producto se utiliza tanto que, según WWF, está presente en casi el 50 por ciento de los productos que encontramos en el supermercado.
En todo el mundo, las plantaciones de palma aceitera cubren un total de 27 millones de hectáreas, un área algo más grande que Nueva Zelanda.
Vista aérea de una plantación monocultivo de palma aceitera en Colombia. Imagen cortesía de Lain Pardo.
En 2018, la UICN concluyó que el aceite de palma había “llegado para quedarse”, pero hay formas, como indica este estudio, de reducir sus efectos negativos.
Desde hace varios días circula en Internet una no usual convocatoria pública que busca proveer el cargo de director general del Instituto Alexander von Humboldt.
El fin es hallar el reemplazo de la saliente directora Brigitte Baptiste, quien renunció en agosto pasado para asumir la rectoría de la Universidad EAN.
Actualmente se desempeña como director encargado, el biólogo javeriano Hernando García Martínez, subdirector de Investigaciones de esa entidad. García dirige la institución por segunda vez, luego de que en 2017 reemplazara a Baptiste tras su retiro temporal, por seis meses.
En el aviso, la Junta Directiva de esa institución expresa su interés por recibir hojas de vida de profesionales. Dicha Junta está integrada por delegados de las universidades Nacional de Colombia, Javeriana y de Antioquia; Colciencias, Presidencia de la República, Conif, Ministerio de Ambiente, Fundación Pro-Sierra Nevada de Santa Marta y Corpoamazonia.
Para ser director de la entidad que genera el conocimiento sobre la biodiversidad colombiana y decide sobre la misma y además es uno de los cinco institutos de investigación científica asesores del Ministerio de Ambiente, exigen: un título profesional universitario, título de maestría o doctorado homologable con cinco años de experiencia profesional en el sector ambiental, seis años adicionales de experiencia en áreas relacionadas con el objeto del Instituto, de los cuales al menos tres deberán corresponder a experiencia administrativa en cargos directivos y tener tarjeta profesional en los casos reglamentados por la ley.
El Humboldt anuncia que recibirá las hojas de vida hasta el 5 de febrero de 2020, luego, el 18 de ese mes publicará la lista de aceptados y convocará a entrevistas entre el 9 al 13 de marzo de 2020.
Un estudio en el río Apaporis halló 1.149 plantas, 77 anfibios y reptiles, 41 murciélagos, 101 peces, 249 mariposas, 273 aves, 134 hormigas, 250 arácnidos y 38 mamíferos.
Investigadores del Instituto SINCHI se internaron en lo más profundo de la selva amazónica de Colombia en la expedición BioApaporis 2018, y luego, en colaboración con expertos de diferentes instituciones nacionales e internacionales, documentaron 8114 registros biológicos e identificaron 2335 especies de flora y fauna, de las cuales 36 son posibles nuevas especies para la ciencia, 228 son registros nuevos para el país, 18 se encuentran en alguna categoría de amenaza y 62 son especies endémicas de Colombia.La travesía se dio en la cuenca media y alta del río Apaporis, en la zona comprendida entre Dos Ríos (confluencia de los ríos Ajaju y Tunia), también conocida como Cerro de la Campana o Cerro Azul; y el sector de Jirijirimo y río Cananarí (departamento de Vaupés), bordeando los límites de los departamentos de Guaviare, Caquetá y Amazonas.
Río Apaporis en la Amazonía colombiana. Foto: Instituto SINCHI.
En la expedición también participaron como coinvestigadores habitantes de las comunidades indígenas de la zona, quienes con su conocimiento del territorio ayudaron para que los expertos trabajaran en zonas de difícil acceso y con características particulares —como sabanas naturales de arenas blancas, afloramientos rocosos y tepuyes enclavados en la Amazonía— a los que hubiera sido prácticamente imposible acceder sin su ayuda.
Detrás de esta expedición científica se encuentran cientos de dificultades y hazañas que los investigadores deben sortear pero que, finalmente, quedan olvidadas con la satisfacción que trae el ampliar el conocimiento sobre una especie o descubrir un animal o una planta que hasta el momento eran desconocidos por la ciencia.
El solo hecho de empezar el viaje por el río Apaporis ya era un desafío. “El río tiene muchos chorros o cascadas. Eso hace que su navegabilidad para grandes tramos sea muy limitada. De hecho tuvimos que sacar muchas veces nuestro equipaje, el mercado, los materiales y echarnos las embarcaciones al hombro hasta encontrar el lugar donde pudiéramos continuar con la navegación”, cuenta Dairon Cárdenas, coordinador científico de la expedición y líder de la parte botánica.
Bromelia(Brocchinia sp). Especie nueva para la ciencia. Foto: Instituto SINCHI.
Maracuyá silvestre (Passiflora spinosa). Foto: Instituto SINCHI.
El reto era enorme pero había mucha expectativa. Los únicos registros de flora que existían de la parte alta del río Apaporis eran de mediados de 1940, cuando Richard Evans Shcultes, biólogo estadounidense enviado por el gobierno norteamericano en búsqueda de árboles de caucho, recorrió esa zona durante varios años.
El científico extranjero hizo sus primeros registros en el cerro de la Campana, donde marcó miles de árboles de caucho que, más de 70 años después, fueron observados por los científicos de Bio Apaporis.
Cárdenas y quienes trabajaron en la parte botánica encontraron 1149 especies de flora, entre las que hay 10 especies nuevas para la ciencia, 226 nuevos registros para Colombia, 51 especies endémicas y 9 amenazadas. Además de esto, durante la expedición, el investigador colectó su ejemplar 50 000, correspondiente a una especie de zamia (Zamia jirijirimensis) descubierta por el estadounidense Schultes en el siglo pasado y que se encuentra en amenaza.
“Un día me tomé la tarea de caminar mucho y buscarla, ‘si él estuvo aquí y por acá la colectó, por acá tiene que estar’. A las 2 de la tarde, ya muy agotados, encontré un ejemplar de la especie. Tomé fotografías, empecé a describirlo y luego busqué individuos que tuvieran flora o fruto”, recuerda.
Investigadores de la expedición Bio Apaporis. Foto: Instituto SINCHI.
Llevaba consigo muchas otras especies pero esta zamia era especial y quería que su registro 50 000 fuera icónico. Además es el único botánico colombiano en tener este récord en trabajo de campo en la Amazonía. El científico que le sigue se aproxima a los 23 000 registros y Cárdenas duda que lo alcance pues, dice entre risas, tienen casi la misma edad. “Todo ha sido producto de estar en una profesión que uno escogió por vocación y tener la fortuna de trabajar en la Amazonía, donde puedes hacer tu ejercicio como botánico de colectar por todas partes”.
Un trabajo para madrugadores
“Llegar a Cerro Campana fue lo más difícil, la única manera posible era en helicóptero. Pero ahí no acabó el desafío: en ese sitio no hay población. Primero tocó buscar agua, pero para ir a cualquier lugar había que abrir trochas en medio de un terreno pedregoso y con muchos huecos. Nos alimentamos de muchas nueces y de raciones de campaña (como las utilizadas por los militares)”, le comenta el ornitólogo Esteban Carrillo a Mongabay Latam.
Recuerda que a este cerro no pudieron llevar a las personas de las comunidades que les ayudaban a hacer el muestreo y no había guías conocedores. “Éramos nosotros solos en un sitio donde nunca llega nadie. Ahí estuvimos una semana”, dice.
El investigador también cuenta que para acceder a los tepuyes de Cerro Morroco tuvieron que hacerlo desde abajo, subiendo por las escaleras que los indígenas, que les servían de guías y ayudantes de campo, iban haciendo con los palos que encontraban en el camino. “Eran unos escarpes rocosos imposibles de escalar de otra forma”.
Galbula leucogastra. Foto: Instituto SINCHI.
Hirundinea ferruginea. Foto: Instituto SINCHI.
Una vez superados estos obstáculos, lo que Carrillo encontró lo sorprendió. “Registramos una especie endémica, el colibrí de Chiribiquete que sólo había sido registrado en tepuyes más al sur y al oriente. Lo encontramos en Cerro Campana pero también puede estar asociado a Cerro Morroco y eso implica una ampliación de su distribución”, dice.
También encontraron un par de especies donde al menos la mitad de su distribución está exclusivamente en Colombia, en sectores muy cercanos al área del escudo guayanés. Hallaron cerca de 15 especies bajo algún grado de amenaza de extinción, muchas de ellas importantes para la alimentación de las comunidades locales.
A partir de las observaciones, que empezaban desde las 5 de la mañana, Carrillo dice que pudieron registrar 25 especies que no habían sido documentadas en el área y varias de ellas son nuevos registros para el departamento de Vaupés. También encontraron una especie de tucán que no había sido registrada en Colombia desde hace mucho tiempo. “Se le veía en Venezuela y podría ser casi como una especie nueva para el país”, afirma.
El ornitólogo dice que el éxito que tuvo en el registro de aves se debió en gran medida a que Miguel Portura, un hombre de orígen tucano (indígena) muy reconocido como guía en el departamento de Vaupés, fue su coinvestigador y lo acompañó en la expedición. También contó con la ayuda de un indígena auxiliar de campo que estaba muy interesado en las aves.
Biólogos registran los datos de las especies colectadas durante el día. Foto: Instituto SINCHI.
La mayoría de pájaros se liberaban luego de atraparlos y en algunos casos, cuando la especie era rara, implicaba una ampliación de su distribución o podía tener efectos sobre procesos de conservación, era colectada. También se hicieron grabaciones que luego eran comparadas con colecciones de campo para poder identificar la especie.
Miles de ojos brillando en la noche
Al igual que Dairon Cárdenas, la bióloga y experta en reptiles y anfibios, Laurinet Gutiérrez, recuerda las investigaciones del estadounidense Richard Evans Schultes, pero también menciona a Isidoro Cabrera, un hombre que acompañó al científico y colectó algunos ejemplares de anfibios y reptiles que están depositados en el Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional. Después, en la década del 50, llegó un herpetólogo letón, Federico Medem, que estudió cocodrilos y encontró una subespecie (Caiman crocodilus apaporiensis) y lo más reciente en herpetofauna fue un estudio donde participó el profesor John Lynch del Instituto de Ciencias Naturales en 2009 y que sirvió como base para la declaratoria del Parque Nacional Yaigojé-Apaporis.
Laurinet Gutiérrez sabía que en la expedición Bio Apaporis se encontraría con muchos anfibios y reptiles debido al buen estado de conservación del lugar. Sin embargo, los primeros días se sorprendió porque durante algunos de sus muestreos, que generalmente se hacen de noche, fue difícil localizarlos a pesar del inconfundible brillo de sus ojos.
Poco a poco eso fue cambiando, e incluso, se encontró con un género de anfibio que no se había reportado para el país. “Cuando encontramos el primer ejemplar nos preguntamos qué era, pero dos noches después llegamos a ‘la casa’ donde había muchísimos más. Eso fue bastante emocionante porque pensábamos que era algo muy escaso y por eso nunca antes lo habíamos encontrado, a pesar de haber hecho algunos muestreos en el departamento de Vaupés”, recuerda.
Pristimantis sp. Especie nueva para la ciencia. Foto: Instituto SINCHI.
Phyllomedusa vaillanti. Foto: Instituto SINCHI.
Lo más increíble es que son diminutas pues miden solo 1 cm en su estado adulto. “Pertenece al género Pseudomantis. Ya hicimos el proceso de transparentarlos para verles los huesos y les hemos tomado medidas. De ese género solo se conocen cuatro especies y son típicas de los tepuyes. Esta es la primera para Colombia y esperamos publicar sobre la especie aproximadamente en un año”, asegura.
Además de la rana diminuta, también encontraron otra nueva para la ciencia del género Pristimantis. Ambos anfibios se hallaron en Cerro Morroco.
Por otra parte, Gutiérrez también destaca la ayuda de los indígenas. “Ellos conocen su territorio y los animales que los rodean. Nos indican dónde debemos ir a muestrear. Además, tienen un ojo impresionante y colectan más que uno. Sin ellos no hubiéramos registrado tanta información como la que tenemos actualmente”.
Mariposas y murciélagos
Encontrar mariposas en un ecosistema siempre será una buena noticia. Estos insectos son bioindicadores y, en este caso, su presencia demostró que los bosques de Apaporis están muy bien conservados y poco alterados.
Caeruleuptychia sinchi. Especie nueva para la ciencia. Foto: Instituto SINCHI.
“Colectamos cerca de 600 registros, en los cuales identificamos 249 especies para la región. De esas, 9 son endémicas, 2 son nuevos registros para el país y dos están en proceso de descripción por ser nuevas para la ciencia, adicional a otras cuatro que probablemente también lo son pero que no es posible describir debido al poco número de ejemplares que se tiene”, asegura el biólogo Efraín Henao y quien lideró la búsqueda de estos insectos en la expedición.
Una de las nuevas mariposas encontradas (Caeruleuptychia sinchi) y cuyo artículo científico está próximo a salir está dedicada al Instituto SINCHI “por todo lo que me permitieron trabajar con mariposas amazónicas. La otra especie nueva era muy similar a otras mariposas y por eso nadie la había detectado”, dice Henao.
El experto asegura que durante su paso por Bio Apaporis 2018 le quedó grabada en la mente la imagen de una danta que apareció al revisar las cámaras trampa instaladas. Este mamífero apareció cerca de un lugar donde se encontraron muchas mariposas.
“Lo que para unos es desecho, para otros es alimento”, dice Henao. Esto lo afirma pues las mariposas se alimentan de los excrementos de la danta. La presencia de este gran animal le sirvió al investigador para una buena colecta de insectos.
Helicopis cupido. Foto: Instituto SINCHI.
Por su parte, los pequeños mamíferos, como los murciélagos, todavía son muy desconocidos en Colombia. Darwin Morales, quien estuvo al frente de la búsqueda de estos animales, asegura que llevan muchos años haciendo inventarios pero todavía hay muchas especies por descubrir. “Es probable que haya unas en peligro pero que no lo sepamos porque no las hemos encontrado. Tenemos muchas especies endémicas y varias en peligro de extinción, muchas de ellas en la Amazonía y que solo viven en estas formaciones guayanesas”, destaca.
Morales muestreó dos de estos cerros (Campana y Morroco) y allí encontró 41 especies de murciélagos, una de ellas endémica, “lo cual es mucho para 15 o 20 días de expedición”, enfatiza.
Finalmente, los casi 20 días de expedición se transformaron en más de un año de análisis de información que hoy Colombia por fin conoce pues los datos estarán abiertos en el Sistema de Información sobre Biodiversidad de Colombia (SiB Colombia) . En medio de fenómenos como la deforestación y el tráfico ilegal de flora y fauna, encontrar zonas tan biodiversas y conservadas como Apaporis llena de esperanza a los científicos.
Artibeus obscurus. Foto: Instituto SINCHI.
Tonatia saurophilla. Foto: Instituto SINCHI.
Y no solo esto. Las comunidades indígenas quedaron motivadas cuando los investigadores volvieron al territorio para mostrarles todo lo que encontraron. “Me gustó mucho cuando Maximiliano, un líder de la comunidad de Buenos Aires, lo primero que dijo fue que a ellos nunca antes un grupo de científicos les había llevado resultados”, cuenta la bióloga Laurinet Gutiérrez.
El respeto por el conocimiento ancestral también fue uno de los pilares de la expedición. Los científicos aseguran que se hicieron unos acuerdos previos donde se les aseguraba el respeto por sus sitios sagrados y se les garantizaba que no se tomaría ninguna muestra sin la presencia de alguno de ellos. “Nos enseñan a nosotros pero también conocen la visión del mundo occidental científico”, comenta Dairon Cárdenas.
Los investigadores regresaron a las comunidades indígenas para presentar los resultados de la expedición. Foto: Instituto SINCHI.
Maloka en la comunidad indígena de Buenos Aires en el departamento de Vaupés. Foto: Instituto SINCHI.
El Instituto SINCHI presentó una guía con alrededor de 600 fotografías a color de algunas de las especies de flora y fauna identificadas y además les entregó a los indígenas una certificación como guías científicos.
El reto ahora es obtener más recursos para hacer más expediciones. “Para nosotros es muy importante llenar vacíos de información pues al mirar en un mapa se destacan algunos sitios donde históricamente nadie ha podido ingresar. Es muy importante hacer las expediciones con la presencia de comunidades porque ven más que nosotros y nos permiten entrar a muchos sitios que uno no se imagina que existen”, resalta Cárdenas.
Foto superior:Tonatia saurophilla Instituto Sinchi
«Para frenar este ‘panorama siniestro’ el mundo debe reorganizar todo su sistema tecnológico, económico y social».
Un millón de especies silvestres se encuentran en peligro de extinción. Esta es solo una de las muchas conclusiones de la Evaluación Global sobre Biodiversidad que acaba de dar a conocer la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES), durante su séptima reunión plenaria en París.
«Desde los diferentes campos del conocimiento, la evidencia abrumadora de la Evaluación presenta un ‘panorama siniestro’. La salud de los ecosistemas de los que nosotros y todas las demás especies dependemos se está deteriorando más rápidamente que nunca. Estamos erosionando los cimientos de nuestras economías, medios de vida, seguridad alimentaria, salud y calidad de vida en todo el mundo«, expresó Robert Watson, presidente de IPBES.
El documento evalúa los cambios en las últimas cinco décadas, con un panorama completo de la relación
entre las vías de desarrollo económico y su impacto en la naturaleza. También ofrece posibles escenarios para las próximas décadas a través de la revisión sistemática de alrededor de 15,000 fuentes científicas y gubernamentales e incluye el conocimiento indígena y local. Fue recopilado por 145 autores expertos de 50 países en los últimos tres años, con aportes de otros 310 autores contribuyentes.
Robert WatsonLas cifras lo demuestran, explica el científico, porque la abundancia promedio de especies nativas en la mayoría de los principales hábitats terrestres ha disminuido en al menos un 20%, principalmente desde 1900.
“Más del 40% de las especies de anfibios, casi el 33% de los corales formadores de arrecifes y más de un tercio de los mamíferos marinos están amenazados».
La situación es menos clara para las especies de insectos, afirma, pero la evidencia disponible estima que el 10% está amenazado. «Al menos 680 especies de vertebrados fueron llevadas a la extinción desde el siglo XVI y más del 9% de todas las razas domesticadas de mamíferos utilizados para la alimentación y la agricultura se extinguieron en 2016, con al menos 1.000 razas más amenazadas».
Al límite
Sandra Díaz
La profesora argentina Sandra Díaz copresidió la evaluación junto con sus colegas Josef Settele de Alemania y Eduardo S. Brondízio de Brasil – Estados Unidos. Expresa que «la biodiversidad y la contribución de la naturaleza a las personas son nuestro patrimonio común y la ‘red de seguridad’ más importante para la vida de la humanidad. Pero nuestra red de seguridad está casi al límite. La diversidad dentro de las especies, entre las especies y los ecosistemas, así como muchas contribuciones fundamentales que derivamos de la naturaleza, están disminuyendo rápidamente, aunque todavía tenemos los medios para asegurar un futuro sostenible para las personas y el planeta».
De la misma forma, el profesor Josef Settele opina que «los ecosistemas, las especies, las poblaciones silvestres, las variedades locales y las razas de plantas y animales domesticados se están reduciendo, deteriorando o desapareciendo. La red esencial e interconectada de la vida en la Tierra se está reduciendo. Esta pérdida es un resultado directo de la actividad humana y constituye una amenaza directa para el bienestar humano en todas las regiones del mundo«.
El Informe encuentra que alrededor de 1 millón de especies de animales y plantas están ahora en peligro de extinción, muchas en décadas, más que nunca en la historia de la humanidad.
Para aumentar la relevancia política del Informe, los autores de la evaluación clasificaron, por primera vez a esta escala y basándose en un análisis exhaustivo de la evidencia disponible, los cinco impulsores directos del cambio en la naturaleza con los mayores impactos globales relativos hasta el momento. Estos culpables son, en orden descendente:
Cambios en el uso de la tierra y el mar
Explotación directa de organismos
Cambio climático
Contaminación
Especies exóticas invasoras
El Informe señala además que desde 1980, las emisiones de gases de efecto invernadero se han duplicado, elevando las temperaturas globales promedio en al menos 0.7 grados centígrados, ya que el cambio climático ya está afectando a la naturaleza desde el nivel de los ecosistemas hasta el de la genética, por lo que se espera que los impactos aumenten en las próximas décadas. En algunos casos supera el impacto del cambio de uso de la tierra y el mar y otros impulsores.
Objetivos no sostenibles
A pesar del progreso para conservar la naturaleza e implementar políticas, el Informe encuentra que los objetivos globales para conservar y usar la naturaleza de manera sostenible y lograr la sostenibilidad no pueden alcanzarse con las trayectorias actuales.
“Los objetivos para 2030 y más allá solo pueden lograrse a través de cambios transformadores a través de cambios económicos, sociales y sociales. Con un buen progreso en los componentes de solo cuatro de las 20 Metas de Aichi para la Diversidad Biológica, es probable que la mayoría se pierda antes de la fecha límite de 2020”.
La evaluación relata que las tendencias negativas actuales en la biodiversidad y los ecosistemas socavarán el progreso hacia el 80% (35 de 44) de los objetivos evaluados de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, relacionados con la pobreza, el hambre, la salud, el agua, las ciudades, el clima, los océanos y la tierra (ODS 1, 2, 3, 6, 11, 13, 14 y 15). Por lo tanto, se muestra que la pérdida de biodiversidad no solo es un problema ambiental, sino también un problema de desarrollo, económico, de seguridad, social y moral.
Eduardo Brondízio
“Para comprender mejor y, lo que es más importante, para abordar las principales causas del daño a la biodiversidad y las contribuciones de la naturaleza a las personas, debemos comprender la historia y la interconexión global de los impulsores de cambio demográficos y económicos complejos e indirectos, así como los valores sociales que apuntalarlos, explicó el profesor Eduardo Brondízio.
«Los impulsores indirectos clave incluyen el aumento de la población y el consumo per cápita; la innovación tecnológica, que en algunos casos ha disminuido y en otros casos ha aumentado el daño a la naturaleza; y, de manera crítica, los problemas de gobernabilidad y responsabilidad. Un patrón que surge es uno de interconectividad global y ‘teleacoplamiento’ en el que la extracción de recursos y la producción a menudo se producen en una parte del mundo para satisfacer las necesidades de los consumidores distantes en otras regiones».
Más hallazgos
* Las tres cuartas partes del ambiente terrestre y alrededor del 66% del ambiente marino han sido alteradas significativamente por las acciones humanas. En promedio, estas tendencias han sido menos severas o evitadas en áreas mantenidas o administradas por Pueblos Indígenas y Comunidades Locales.
* Más de un tercio de la superficie terrestre del mundo y casi el 75% de los recursos de agua dulce ahora se dedican a la producción agrícola o ganadera.
* El valor de la producción agrícola ha aumentado en aproximadamente un 300% desde 1970, la extracción de madera en bruto ha aumentado en un 45% y cada año se extraen en todo el mundo aproximadamente 60.000 millones de toneladas de recursos renovables y no renovables, casi el doble desde 1980.
*La degradación de la tierra ha reducido la productividad del 23% de la superficie terrestre global, hasta los US $ 577 mil millones en cultivos anuales anuales están en riesgo por la pérdida de polinizadores y 100-300 millones de personas tienen un mayor riesgo de inundaciones y huracanes debido a la pérdida de la costa. Hábitats y protección.
*En 2015, el 33% de las poblaciones de peces marinos se estaban capturando a niveles insostenibles; El 60% se pesca de forma máxima sostenible, y solo el 7% se captura en niveles inferiores a los que se pueden capturar de forma sostenible.
* Las áreas urbanas se han más que duplicado desde 1992.
* La contaminación plástica se ha multiplicado por diez desde 1980, 300-400 millones de toneladas de metales pesados, solventes, lodos tóxicos y otros desechos de instalaciones industriales se vierten anualmente en las aguas del mundo, y los fertilizantes que ingresan a los ecosistemas costeros han producido más de 400 zonas muertas en los océanos. ‘, con un total de más de 245,000 km2 (591-595) – un área combinada mayor que la del Reino Unido.
* Las tendencias negativas en la naturaleza continuarán hasta 2050 y más allá en todos los escenarios de políticas explorados en el Informe, excepto aquellos que incluyen un cambio transformador, debido a los impactos proyectados de un aumento en el uso del suelo, la explotación de organismos y el cambio climático, aunque con Diferencias significativas entre regiones.
Hay esperanza
El llamado de IPBES por el acelerado declive también tuvo un tono de esperanza al indicar que “el informe también nos dice que no es demasiado tarde para hacer una diferencia, pero solo si empezamos ahora en todos los niveles, desde lo local hasta lo global. A través del ‘cambio transformador’, la naturaleza aún puede conservarse, restaurarse y usarse de manera sostenible; esto también es clave para cumplir con la mayoría de los otros objetivos globales. Por cambio transformador, nos referimos a una reorganización fundamental de todo el sistema a través de factores tecnológicos, económicos y sociales. Incluyendo paradigmas, metas y valores».
Existe amplia gama de acciones ilustrativas para la sostenibilidad y vías que se pueden desarrollar en sectores como la agricultura, la silvicultura, los sistemas marinos, los sistemas de agua dulce, las áreas urbanas, la energía, las finanzas y muchos otros, destaca la Plataforma. “La importancia de, entre otras cosas, adoptar enfoques de gestión integrada e intersectorial que tengan en cuenta las concesiones de la producción de alimentos y energía, la infraestructura, la gestión de aguas dulces y costeras y la conservación de la biodiversidad, son alguna de ellas”.
«Los Estados miembros de la Plenaria de la IPBES ahora han reconocido que, por su propia naturaleza, el cambio transformador puede esperar la oposición de quienes tienen intereses en el status quo, pero también que esa oposición puede superarse por el bien común», Robert Watson.
Una vez finalizado el informe, se conoció el retiro de Robert Watson como presidente de la IPBES, cargo que ocupará la colombiana Ana María Hernández, quien desde desde 2010 se desempeña como jefe de la Oficina de Asuntos Internacionales, Política y Cooperación del Instituto Humboldt, fue nombrada como presidenta de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos.
«LAS CIFRAS SON PREOCUPANTES»
Datos Generales:
* 75% del ambiente terrestre está «severamente alterado» hasta la fecha por acciones humanas y el medio marino en 66%
* 47% es la reducción en los indicadores globales de la extensión y condición de los ecosistemas en comparación con sus líneas de base naturales estimadas, y muchas continúan disminuyendo en al menos un 4% por década
* 28% es el área de tierra global mantenida y / o gestionada por Pueblos Indígenas, incluyendo > 40% de áreas formalmente protegidas y 37% de todas las áreas terrestres restantes con muy baja intervención humana
* +/- 60 mil millones: toneladas de recursos renovables y no renovables extraídos a nivel mundial cada año, casi un 100% desde 1980
* 15% es el aumento del consumo mundial per cápita de materiales desde 1980> 85%: de los humedales presentes en 1700 se habían perdido para el año 2000; la pérdida de humedales es actualmente tres veces más rápida, en términos porcentuales, que la pérdida de bosques.
Especies, poblaciones y variedades de plantas y animales:
* 8 millones es el número total estimado de especies animales y vegetales en la Tierra (incluyendo 5.5 millones de especies de insectos)
* Decenas a cientos de veces es el grado en que la tasa actual de extinción global de especies es mayor en comparación con el promedio de los últimos 10 millones de años, y la tasa se está acelerando
* Hasta 1 millón: especies en peligro de extinción, muchas dentro de décadas.
*> 500,000 (+/- 9%) es la proporción de los 5.9 millones de especies terrestres estimadas del mundo con hábitat insuficiente para la supervivencia a largo plazo sin restauración del hábitat
*> 40% especies de anfibios están en peligro de extinción
* Casi el 33% de corales que forman arrecifes, tiburones y parientes de tiburones, y> 33% mamíferos marinos están en peligro de extinción
* 25%: proporción promedio de especies en peligro de extinción a través de vertebrados, invertebrados terrestres, de agua dulce y marinos y de plantas que se han estudiado con suficiente detalle
* Al menos 680 especies de vertebrados llevadas a la extinción por acciones humanas desde el siglo XVI.
* +/- 10% es la estimación tentativa de la proporción de especies de insectos en peligro de extinción
*> 20% es la disminución en la abundancia promedio de especies nativas en la mayoría de los biomas terrestres principales, principalmente desde 1900? +/- 560 (+/- 10%): las razas domesticadas de mamíferos se extinguieron en 2016, con al menos 1,000 más amenazadas
* 3.5% de la raza doméstica de aves extinguida en 2016.
* 70% es el aumento desde 1970 en el número de especies exóticas invasoras en 21 países con registros detallados
* 30%: reducción en la integridad del hábitat terrestre global causada por la pérdida y el deterioro del hábitat
* 47%: proporción de mamíferos no voladores terrestres y 23% de aves amenazadas cuyas distribuciones ya pueden haber sido afectadas negativamente por el cambio climático
*> 6 las especies de ungulados (mamíferos con pezuñas) probablemente se extinguirían o sobrevivirían solo en cautiverio hoy sin medidas de conservación
Océanos y pesca:
* 33% de las poblaciones de peces marinos en 2015 se capturan en niveles insostenibles; El 60% se pesca de forma máxima y sostenible; 7% están mal alimentados
*> 55% del área oceánica cubierta por la pesca industrial.
* 3-10% del disminución proyectada en la producción primaria neta oceánica debido solo al cambio climático para fines de siglo
* 3-25% es la disminución proyectada de la biomasa de peces para finales de siglo en los escenarios de calentamiento climático bajo y alto, respectivamente
*> 90% es la proporción de pescadores comerciales globales representados por la pesca en pequeña escala (más de 30 millones de personas), que representa casi el 50% de la captura mundial de peces
* Hasta el 33% de participación estimada en 2011 de la captura de peces reportada en el mundo que es ilegal, no es declarada o no está reglamentada
*> 10% es la disminución por década en la extensión de las praderas de pastos marinos de 1970-2000
* +/- 50% de cobertura de coral vivo de arrecifes se ha perdido desde la década de 1870
* 100-300 millones de personas en áreas costeras en mayor riesgo debido a la pérdida de la protección del hábitat costero
* 400 de las ‘zonas muertas’ del ecosistema costero presentan bajo nivel de oxígeno (hipóxico) causadas por los fertilizantes, que afectan a> 245,000 km2
* 29% es la reducción promedio en el riesgo de extinción para mamíferos y aves en 109 países gracias a las inversiones en conservación de 1996 a 2008; el riesgo de extinción de aves, mamíferos y anfibios hubiera sido al menos un 20% mayor sin acción de conservación en la última década
*> 107 ¿Se estima que las aves, mamíferos y reptiles altamente amenazados se han beneficiado de la erradicación de los mamíferos invasores en las islas?
Bosques:
* 45%: aumento de la producción de madera en bruto desde 1970 (4 mil millones de metros cúbicos en 2017)* +/- 13 millones: empleos en la industria forestal.
* 50%: expansión agrícola que se produjo a expensas de los bosques.
* 50%: disminución en la tasa neta de pérdida de bosques desde la década de 1990 (excluyendo aquellas manejadas para extracción de madera o agrícola)
* 68%: área forestal mundial actual en comparación con el nivel preindustrial estimado
* 7%: reducción de bosques intactos (> 500 kilómetros cuadrados sin presión humana) de 2000-2013 en países desarrollados y en desarrollo.
* 290 millones de hectáreas (+/- 6%): pérdida de cobertura forestal nativa de 1990-2015 debido a la tala y la recolección de madera
* 110 millones de hectáreas: aumento en el área de bosques plantados de 1990-2015.
* 10-15%: suministros mundiales de madera proporcionados por la silvicultura ilegal (hasta un 50% en algunas áreas)
*> 2 mil millones: personas que dependen del combustible de madera para satisfacer sus necesidades de energía primaria.
Minería y energía:
* <1%: tierra total utilizada para la minería, pero la industria tiene impactos negativos significativos en la biodiversidad, las emisiones, la calidad del agua y la salud humana
* +/- 17,000: sitios mineros a gran escala (en 171 países), en su mayoría administrados por 616 corporaciones internacionales
* +/- 6,500: instalaciones de minería marítima de petróleo y gas en alta mar (en 53 países)
* US $ 345 mil millones: subsidios globales para combustibles fósiles que resultan en US $ 5 trillones en costos generales, incluidas las externalidades de deterioro de la naturaleza; El carbón representa el 52% de los subsidios después de impuestos, el petróleo para +/- 33% y el gas natural para +/- 10%. Urbanización, desarrollo y aspectos socioeconómicos.
*> 100%: crecimiento de áreas urbanas desde 1992
* 25 millones de km: longitud de las nuevas carreteras pavimentadas previstas para 2050, con el 90% de la construcción en los países menos desarrollados y en desarrollo.
* +/- 50,000: número de represas grandes (> 15m de altura); +/- 17 millones de embalses (> 0.01 ha) * 105%: aumento en la población humana global (de 3.7 a 7.6 mil millones) desde 1970 de manera desigual en todos los países y regiones
* 50 veces más alto: PIB per cápita en países desarrollados vs. países menos desarrollados
*> 2,500: conflictos sobre combustibles fósiles, agua, alimentos y tierras que ocurren actualmente en todo el mundo > 1000: activistas ambientales
Salud:
* 70%: proporción de medicamentos contra el cáncer que son productos naturales o sintéticos inspirados en la naturaleza.
* +/- 4 mil millones: personas que dependen principalmente de las medicinas naturales
* 17%: enfermedades infecciosas transmitidas por vectores animales, causando más de 700,000 muertes anuales
* +/- 821 millones: las personas se enfrentan a la inseguridad alimentaria en Asia y África 40%: de la población mundial no tiene acceso a agua potable limpia y segura
*> 80%: aguas residuales globales descargadas sin tratar al medio ambiente
* 300-400 millones de toneladas: metales pesados, disolventes, lodos tóxicos y otros desechos de instalaciones industriales que se descargan anualmente en las aguas del mundo
* 10 veces: ¿aumento de la contaminación plástica desde 1980?
Cambio climático:
* 1 grado Celsius: diferencia de temperatura global promedio en 2017 en comparación con los niveles preindustriales, con un aumento de +/- 0.2 (+/- 0.1) grados Celsius por década
*> 3 mm: promedio anual de aumento del nivel del mar en las últimas dos décadas
* 16-21 cm: aumento en el nivel medio global del mar desde 1900
* 100% de aumento desde 1980 en las emisiones de gases de efecto invernadero, elevando la temperatura global promedio en al menos 0.7 grados
* 40%: aumento de la huella de carbono del turismo (a 4,5 Gt de dióxido de carbono) de 2009 a 2013
* 8%: del total de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen del transporte y el consumo de alimentos relacionados con el turismo.
* 5%: fracción estimada de especies en riesgo de extinción del calentamiento solo a 2 ° C, aumentando a 16% a un calentamiento de 4.3 ° C
* Incluso para un calentamiento global de 1.5 a 2 grados, se proyecta que la mayoría de los rangos de especies terrestres se reduzcan profundamente. Objetivos globales
* La mayoría: es probable que no se alcancen los objetivos de Aichi para la biodiversidad de 2020
* 22 de 44: los objetivos evaluados en los Objetivos de Desarrollo Sostenible relacionados con la pobreza, el hambre, la salud, el agua, las ciudades, el clima, el océano y la tierra se están viendo socavados por tendencias negativas sustanciales en la naturaleza y sus contribuciones a las personas
* 72%: de indicadores locales en la naturaleza desarrollados y utilizados por pueblos indígenas y comunidades locales que muestran tendencias negativas.
* 4: número de Metas de Aichi en las que se ha logrado un buen progreso en ciertos componentes, con un progreso moderado en algunos componentes de otras 7 metas, un progreso pobre en todos los componentes de 6 metas e información insuficiente para evaluar el progreso en algunos o todos los componentes de los 3 objetivos restantes.
El 14 de marzo es el Día Mundial de Acción contra las Represas, adoptado por los participantes del primer Encuentro Internacional de Afectados por las Represas, en marzo de 1997 en Curitiba (Brasil).
Este año la productora audiovisual colombiana Endémica Studiosrealizó un corto denominado Hidroelectricas: ¿Energía Limpia? donde hace una reflexión sobre los impactos de estas megaobras en la naturaleza: fragmentación de los ríos, inundación de ecosistemas, afectación a la pesca, emisión de gases de efecto invernadero, riesgos geológicos y desplazamiento.
En Tumaco (Nariño) la palma sigue presente pero sus pobladores trabajan para que el cacao, el chontaduro y otras palmas típicas de la región recuperen el espacio perdido.
El tapete verde de palmas africanas alineadas una tras otra, como si estuvieran en una formación militar, ya no es tan grande como antes en el municipio de Tumaco, en Nariño, uno de los departamentos de Colombia que limita con Ecuador. Este cultivo, que prometió ser el más rentable en esta zona del país, llegó a ocupar más de 36 000 hectáreas del territorio hace más de 12 años, un tamaño incluso más grande que Malta, ese país europeo incrustado en el centro del Mediterráneo. Ahora esa cifra alcanza las 20 000 hectáreas. Y aunque intenta volver a ser lo que era, no la tendrá fácil: campesinos de Tumaco están convencidos que “de eso tan bueno no dan tanto”. La historia se los dejó claro.
Desde que la palma africana (Elaeis guineensis) llegó ofreciendo nuevas opciones de vida a las comunidades, cultivos tradicionales de la región, como el chontaduro y el cacao, empezaron a ocupar un segundo lugar, sobre todo desde finales de los años 90 e inicios de la década del 2000. Y no era para menos. La bonanza financiera que prometía esa planta extranjera era la única que se acercaba a los rendimientos económicos de los cultivos ilícitos. Era un negocio que no se podía dejar pasar.
“Antes, con una o dos hectáreas de cacao, mensualmente una familia podía obtener entre 400 000 y 500 000 pesos (entre 130 y 160 dólares). Mientras que con una sola hectárea de palma de aceite le quedaban 800 000 pesos (260 dólares)”, cuenta César Quiñones, miembro del consejo comunitario Alto Mira y Frontera, que administra el territorio cercano a la parte alta del Río Mira, el afluente que nace en Ecuador y pasa por Colombia. El ‘boom’ fue tan grande que cientos de tumaqueños hicieron a un lado sus cultivos de pancoger, como el chontaduro y el plátano, para no desaprovechar la tierra y sembrar la palma. “Durante un tiempo la gente salía a comprar plátano, cuando el territorio es apto para sembrarlo”, añade.
Y es que no solo los costos de producción de este negocio eran más bajos ─comparado, por ejemplo, con el cacao─ sino que también brindaba cierta estabilidad a los pequeños productores, pues estaban las plantas extractoras que les garantizaban la venta del producto. Con esas promesas, el cultivo terminó de extenderse por el territorio que está sobre la vía Panamericana ─que conduce de Tumaco a Pasto (capital del departamento de Nariño)─ y alrededor de los ríos Mira, Rosario y Caunapí.
Se acabó la bonanza
Todo parecía perfecto hasta que, entre 2006 y 2007, la enfermedad Pudrición del Cogollo (PC), la más devastadora en toda América Latina, afectó las 36 934 hectáreas que estaban sembradas en ese momento. “Se murieron cerca de 35 000 hectáreas”, confirmó Jens Mesa Dishington, presidente ejecutivo de Fedepalma, a Mongabay Latam. La crisis resultó tan fuerte que las más de 12 empresas palmeras que están en este municipio, como Palmas de Tumaco, Palmeiras, Salamanca y Astorga, aún no se reponen del todo. Y ni qué decir de los pequeños productores. De las 1200 hectáreas de palma que tenían sembradas en la zona del Alto Mira y Frontera, solo se han reactivado actualmente unas 300.
La palma africana llegó ofreciendo nuevas opciones de vida a las comunidades a finales de la década de 1990. Cultivos tradicionales de la región, como el chontaduro y el cacao, empezaron a ocupar un segundo lugar. Foto: Palmasur
Pero no es el único padecimiento que ha vivido la zona. El Anillo Rojo, que es diseminado por un insecto conocido como picudo (Rhynchophorus palmarum), también ataca a la planta de aceite y a otros cultivos como el chontaduro. “En condiciones naturales es muy fácil que la palma controle ese proceso, pero cuando están en un área reducida ─pues una hectárea puede tener 1000 palmas de una misma especie─, es más probable que se propague. Muchas de las especies nativas empezaron a manifestar la enfermedad con más frecuencia”, explica Giovanny Ramírez, subdirector del Instituto de Investigaciones Ambientales del Pacífico (IIAP).
Y es que todo monocultivo es un detonante para las plagas, sobre todo en una región tan biodiversa como el Pacífico. Es así como esos bichos que afectan, en este caso, a la palma de aceite, también terminan perjudicando a otros cultivos. William Tolosa Montaño, ingeniero agrónomo y profesional de Investigación de Agrosavia, la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria, antes conocida como Corpoica, cuenta que desde hace dos años descubrieron que el insecto Dynamis borassi, parecido a un cucarrón, que se sabía que afectaba a la palma aceitera, ahora también ataca al chontaduro. “Cuando te extiendes en un área muy grande y no diversificas, estás más expuesto a que te lleguen las enfermedades”, añade.
Aunque todos estos insectos tenían reportes desde hace más de 30 años, se han fortalecido desde hace poco. Hay quienes no dudan en responsabilizar de esa situación al monocultivo de la palma africana. Es el caso de Dalila España Solís, especialista en proyectos productivos y miembro del Consejo Comunitario Acapa, quien cree que el Rhynchophorus palmarum acabó con el chontaduro de la región. “Ese picudo busca llegar al palmito, el corazón de la palma, y cuando se lo come, la acaba completamente”, explica y, al mismo tiempo, resalta que estos insectos se están propagando porque se ha acabado con sus hábitats, como los bosques de la palma naidí, que crecen en zonas húmedas inundables.
Para ella, la clave está en sembrar diversidad y tener modelos agroforestales que permitan hacer control biológico. Cree que el monocultivo es enemigo del medioambiente y no es sostenible en el tiempo. “Todo esto sin contar que la palma africana es exigente en fertilizantes y ocasiona otro tipo de daños”, explica.
Este último punto también lo comparte Giovanny del IIAP, sobre todo después de estudiar el daño que ocasionó la palma de aceite en las comunidades de Curvaradó y Jiguamiandó, en el departamento de Chocó, en donde los habitantes fueron desplazados por grupos paramilitares y empresas (no vinculadas al gremio de palmeros colombianos, Fedepalma) que llegaron a sembrar el cultivo y que, ahora, están en procesos de restitución de tierras ─un programa estatal que pretende devolverle sus tierras a las víctimas del conflicto armado en Colombia─. Al investigar ese caso, Giovanny comprobó que los químicos que usaban para manejar el cultivo mataron muchos de los polinizadores de otras plantaciones, como abejas y escarabajos, que garantizaban el funcionamiento de los cultivos de plátano, banano y chontaduro.
Celso Tenorio, presidente de la junta directiva de Palmasur, la organización que reúne a los pequeños productores de palma de aceite de Tumaco, no cree que su plantación afecte tanto al medioambiente como dicen algunos. “Nosotros le hacemos un tratamiento a la palma con fertilizantes para no deteriorarla y que no cause daño. Hay otros cultivos que son más contaminantes, como los de uso ilícito”, dice, y deja claro que la llegada de esta planta en Tumaco “mejoró los ingresos de las personas” y “no desplazó” poblaciones, como ocurrió en otros lugares de Colombia.
Palmasur en Tumaco cree que la palma en la región no fue dañina como en otras zonas colombianas. Foto: Palmasur
Una palma bañada en dolor
Mientras en Tumaco la bonanza de la palma aceitera llegó a ser una esperanza para muchos; en Chocó llegó con desplazamiento y muerte. Allá, a finales de los 90, el grupo paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) se encargó de despojar las tierras de los habitantes de las cuencas de los ríos Jiguamiandó y Curvaradó, mientras varias empresas palmeras, como Urapalma S.A., se beneficiaban de la violencia para apropiarse de los territorios de las comunidades afrodescendientes e implantar su modelo productivo.
Jens Mesa Dishington, director de la agremiación que reúne a los palmicultores, Fedepalma, asegura que este caso fue ajeno al sector y que siempre estuvieron al margen. “En Fedepalma nos sorprendimos tanto como muchos colombianos de esos desarrollos en este departamento. En su momento, cuando tratamos de averiguar, pudimos establecer que estos cultivos se estaban adelantando por personas y capitales muy poco claros”, aclara.
Los nexos del paramilitarismo con los empresarios fueron comprobados por las autoridades y poco a poco han ido capturando a los responsables de este atroz episodio, que se terminó convirtiendo en uno de los emblemas del desplazamiento forzado en el país. Tan solo el año pasado, el Tribunal Superior de Medellín condenó a 10 años de prisión al socio de Urapalma, Antonio Nel Zuñiga, por sus vínculos con las AUC. Ahora, esas más de 100 000 hectáreas del Bajo Atrato chocoano deben regresarse a las comunidades negras y se encuentran en procesos de restitución de tierras.
Palmeros con capitales de dudosa procedencia devastaron la biodiversidad de una rica zona del departamento de Chocó y causaron desplazamiento.
Por más que pase el tiempo y las comunidades chocoanas intenten olvidar esa época lúgubre, el daño ambiental que ocasionó la palma les recuerda nuevamente toda la película. Esa plantación llegó a una tierra en la que no tenía cabida: un lugar de ciénagas y ríos que tuvieron que intervenir y que desencadenó un secamiento de los ecosistemas, que pertenecen a bosques cenagosos e inundables.
“La palma necesita suelos bien drenados, y los del Bajo Atrato son demasiado saturados de agua. Tuvieron que bajar 6, 7, hasta 12 metros para hacer drenajes”, explica Giovanny Ramírez, a la vez que resalta que las empresas que se apropiaron de las tierras de Jiguamiandó y Curvaradó también “taponaron” caños y modificaron la dinámica hídrica de muchos cuerpos de agua. Fue así como muchas ciénagas se secaron; especies endémicas de fauna desaparecieron; y los químicos que usaban para tener la planta libre de hongos y enfermedades terminaron en los ríos, matando a los polinizadores de otros cultivos de pancoger.
Los bosques, como era de esperarse, se destruyeron. Eran tan grandes las extensiones de palma, que las empresas trazaron carreteras ilegales para movilizar los elementos de trabajo y poder comunicarse entre fincas. Un daño irreparable.
Como si todo esto fuera poco, Giovanny resalta que las enfermedades que afectan a la planta africana, también perjudicaron ─y casi acabaron─ con varios grupos de palma que se encuentran especialmente en la Costa Pacífica, como los ‘naidizales’, que son asociaciones casi puras de la palma naidí (Euterpe oleracea), y los ‘panganales’, conformados por la palma pangana (Raphia taedigera). El primer ecosistema prestaba muchos servicios ambientales para la fauna nativa, como dantas (Tapirus) y chigüiros (Hydrochoerus hydrochaeris); y el segundo era casi el principal hábitat de los monos aulladores (Alouatta seniculus) y otros mamíferos.
El experto explica también que el monocultivo hizo que, al igual que en Nariño, se aumentaran las poblaciones del picudo, el enemigo número uno de los cultivos de chontaduro. Esta fruta nativa “era muy importante en la agricultura de las comunidades étnicas, y para el caso de Chocó todas desaparecieron”, dice. Pero no fue lo más grave. El funcionario del IIAP explica que, un alto porcentaje de las comunidades que vivían del chontaduro, al no saber de qué iban a subsistir, se pasaron a la minería.
“En el caso de Chocó hay una relación directa entre la palma de aceite y la pérdida del chontaduro. Además de que se transformó el uso del suelo de la agricultura a la minería. El impacto ambiental es muy alto. La gran minería de Chocó, que se fortaleció desde 2006, se hace en el Alto San Juan, que era un territorio altamente productivo en chontaduro”, dice. Su afirmación la confirma Luis Gindrama, el consejero de la comunidad indígena Emberá de este departamento, quien agrega que apenas la palma se terminó, los grupos al margen de la ley que operan en la zona fueron los principales encargados de incentivar la minería ilegal.
El bosque nativo ya no está
“Cuando se fortaleció la palma de aceite en Tumaco prácticamente se acabaron 35 000 hectáreas de bosque que acogían fauna y flora de la región. Ahora se calcula que hay, apenas, unas 1 000 o 1 500 hectáreas de selva. Todo está deforestado. Ya no hay árboles nativos como el chanul (Humiriastrum procerum) y el tangare (Carapa guianensis)”, lamenta César Quiñones, del Alto Mira y Frontera. Dice, sin titubear, que esta es una de las pruebas de que el monocultivo “sí tiene consecuencias en el medioambiente”.
Y este mismo punto lo resalta Gerardo Arteaga, coordinador del Centro Ambiental de la Costa Pacífica de Corponariño ─autoridad ambiental en Tumaco─, quien asegura que, aunque “no hay ningún impacto ambiental confirmado” que produzca específicamente la palma de aceite, sí es claro que la única gran afectación evidente es que el “bosque nativo ya no está en Tumaco”.
Pero la pérdida del bosque no se puede relacionar solamente con la llegada de la palma de aceite al Pacífico. La extracción de madera, la minería ilegal, la ganadería y los cultivos ilícitos también han tenido responsabilidad en esta catástrofe ambiental. El director ejecutivo de Fedepalma defiende su plantación y considera que, contrario a lo que dicen los miembros de los consejos comunitarios, la palma “ha entrado con posterioridad a recuperar esos suelos previamente degradados”.
Más allá de quién es el responsable, queda claro que restaurar los bosques debe ser una de las prioridades de las autoridades ambientales. En Agrosavia tienen un jardín en el que trabajan para recuperar esas especies nativas de flora que están en peligro de extinción y que son importantes para el ecosistema. Se espera que el próximo año puedan entregar unos 50 000 árboles forestales.
A su vez, César Quiñones resalta que en los territorios donde se murió la palma y no se ha vuelto a sembrar, han emergido rastrojos naturales que están permitiendo que algunas especies de fauna, así sean pocas, retornen al territorio, como el venado (Odocoileus virginianus tropicalis), el tatabro (Tayassu pecari), el saíno (Tayassuidae), el guatín (Dasyprocta fuliginosa), y el conejo (Oryctolagus cuniculus). Ver nuevamente los animales, así sea “uno que otro”, les da un cierto empuje que los hace creer que van por el camino correcto.
Chontaduro y cacao toman fuerza
Los pequeños productores de palma de aceite de Tumaco que se vieron afectados por la enfermedad de la Pudrición del Cogollo (PC) aprendieron de sus errores: ahora optan por no invertir todos sus esfuerzos en este monocultivo. Para ellos, es importante mantener la diversidad característica del Pacífico.
“Después de vivir esa época tan dura que acabó con toda la palma, se recomendó a la gente no colocar los huevos en un solo canasto. Creo que aprendimos la lección y la idea ahora es diversificar y tener plátano, cacao o chontaduro. De tal manera que, si alguien tiene 10 hectáreas de tierra, las distribuya y en algunas tenga palma de aceite y en las restantes otros cultivos”, cuenta Celso Tenorio, de la junta directiva de Palmasur.
El miedo a la propagación de enfermedades ha hecho que los tumaqueños opten por regresar a lo propio ─así sea de a poco─. William Tolosa, ingeniero agrónomo de Agrosavia, cuenta que, mientras antes en Nariño se reportaban solo 54 hectáreas de chontaduro dispersas, ahora calculan la existencia de unas 254 en este departamento. La meta cercana, dice, es entregar en Tumaco unas 60 000 plantas de ese fruto para febrero del próximo año, así como unas 350 000 de cacao.
Este último cultivo parece ir de viento en popa. Liliana Obregón, jefe de la Unidad Técnica de Fedecacao, la federación que reúne a los cacaoteros nariñenses, explica que actualmente hay unas 17 600 hectáreas de cacao en Tumaco, que están beneficiando a unas 5000 familias de manera directa y a otras 1000 indirectamente. Tiene la esperanza de que se pueda aplicar pronto un paquete tecnológico que permita incrementar la producción ─que ahora alcanza los 200 kilos por hectárea al año─ y hacer de este negocio una alternativa de progreso.
Aunque queda mucho camino por recorrer, este cultivo se torna seductor. Tanto así que, de los 900 productores de palma de aceite que estaban en el Alto Mira y Frontera, 500 decidieron reactivar el cacao y combinarlo con chontaduro y algunos árboles frutales. Esperan que el aumento de estas plantaciones fortalezca la imagen de que en Tumaco se produce el mejor chocolate del mundo y se le vaya quitando protagonismo a la coca, que hasta el año pasado tenía 19 517 hectáreas cooptadas en ese municipio ─según el más reciente informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC)─. No la tienen fácil, pero ya tienen terreno ganado. Hace tres años, el Salón del Chocolate de París galardonó a 900 cultivadores de este “alimento de los dioses” con el sello Cocoa of Excellence, que lo reconoce como el mejor del mundo. El sueño es mantener el título.
Cultivos prometedores
En Fedepalma no bajan la guardia y siguen trabajando para convertir a la palma africana en un cultivo más resistente a las enfermedades. Según el director, esta actividad agrícola tiene ahora “un manejo agroforestal” y un “mejoramiento genético” con especies del continente americano, como la Elaeis oleífera. Estos híbridos son la apuesta para hacerla más resistente y les quita, según dicel, este título de “monocultivo”.
Pero ahora es la población en Tumaco la que mira con cierta desconfianza esta prometedora plantación. “El sector palmero quiso, después de la crisis, reavivar de forma rápida la planta y les vendieron a las comunidades unos híbridos. Hoy en día, después de cinco o seis años que se deberían ver los resultados, se dan cuenta que no son tan buenos como esperaban. Muchas familias están decidiendo erradicarlos completamente”, dice César, del Consejo de Alto Mira y Frontera.
Y mientras el gremio palmero trabaja en mejorar la palma para que sea más productiva, los cultivos tradicionales no se quieren quedar atrás. William Tolosa, de Agrosavia, cuenta que mientras hace dos años en Tumaco se observaba un solo punto de venta de chontaduro, ahora hay unos seis. “Ya se ven más de 40 ‘platoneras’ vendiendo la fruta en las calles, antes se veían escasamente unas 10”, dice Tolosa, al referirse a esas mujeres que durante años han trabajado en la venta de esta fruta.
Además de este cultivo o del cacao, hay otras plantaciones que están esperando ser aprovechadas. Son nativas y poco a poco están disminuyendo. El administrador ambiental Nixon Arboleda, que ha trabajado en las universidades del Valle y del Pacífico, nombra la palma de seje o también conocida como “mil pesos” (Oenocarpus bataua), que es fundamental para el equilibrio del ecosistema ─pues de ella se alimentan diferentes especies de roedores─ y puede producir, según él, un aceite de mejor calidad que el de oliva.
También está la tagua (Phytelephas), conocida como el marfil vegetal, una palma que hace 40 años fue una de las más representativas de Tumaco, cuando las comunidades comercializaban productos como los botones de tagua, tanto al interior como fuera del país. Actualmente no hay personas que vivan de esta plantación ni existe un comercio establecido.
La palma de aceite le quitó terreno a cultivos nativos. Los químicos usados habrían afectado a los polinizadores de plátano, banano y otras plantas. Una grave enfermedad atacó también al tradicional chontaduro.
Y por último, no se podía pasar por alto la palma naidí (Euterpe oleracea), que crece en zonas húmedas inundables y presta servicios ecosistémicos ambientales para la fauna nativa del Pacífico. Esta planta, que brinda un aceite de fina calidad y genera un “súper fruto” silvestre llamado açaí, cada vez gana más adeptos por sus propiedades y vitaminas. Brasil es el principal productor de la fruta y tiene un consumo interno que alcanza las 6000 toneladas de pulpa anuales. En Colombia, según un artículo de la Universidad de los Andes, la mayor empresa productora se llama Corpocampo, tiene sembradas aproximadamente 5000 hectáreas entre Buenaventura (Valle) y Putumayo y cuenta con tres plantas de producción en Tumaco (Nariño), Guapi (Cauca) y Puerto Asís (Putumayo).
“Los cultivos de açaí en el Pacífico son un ejemplo de desarrollo sostenible para el agro colombiano. (…) Este cultivo no es agresivo con la selva nativa, puesto que sustituye modelos como la ganadería u otros cultivos extraños a la región, en los cuales es necesaria la deforestación”, resalta la Universidad de los Andes, al mismo tiempo que hace un llamado para fortalecer su producción en el país.
Sin duda, la palma africana deslumbró en este territorio azotado por la violencia y les permitió a los campesinos soñar con un anhelado desarrollo. Ahora la experiencia les está enseñando a volver a lo propio, a retomar las raíces y a luchar porque lo nativo se vuelva productivo. Tienen una ventaja: saben que sus cultivos juegan de locales en una tierra que también debe restaurarse. “La palma africana puede parecer más rentable, pero el único cultivo que siempre se mantendrá vigente es el cacao. No se deja tumbar. Nosotros somos cacaoteros por tradición, y así nos mantendremos”, concluye Liliana de Fedecacao. Los expertos esperan que los demás gremios se empoderen de la misma forma.
El Informe Planeta Vivo desarrollado por la organización WWF, muestra el impacto humano hacia los recursos naturales.
Para comprender mejor cómo va el planeta, respecto a la conservación de su biodiversidad, Red Prensa Verde presenta en un reporte audiovisual del más reciente análisis de 50 expertos, que involucró a 16.704 poblaciones de 4.005 especies de vertebrados entre 1970 y 2014.
Uno de los resultados impactantes es que América del Sur, Centroamérica y el Caribe, ha sufrido la disminución más dramática del mundo: 89 por ciento de pérdida de su biodiversidad en comparación con 1970.
Según el Libro Rojo de Aves, hay escasos registros en la Sabana de Bogotá. No se ha vuelto a ver en Medellín, Salento y el lago de Tota. La pérdida de hábitat es su principal amenaza.
El doradito lagunero fue observado cerca a al Centro de Estudios e Interpretación del Bosque Andino Surcolombiano, en la cuenca alta del río Las Ceibas, en Neiva, Huila, por miembros de la Asociación Ornitológica de ese departamento (Asorhui) y personal del proyecto Cuenca Río Las Ceibas que ejecuta la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena (CAM).
Está clasificado bajo la categoría de amenaza En Peligro Crítico (CR), es decir, es una especie que enfrenta un riesgo de extinción extremadamente alto en estado de vida silvestre.
Se distribuye por los Andes a lo largo de la franja subtropical, desde Colombia hasta Argentina, entre los 1.500 y 3.500 m.s.n.m..
¿CÓMO ES?
El Catálogo de Biodiversidad de Colombia indica que el doradito lagunero o doradito oliváceo (Pseudocolopteryx acutipennis) mide 11 centímetros aproximadamente.
Es el único atrapamosca colombiano pequeño en tierras altas, con partes superiores esencialmente uniformes y amarillo brillante por debajo. El macho ocasionalmente canta desde la punta de un junco o en vuelo.
Describe que es común verlo solo o en parejas en áreas como humedales, especialmente en los bordes de parches de juncos o enea. Se posa cerca de la superficie del agua y sale para cazar insectos en vuelo a poca altura o entre los juncos, es muy conspicuo, dice al citar como fuente a la Asociación Bogotana de Ornitología (ABO).
¿Por qué ha desaparecido?
“La principal amenaza de esta ave es la pérdida de hábitat que corresponde a ecosistemas como humedales y pantanos, sumado al desconocimiento sobre el comportamiento, distribución y estado de las poblaciones”, explicó Fredy Alberto Anturi, coordinador de Cuencas Hidrográficas de la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena, CAM.
Según datos del Sistema de Información sobre Biodiversidad de Colombia (SIB) para el Huila, existe un reporte de la especie en la Reserva Natural Meremberg, del municipio de La Plata, sobre la Cordillera Central, en el año 2014. Este sería el segundo avistamiento de la especie en el departamento y el primero sobre la cordillera Oriental.
“De ahí el interés en profundizar la investigación sobre esta especie en la cuenca del río Las Ceibas, con el objetivo de fortalecer líneas base de información y de esta manera establecer lineamientos claros de conservación para esta especie amenazada”, comentó Anturi.
En Colombia, la especie habita cerca de humedales andinos y ha sido vista principalmente sobre las cordilleras Central y Occidental, existiendo algunos registros sobre la Cordillera Oriental en los departamentos de Nariño, Putumayo, Tolima, Quindío, Risaralda, Caldas, Cauca, Antioquia, Cundinamarca y Boyacá.
Fotos: CAM
Restauración en Las Ceibas
La cuenca hidrográfica del río las Ceibas presenta bosque húmedo montano y bosque seco tropical, y es la que abastece de agua a Neiva, capital del Huila.
Durante la jornada de avistamiento, además de tres individuos de doradito lagunero, se reportaron 61 aves más.
La CAM asegura que gracias al proceso de restauración ecosistémica que se presenta en la parte alta de la cuenca del río Las Ceibas, se han encontrado especies en peligro crítico y de las cuales no se tenía registro.
En los últimos meses también se ha logrado registrar oso andino y pato de torrente, que dan cuenta del estado de conservación del lugar.
«Actualmente se realizan procesos de restauración y cuidado de la cuenca con particular interés en la biodiversidad, en coordinación con la Gobernación del Huila, la Alcaldía y las Empresas Públicas de Neiva, así como diferentes grupos comunitarios», informó la entidad.
¿Qué dice el Libro Rojo de Aves?
Para los humedales de la Sabana de Bogotá los registros de doradito verdeolívaceo son escasos y han sido únicamente para el humedal Juan Amarillo, Jaboque y La Florida. También en Fúquene y uno en el lago de Tota, Boyacá (2010), indica el Libro Rojo de Aves de Colombia, Vol. II, editado por la Universidad Javeriana y el Instituto Humboldt.
“En la última década del siglo pasado, la especie fue registrada en pequeños números en la Sabana de Bogotá, localidad de La Florida, y una pareja fue observada en el humedal La Conejera entre 1996 y el 2000. En septiembre de 2015 se observaron tres individuos de la especie y en noviembre de 2015, uno en los meandros aledaños al río Bogotá, cerca de la vía Indumil (Soacha). En cercanías de Medellín (Antioquia), la especie no ha vuelto a ser observada,como tampoco en la región de Salento (Quindío)”.
Consigna, que más recientemente solo se avistó un individuo en el humedal Juan Amarillo y que en salidas efectuadas en marzo y septiembre de 2015, no se vio nuevamente la especie, posiblemente debido a la alteración que ha sufrido el humedal en el sector cercano al río Bogotá, por las construcciones aledañas.
«Los humedales de las Sabana de Bogotá y el lago de Tota han sido sometidos a presiones antrópicas que han afectado las poblaciones. Situación similar ocurre en el humedal de la Florida. Las actividades de recreación activa, viveros y fábricas que generan un alto impacto en el ecosistema, afectan a la avifauna residente”, indica el Libro Rojo de Aves al atribuir lo anterior a las investigaciones (2003) del profesor Thomas Van Der Hammen y el biólogo experto en humedales Byron Calvachi.
Estas actividades han reducido la cobertura y tamaño del junco (Scirpus californicus) que al parecer favorece la presencia y abundancia de la especie, dado que los registros con mayor abundancia han sido en el humedal la Florida, donde la cobertura de junco es mayor a dos hectáreas respecto a otros humedales de la sabana de Bogotá, relata el texto.
En el item sobre la historia de vida, indica: “No hay información para la especie en el país”.
Recientemente los 11 humedales de Bogotá fueron designados como sitios Ramsar para enfatizar en la necesidad de conservarlos.
La Plataforma Intergubernamental Científica sobre Diversidad Biológica y Servicios Ecosistémicos (IPBES), eligió a Brigitte Baptiste, directora del Instituto Humboldt, como una de cuatro copresidentes de la primera Evaluación global de sistemas de valoración de biodiversidad y servicios ecosistémicos.
Durante un encuentro de 150 miembros del IPBES, en Frankfort (Alemania), Robert Watson, presidente de ese organismo, anunció oficialmente la selección de siete expertos de alto nivel que liderarán dos nuevas evaluaciones de la biodiversidad, a partir de este año.
La primera es la Evaluación global de sistemas de valoración de biodiversidad y servicios ecosistémicos fueron elegidos: Patricia Balvanera, del Instituto de Ecosistemas e Investigación de Sustentabilidad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); Brigitte Baptiste, directora General del Instituto Alexander von Humboldt de Colombia; Unai Pascual, profesor de Investigación Ikerbasque en el Centro Vasco para el Cambio Climático (BC3) en España – científico Investigador Asociado en el Centro para el Desarrollo y el Medio Ambiente (CDE), Universidad de Berna, Suiza; y Mike Christie, director de Investigación del Instituto de Negocios y Derecho, Aberystwyth University, del Reino Unido.
Desde Alemania, Brigitte Baptiste explicó a la Red Prensa Verde que la evaluación de sistemas de valoración de la biodiversidad fue aprobada por el plenario de los gobiernos hace tres años. Inició con una reunión para medir el alcance por varios expertos y luego en el evento mundial, realizado en Medellín, se aprobó su desarrollo en forma.
“Se trata de una evaluación metodológica que la IPBES inicia y que tendrá una duración de tres años. Esta convoca a 70 expertos del mundo, que están siendo seleccionados, para elaborar un documento que dé cuenta del estado de la reflexión sobre las formas y métodos con que se valora la biodiversidad y los servicios ecosistémicos en el planeta”.
La bióloga colombiana afirmó que su tarea consiste en garantizar que esos 70 expertos desarrollen -en el tiempo estipulado- la evaluación que presentarán a los gobiernos en la plenaria de 2021.
“Es un ejercicio muy importante porque detrás de los conflictos ambientales, los problemas de planeación o de la conservación, siempre está una visión de mundo que entra en conflicto o confrontación con la de otras personas o grupos sociales. Es fundamental entender cómo estamos abordando esta producción de valores”.
La unidad de soporte técnico, que coordinará la producción de esta investigación, tendrá su sede en Morelia, México, y será organizada por el Instituto de Investigación sobre Ecosistemas y Sustentabilidad (IIES-UNAM), la Secretaría de Desarrollo Institucional (SDI-UNAM), y el Seminario Universitario sobre Sociedad, Ambiente e Instituciones (SUSMAI-UNAM), todos adscritos a la UNAM, y la Comisión Mexicana para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO).
La IPBES es una institución independiente que proporciona evaluaciones científicas sobre el estado del conocimiento de la biodiversidad del planeta, compuesta por 130 países miembros. Su actividad es similar al Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC, siglas en inglés), sobre el calentamiento global.
Palabras del presidente de IPBES, Robert Watson (en inglés):
Sobre especies silvestres
Watson también anunció que para la Evaluación sobre eluso sostenible de las especies silvestres fueron elegidos como copresidentes: Marla R. Emery, geóloga de investigación del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, perteneciente al Servicio de Investigación y Desarrollo Forestal; Jean-Marc Fromentin del Instituto de Investigación Francés para la Explotación del Mar (lFREMER); y John Donaldson, director Principal de Investigación, Evaluación y Monitoreo de la Biodiversidad del Instituto Nacional de Biodiversidad de Sudáfrica, informó la IPBES.
La unidad de soporte técnico tendrá su sede en Montpellier, Francia, y será coorganizada por la Fundación para la Investigación de la Biodiversidad (FRB) y la Agence Française pour la Biodiversité (AFB).
Participantes del tercer encuentro de autores de la Evaluación Global sobre Biodiversidad. Foto: IPBES
Primera evaluación mundial, por finalizar
La elección de los siete copresidentes para las dos evaluaciones se dio a conocer durante el tercer y último encuentro de autores del primer informe sobre del estado del conocimiento sobre la biodiversidad global, que se realiza en el Centro de Investigación de la Biodiversidad y el Clima Senckenberg, con sede en Frankfort.
Dicha investigación más conocida como Evaluación Mundial de la Biodiversidad y los Servicios de los Ecosistemas, reúne a 150 autores de más de 50 países, quienes han contribuido durante casi tres años a recopilar información de toda una década.
Abarca los ecosistemas terrestres, las aguas continentales y los océanos, mirando 50 años atrás para evaluar los cambios, y avanzar para considerar escenarios, posibles vías e incidencia política después de 2030.
La evaluación será dada a conocer en mayo del próximo año, en París, ante representantes de 130 gobiernos, cuando se realizará la séptima sesión plenaria de la IPBES. Ha sido liderada por los profesores Josef Settele (Alemania), Sandra Díaz (Argentina) y Eduardo S. Brondízio (Brasil y EE. UU.).
«La Evaluación Global de IPBES es, en muchos sentidos, un sucesor de la Evaluación de Ecosistemas del Milenio, publicada en 2005. Desde entonces, el mundo ha aceptado una serie de compromisos clave, como las Metas de Aichi para la Diversidad Biológica, los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París sobre cambio climático. Por eso esto ayudará a los responsables de la toma de decisiones, en todos los niveles, a evaluar el progreso, identificar las brechas más importantes y considerar una gama de opciones de políticas para cumplir con estos compromisos clave. La importancia en nuestra investigación ha sido la exploración de formas de lograr la reducción del cambio climático, la conservación de la biodiversidad y el medio ambiente global», comentó el profesor Josef Settele.
Video del Instituto Humboldt
Foto superior: Brigitte Baptiste, Patricia Balvanera, Unai Pascual, copresidentes de la nueva evaluación y el presidente de IPBES, Robert Watson. Foto: @AidinNiamiri
«Pese a que en los últimos 10 años se han descubierto unas 600 nuevas especies de mamíferos en el mundo, muchos presentan rangos geográficos muy limitados en regiones con rápida destrucción del hábitat».
Samuel López López / Enviado Especial RPV*
PUERTO ESPAÑA, TRINIDAD & TOBAGO. El crecimiento de la población humana, la interrupción de especies, la pérdida de hábitats, la sobreexplotación, las enfermedades emergentes, las especies invasoras, la toxificación, el consumo y la eficiencia tecnológica, son considerados como los problemas más graves para el medio ambiente.
Dichos factores estarían directamente relacionados con la pérdida de biodiversidad, destacó el científico mexicano Gerardo Ceballos, durante la conferencia La población de vertebrados y las pérdida de especies, la sexta extinción masiva y el futuro de la biodiversidad, con la que dio apertura al Congreso Latinoamericano y del Caribe de Biología de la Conservación (LACCCB2018), el 26 de julio, en la Universidad de las Indias Occidentales St. Augustine.
“Pese a que en los últimos 10 años se han descubierto alrededor de 600 nuevas especies de mamíferos en el mundo, muchos presentan rangos geográficos muy limitados en regiones con rápida destrucción del hábitat”.
Gerardo Ceballos
Ceballos llamó la atención del auditorio al indicar que la extinción de especies causada por actividades antropogénicas está ocurriendo a un ritmo sin precedentes: “La extinción de especies es irreversible y tiene graves efectos en los servicios ecosistémicos, muchos vitales para la vida humana. Los vertebrados que se han extinto en los últimos 100 años debían tener 10.000 años más para desaparecer. Si los descensos y las pérdidas de la población se tienen en cuenta, los investigadores proponen que la gravedad del episodio de extinción actual se vuelve mucho más evidente”.
El investigador —quien se desempeña como profesor titular del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y es pionero en el mundo en Ecología y Conservación— resaltó los beneficios de la regulación de los procesos de los ecosistemas: calidad del aire, clima, erosión, purificación del agua, regulación de enfermedades, plagas, polinización y peligros naturales.
«Esta forma de conservación es sin duda a la que todos los humanos tenemos que llegar, se necesitan acuerdos para reducir el crecimiento de la población humana, el consumo y la utilización de tecnologías más eficientes. Las próximas dos o tres décadas serán fundamentales para el futuro de los mamíferos en la tierra. Se requiere creatividad, mentes abiertas, dedicación y pasión. ¡El desafío depende de nosotros!”.
La información en territorios anteriormente vedados por el conflicto armado sigue siendo escasa. Se necesita más investigación en los grupos de invertebrados, pero la deforestación en estas zonas parece estar ganando la batalla.
Con el fin del conflicto armado con las FARC el medio ambiente enfrenta retos enormes. La deforestación asociada a la expansión ganadera, cultivos ilícitos y acaparamiento de tierras son los problemas más comunes que ya aquejan a algunos territorios en especial a la Amazonía. Sin embargo, al tiempo que esto ocurre, se vive una carrera contra el reloj para explorar territorios que antes estaban vedados para el mundo científico.
Hace unos meses el presidente Juan Manuel Santos anunció que 37 municipios del país ya se encontraban libres de minas antipersonal ─explosivos enterrados en ciertas zonas por la guerrilla de las FARC y otros grupos armados para intimidar a la Fuerza Pública y que se activaban fácilmente al pisarlas─. “En el año 2010 tuvimos 570 víctimas de minas. Fuimos el segundo país con mayores víctimas en el mundo entero después de Afganistán. En ese momento, cuando asumimos el Gobierno, teníamos 673 municipios con sospechas de minas, más de la mitad de la totalidad de municipios que tiene nuestro país. Hemos logrado declarar 188 municipios libres de minas (…) Vamos a declarar 37 libres de sospecha de minas. Con estos llegamos a 225 municipios libres de minas en estos últimos años”, dijo el presidente Santos.
Y es que en Colombia desde 1990 ha habido más de 11 500 víctimas por cuenta de estos artefactos, sin duda, una razón de peso para que la ciencia no haya podido entrar a estas zonas, donde se cree aún existe una gran biodiversidad por descubrir.
Con base en el anuncio que hizo el gobierno colombiano en marzo de este año, el SiB Colombia ─iniciativa gubernamental que tiene como propósito brindar acceso libre a información sobre la diversidad biológica del país─cruzó la información geográfica con datos abiertos publicados por cerca de 100 organizaciones de manera libre y gratuita y consolidó de forma gráfica el inventario de la biodiversidad en esos 37 municipios del país:
Puerto Santander en el departamento de Amazonas; Sabana Grande en Atlántico; Granada y Puerto Triunfo en Antioquia; Duitama, Otanche, Pauna y Quípama en Boyacá; Yopal en Casanare; Bosconia en Cesar; Condoto en Chocó; Cáqueza, Chipaque, Chocontá, Fómeque, Gachetá, Gama, Guasca, La Peña, Machetá, Quebradanegra, Quetame, Villagómez y Villapinzón en Cundinamarca; Inírida en Guainía; Albania en La Guajira; La Unión en Nariño; Santiago en Putumayo; Barrancabermeja en Santander; Coyaima, Prado, Mariquita y Villarrica en Tolima y; Bugalagrande, El Cerrito, Guacarí y La Cumbre en Valle del Cauca).
El Cerro Tacarcuna en Chocó posee una enorme riqueza de recursos biológicos con elevados índices de endemismos inmersos en una imponente selva, que actúan como corredor biológico de la biota que converge de centro a sur América. Foto: Felipe Villegas.
El SiB Colombia está conformado por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Parques Nacionales Naturales, los 5 institutos de investigación del Sistema Nacional Ambiental (Instituto Humboldt, Invemar, Sinchi, IIAP e IDEAM) y la Universidad Nacional de Colombia.
El mapa generado por esta entidad ofrece los datos abiertos existentes sobre biodiversidad en estos 37 lugares, que tienen como evidencia una observación o un ejemplar depositado en una colección biológica del país. Este análisis registró más de 96 000 datos biológicos y muestra que los grupos más representativos de la biodiversidad en estos municipios son: plantas con 45 736 registros (47 %), aves con 37 902 (39 %), insectos con 4709 (5 %), peces óseos con 3717 (4 %) y anfibios con 1839 (2 %). (Vea aquí el mapa interactivo).
Posibilidad y riesgo
Según Dairo Escobar, coordinador del SiB Colombia, algo que caracteriza a estos 37 municipios que el gobierno declaró libres de minas antipersonal es que existe muy poca información sobre la biodiversidad que hay en esos territorios.
“A pesar de que hay 96 000 datos publicados en nuestra plataforma, es un número bastante bajo. Sin embargo, nos puede dar un indicio sobre lo que históricamente hemos registrado en esa áreas que han sido de difícil acceso y en qué grupos biológicos tenemos los mayores vacíos de información. De esta forma, inventarios y expediciones futuras podrán planificar mejor sus muestreos”, le dijo Escobar a Mongabay Latam.
Biodiversidad en los ecosistemas asociados a la desembocadura del caño Terecay en el río Tomo, Puerto Carreño y Vichada. Foto: Felipe Villegas.
El experto se muestra optimista pues espera que en un futuro cercano se pueda llegar a estos municipios y a otras zonas que hasta ahora han sido de imposible acceso para los científicos y académicos. Una de las esperanzas está puesta en las nuevas expediciones Colombia BIO, las cuales hacen parte de un proyecto liderado por Colciencias ─Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación de Colombia─ que ha venido trabajando de la mano de grandes investigadores y cineastas colombianos y ha presentado una serie de documentales sobre expediciones científicas que buscan registrar la biodiversidad de territorios que hasta hace poco permanecían inexplorados y parecían vetados por cuenta del conflicto armado.
Estamos en una carrera contra el tiempo y contra esos intereses no lícitos que se están llevando a cabo en esas áreas: Dairo Escobar
De hecho, el presidente Santos hizo el anuncio en marzo pasado durante la Sexta Plenaria de la Plataforma Intergubernamental de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (Ipbes), considerado el encuentro medioambiental más importante del planeta, que se llevó a cabo en Medellín. Allí dijo que para que el Fondo Colombia Bio sea una realidad ya se estaban gestionando recursos públicos, recursos privados,de cooperación internacional y de la banca multilateral. Sobre las expediciones ya realizadas aseguró que “en el balance de las Expediciones Colombia Bio se encuentra el descubrimiento de 131 especies endémicas y 211 especies con algún criterio de conservación. Igualmente se redescubrieron otras 4 especies dadas por desaparecidas. Ustedes se imaginan cuánto podríamos descubrir si hacemos 100 más”.
Según César Rey, director de Bosques, Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos del Ministerio de Ambiente, “lo que se pretende este año es articular esos esfuerzos del Gobierno Nacional en ciencia y tecnología con los temas de manejo territorial en términos de conservación, donde la información que se ha obtenido sobre nuevas especies ha sido fundamental. Este programa de Colombia Bio va a retornar muchísimos beneficios al país y nos pone como ejemplo a nivel internacional, como un país que valora su biodiversidad”.
La prioridad en investigación
Desde el SIB Colombia aseguran que la prioridad en investigación actualmente deben ser los invertebrados e insectos. “Esos son los grupos en los que tenemos mayores vacíos de información en el país y esas zonas que han estado vedadas por el conflicto pueden tener información y resultados muy interesantes”, comenta Dairo Escobar, coordinador del SIB Colombia.
Las cavernas, cuevas y/o grutas son ecosistemas que forman parte del patrimonio geológico del país, cuentan con gran cantidad de acuíferos subterráneos y sirven como hábitat de especies. Foto: Felipe Villegas.
Los datos que existen actualmente sobre invertebrados pueden estar sobreestimando o subestimando lo que se tiene de biodiversidad en esos grupos biológicos y es importante concentrarse en ellos.
Según dice el experto, en un ejercicio hecho durante 2016 y 2017 con 10 especialistas, se revisó el material de invertebrados en nueve colecciones biológicas de las 225 que tiene el país y encontraron cinco nuevas especies de invertebrados. “Eso no pasa en vertebrados (mamíferos, aves, reptiles, entre otros) porque son los grupos a los cuales los expertos en el país le han dedicado el mayor tiempo y están muy bien muestreados”.
Pero las nuevas expediciones deberían empezar lo más pronto posible, pues la deforestación ya les lleva la delantera y eso era algo que se preveía en esta etapa de posconflicto. “Se sabía que en estas zonas vedadas iban a entrar actividades de deforestación y explotación de recursos naturales de una manera irresponsable”, dice Escobar. Y es que las zonas con mayores vacíos de información corresponden en gran medida con aquellas donde Colombia cuenta con altas tasas de deforestación de bosques (pie de monte amazónico, Amazonía, Orinoquía). “Estamos en una carrera contra el tiempo y contra esos intereses no lícitos que se están llevando a cabo en esas áreas”, concluye.
El top
Estas son las especies que más registros obtuvieron y los municipios que más información biológica han documentado.
Las 5 especies con mayores registros son el guácharo con 722 (Steatornis caripensis), el frailejón con 700 (Espeletia grandiflora), el borrachero con 649 (Gaultheria anastomosans), el sirirí común con 551 (Tyrannus melancholicus) y el bichofué gritón con 468 (Pitangus sulphuratus).
Del volumen de registros, que en total para estos municipios son más de 96 000, hay evidencia de especímenes de un 50 % en colecciones biológicas y otro 50 % por concepto de observaciones. Por otra parte, si bien en la lista de departamentos con más datos se destacan La Guajira, Amazonas, Cundinamarca y Guainía, el mapa también identifica los municipios con menos información al respecto entre los cuales están La Peña, Quebradanegra, Gama y Villagómez (Cundinamarca), y Bosconia (Cesar).
Panamá. Un equipo de investigación internacional que trabajaba en el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales en Panamá (STRI) eliminó un solo gen de control en el ADN de siete especies diferentes de mariposas.
En la edición en línea temprana de Proceedings of the National Academy of Sciences, revelan los sorprendentes resultados obtenidos al reescribir el gen WntA: en la naturaleza, un solo gen influye poderosamente en la exuberante diversidad de patrones de ala de mariposas.
«Los patrones de ala de mariposa son increíbles», comentó Owen McMillan, científico de STRI y co-autor. «Son una verdadera novedad evolutiva, muy diversa y fuertemente moldeada por la selección natural y sexual. Mediante la ingeniería genética de individuos de diferentes especies, estamos rápidamente descifrando cómo se genera esta diversidad. Sorprendentemente, un solo gen, y uno que se utiliza repetidamente durante el desarrollo, puede tener enormes efectos».
La proteína WntA es una molécula de señalización muy conservada. El gen WntA es parte de una pequeña familia de genes que influyen en los planes del cuerpo y otros patrones durante el desarrollo del insecto. El gen codifica una molécula de proteína secretada que parece actuar como una señal difusible, llamado morfógeno, que establece las posiciones de los tipos de células especializadas dentro de un tejido. El término morfógeno fue acuñado por Alan Turing, el padre de la informática teórica y la inteligencia artificial quien estaba interesado en la base química de la morfogénesis.
«Imagine que la imagen de una mariposa se pudiese pintar por números», comentó McMillan. «Las instrucciones para colorear el ala están escritas en el código genético. Al eliminar algunas de las instrucciones, podemos inferir qué parte dice ‘pintar el número dos rojo’ o ‘pintar el número uno negro’. Por supuesto, es mucho más complicado que esto, porque lo que realmente está cambiando son redes de genes que tienen un efecto en cascada sobre el patrón y el color».
«Trabajando en el nuevo laboratorio del Smithsonian en Gamboa, Panamá, inyectamos huevos de mariposa con una sonda de ARN que se adjunta a parte del código genético, un gen llamado WntA, que sospechamos jugó un papel en la expresión del color», comentó Carolina Concha, investigadora de post doctorado de biogenómica.
«Después de eliminar el gen, dejamos que las mariposas crecieran y comparamos los patrones de ala de estas mariposas con los patrones de las alas de las mariposas originales», comentó Richard Wallbank, becario de post doctorado de STRI y Cambridge. Repitiendo el mismo procedimiento en siete especies diferentes de mariposas y comparando los resultados, el equipo descubrió formas inesperadas en las que el gen WntAinfluye en el patrón de las alas.
«Volviendo a la analogía de pintura por números, ‘número uno’ puede moverse alrededor del ala en diferentes especies de mariposas, e incluso en diferentes variantes de patrón de color de la misma especie. En las mariposas monarcas, por ejemplo, el gen se expresa con fina precisión a lo largo de las venas del ala. Por el contrario, en Heliconius, un grupo conocido por patrones de alas vivas, el gen se expresa en pinceladas gruesas, esencialmente desde la punta a la base del ala. Y se vuelve aún más disparatado, porque el color de ‘número uno’ puede cambiar dependiendo del contexto, cambiando entre los diferentes pigmentos de color e incluso cambiando cómo se refleja la luz. En las mariposas, el color es una función tanto del pigmento como de las propiedades estructurales de las células de las escamas que cubren el ala».
El WntA fue uno de los primeros genes descubiertos que está involucrado en el patrón en Heliconius. Dicho descubrimiento fue realizado por Arnaud Martin cuando trabajaba como becario de STRI durante su investigación de doctorado. El equipo puede predecir cuántos genes diferentes controla este gen regulador, basado en el número de regiones potenciales a lo largo del gen al que puede unirse. Esto es mucho menos costoso para el organismo que tener que crear diferentes proteínas para cada enlace.
«Las mariposas y polillas, los Lepidópteros, son el tercer grupo más grande de organismos conocidos en el planeta», comentó Martin, ahora profesor asistente de biología en la Universidad George Washington y autor correspondiente del estudio. «Una vez que identificamos los conjuntos de genes regulados por un gen como WntA, podemos ver la secuencia de diferentes mariposas en el árbol genealógico para ver cuándo y dónde ocurrieron estos cambios durante los 60 millones de años de evolución de la mariposa».
Otras afiliaciones de autores incluyen la Universidad de Cornell, la Universidad Oxford Brookes, la Universidad de Chicago, la Universidad de Cambridge y la Universidad de California-Berkeley.
Mazo-Vargas, A., Concha, C., Livraghi, L. et al. 2017. Macro-evolutionary shifts of WntA function potentiate butterfly wing pattern diversity. PNAS. www.pnas.org/cgi/doi/10.1073/pnas.1708149114
El gobierno regional gestionó 15 mil millones de pesos para proyectos sobre conocimiento, innovación y creación de un centro de ciencia.
El programa de desarrollo verde Boyacá Biofue creado para investigar la diversidad biológica de las 15 provincias del departamento, con una perspectiva a futuro.
Comenzó en 2016 con un ejercicio de reconocimiento y valoración de ecosistemas, en un recorrido por 80 municipios -en su mayoría con ecosistema de páramo- para identificar cuáles serían los puntos clave del programa.
A partir de dichos recorridos se generaron nueve proyectos, de los cuales tres ya están garantizados (expediciones, innovación y creación de un centro de ciencia) con una inversión de 15 mil millones de pesos gestionados a través de Colciencias, recursos que provienen del sistema de regalías.
“En las salidas de reconocimiento encontramos que aquí existen especies carismáticas como las orquídeas, que este es el noveno departamento en endemismos (especies únicas, exclusivas de ese lugar o endémicas) del país, el 50% de las especies endémicas de frailejones, el 52 por ciento de aves del país y el 20 por ciento de mamíferos”, dijo Herman Amaya, coordinador del programa, el 2 de octubre, durante la presentación en el Claustro de San Agustín, sede del Instituto Humboldt en el municipio de Villa de Leyva.
Boyacá presenta todos los pisos térmicos del país, desde el nevado, páramo con 580 mil hectáreas en siete complejos que lo ubican en el primer lugar nacional en este ecosistema, bosque alto andino, bosque húmedo y zonas subxerofíticas o secas.
Carlos Amaya, gobernador de Boyacá y Brigitte Baptiste directora del Instituto Humboldt, firmaron el convenio que da inicio a las expediciones en áreas estratégicas del departamento. Foto: Boyacá Bio.
Las expediciones
A mediados de octubre inicia oficialmente el programa con 12 expediciones a 24 de los 123 municipios y en cinco ecosistemas ya seleccionados, en un tiempo de dos años.
Las salidas están caracterizadas en tres niveles: con un fuerte componente científico, en grado intermedio y de valoración. Incluirán además de biólogos y profesionales de las ciencias naturales, a campesinos, habitantes del páramo y líderes comunitarios.
Los expedicionarios trabajarán en los páramos como el de Belén, Rabanal, Ocetá, Bijagual, Pisba, Mamapacha, Iguaque o lago de Tota; ecosistemas de bosque húmedo en el pie de monte llanero y el valle del río Magdalena; y ecosistemas secos en la cuenca del río Chicamocha.
Para desarrollar estas salidas, la Gobernación y el Instituto Humboldt firmaron el convenio Análisis de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos para su aplicación en la toma de decisiones, por 6.266 millones de pesos. La operación del mismo será del Instituto con el componente académico de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC).
“Estamos pensando en el futuro de Colombia, en la transición de una economía clásica a una economía sostenible”, expresó Brigitte Baptiste, directora del Instituto Humboldt.
Destacó que la Gobernación sea la entidad que lidera una investigación en biodiversidad y recordó que Boyacá es miembro fundador de esta entidad. El Claustro de San Agustín, donde se realizó el evento de lanzamiento del programa, es una de las sedes del Instituto Humboldt desde su creación, un edificio colonial – patrimonio nacional que pertenece al departamento de Boyacá. Actualmente guarda y estudia una buena parte de las colecciones biológicas con que cuenta el país.
Baptiste dijo que al terminar el proceso de Boyacá Bio, espera que allí mismo se presenten al país los resultados de esta experiencia.
Foto: Red Prensa Verde
Componente de innovación
Esta temática está conformada por tres líneas de trabajo. La primera es sobre generación de conocimiento y desarrollo tecnológico en los ejes de variabilidad climática, conservación de ecosistemas estratégicos y uso sostenible de la biodiversidad.
Comprende el desarrollo de 12 proyectos, cada uno por 389 millones de pesos con una duración de 14 meses. Está dirigido a grupos de investigación, organizaciones y alcaldías.
La segunda línea es el fortalecimiento de capacidades de innovación productiva sostenible para el aprovechamiento agroecológico y de biodiversidad. Tendrá una inversión de 5.363 millones para 12 proyectos, cada uno por 390 millones de pesos, en las líneas de biocomercio y sistemas de producción sostenible. Fue diseñada para grupos e investigación con alianza de empresas y alcaldías.
La tercera línea es la creación de un Centro de Ciencia, que aprovechará una construcción abandonada en Tunja inicialmente destinada a un jardín Botánico, en su remodelación se invertirán 25 mil millones de pesos.
“El sitio ya fue visitado por la directora del Kew Garden de Londres (Reino Unido), entidad vinculada al proyecto. El fin es desarrollar un plan de apropiación de conocimiento, transferencia del conocimiento ancestral y científico, y empoderamiento de la comunidad de sus ecosistemas”, dijo el gobernador Carlos Andrés Amaya.
Anunció que allí funcionará un museo de historia natural, una sala de exposiciones de flora y fauna, con representación de los ecosistemas boyacenses y un vivero con senderos de contemplación.
Sobre este tema, Felipe García, director de Colombia Bio de Colciencias, informó que en la actualidad seis investigadores británicos, enviados por el Kew Garden, ya trabajan en Tunja en seis proyectos de investigación en biodiversidad, por 2800 millones de pesos en alianza con el Instituto Humboldt y algunas universidades.
El Jardín británico lanzará el 22 de octubre una convocatoria en el Reino Unido con el fin de que grupos de investigación de ese país trabajen enlazados con grupos de investigación de Boyacá, en proyectos de biodiversidad, artes y humanidades, por 11 mil millones de pesos.
Este Jardín botánico fue declarado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, porque protege la colección de plantas vivas más grande y diversa del planeta, creciendo en el paisaje, los invernaderos y los viveros de esa institución.
Además tiene un trabajo científico en 110 países e involucra a más de 400 instituciones colaboradoras en todo el mundo.
Felipe García director de Colombia Bio; Carlos Amaya, gobernador de Boyacá; Brigitte Baptiste, directora Instituto Humboldt; Omar Franco, director del Ideam; de pie, Luis Gilberto Murillo, ministro de Ambiente. Claustro de San Agustín en Villa de Leyva (Boyacá). Foto: Minambiente.
Más parques nacionales
En el evento, Luis Gilberto Murillo, ministro de Ambiente, destacó la biodiversidad y riqueza hídrica de Boyacá y el ejemplo al haber disminuido la deforestación y mejorado la calidad de aire en el valle de Sugamuxi.
“Debemos pasar de la retórica a la acción, no es coincidencia que sea Boyacá el primer departamento que lanza su programa Bio. Es una garantía para la apropiación social del conocimiento y la protección de los servicios ecosistémicos”.
También afirmó que Boyacá tiene 346 mil hectáreas de áreas protegidas, dos veces el departamento del Quindío, con tres parques nacionales (Cocuy, Pisba e Iguaque) zonas se deben mantener pero que a la vez es necesario aumentar su área: “Se tiene la tarea de crear 42 mil hectáreas más, nos gustaría que ustedes nos cumplieran esa meta la de adicionar esas áreas en Boyacá, le dejo la tarea a los directores de Corpoboyacá y Corpochivor”.
Colciencias convoca
Para Felipe García, director de Colombia Bio el programa que inicia en Boyacá hace parte de la estrategia nacional de investigación en biodiversidad, creada por Colciencias, con la propuesta de que a largo plazo el país y las regiones se conviertan en una bioeconomía.
“Se tiene que involucrar al sector privado porque esto implica un cambio de imaginario. Academia, gobierno y sector privado es una triada fundamental para hacer tránsito de los combustibles fósiles a una economía sostenible”.
García, invitó a los 50 grupos de investigación de Boyacá que monitorea Colciencias a presentar ‘buenas propuestas’ porque hay 400 millones de pesos para las convocatorias en las que se financiarán 24 proyectos, en las líneas de investigación e innovación.
Insistió en que este programa se debe replicar y ojalá antes de finalizar el gobierno Santos se tengan por lo menos la mitad de los departamentos del país involucrados, por ahora hay 10, entre estos destacó a Cundinamarca y Santander.
“Boyacá hoy hace historia, es un pionero que cumple con todos los requisitos desde la ciencia, la tecnología e innovación que exige Colciencias».
En este sentido, el funcionario invito al gobierno de Boyacá a cumplir con los tiempos de entrega de los proyectos y a convencer a los demás departamentos para que entre en la onda ‘Bio’.
El programa de Evaluación y Monitoreo de la Biodiversidad del Instituto Humboldt alertó sobre la vulnerabilidad de 2967 especies de fauna y flora, a causa de la acelerada deforestación que se está presentando en seis departamentos de Colombia.
La pérdida de bosque se concentra en la Amazonia occidental (Caquetá, Guaviare y Meta), el Catatumbo (Norte de Santander), la región de Paramillo (Córdoba) y en el Chocó, áreas que reúnen alta diversidad biológica pero que a raíz de la deforestación se pueden tornar vulnerables.
Fruto de Abarco – Foto: EIA
El Instituto Humboldt informó que los núcleos de deforestación coinciden con la distribución limitada a nivel mundial de nueve especies de animales y 106 especies endémicas de Colombia.
«La situación es preocupante y crítica en Meta y Chocó, porque concentran un mayor número de especies únicas, 16 y 81 respectivamente», indica.
Árboles maderables de baja distribución y densidad poblacional como abarco (Cariniana pyriformis), almendro (Dipteryx oleífera), laureles almanegra (Magnolia spp.), el comino (Aniba perutilis) y los cedros(Cedrela spp) son especies incluidas en una lista preliminar por los investigadores.
En los núcleos de deforestación de la Amazonia occidental (Caquetá, Guaviare y occidente del Meta) se destacan como vulnerables especies de anfibios, entre ellos, las ranas arborícola (Boana nympha) y la venenosa (Ameerega hahneli), las cuales dependen de cobertura boscosa.
Entre los mamíferos la situación más crítica se da con los primates tití del Caquetá (Callicebus caquetensis), descritos recientemente y restringidos a una pequeña zona de esta región, y el mono churuco colombiano (Lagothrix lugens).
Foto: Edgardo Griffth / amphibianrescue.org
En área del Parque Nacional Natural Paramillo, en el sur de Córdoba, preocupan los anfibios rana marsupial (Hemiphractus fasciatus) (en la foto) y rana de cristal Nymphargus chami).
Entre las aves más afectadas de esta zona podrían estar el paujil piquiazul (Crax alberti), que registra bajas densidades poblacionales y una distribución cada vez más reducida. Le siguen las grandes rapaces, águila arpía (Harpia harpyja) y crestada (Morphnus guianensis), y la guacamaya verde (Ara ambiguus).
Para esta misma región, el sur de Córdoba y toda la selva del Pacífico, se encuentran en peligro crítico por la pérdida de bosque y el tráfico ilegal, la danta o tapir (Tapirus bairdii) y el tití cabeciblanco (Saguinus oedipus).
Tití cabeciblanco – Foto: Fundación Tití
Respecto a las plantas, y fuera de los árboles maderables, la situación puede ser crítica para la palma Reinhardtia koschnyana.
En el núcleo de deforestación del sur del Chocó, sector del río Quito y alrededores sobresalen la rana dorada (Phyllobates bicolor) y las aves paujil chocoano (Crax rubra), gavilán plomizo (Cryptoleucopteryx plúmbea) y el mochilero del Baudó (Psarocolius cassini), un ave rara, en peligro y endémica de este departamento.
NÚMERO DE ESPECIES REGISTRADAS EN LOS NÚCLEOS DE DEFORESTACIÓN
Fuente: Instituto Humboldt.
Una de la especies de interés es el bobito (Bucco noanamae), endémica de Colombia y restringida al Chocó y al Urabá antioqueño, originalmente descubierta en Noanamá, una población cerca a Istmina, justo en el centro del núcleo de deforestación del sur del departamento chocoano.
El reporte asegura que en el núcleo Catatumbo (Norte de Santander) sobresalen la rana marsupial (Cryptobatrachus conditus), de las microcuencas del piedemonte del Catatumbo, y el paujil moquiamarillo (Crax daubentoni), un pavón que ha perdido la mayor parte de su hábitat en Colombia y que además es objeto de cacería.
San Antero, Córdoba.Botas pantaneras, sombrero vueltiao y bastón son las herramientas que Ignacia de la Rosa, presidenta del grupo conservacionista “Los Mangleros”, utiliza para ir a trabajar cada mañana. Esta ‘coronel’, a la que le gustan las cosas claras, orienta día a día a unas 400 personas dedicadas a proteger y a aprovechar las ‘murallas verdes’, es decir, los bosques de mangle.
Ignacia de la Rosa guía a 400 hombres y mujeres en la conservación del manglar.
Todo empezó en 1938 cuando el río Sinú cambió su desembocadura a causa de los canales creados por el hombre. Allí, las continuas crecientes y otros factores contribuyeron a que su dique natural se reventara justamente por un meandro muy cercano al litoral donde se depositó la mayor parte del agua, consolidando una nueva desembocadura.
En la Bahía de Cispatá el mar invadió el espacio que ocupaba el río, acabó con las cosechas y con el sustento de los campesinos. La región se empobreció y no hubo más trabajo.
Buscando una solución, las personas dedicadas a la extracción de mangle (árbol marino-costero) y carbón, alquilaron a los hacendados tierras cerca de los humedales para expandir las zonas de mangle y lograr un sustento, pero en 1976 el Gobierno Nacional intervino para prohibir la explotación. Fue entonces cuando Ignacia de la Rosa tomó la vocería de la gente que vive del manglar.
Esta guardiana de la naturaleza, buscando soluciones llegó a un acuerdo con la Corporación Autónoma del Valle del Sinú (CVS), el Ministerio de Ambiente y el antiguo Inderena y decidió empoderarse de las enramadas costeras. Ella convocó a ese ejército de más de 400 personas de la región y formó la Asociación de Mangleros con la que recuperó 200 hectáreas afectadas por la salinización.
Ignacia cuenta que lo más difícil de los años de trabajo han sido las discusiones con los mismos compañeros: “la gente tiene una cosa y es que si tú quieres hacer algo bueno para la comunidad y si no les muestras plata no miran más allá del hoy. Cuando ven que el resultado es bueno ahí si dicen ¡fuimos todos! pero cuando el resultado es malo es culpa es del líder; entonces esas son las veces que uno quiere tirar la toalla”. Sin embargo, persiste.
Las semillas de mangle son sembradas en botellas, rellenas de arena y afrecho de arroz. Al germinar se trasplantan en el bosque.
Uso sostenible
La ‘coronel’ tiene cinco hijos, tres de ellos graduados en la universidad y dos que se dedican a la artesanía.
Orgullosa y sonriente, sentada en una pequeña oficina tapizada con reconocimientos y distinciones como el premio Mujer Cafam 2002 y una mención que destaca el trabajo en las comunidades de las mujeres colombianas, cuenta que sacó a su familia adelante con la extracción de madera producto del uso sostenible del manglar.
En el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) de San Antero se especifican las zonas del manglar que no se deben tocar porque son de pobre regeneración y las que se regeneran naturalmente que se usan para extraer madera. ‘Los mangleros’ fueron capacitados al respecto y así están logrando aprovechar sosteniblemente el recurso.
“Hay personas que no saben de ciencia, pero saben el diámetro y la altura de un árbol empíricamente, entonces así pueden aprovechar el mangle adecuadamente. Quien no esté preparado ve muchos árboles y dice: esa zona es buena porque hay muchos árboles, pero no se da cuenta de que la regeneración puede ser muy pobre”, asegura Ignacia.
Explica que el mangle se revitaliza naturalmente gracias a que los árboles que portan semillas se encuentran en las orillas de las ciénagas y de los ríos, lo cual permite que estas se vayan por las corrientes a otros lugares.
Pero lo que hay hoy en esta zona también es producto del trabajo del hombre. ‘Los Mangleros’ ayudan en la conservación recolectando semillas en botellas plásticas que rellenan de arena y afrecho de arroz y luego trasplantan al bosque.
“¡Todos dicen que los manglares están conservados! Pero nadie sabe en realidad por qué son los más conservados del país. No solo es la naturaleza, ¡la mano de los mangleros también ha hecho que estén en esas condiciones!”, exclama.
Los mangles permiten que haya alimento para las comunidades, protegen la costa y el ecosistema marino.
A pesar de su fama de los mejor conservados de Colombia y segundos de Latinoamérica, según la Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú y del San Jorge (CVS), también se han visto afectados por el cambio climático.
Con aproximadamente nueve metros de altura y plantados entre sedimentos, estas murallas naturales son el lugar de resguardo de millones de seres vivos y entre sus largas ramas descansan cientos de habitantes.
Sus extensos caminos, como si fuesen esas avenidas de las grandes ciudades, le abren paso a miles de migrantes que año tras año las eligen para tomar fuerzas antes de continuar la travesía marina. Delfines, aves migratorias, tortugas, monos y crustáceos sobreviven gracias a esas fortificaciones naturales.
De esta manera, el municipio de San Antero, ubicado a 195 km de Cartagena de Indias, en el Caribe colombiano, cuenta con un manglar de 11.513 hectáreas, que es ejemplo nacional de conservación.
Manglar y cambio climático
Estas murallas, sin embargo, no están libres de amenazas, en especial debido a un gigante: el cambio climático. De hecho, Ignacia asegura que la mayor afectación que sufren estos árboles hoy es por las condiciones extremas producto de las alteraciones del clima. Por ejemplo, las extensas sequías detienen el crecimiento de los bosques.
También el mar de leva hace mucho daño en la costa porque se lleva el sedimento, del que se agarran las raíces. Eso provoca la muerte del mangle y la erosión costera.
Si estos bosques desaparecieran, se desestabilizaría la línea de costa y se disiparía la posibilidad para frenar el impacto de las tormentas; además los pequeños peces perderían esa gran enramada que les sirve de ‘guardería’. Sumado a ello, se perdería el filtro que retiene nutrientes, sedimentos y salinidad.
De modo que ese ejército aguerrido de ‘los mangleros’ sabe que tiene una misión muy importante: conservar la muralla para protegerse del hambre y de la sal, entre tantas otras cosas. Ignacia también lo sabe y por eso asegura que mientras esté con vida, seguirá siendo la líder que defiende eso que ama. Y lo que ama es el manglar.
De dos en dos van acrecentando cada una de las familias del bosque. Pequeñas cabezas de monitos recién llegados al mundo se asoman sobre la espalda del padre y miran con asombro a su alrededor.
Desde abajo un grupo de investigadores sigue sus movimientos: caminan cuando ellos caminan, corren si los monos saltan de árbol en árbol, se ponen alerta si la manada emite señales de peligro.
El grupo, conformado por dos profesionales en biología y un auxiliar, va tras ellos cada día, cargado de un equipo de telemería (rastreo por ondas de radio) para estudiar su comportamiento, alimentación, reproducción, y por esta temporada, reportar nacimientos. La Telemetría funciona con la instalación de un transmisor en un chaleco especialmente diseñado para el cuerpo del macho líder, que produce ondas y permite su ubicación.
Nuevas vidas
Esta es la época más feliz del año en la reserva natural de El Ceibal, en Santa Catalina (Bolívar), área dedidada a la protección de los monos titíes (Saguinus oedipus) por la Fundación Proyecto Tití, porque es tiempo de los nacimientos.Las nuevas vidas llenan de esperanza a los biólogos que tienen como tarea recuperar la población.
Hasta el momento han nacido cuatro monos. Los primeros en ser padres fueron ´Savage’ y ‘Wilson’, luego ‘Cat’ y ‘Jon’.
Los biólogos que los miran desde abajo, reportan que los pequeños críos, que se mantienen arrunchados en la espalda del papá, han ido madurando y están sanos y fuertes. Sus padres los cargarán hasta que puedan defenderse, y si la naturaleza cumple su curso, llegarán 36 más a la reserva, durante toda la temporada.
Este bosque, uno de los más estudiados del país, acoge a 18 familias de monos cabecibalncos, de estas la Fundación Tití monitorea desde hace más de diez años a 11. Los investigadores las conocen a todas, han entrado en la ‘sala’ de cada una de esas familias y saben ‘quien es quien’ en la manada.
Así como ocurre en los humanos, el grupo familiar está compuesto de padre, madre, hermanos mayores y menores. Algunos son de siete integrantes otras de nueve. Los investigadores a los largo de los años, recorrido por recorrido, también han visto que cuando los titíes llegan a la adultez, se van de la casa y forman nuevos ‘hogares’.
El hábitat de los monos cabeciblancos es el bosque seco tropical, ecosistema considerado como el más amenazado del planeta. Los estudios indican que solo queda el 5 por ciento de su área original, en relictos de Huila, Bolívar, Atlántico, Córdoba, Guajira y otros más.
El Ceibal es uno de esos relictos, con 470 hectáreas, que se han convertido en la única área protegida en el mundo donde los titíes viven en estado silvestre. Fue salvado de la deforestación por la Fundación Proyecto Tití y otras entidades nacionales y regionales al declararlo reserva. En efecto, una de las mayores amenazas para el tití es la ausencia de bosque debido a la deforestación para ganadería. También la captura ilegal y el posterior tráfico ilegal para su venta como mascotas o para coleccionistas en otros países.
En los años 70 se produjo una masiva exportación de titíes a los Estados Unidos con destino a laboratorios científicos, lo que ocasionó el inicio del declive de la población.
Es por esto que el tití cabeciblanco fue clasificado en la categoría de (CR)Críticamente amenazado, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Esto significa que está a un paso de la extinción.
Por esta razón, es comprensible que allí en El Ceibal, se celebre sin excepción cada nacimiento.
Hace solo unas semanas, exactamente el 16 de agosto, festejaban el Día Nacional del Tití declarado por el Ministerio de Ambiente. En esa fecha los jóvenes del pueblo de Santa Catalina recrearon bailes, canciones, comparsas, pancartas alusivas y se disfrazaron de monos para agradecer la existencia de la especie.
Lluvia significa comida
En el Ceibal, como ocurre en la región Caribe, se presenta una fuerte sequía durante los primeros meses del año, caracterizada por el poco alimento para la fauna. Cuando la comida escasea, los monos deben acudir a una dieta de insectos y lagartijas.
Luego viene la temporada de lluvias, tiempo exquisita comida. Los titíes consumen aproximadamente 80 variedades de plantas que significan un alto sustento nutricional. La lluvia hace que la flora brinden toda una variedad de frutos, resinas, flores y néctares que aprovechan los monos.
La lluvia también trae la vida, es tiempo de fertilidad. Es por esta época que las hembras entran en gestación. Así que el ciclo se cierra cuando al finalizar la temporada seca nacen los bebés tití.
Rosamira Guillén, directora de la Fundación Tití, con sede en Barranquilla, comenta que este año, la eterna sequía hizo que se retrasaran los nacimientos. A cambio, el agua que ya cae a cántaros en el bosque, trajo consigo nuevas vidas y más alimento para esos pequeños críos.
“Esperamos como todos los años que cada familia tenga dos gemelos, aunque a veces viene solo uno. Es una situación directamente relacionado con su disponibilidad de comida”.
Si de alimento se trata, hay que hablar de estos monos endémicos (únicos) de Colombia, que no escapan de la ley del bosque.
«Así como nacen, también mueren siendo parte de la cadena alimenticia o trófica porque son un gran bocado para aves rapaces, serpientes o mamíferos»- explica Rosamira.
“Ocurre y nos duele, pero debemos registrar decesos de monos por depredación, es la naturaleza”.
Para evitar ataques, los titíes han desarrollado un instinto territorial y se cuidan entre ellos para ahuyentar a los depredadores. Por eso viven en áreas intermedias de los árboles, ni muy arriba donde atacan las rapaces, ni muy abajo a donde llegan las boas.
“Ellos son similares a los humanos en muchas cosas, tienen su propio territorio y como si fuera un conjunto residencial, cada uno vive en su casa, pero todos comparten áreas comunes. Cada noche cambian de árbol para protegerse«, cuenta la Directora de la Fundación.
Más bosque, más titíes
La Fundación tiene claro que una de las mejores formas de preservar a este primate es tener más bosques en las condiciones que requiere la especie, bien conservados.
Por eso adelanta un estudio comparativo en el municipio de San Juan Nepomuceno (Bolívar), donde van a proteger una reserva de 70 hectáreas, ubicada junto al Santuario de Fauna y Flora de los Colorados, que conserva mil hectáreas.
En San Juan harán un estudio completo de los grupos de titíes que la habita, por ahora están conociendo el terreno y las familias de monos.
El trabajo de los investigadores que buscan en sus recorridos la mirada de los bebés-mono en la espalda de su padre, no es aislado. En la Fundación hay un total de 20 empleados que trabajan a diario por proteger a los monos. Ellos desarrollan proyectos de investigación científica, educación ambiental y alternativas económicas para la comunidad que antes vivía de la naturaleza como sustento: venta leña y comercio ilegal de fauna.
Aspiran a que su trabajo se vea reflejado en la restauración del bosque seco y el aumento de las manadas para seguir ‘persiguiendo’ por el bosque a los monitos saltarines que se asoman nerviosos en la espalda de su padre.
Hoonolulu, Hawai/RPV*. Una de las primeras noticias destacadas en el Congreso Mundial de la Naturaleza, que acaba de pasar en Hawai, fue la creación de la Alianza Internacional para la Identificación de Áreas Clave para la Biodiversidad, en todo el mundo.
Se trata de una asociación de once de las principales organizaciones mundiales de conservación de la naturaleza, que coordinará los procesos de identificación, documentación, actualización y monitoreo de las Áreas Clave para la Biodiversidad (ACB), y promoverá su manejo eficaz y su salvaguardia adecuada.
La Alianza desarrollará y actualizará la lista mundial de ACB, la publicará y promoverá por intermedio de la Base de Datos Mundial sobre las Áreas Clave para la Biodiversidad.
¿Qué son?
Las Áreas Clave para la Biodiversidad son sitios que contribuyen a la perduración de la biodiversidad a escala mundial, e incluyen hábitats vitales para las especies amenazadas de fauna y flora en ecosistemas terrestres, marinos y de agua dulce.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) ha trabajado con centenares de especialistas y decisores para elaborar la Norma Mundial para la Identificación de Áreas Clave para la Biodiversidad(UICN 2016), que establece un proceso de consulta basado en datos científicos para la identificación de las ACB, fundándose en la aplicación de criterios en cinco categorías:
Biodiversidad amenazada
Biodiversidad geográficamente restringida
Integridad ecológica
Procesos biológicos
Carácter irreemplazable.
Para hacer efectiva esta iniciativa, la Alianza asesorará a los gobiernos nacionales acerca de la expansión de su red de áreas protegidas, y colaborará con el sector privado para que las empresas puedan minimizar y mitigar su impacto sobre el medio ambiente.
Hasta el presente, se han identificado y mapeado más de 18.000 ÁreasClavepara la Biodiversidad a nivel mundial y regional, entre las que figuran el Parque Nacional Ujung Kulon de Indonesia, que alberga la última población conocida del rinoceronte de Java (Rhinoceros sondaicus), clasificado En Peligro Crítico, y el área marina Molokai de Hawái, donde se encuentra el coral En Peligro Crítico Porites pukoensis,presente únicamente en las aguas poco profundas de esta zona.
Los socios de la Alianza para las ACB son: Amphibian Survival Alliance, BirdLife International, Conservation International, el Fondo de Alianzas para los Ecosistemas Críticos, el Fondo para el Medio Ambiente Mundial, Global Wildlife Conservation, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), NatureServe, la RSPB, Wildlife Conservation Society y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
¿Para qué son las áreas?
El monitoreo de dichas áreas permitirá detectar amenazas potenciales a los ecosistemas e identificar medidas de conservación adecuadas.
A través de esta Alianza para las ACB, se movilizarán recursos y pericia para identificar y mapear más Áreas Clave para la Biodiversidad en todo el mundo.
Contribuirán en particular al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 14 sobre “conservación y uso sostenible de los océanos” y 15 relativo al “manejo sostenible de los bosques, lucha contra la desertificación, detener la degradación de las tierras”.
OPINAN LÍDERES DE LA ALIANZA
“Para poder desarrollar e implementar soluciones de conservación exitosas, es preciso que existan estrategias mundiales claramente identificadas. A este respecto, nos enorgullece ser uno de los miembros fundadores de esta estimulante nueva alianza para ayudar a cartografiar y a proteger parte de la biodiversidad más valiosa de nuestro planeta.”
Naoko Ishii, directora General y Presidenta del Fondo para el Medio Ambiente Mundial
“La nueva alianza potenciará la acción mundial de conservación, destacando la existencia de sitios de importancia internacional que requieren medidas urgentes de conservación. Contribuirá también a la consecución de las metas del Plan Estratégico para la Biodiversidad y permitirá que los gobiernos nacionales y las organizaciones de conservación de la naturaleza dirijan sus escasos recursos a los sitios de mayor importancia para la naturaleza.Esta iniciativa es de vital importancia para la biodiversidad de nuestro planeta”.
Braulio Ferreira de Souza, secretario ejecutivo del Convenio sobre la Diversidad Biológica
“ Nuestro planeta está en la encrucijada y debemos tomar medidas con urgencia si queremos que sea capaz de sustentarnos. Para poder lograr un desarrollo sostenible, es indispensable saber dónde se encuentran los sitios esenciales para la supervivencia de especies amenazadas y por qué revisten dicha importancia. También, dicho conocimiento será un elemento crucial para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible”.