Pescadores del Carare, en Santander, desarrollan una campaña para evitar la desaparición el bagre rayado del Magdalena.
Primero pusieron ejemplo cumpliendo la veda en un 100 por ciento, ahora sensibilizan a las autoridades y buscan apoyo con proyectos para la recuperación de ciénagas, caños y ríos.
Esta vez los papeles se invirtieron. No son las autoridades ambientales las que tratan de convencer a las comunidades para conservar una especie, sino que estas últimas son quienes convocan a las primeras, para desarrollar una iniciativa de conservación conjunta.
202 pescadores de los municipios de Barrancabermeja y Puerto Parra, en el Magdalena Medio santandereano, iniciaron un proceso que busca sensibilizar a diferentes instituciones con el fin de que apoyen su propuesta para salvar al bagre rayado del Magdalena (Pseudoplatystoma magdaleniatum), de una futura extinción. Es un grito de auxilio que anhela tener eco en muchos directivos.
El bagre es endémico, eso significa que es originario y exclusivo de Colombia. También es emblemático porque representa un importante valor cultural para la cuenca del Magdalena, que integra a los ríos Cauca y San Jorge. A la vez, es muy apetecido en todo el país por su exquisitez, propiedades nutricionales y valor comercial.
En los últimos 20 años las poblaciones de bagre se han visto disminuidas notablemente, debido a la sobreexplotación y al deterioro de su ambiente.
“Es una especie muy demandada, tuvo tanta presión que llegó a la sobrepesca. Pero tal vez uno de los mayores problemas para el bagre es la situación ambiental en el río Magdalena. Se perdió también porque la cuenca se degradó por la mala calidad de agua, la minería, la sedimentación, los cambios generados por los embalses y el régimen hidrológico. Es una problemática ambiental de los últimos 30 años que hoy se ve reflejada en la pesca», explica el investigador de peces (Ictiólogo) y director de la Fundación Humedales, Mauricio Valderrama.
A pesar de lo anterior, el consumo de bagre se mantiene en el país y la demanda insatisfecha se suple con peces provenientes de la Orinoquia y Amazonia. Las transacciones anuales por comercialización del bagre en Colombia llegan a los 60.000 millones de pesos.
Según el Ictiólogo, “Todos los peces de la cuenca del Magdalena han disminuido y se estima que la producción pesquera es hoy la mitad de lo que fue hace 40 años. Por esa razón, con una producción a la baja el país está importando este alimento”.
Tradición + investigación
Como una forma de cambiar este diagnóstico de declive pesquero en el Magdalena Medio, en los dos últimos años han surgido novedosas ideas de los propios pescadores para preservar el pescado que les da el sustento.
Proponen nueva fecha para la veda
La segunda de las propuestas es ajustar las temporadas de veda para la pesca a los ciclos naturales y no a fechas calendario.
Desde hace 30 años, opera una veda para la cuenca del Magdalena en dos periodos: del 1 al 30 de mayo y del 15 de septiembre al 15 de octubre (Acuerdo 009 de 1996 del antiguo Instituto Colombiano Agropecuario -ICA-).
Justamente, estas fechas son las que biólogos y pescadores proponen reconsiderar, debido a que la variabilidad climática ha retrasado la llegada de las lluvias.
“Antes las condiciones ambientales eran más estables, ahora no. Los peces ya no desovan en la misma fecha de otras décadas. Por eso se pide a las autoridades pensar más en periodos climáticos y no en periodos cronológicos«, argumenta Valderrama.
Deben ‘convencer’ a distintos sectores
La Mesa del Bagre, que canaliza el trabajo de investigadores y comunidad, fue presentada recientemente al Nodo de Pesca del Magdalena Medio que agrupa a todo el sector pesquero regional. De inmediato fue aceptada.
Con esto, inició la sensibilización a instituciones como: Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (AUNAP), alcaldías de Puerto Parra y Barrancabermeja y la Corporación Autónoma Regional de Santander (CAS).
Igualmente, a entidades privadas como Navelena (sociedad a cargo del proyecto de recuperación del río Magdalena), Mansarovar (multinacional petrolera), Policía de Hidrocarburos, Policía Ambiental, Armada Nacional y Ministerio de Agricultura.
“Los pescadores quieren ser escuchados, que sepan lo que esas comunidades piensan y están haciendo para conservar este pez. Sugieren que más adelante la iniciativa se podría convertir en una política de pesca. También buscan trabajar articuladamente en la vigilancia para que se disminuya la presencia de pescadores de otras zonas que no respetan la restricción de pesca”, explicó María Antonia Espitia.
El trabajo de la Mesa está siendo socializado con pescadores de Honda, en Tolima, hasta San Pablo, en el sur de Bolívar, con el fin de que también sea desarrollado en estas áreas.
¿Qué preocupa a los investigadores?
El Libro Rojo de peces de aguas dulces de Colombia indica que desde hace tres décadas, su captura ha disminuido, mientras que ha aumentado el volumen del aprovechamiento de ejemplares jóvenes con tallas pequeñas.
Aunque es considerado como el pez de mayor tamaño en el área del Magdalena, con medidas hasta de 1,50 metros hace unas décadas, su tamaño ha disminuido a 1,20 o 1,30 metros, aproximadamente.
Por esa y otras razones, este pez se encuentra en la categoría En Peligro Crítico (CR) para toda la cuenca del Magdalena Medio y junto con el bocachico es el más amenazado de la región.
Actualmente hay inquietud porque el Proyecto de Navegabilidad del río Magdalena que se realizará en el área, no exige estudio de impacto ambiental. Algunas organizaciones han manifestado el interés de solicitar un análisis de los efectos hacia las poblaciones acuáticas porque este involucra estructuras sumergidas que no se sabe cómo impactarán a los peces.
Igualmente, afecta la presencia cada vez mayor de cría y tenencia de búfalos en las planicies inundables, porque estos animales destruyen la ‘salacuna’ de los pescados.
Urge control en la cuenca
«Los pescadores son conscientes de los problemas ambientales, ven el río como una empresa y ahora que se han dado cuenta de la situación del recurso están en la mejor voluntad de colaborar, pero requieren apoyo del Estado para poder articular esas acciones.
Hay esperanza en la recuperación del bagre o pintadillo, pero la situación ambiental de la cuenca está llegando a unos límites que dan alarmas sobre la necesidad de realizar acciones inmediatas para conservarla.
Todos deben entender que es ahora porque después los costos y tiempos pueden hacer inviable cualquier acción. En otras palabras, llegaríamos a un punto de no retorno. Es lo que no queremos, todavía hay forma de revertir esta situación y es trabajando de manera urgente y coordinada.
Es importante aclarar que el problema de la pesca no es solo de los pescadores o el uso del recurso, sino el problema ambiental asociado. Por eso debemos proteger también las ciénagas, el ambiente, la calidad de las aguas y las zonas de cría porque todo está relacionado«.
Escuche a Jhon Beycker:
Este video, creado por los pescadores del Carare, es uno de los mecanismos que utilizan en su estrategia de sensibilización a las autoridades ambientales, entidades pesqueras, empresa privada y comunidades de la cuenca del río Magdalena:
Fotografías ©Fundación Humedales Foto Julio Palacios: María Antonia Espitia.