Una odontóloga, una dactilocopista y un ingeniero hacen ciencia ciudadana e investigan la avifauna de su barrio. Octubre 4 es el Día Nacional de las Aves.
Hablan en lenguaje técnico y no se dan cuenta. Cuando se refieren a las aves las mencionan con el nombre científico y escasas veces con el común. No solo conocen datos específicos de cada especie, sino que también dominan los nombres de las plantas en que se perchan y de las cuales se alimentan… saben igualmente sobre su biología y ecología como si su profesión fuese la ornitología.
Ellos conversan sobre la dinámica de poblaciones de las especies que habitan el barrio, discuten sobre la conveniencia o no de los bebederos y los beneficios de la restauración. Su pasión va más allá de una simple afición de fin de semana… están en otro nivel, se consagraron a las aves y las estudian de tiempo completo.
Carla Paola Linares, odontóloga especializada en endodoncia; Yazmín Alexandra Rozo, dactilocopista y diseñadora de joyas y Nicolás Sánchez García, ingeniero ambiental; son los protagonistas de esta historia que les contamos hoy Día Nacional de las Aves.
Los tres viven en el barrio bogotano Ciudad Salitre y tienen la misma afición, sin embargo hasta junio de 2020 no se conocían.
Durante la pandemia, en una reunión de la Veeduría Ambiental del barrio, alguien comentó que había tres personas que debían contactarse porque eran aficionadas a las aves. Fue Nicolás quien buscó a sus compañeras, se presentaron por teléfono y de charla en charla fue apareciendo la idea de la publicación.
Fu tal su pasión y afinidad por los pequeños alados que al poco tiempo terminaron creando la Guía Digital de Aves de Ciudad Salitre, un documento de 53 páginas que busca hacer educación ambiental y contribuir a la conservación de la avifauna de su localidad.
“Nicolás fue quien sugirió que debíamos hacer la Guía, nosotras lo apoyamos”, cuenta Alexandra. Alguna vez, en la época compleja por coronavirus, salieron a pajarear por el barrio pero estaban sometidos al tapabocas y al distanciamiento. Su presentación formal fue en la entrevista virtual para Red Prensa Verde. Una conversación de 180 minutos, matizada por experiencias, vivencias, historias de aves, exposición de libros y muchos datos científicos.
Allí contaron que la Guía les tomó unos tres meses y en ella compilaron 20 familias y 45 especies de aves nativas y migratorias con sus nombres científicos y comunes, todas avistadas en el sector y fotografiadas por ellos.
Este documento circula por Bogotá y ya es referencia para muchos pajareros y comunidades capitalinas interesdadas en la conservación de estas especies. En diferentes ocasiones, estando en conferencias o eventos les han mencionado la guía, ellos levantan la mano y dicen “yo estuve ahí”.
Para realizarla, Nicolás reunió la información que venía trabajando de su sector, luego revisó los materiales de Alexandra y complementó con los archivos fotográficos y datos de Carla. Entre todos verificaron la información y luego de ser diseñada (por Nicolás), la publicaron.
“Para que las aves hayan llegado a Ciudad Salitre fue fundamental la arborización. Del 2012 para acá se han sembrado muchos árboles en la zona que han servido de alimento, percha y hábitat a la avifauna. Hemos sido afortunados, tenemos una conectividad de áreas que van desde la calle 26 al canal de San Francisco y desde la carrera 50 hasta la Avenida Boyacá, con sus corredores y parques internos. En todas esas zonas hay pájaros. Además, está la conexión con el humedal Salitre, Capellanía, el Jardín Botánico y los Cerros Orientales”, comenta Carla.
Ha sido tal el éxito de la Guía, que los tres pajareros ya están pensando en una segunda edición, esta llevará los nuevos registros, habrá tal vez otros pajareros invitados y toda la información que deje la migración de 2021.
Conocer para defender
¿Cómo es que una odontóloga, una dactilocopista, y bueno, un ingeniero ambiental terminan tan interesados en las aves?
La historia de Carla comenzó hace tres años cuando el Distrito quería construir una ciclorruta en Ciudad Salitre con la cual desaparecería una buena parte del arbolado. El hecho generó oposición de sus habitantes y de tantas velatones, protestas y encuentros comunitarios se fueron cruzando biólogos y defensores ambientales, quienes hablaban de la importancia de mantener las zonas verdes para el disfrute y, por supuesto, para las aves.
El Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) realizó una inspección en el barrio con todo el equipo técnico (seis profesionales, entre ellos, ingenieros ambientales y forestales) revelaron que en su conteo registraron 7 especies. Entonces Carla, quien había estado recopilando información, corrigió, y les informó que solo ella en sus registros tenía identificadas más de 20. Luego de una dura lucha comunitaria, las obras finalmente no se hicieron.
Hace dos años se revivió la idea de la ciclorruta y nuevamente en otra reunión con los funcionarios distritales, Carla, quien había venido reuniendo más información, expuso sus conteos y presentó un informe en defensa del sector. “Ahí siguió con más fuerza el empeño por dar a conocer lo que se tiene a la comunidad y la Guía ha sido un instrumento para esta tarea”, comentó.
“Vivo muy contenta aquí porque a esta vecindad, como le digo yo, vienen muchos pájaros. Estoy feliz de mi zona, ‘mi patio’ porque la gente cada vez está más conectada con la naturaleza que tenemos”.
En sus inicios como pajarera, lo primero que hizo fue comprar una guía de aves, luego más libros sobre el tema y se dedicó a ver fotografías y a estudiar sus nombres. Lo que más le gusta hacer es entender el comportamiento de las aves, investigar y saber cómo son. Tiene muchas historias que ha encontrado a través de la privilegiada vista de su ventana.
De la selva a Salitre
Alexandra vivía en el barrio hasta que se fue a Leticia. Allá conoció al Grupo de Observadores de Aves del Amazonas (GOA) quienes la invitaron a una pajareada. Llegó sin binoculares y sin cámara. “Ese día todo fue prestado, pero a la vez sentí que me quitaron una venda. Ya no volví a ver los pájaros en tono gris y café como antes. Los vi diferentes, de colores, de distintos tamaños, escuché sus cantos… ese día empecé a ver en detalle y a diferenciar a cada ser. Me encantó, terminé feliz y fue de las mejores experiencias de mi vida”.
Pocos días después en la celebración del Día del Amor y Amistad, pidió a su amigo secreto la Guía Ilustrada de la Avifuana Colomnbiana de Fernando Ayerbe y ella se lo cumplió. “Eso fue un estímulo más para ese proceso. Al poco tiempo viajé a Estados Unidos y allá me equipé con binoculares y cámara que estrené en el Global Bird Day en el Amazonas, primero en el que participé”.
A su regreso a Bogotá, a finales de 2019, la embargaba la tristeza porque creía que ya no iba a pajarear como en Leticia, sin embargo, estaba equivocada. “Venir de la selva donde abundaban las aves en el patio de la casa a llegar aquí era deprimente, pero no me imaginé que iba a encontrar tantas especies. Me sorprendió mucho la migración del 2020, uno siendo citadino no se imagina la biodiversidad que hay alrededor. No la apreciamos porque no la conocemos, nos tienen que quitar la venda”.
Vuelo a los cerros
Nicolás, es bogotano pero viajaba a La Mesa, Cundinamarca, a visitar a su familia y desde muy pequeño estuvo en contacto con la naturaleza, salía con frecuencia a recorrer las veredas con sus primos.
Hace un tiempo mientras estudiaba ingeniería electrónica en la Universidad Distrital, desde una pequeña ventana miraba detenidamente los cerros y anhelaba estar allá. Poco a poco descubrió que esa no era su profesión y se cambió a Ingeniería Ambiental, y en efecto, terminó en la sede de los cerros orientales.
Con su celular, un lente que le regalaron y un gran angular que adquirió, comenzó a tomar fotos de pequeños animales, insectos hasta llegar a los pájaros. Le compró una cámara a un profesor y desde entonces no ha parado de estudiar y clasificar aves y plantas. Ha viajado por muchos municipios del departamento y se dio cuenta que en cada recorrido hallaba una especie nueva. Por eso también comenzó a trabajar en la creación de las guías aves de La Mesa, Guasca y Gachetá.
Actualmente, a través de la Comisión Ambiental del barrio en la que ejerce su liderazgo, también promueve de manera voluntaria con el Jardín Botánico de Bogotá diferentes proyectos, uno de estos busca generar más áreas de conexión en los sectores aledaños, con el fin de que las aves tengan más alimento.
“Uno no se imagina que unas reinitas puedan estar aquí, es increíble saber que hay aves tan hermosas en nuestro propio barrio. Las aves migratorias nos conectan al planeta, es imprescindible conocerlas”.
Fotografía superior: ©Carla Linares / Colibrí corunscans, Piranga rubra, Sicalis flaveola, Molothrus bonariensis, reposan en un árbol de Abutilón.
Consulta la Guía en este enlace o en Guía de Aves Ciudad Salitre