INFORME ESPECIAL: IMPACTO DEL CAMBIO CLIMÁTICO EN EL ARCHIPIÉLAGO DE SAN BERNARDO
SEGUNDO REPORTAJE:
ACORRALADOS
Los habitantes piden obras de protección para resguardar el archipiélago de San Bernardo de los impactos del cambio climático. Existen lineamientos de adaptación desde 2014, pero no han llegado al territorio. Una de las construcciones con mayor riesgo es la escuela de preescolar.
Olga Cecilia Guerrero / Red Prensa Verde
Ignacio Galán / Shots de Ciencia
Saltar a medianoche de la cama para rescatar los objetos que se está llevando el mar. Verificar que la familia se encuentre bien y completa. Retirar, a la mañana siguiente, rocas, palos, conchas de caracol y basuras que quedan esparcidas por la casa.
La marea no tiene horario. A veces entra a las 9 de la noche, pero puede ser a las 11 o a las 2 de la mañana. Se hace más intensa en luna llena y entonces pasa sin permiso por la cocina, atraviesa la pequeña sala y, como si nada, va directo a la habitación. Mario Moreno Zúñiga vive este escenario y, a pesar de la frecuencia con que ocurre, no se acostumbra. Dice que ama el mar, depende de él, pero también respeta su fuerza y a veces le teme.

Mario Moreno, afectado por los mares de Levaen Puerto Caracol, Isla Múcura.
Él es pescador, tiene 46 años, vive con su esposa, sus dos hijas pequeñas y un cuñado, en una vivienda de madera que él mismo construyó. Está ubicada en el poblado de Puerto Caracol, en Isla Múcura, que hace parte del Archipiélago de San Bernardo, en la jurisdicción de Cartagena, Bolívar.
Se refiere a los mares de leva que con el tiempo han intensificado su fuerza y frecuencia. El mar de leva es una ola amplia cargada de mucha energía que destruye las líneas de costa. En la zona se presenta un aumento anual y según definición del biólogo y profesor Fabio Flórez, vecino de esta comunidad, “son pequeños tsunamis”.
«Muchas veces se ha metido hasta en el cuarto. Muchas veces en el cuarto, en la sala. Me ha tocado pararme a media noche a buscar sacar agua porque se ha metido. Estamos buscando construir más para que no se nos lleve la casita. Anoche hubo una marea muy llena. Yo había echado unos palos ahí, pero que va, esa marea todo eso se lo llevó. Estaba grande, grande la marea. Allá hasta donde está Arturo, todo eso lo llenó, todo, todo. Aquí también se metió la marea«.
Aunque quisiera evitar la situación levantando una barrera de cemento para elevar la casa ─como la mayoría de los habitantes lo han hecho─ Mario dice que no puede. La autoridad ambiental lo prohíbe y, si lo hace, es posible que le desbaraten la obra. Él tendría que dejar su casa, o tal vez, hacer un reforzamiento muy costoso.
«Uno vive del mar. Yo he vivido toda la vida aquí, toda la vida. No me puede echar nadie cuentos del mar, porque yo he vivido desde pelado en el mar. El mar es el que le da el sostén de todos los días. Pero anoche hizo como la mamá o el papá de las mareas: como a las 9 o 10, 11 de la noche. El así como a uno le da, también le quita a uno. ¿Por qué? Porque a veces viene una ola y unos vientos que tiene uno que buscar auxilio porque se meten vientos de 4 y 5 días, muchos días».
Mario, como todos en el Puerto, explica que detrás de esa intromisión que siempre lo desvela están dos de las consecuencias del cambio climático: el aumento del nivel del mar y la erosión costera. Eso lo tiene claro porque ha visto las transformaciones en el territorio. Lo mismo que Arturo, José del Carmen y los demás habitantes del caserío que sufren y también se trasnochan por la misma causa.
Al indagar sobre la situación con un funcionario de Parques Nacionales, este comentó a Red Prensa Verde y Shot de Ciencia que esta es un área protegida con unas condiciones naturales especiales, donde su labor como entidad es ejercer la autoridad ambiental para prevenir, mitigar y controlar los impactos ambientales.
Aclaró que a la comunidad se le procura ayuda en sus procesos y proyectos económicos y sociales, siempre y cuando no signifique la alteración del ecosistema.
“La erosión costera nos representa una amenaza tanto para las comunidades asentadas como para las islas. Pero esto tiene que coincidir con lo que está estipulado por Resolución 1426 de 1996 y es por eso es que tratamos de hacer que no crezcan las construcciones de manera ilegal”.
Los niños de preescolar, en riesgo
Una de las construcciones con mayor vulnerabilidad, según los líderes, es la escuela de preescolar, donde estudian 30 niños de Múcura y Santa Cruz del Islote. La historia cuenta que, a Juan Manuel Moreno, uno de los primeros habitantes y fundadores de Puerto Caracol, se le veía trabajar con frecuencia en un lote junto al mar. Ponía a sus hijos y a los niños del pueblo a arrastrar caracoles y arena en un carrito, a veces por las tardes o en sus ratos libres.
Al recorrer la isla vio el pueblito y se enteró de que la comunidad no tenía escuela. Tomó unas fotos para buscar recursos en sus viajes internacionales y volvió dos años después con 25 millones de pesos. Hicieron unos planos y con ese dinero construyeron el centro escolar. Por eso el profesor Flórez dice que esa obra se llama “La escuela de Juan Manuel”, ese es el nombre verdadero. La Secretaría de Educación de Cartagena solo hizo la cerca hace unos años.Arturo Berrío relata que la construcción ha sufrido graves daños en sus bases y ya cedió una vez. Fue arreglada, pero el mar entró nuevamente por debajo y la pared frente al mar está en peligro de caer, explican.
«Hace como 5 o 6 años vinieron unos señores, que ahora no recuerdo como se llaman… dizque iban a hacer mejoras de vivienda. Pero eso nunca llegó aquí. Prometen, prometen, para acá, para allá, que miren. Vamos allá a reunión… Nada, se lo llevó el viento.»

La escuela de preescolar de Isla Múcura está en peligro debido a que sus bases están deterioradas. La comunidad pide intervención urgente. Imagen: Ignacio Galán

Salón de clase en la escuela de Isla Múcura, que prersenta riesgo en su estructura. Foto. Olga C Guerrero.
El temor de los líderes es el riesgo que corren los menores y los dos maestros porque en cualquier momento la construcción puede colapsar. Por eso Berrío busca otra solución:
“Haremos una comisión para hablar con uno de los dueños del hotel Punta Faro para que por favor nos done un pedazo de tierra donde se pueda hacer una escuelita nueva, ojalá con una alberca y una canchita y así ellos puedan jugar, eso nos daría tranquilidad. Que no lo haga por nosotros sino por los niños”, relata Berrío.
La comunidad habla de una ausencia estatal desde siempre. Por ejemplo, la Secretaría de Educación de Cartagena, de quien dependen administrativamente, hasta hace cuatro años se hizo cargo de la educación en el archipiélago, informaron. Tiene dos vigilantes en la escuela y contrata una lancha que lleva a los pequeños de isla en isla a estudiar. Los de preescolar van a Isla Múcura y, los de primaria y bachillerato, a Santa Cruz del Islote, en dos jornadas.
«Primero, aquí hay un riesgo grande por tema de erosión. Las olas pegan fuerte y en cualquier momento esta placa… en una ocasión ya se vino, se derrumbó.

Darwin Cesar, líder de Isla Múcura
Gracias a Dios no hubo un niño. Pero cuando pegan los fuertes vientos las tejas salen volando. Necesitamos un aula más grande. Nosotros también somos colombianos. Necesitamos una institución que coja primaria y secundaria. Nosotros también tenemos los mismos derechos que tienen los de Bogotá y otras ciudades -nosotros como isleños-. Nosotros somos cartageneros, pero ¿cómo vamos a decir que somos cartageneros si la Alcaldía de Cartagena nos tiene descuidados? O sea, nosotros ni siquiera tenemos la bandera para decir que somos bolivarenses. Para el Gobierno colombiano el Archipiélago de San Bernardo no es Colombia porque no se interesan. Las islas están desapareciendo por el tema de la erosión costera«, exclama Darwin Cesar. líder de Puerto Caracol.
Mientras hablan al tiempo, los hombres reclaman porque a Múcura nunca ha ido un alcalde de Cartagena. El único que fue se llama Carlos Mieles de la localidad 1 encargada de los asuntos insulares. Darwin César recuerda su nombre porque hace cuatro años les llevó un sistema de tanques para el almacenamiento del agua que llega una vez al mes del continente en el buque cisterna o en el que a veces lleva la Armada:
“Fue una bendición, no teníamos donde poner una tonelada de agua y menos la posibilidad de construir una alberca. Es el único gobierno que ha hecho algo por nosotros”, comenta César.
Otras carencias

Arturo Berrío, Puerto Caracol, Isla Múcura. Foto Ignacio Galán
Una de sus mayores necesidades es tener un puesto de salud. Cuando hay un enfermo deben llevarlo a Santa Cruz del Islote donde hay una enfermera. Si es muy grave, a Tolú o a Cartagena. Un pasaje normal en lancha rápida a Tolú cuesta 80 mil pesos y tarda una hora y media. A la capital de Bolívar cuesta 130 mil pesos, y se navega durante 2 o 3 horas.
«No tenemos, por lo menos, recurso de un médico. A veces cualquier niñito se enferma, o uno viejo, que le den siquiera los primeros auxilios, aquí no hay nada de eso. Muchas veces uno va a Islote: tampoco se consigue nada. De pronto una enfermera que sabe poner una inyección, y a veces no está tampoco, a mi me ha tocado. He ido a buscar y no hay nadie. Por ese lado estamos graves. Porque siquiera hubiera un médico 15 días de un mes. Aquí a veces que sacan la gente a medianoche y tienen que salir a la lata en cualquier lancha. Sea el viento como esté, que el paciente no se nos vaya a morir. Son cosas que por acá necesitamos y no tenemos«.
Los líderes en medio de bromas sobre su propia situación hablan de cómo ha crecido el poblado y de cómo, a pesar de todo, la gente del archipiélago es sana, poco se muere. Por ejemplo, para inaugurar el cementerio que está en Tintipán, tuvieron que traer a una señora desde Cartagena.
Nadie se salva de la erosión
Al finalizar el recorrido por Puerto Caracol ─y bordear la isla─ se llega a los hoteles: todos presentan rastros de la erosión costera. Dahlandia, es el primero en la punta suroccidental de la isla. Se trata de un hostal ecológico administrado por el biólogo y profesor Fabio Flórez, quien ha intentado varias formas de proteger el predio que la Nación le tiene arrendado. Es el único que paga cada año por su usufructo. Alguna vez construyó una barrera antioleaje y por no haber hecho el trámite correspondiente tuvo que pagar una multa y hacer un estudio de protección para la isla en tiempos de Julia Miranda como directora de Parques Nacionales. Dicho proyecto nunca fue ejecutado. Reposa hace tiempo, ‘sin pena ni gloria’, dice él, en los anaqueles de esa entidad.
Según testimonios de antiguos pescadores, hace 200 años aproximadamente, el predio donde hoy está el hotel Dahlandia, llegaba hasta el Cayo Grande situado en el costado suroeste, produciéndose una pérdida de 130 metros de un retroceso de la línea de costa y pérdida de 1.500 metros de área de la isla. La investigadora Karem Acero en su estudio Efectos ambientales del ascenso del nivel medio del mar. Caso: Isla Múcuralo describe así:

Zona de retroceso de playa con pérdida de 130 metros de la línea de costa y 1.500 metros de área de la isla. Imagen: Ignacio Galán
“Es una evidencia contundente del ascenso del nivel medio del mar que como consecuencia erosiona la isla poco a poco”. La línea de costa de isla Múcura ha cambiado aceleradamente.
Los demás son hoteles que, según sus capacidades económicas, han instalado distintos mecanismos de contención: desde barreras de rocas traídas desde el continente, hasta espolones, muros, rellenos y trabajos de ingeniería de alto nivel y presupuesto.
Se ve el deterioro de la playa El Cholo, árboles caídos, otros en el límite del mar. La línea de costa está invadida por kioskos y espolones mar adentro de aproximadamente 10 metros de longitud. La arena que solía ser lugar de anidación de tortugas marinas (carey y verde) está ocupada por mobiliario turístico. Ciudadanos antiguos de la isla reportaron hace 40 años una anidación de tortuga carey en la playa El Cholo. Sus huevos se los comió un pescador. Otra anidación fue observada en la isla Ceyzén.
El pantano de mangle del lugar, se comunicó con un canal al mar hecho en cemento por donde entró al interior del pantano la arena que el mar aportaba a la playa. Dicha playa, fue alterada y destruida. La investigadora Acero, quien hizo un trabajo de reconocimiento de lugares emblemáticos para la población, califica la situación así:
“La comunidad identifica la única playa donde hubo anidamiento de tortugas, la playa El Cholo, ubicada al noroccidente de la isla. Es el lugar donde se presenta mayor erosión por fuertes vientos y obras inadecuadas que dejaron sin playa a la Isla y sin hábitat a algunas especies”.

Las escasas áreas de manglar que quedan en isla Múcura son las barreras naturales protectoras más eficientes. Imagen: Ignacio Galán.

Avanza la erosión en la línea de costa en Isla Múcura. Imagen: Ignacio Galán.

Barrera artesanal en Puerto Caracol. La comunidad de Puerto Caracol construye muros protectores con cemento (cuando hay), caracolas, palos, plásticos o lo que tengan a la mano. Imagen: Ignacio Galán.
Terminado el recorrido de las áreas privadas y los hoteles, se sigue bordeando la isla y se llega a La Punta donde está la playa pública, el único lugar de la isla donde puede operar el turismo comunitario. Según Acero, hace cerca de dos décadas esta se convertía en cancha de fútbol, pero con un retroceso en la línea costera de casi 45 metros, hoy es solo mar. Los habitantes señalan los 8 a 10 metros de playa que quedan. A esta playa pueden llegar en un día de temporada turística, hasta 1.500 personas.
Al lado de la Punta está el muelle público y la cabaña de Parques Nacionales, zona con avanzada erosión que se inunda en ciertas épocas del año. De allí sigue el sendero hacia Puerto Caracol. Una buena parte de este se perdió debido a que hace ocho años el mar invadió el área y formó una bahía. Para poder conectar las zonas públicas con el caserío, la comunidad se vio obligada a construir un paso peatonal al que llamó el Puente del Amor. Acero en su trabajo denomina esta intrusión marina como el comienzo de la división de la isla, tal como ocurrió en Ceyzén y Panda, otras islas del archipiélago.

Puente del Amor, área de intrusión marina, donde la fuerza de las olas abre un boquete de inundación. La investigadora Karem Acero considera que es en este punto geográfico donde comienza a dividirse Isla Múcura, tal y como ya ocurre con las islas Ceyzén y Panda. Foto: Ignacio Galán / Shots de Ciencia.
El paso elevado que la comunidad bautizó «el Puente del Amor» y el comienzo de la división de Isla Múcura.
“Al iniciar el fraccionamiento de la Isla por el bosque de manglar del costado sur, cerca de la laguna costera, uno de los efectos que empiezan a vivirse hoy en día con las mareas altas es la inundación del sector suroriente que puede dividir la playa pública y la cabaña de parques del resto de la isla”.
La comunidad teme que, si no se realizan acciones de prevención y protección, están en una situación muy vulnerable ante posibles nuevos eventos meteorológicos y climáticos.
«Bueno, del Iota, fue un coletazo, algo leve, pero nos afectó bastante. Vinieron como a los tres días con unos mercaditos para subsanar la cosa, pero en realidad, lo que nosotros, como población necesitamos, nunca llegó. Eso salió en Caracol, durante este mandato de Duque, siempre fue “San Andrés, San Andrés, San Andrés…” y nosotros también fuimos afectados. Hubo casas que se les voló el techo, se acabó un hostal, le derrumbó las paredes a un hostal de los nativos, hubo viviendas que también fueron destrozadas por el coletazo. Muchos muros de protección de los que nosotros tenemos como comunidad desaparecieron. A otros se les metió el agua directamente a la casa.
Para el Gobierno Nacional no pasó nada. Digámoslo así: el archipiélago de San Bernardo, para el Gobierno Nacional, no existe. ¿Por qué? Porque cuando vienen, vienen con cositas muy pequeñas, no vienen a vivir la problemática que nosotros tenemos como comunidad. Nadie se preocupa por las zonas insulares aquí en el Archipiélago de San Bernardo. La única institución que permanece las 24 horas es Parques Nacionales, la única. Los demás, pues, no vienen ni a contar chistes y tienen jurisdicción acá.
— ¿Y gestión del riesgo de Cartagena no ha venido, tampoco?
— «A tomarse la foto, a tomarse la foto«.
De hecho, el documento Lineamientos de adaptación al cambio climático del área insular del distrito de Cartagena de Indias, indica que las islas de San Bernardo presentan un 45 % de erosión costera. A 2040 estaría inundado un 22 % de Isla Múcura. Y los isleños, como Arturo Berrío, aseguran que no es necesario esperar a 2040 porque a diario ya viven las consecuencias del cambio climático.

Comunidad de Puerto Caracol. Foto: Ignacio Galán / Shots de Ciencia
¿Dónde están las instituciones?
En el archipiélago de San Bernardo confluyen diferentes autoridades: Parques Nacionales, Invemar, Dirección Marítima, Gestión de Riesgos, Cardique, Carsucre, el Distrito de Cartagena, la Comisión Interinstitucional de Cambio Climático, el Establecimiento Público Ambiental (EPA), entre otras. Esta última, actualmente realiza una actualización del llamado Plan Integral de Gestión del Cambio Climático 4C: Cartagena competitiva y compatible con el clima, efectuado en 2014.
Sin embargo, al consultar al EPA sobre posibles soluciones a la comunidad y sobre la inclusión en el plan de las problemáticas de la isla, la respuesta es que hasta el momento no se ha incorporado la zona insular.
Daniela Henao, coordinadora del proceso de actualización del Plan informó que no se han contemplado temas como la erosión costera y el ascenso del nivel del mar en las islas. Sin embargo, afirma que están dispuestos a conocer las problemáticas y analizar cómo se puede abordar el tema con las entidades nacionales. Invemar también reportó que la entidad no tiene proyectos en ese sentido:
“Para el área mencionada no se están implementando acciones ni proyectos de adaptación y mitigación por parte de Invemar. Los insumos de la investigación se han incluido en los planes de manejo del área marina protegida”.
La ecóloga Sandra Vilardy, al ser entrevistada cuando ejercía como directora de Parques cómo Vamos (hoy es viceministra de Ambiente), afirma que toda la problemática de San Bernardo está diagnosticada. Ahora hay que mirar cómo se va a acompañar a la comunidad en una transición hacía la adaptación.
“Necesitamos pensar en acompañar a los más vulnerables que ya lo están sufriendo, la plata de las regalías debe estar pensándose en eso. Todos nos tenemos que adaptar, hay prioridades, pero los habitantes de línea de costa e insulares son los primeros”.
Es categórica al afirmar que hay un principio constitucional del Estado que es proteger la vida de los colombianos y, en este caso, eso no se está cumpliendo. Cree que el nuevo gobierno debería hacer ajustes y promover una entidad dedicada a la adaptación y transición climática, no solo orientada a los asuntos de energía, como lo está ahora.
«Acá hay un principio y el de la seguridad y de garantizar la vida de los colombianos. Es un principio Constitucional del Estado. Pero al Estado le ha costado entenderlo. Para mi, el próximo Gobierno debería hacer una modificación institucional muy importante y empezar -tal vez no lo logre en los cuatro años- pero necesitamos un ministerio, o una entidad de este nivel, para la adaptación y la transición climática. Que no sólamente hable de energías, porque se la pasan peleando por las energías -no, no- es la adaptación territorial, económica y social del país ante el cambio climático.»
Lo que reclama la investigadora Vilardy es que el Estado asuma su responsabilidad frente a la emergencia climática y permita que ciudadanos como Mario, Arturo, José del Carmen y todos los que deben levantarse a atajar la marea a cualquier hora de la noche, puedan tener un auxilio oportuno y preventivo de las instituciones.

Isla Múcura / Olga Cecilia Guerrero / Red Prensa Verde
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CREADORES
Este informe especial fue producido en una alianza periodística de Red Prensa Verde y Shots deCiencia, como parte del proyecto Narrativas Climáticas del Periodismo Regional bajo el patrocinio de la Fundación Heinrich Böll Colombia, CENSAT Agua Viva y Ministerio de Medio Ambiente Alemán.
OLGA CECILIA GUERRERO R.
Periodista ambiental /Red Prensa Verde
Investigación y redacción
IGNACIO GALÁN DE BRIGARD.
Periodista científico / Shots de Ciencia
Edición, fotografía, audio y video
MARÍA MÓNICA MONSALVE
Edición general
Bogotá, Colombia, septiembre de 2022
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