La expansión de la industria inmobiliaria, más la presencia de depredadores como perros asilvestrados, amenaza el hábitat de este pequeño mamífero marino en Chile. Especialistas de Chile reúnen los escasos datos que se tiene de la especie para salvarla de su extinción. La meta del centro de rehabilitación es reinsertar chungungos en áreas donde está casi extinto.
Barinia Montoya / Mongabay Latam
A Javier Trivelli, ingeniero en Recursos Naturales Renovables de la Universidad de Chile, hay quienes lo catalogan como un “filántropo ambiental”. El título está directamente asociado al reconocimiento a la labor que realiza el Grupo de Acción Ecológica Chinchimén, organización que Trivelli preside y que se convirtió en la primera agrupación en el mundo en rehabilitar y reinsertar chungungos (Lontra felina) a su ambiente natural.
La especie, considerada como el mamífero acuático más pequeño del mundo, habita desde el norte del Perú hasta la región de Magallanes, en el sur de Chile. Pero a pesar de vivir en toda esa larga costa del océano Pacífico, “poco se sabe de su ciclo de vida”, asegura Trivelli.
Por ello es que tanto Chinchimén como Ñanku ―otra fundación que se dedica al rescate y rehabilitación de fauna silvestre y educación ambiental― trabajan mancomunadamente desde el año 2017 en la conservación de chungungos. Investigan, levantan información y elaboran estrategias para salvar a adultos y crías que llegan hasta sus instalaciones expulsados de sus madrigueras.
Antiguamente el hermoso pelaje de esta especie, conocida también como gato de mar, la convirtió en un objeto de caza constante. Y aunque hoy esa amenaza ha disminuido considerablemente, puesto que el chungungo está protegido, tanto la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como el Ministerio de Medio Ambiente en Chile (MMA) lo clasifican “En Peligro”.
Actualmente, su principal amenaza es “la degradación de su hábitat producto de la extracción de algas que la especie utiliza para captar su alimento”, afirma Rinaldo Verdi, especialista en nutrias de la UICN y coordinador para Chile de la especie lontra felina. Otras amenazas son los perros asilvestrados y domésticos que deambulan por las playas, puesto que no solo depredan a los chungungos, sino que también les contagian enfermedades. Además la expansión de la industria inmobiliaria ha invadido el espacio que utiliza la especie para crear sus madrigueras.
A pesar de todos estos obstáculos, los conservacionistas están decididos a lograr la efectiva reinserción de chungungos. Para hacerlo, en el horizonte asoman dos grandes desafíos: construir el primer centro de rehabilitación para chungungos en Latinoamérica y realizar el primer censo regional de la especie.
El éxito de los chungungos reinsertados
El año 2017 marca un antes y un después para Chinchimén. Ese año recibieron una cría de chungungo entregada por el Servicio Nacional de Pesca (Sernapesca), institución encargada de fiscalizar los recursos pesqueros y acuícolas. Aún se percibe en el relato de Trivelli el impacto que causó en él la llegada de esa pequeña especie. “Llevaba dos días sin alimento, estaba deshidratada y padecía neumonía”, cuenta el ingeniero, y recuerda que el animal apenas pesaba 450 gramos.
La cría recibió el nombre de Changuita y estuvo bajo el cuidado de los colaboradores y voluntarios de Chinchimén, quienes catalogaron la misión como “una tarea maratónica”. Changuita necesitaba ser alimentada cada media hora, día y noche, y tras numerosas pruebas, los voluntarios de Chinchimén dieron con una mezcla de leche de perro y mantequilla con la que lograron que la chungunga pudiera sobrevivir, aunque con graves problemas estomacales. “Changuita engordaba cinco gramos diarios”, recuerda Trivelli.
A ese proceso, además, se sumaba el cuidado nocturno. Verdi, quien también es integrante del equipo de planta de Chinchimén, cuenta que tuvieron que instalar una cama al lado de la jaula donde estaba Changuita porque el régimen alimenticio que ella debía seguir era tan estricto que no le daba tiempo al experto para ir a casa a descansar.
Por si fuera poco, todos los días había que bajar a Changuita en su jaula por un acantilado de más de 100 metros para mostrarle su hábitat. Pero el arduo trabajo rindió grandes recompensas y un año y medio más tarde el animal regresó al mar en la costa de Maitencillo, una localidad ubicada a 164 kilómetros al noroeste de Santiago. Changuita se convirtió así en “la primera chungunga en rehabilitarse e insertarse exitosamente en su ambiente natural”, afirma Trivelli.
El proceso fue un valioso aprendizaje por lo que cuando apareció Kalfu, una cría abandonada con solo diez días de vida y en estado grave de deshidratación e hipotermia, el equipo de Chinchimén estaba mejor preparado. Kalfu recibió una leche especial para nutrias importada desde Estados Unidos, con lo que su recuperación se logró en un plazo mucho menor. “Pasó a engordar 30 gramos diarios, sin ningún problema estomacal y salió inmediatamente del riesgo de muerte”, cuenta Trivelli, por lo que pudieron reinsertarla tras ocho meses de rehabilitación.
El presidente de Chinchimén recuerda que tanto Changuita como Kalfu “se fueron a su hábitat super improntados”, es decir, no le tenían miedo a los humanos ni a los perros. La impronta es el proceso de socialización que tiene un animal con otras especies, y en este caso es necesario evitarla para garantizar la supervivencia de los chungungos.
Hace pocas semanas Chinchimén recibió otro chungungo rescatado en Horcón, un balneario ubicado a 10 kilómetros de Maitencillo. El animal no supera los tres meses de edad y se han hecho esfuerzos por mantenerlo en condiciones salvajes, hecho que Mongabay Latam comprobó en el momento en que Trivelli se acercó a alimentar a la cría: en un ágil movimiento de menos de tres segundos, el chungungo le arrebató un trozo de pescado para alimentarse.
Las amenazas a las cuales se enfrentan los chungungos son enormes, sobre todo para las hembras, pues al momento de reproducirse deben hacerlo en un lugar seco y “lo más probable es que lo hagan en espacios muy cercanos a los humanos”, explica Trivelli. “Necesitamos que los chungungos se mantengan con su nivel de agresividad natural, que no se sientan cómodos con el ser humano”, dice Pablo Salah, médico veterinario y vicepresidente de la Fundación Ñanku, quienes se encargan de la evaluación clínica de todas las nutrias rescatadas por Chinchimén: revisan su nutrición, condición corporal y comportamiento cognitivo y neurológico.
Madrigueras made in Chinchimén
La llegada de Changuita en 2017 supuso para Chinchimén el reto de elaborar e instalar madrigueras artificiales para que los chungungos rehabilitados puedan contar con un refugio seguro.
El ingeniero señala que la construcción de cada madriguera es un desafío en sí mismo, donde la prueba y error constituyen un mantra. La primera de ellas fue construida para Changuita y tras su puesta en marcha, Chinchimén aprendió que la población de chungungos es tremendamente territorial. Changuita alcanzó a vivir diez días allí antes que fuera visitada por un chungungo macho, el que terminó desplazando a la chungunga, quien no quiso volver a ocupar la madriguera nunca más.
Posteriormente y teniendo en cuenta que cualquier chungungo o incluso guarenes (grandes ratas) podían ingresar a la madriguera, el desafío fue cómo crear un espacio seguro dentro de las madrigueras. La respuesta vino de la mano con la tecnología: puertas automáticas que reconocieran a las nutrias rehabilitadas por Chinchimén.
Kalfu fue la primera chungunga intervenida para tal proceso. Al animal le insertaron un chip “similar al que se le coloca a perros y gatos domésticos”, explica Verdi. Luego, un sensor colocado en la puerta de la madriguera lo reconocía, permitiendo el ingreso del animal a su moradora y evitando la entrada de alguna especie non grata.
Trivelli menciona que los diseños de madrigueras luego se vieron enfrentados al problema de la ventilación. El profesional explica que los chungungos hacen sus deposiciones al interior de la madriguera o bien cerca de ella, por lo tanto “tuvimos que desarrollar un sistema séptico de ventilación súper prolijo para que no se vuelva tóxico el ambiente», cuenta el presidente de Chinchimén.
Finalmente y tras un acabado proceso de estudio en la construcción de madrigueras para rehabilitación, se llegó a su diseño final, que incluye tres recámaras. Actualmente existen tres de estas madrigueras instaladas, aunque todas terminaron siendo colonizadas, asegura Verdi, por los chungungos locales y no por los rehabilitados. “Nadie sabe para quién trabaja”, ríe Trivelli.
Primer centro de rehabilitación en Latinoamérica
Si bien el proceso de rehabilitación y reinserción de chungungos, llevado a cabo por Chinchimén, ha logrado levantar nueva y valiosa información acerca del comportamiento de este animal amenazado, urge la necesidad de aumentar la capacidad de acogida del actual centro de rescate, limitada solo a un chungungo.
Trivelli asegura que aunque el proceso implementado por Chinchimén “funciona bien”, el principal desafío que enfrenta la organización ahora es sacar al humano del proceso de rehabilitación y reinserción. La apuesta “es enorme”, dice el ingeniero y asegura que tras un convenio firmado este año con Fundación Ñanku y Foundation For International Aid To Animal ―organización que promueve la tenencia responsable de animales domésticos, y la defensa y conservación de animales salvajes en sus hábitats naturales―, llevarán a cabo la construcción del primer centro de rehabilitación para la especie lontra felina.
Para su diseño, el equipo de Chinchimén consideró las conclusiones de importantes investigaciones, algunas de ellas realizadas por Gonzalo Medina Vogel, profesor titular del Centro de Investigación para la Sustentabilidad de la Universidad Andrés Bello.
Por ejemplo, uno de los estudios confirmó que los chungungos tienen la capacidad de habitar también en ríos y lagos. En 2018, Medina y un grupo de científicos realizaron una expedición a la laguna de Mamacocha, ubicada a 3 mil metros de altura, en el altiplano de Arequipa, Perú. “Desde hace tiempo había referencias de que una nutria habitaba en esa laguna, pero no se sabía con exactitud de qué especie se trataba”, cuenta el científico. La exploración, además de confirmar que se trataba de la lontra felina, sumó otra revelación: beben agua dulce.
Medina, quien estudia a la especie desde la década de los 80, participó en el año 2004 de un estudio inédito en Chile que consistió en la implantación de radiotransmisores en chungungos para registrar sus actividades diarias durante un año. El estudio reveló que este mamífero vive el 80% del tiempo en tierra, debido a que el animal posee “una limitante fisiológica” que no le permite pasar mucho tiempo en el agua pues se enfría. Debido a ello, el centro dispondrá de grandes espacios con arena, donde se situarán las madrigueras, y otras zonas para que la especie juegue con sus pares ya que “los chungungos aprenden a través del juego”, explica Trivelli.
El centro también contará con dos piscinas, una para nadar, que además estará rodeada de vertientes artificiales de agua dulce que simularán las condiciones naturales, y otra piscina que recreará el fondo marino. Esta última estará enriquecida con especies como jaibas y camarones, entre otros crustáceos que conforman la dieta alimenticia de este mamífero acuático.
Trivelli enfatiza que es vital contar con un centro de rehabilitación “que le otorgue (a la especie) esos espacios tan necesarios” para que aprenda a cazar y a defenderse.
Avances en el censo
“Nuestra meta es reinsertar chungungos en áreas donde está casi extinto”, explica Trivelli. Ello porque los chungungos locales rechazan la presencia de animales nuevos, y además porque así se podrá repoblar una porción de la costa de Chile en donde la especie está desapareciendo.
“No tenemos idea de cuántos chungungos hay en Chile”, dice Guido Pavez, biólogo marino de la Universidad de Valparaíso. Pavez trabaja en el Laboratorio de Ecología de Mamíferos Marinos de la universidad y desde el 2018 estudia a los chungungos que habitan en las islas Chañaral, Choros y Damas, ubicadas entre las regiones de Coquimbo y Atacama, al norte de Chile.
En 2019 lideró un monitoreo para determinar la población de chungungos en las tres islas, donde constató la presencia de 83 animales.
La metodología que utilizó el investigador servirá de base para el plan de Chinchimén de realizar, este año, un censo regional de chungungos que habitan en la región de Valparaíso. “Es importante saber qué está pasando en esta región y determinar por qué están desapareciendo”, dice Trivelli. El objetivo final es armar un plan de conservación que ayude a contener la disminución de la población. La tarea la asumen como “una acción titánica que necesitará de muchos voluntarios para observar a la población”. Sin embargo, da la sensación de que en Chinchimén parecieran estar acostumbrados a que cualquier iniciativa que emprendan no sea para nada sencilla.
Imagen superior: Changuita bebiendo leche. Foto: Javier Trivelli
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