“No se han tomado las medidas y controles eficaces para reducir la contaminación. El pico y placa no tiene un sustento fuerte en los inventarios de emisiones”: Néstor Rojas, investigador de la Universidad Nacional.
OLGA CECILIA GUERRERO R.
El suroccidente de Bogotá es un área históricamente caracterizada como una de las más contaminadas del país, según los informes que anualmente publica el Ideam.
La reciente declaratoria de Alerta Naranja en las localidades de Tunjuelito, Bosa y Kennedy; y la alerta amarilla en el resto de la ciudad que decretó el Distrito, así lo confirma.
A la acumulación moderada de tóxicos que ya es frecuente en esta zona residencial e industrial se sumaron las “fuertes inversiones térmicas (alta concentración de sustancias contaminantes), los vientos provenientes del occidente con intensidad y mayor frecuencia a la habitual, los incendios en Quetame (Cundinamarca) y las quemas en los llanos orientales y Venezuela. Estos factores influenciaron la baja dispersión atmosférica en la ciudad, aumentando las concentraciones de contaminantes», informó la Secretaría de Ambiente.
Para conocer la magnitud de la alerta y sus implicaciones en la ciudadanía, Red Prensa Verde dialogó con el investigador Néstor Yesid Rojas, ingeniero Químico de la Universidad Nacional de Colombia (sede Bogotá) y Ph.D. en Ingeniería Ambiental de la Universidad de Leeds (Reino Unido), con tesis en emisiones de motores diésel.
El profesor Rojas ha dedicado su vida a investigar sobre calidad del aire, específicamente en la caracterización química de material particulado en el aire ambiente y en emisiones de diversas fuentes. Igualmente, en áreas como la determinación de la contribución de fuentes de contaminación; la estimación de inventarios de emisiones de contaminantes; la exposición a material particulado en microambientes; y la estimación de impactos de la contaminación del aire sobre la salud pública.
Actualmente dirige el Grupo de Investigación en Calidad del Aire (GICA) en la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá.
El mapa de la Red de Monitoreo de Calidad de Aire muestra estaciones del suroccidente con material particulado (PM 2.5) que varían entre 20 y 25 microgramos, en amarillo. Entre 30 y 45, en naranja y un sector más rojizo, con 40, 45 y sobre los 50 microgramos de PM 2.5 ¿Cómo traduce esto a la ciudadanía?
Las cifras corresponden a niveles que son significativamente más altos de los que ya tiene la ciudad, por eso la Alcaldía declaró la alerta y generó restricciones y recomendaciones.
Los niveles usualmente están relacionados con evidencias de impactos sobre la salud, son normas recomendadas internacionalmente para empezar a decir que es un aire de alta contaminación. La idea de la alerta es mitigar y alertar para que no sigan aumentando esas concentraciones y evitar que la gente sea afectada.
Otras medidas son dirigidas a la población indicando que no se hagan actividades al aire libre como ejercicio físico, por ejemplo, para personas sensibles e incluso para quienes no tienen problemas respiratorios.
Calidad de aire en Bogotá, febrero 16 de 2019
Una de las medidas más fuertes ha sido el pico y placa durante el fin de semana ¿era realmente necesario?
Es la medida que más causa impacto en el momento, es la más promocionada. No tiene sustento muy fuerte en las estimaciones de inventarios de emisiones, ni una evidencia en los estudios de contribución de diferentes fuentes a la contaminación en la ciudad porque los vehículos particulares no son las principales fuentes del problema de contaminación de partículas como sí lo son camiones, buses y algunas industrias.
Esa alternativa ha sido discutida entre quienes trabajamos e investigamos el tema y no era la medida que debía tomar la Alcaldía, como si debería restringir a fuentes como el transporte de buses y las industrias.
¿En su orden cuál sería la recomendación técnica para disminuir la contaminación atmosférica en Bogotá?
Primero que todo tomar acciones hacia el transporte de carga. Está demostrado por diferentes estudios que las volquetas son fuentes muy importantes de generación de partículas, por los motores y la tecnología que utilizan y porque son más viejos, son los más altos emisores.
También los buses tienen una participación importante, los del SIPT, los escolares, los de turismo y TransMilenio que en algunos estudios muestra un porcentaje de 3 y 4 % y puede llegar al 6 y 7 %. Aunque no es tan alto tiene un impacto fuerte porque el número de usuarios es alto, ellos están expuestos a concentraciones muy altas en las cabinas de los buses.
A los buses más viejos deberían tratar de restringirlos para reducir emisiones. Luego, algunas industrias con altas emisiones, calderas a carbón e incluso, hornos a gas natural que no están bien operados.
¿Se debe utilizar tapabocas?
Los tapabocas no son una herramienta tan efectiva, su eficacia es baja. Estos son para hospitales y se consiguen en las droguerías, pero no protegen casi nada para este tipo de contaminación. Si alguien quiere protegerse debería utilizar una mascarilla certificada para partículas finas. Son más costosas y con un estándar de calidad, en ese caso ya debe conseguirla en una ferretería o sitio de protección ocupacional. Hay algunas especiales para ciclistas o peatones, con más confort y diseño. Sin embargo, tiene una desventaja y es que la gente no la ajusta bien y entonces sigue respirando aire sin filtrar, cuando sirven justamente para evitar respirar tóxicos.
Desde la Academia y a quienes discutimos sobre estos temas, la primera recomendación es no usarlas sino procurar no hacer ejercicio al aire libre cerca las vías donde se emiten estos contaminantes, más bien estar en ambientes internos.
¿Qué tipo de compuestos tiene el material particulado, es decir qué venenos respiran los capitalinos?
Este contaminante PM2.5 se refiere a partículas o sustancias que son sólidos y líquidos de tamaño muy fino y están suspendidas en el aire. PM2.5 significa que son de 2.5 micras, la referencia es que el cabello humano es de 50 micras, cabrían si pusiéramos una partícula tras otra, 20 en un cabello humano.
Son tan finas que no se pueden ver, solo se observan cuando hay una emisión de humo porque están altamente concentradas. La baja visibilidad en estos días se debe a esa alta concentración. Uno las puede respirar porque están suspendidas en el aire. Una buena fracción no se filtran por parte de los mecanismos que hay en la nariz y en las vías altas, pero otras pueden penetrar en el sistema respiratorio inferior y pueden llegar hasta los alvéolos pulmonares.
Las más finas, que son realmente ultrafinas, entran al torrente sanguíneo y van a llegar a cualquier órgano del cuerpo, dependiendo de su composición química pueden quedarse en un órgano o en otro y empiezan a generar otro tipo de afectaciones.
¿Cuáles son las consecuencias para la salud?
Tienen hidrocarburos, muchos de ellos son cancerígenos. Hidrocarburos aromáticos policíclicos, algunos cancerígenos, de alta toxicidad; también metales pesados, cancerígenos o tóxicos, ácidos nítricos, ácidos sulfúricos y debido a esa composición empiezan a generar complicaciones en el organismo.
Las enfermedades que más se producen por esas partículas son respiratorias, pero también cardiovasculares, pueden aumentar el número de enfermedades por infartos, arterioesclerosis, de las vías sanguíneas y muchas otras más que han sido relacionadas con esta contaminación.
¿Las partículas tienen efectos acumulativos o es inmediato el daño en el ser humano. En este sentido, es posible que se presente un pico de enfermedades respiratorias en la ciudad?
Hay una serie de efectos de corto plazo, usualmente toman entre uno y ocho días. Mucha gente puede presentar síntomas que incluso pueden llevarlos a consultar salas de urgencias. Puede haber aumento de casos atendidos en urgencias por esta causa.
Pueden generar efecto en corto plazo en personas que ya tienen enfermedades crónicas como EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica) o asma, y algunas personas pueden llegar incluso a morir por un episodio de contaminación. Eso se ha visto en muchos casos alrededor del mundo.
Este pico de concentración suele no tener efectos de largo plazo, pero en las localidades más afectadas al Suroccidente de la ciudad, suele haber una situación de ‘contaminación moderada’ permanentemente y ahí sí se habla de un efecto crónico de largo plazo.
¿Cómo analiza el funcionamiento de la Red de Monitoreo de Calidad de Aire de Bogotá respecto a otras ciudades del mundo?
Está bien equipada en comparación con otras redes similares en otras ciudades del mundo. La calidad de los equipos es buena en general, pero hace falta más continuidad en los datos.
Estas redes deberían producir datos continuos y sin interrupciones. Más del 95% de los datos deberían ser registrados todas las horas. Pero detectamos que hace falta continuidad, hay vacíos de información recurrentes, el porcentaje de recuperación de datos no es tan alto como uno quisiera. Por ejemplo, yo vi hace un par de horas que la estación de Fontibón y Kennedy no registra datos desde el sábado. Hace falta la recuperación de registros de datos de contaminación, aunque las demás estaciones sí lo están registrando. En ese aspecto falta que mejorar.
También, hay algunas zonas de la ciudad que deberían expandir el número de estaciones para cubrir áreas que no se sabe qué calidad de aire tienen, por ejemplo, en Usme y en el Suroccidente podría haber una estación más para tener seguimiento de esta zona crítica.
¿En qué va el Plan Decenal de Descontaminación del Aire y cómo participa la universidad?
El Plan Decenal ha hecho falta desde los documentos que estén disponibles al público, no hay informes que digan qué pasó con las medidas, en qué no se avanzó, desde 2010. Falta rendición de cuentas por parte de la Secretaría.
Tuvimos participación en algunos proyectos, en especial los estudios de los filtros de partículas para los buses, pero faltó más decisión de la administración y los operadores de los buses para lograr tener un éxito en ese piloto, en fuentes móviles.
En este momento prácticamente está desmontado el Plan, no se están siguiendo esas medidas, esta administración ha generado su propio plan alterno con medidas como la autorregulación de la flota de buses que es una medida no efectiva. Falta retomar el tema que la administración haga un plan serio y que lo haga efectivo.
Es decir la autoridad ambiental necesita ponerle más el pecho a mejorar el aire…
Sí, falta más efectividad en los controles. Las normas están hechas, también tienen fallas, pero están ahí lo mismo que los mecanismos de control, falta que tengan efectividad. Ahí es que uno se pregunta ¿cómo es posible que todavía haya buses, camiones e industrias con emisiones altísimas que uno puede ver directamente como ciudadano y que la autoridad no genere un control, por qué siguen circulando? Falta efectivamente control.
Por ejemplo, la Secretaría saca cifras de operativos de control de emisiones. Se genera el comparendo o la inmovilización del vehículo, pero después de un trámite del comparendo se saca el vehículo de los patios y sigue circulando y sigue emitiendo. Entonces no hay un control efectivo en hacer cumplir las normas. Hace falta ajustar mucho para ejercer control, eso pasa por la falta de fortalecimiento de las autoridades ambientales, la Fiscalía y las secretarías de Movilidad y Ambiente.
¿Desde la Universidad, qué han investigado sobre este asunto?
Hemos estado haciendo varios estudios encaminados a conocer el aporte de diferentes fuentes de contaminación el aire, y eso que sirve para poder priorizar las medidas de control, justamente. Se han dado a conocer a la autoridad ambiental, han salido las publicaciones científicas y la evidencia para que ellos diseñen sus planes. Pero igual, hace falta que se tenga en cuenta esa evidencia para tomar las medidas priorizadas de control, enfocándose en las fuentes más altas y no de manera aleatoria y poco efectiva que es lo que ha estado ocurriendo.
¿Qué opina de la vocería que han tomado de algunos ciudadanos para analizar la calidad de aire y alertar por redes sociales cuando los niveles de contaminación se suben?
Es un fenómeno que ha estado ocurriendo globalmente, gracias a la disponibilidad en el mercado de sensores económicos y que cualquier persona puede comprar. Estas mediciones hay que tomarlas como un indicador de que algo está pasando. Ejemplo, los estudios que ha mostrado Daniel Bernal @danielbernalb y otras personas, en las redes sociales muestran comparativamente cómo es un ambiente limpio en un humedal y un ambiente contaminado como una cabina de TransMilenio. Cuando hace esa comparación muestra que indicativamente si hay una contaminación. Pese a que las cifras no puedan ser tan exactas, las comparaciones muestran un hecho evidente. Entonces eso tiene un valor grande para mostrar una problemática real, las mediciones han sido comprobadas y hechas más rigurosamente con otro tipo de equipos de universidades como La Salle, los Andes y nosotros en la Nacional hemos hecho ido a esos microambientes y vemos que si hay ambientes más contaminados que están afectando a los ciudadanos. Son ejercicios de participación ciudadana demostrados para que las autoridades tomen unas medidas de control más ajustadas y no caprichosas.
El sistema de monitoreo en Bogotá es diferente al de otras redes como por ejemplo la de ciudad de México, ¿no debería unificarse como lo indica la Organización Mundial de la Salud?
La ciudad tiene una escala para mostrar los contaminantes y otras de otros colores que los trataron de hacer compatibles con el Sistema de Gestión de Riesgos de la ciudad. A uno como que no le cuadra el color naranja o amarillo cuando ve concentraciones de color rojo, es un problema de diseño de las herramientas que utiliza la administración para informar mejor a la comunidad. Ahí hay un problema de comunicación.
Existen unas recomendaciones específicas de salud, ambas son complementarias, hay una descripción somera y otra más completa, por ejemplo, “situación poco saludable para grupos vulnerables de la población”.
Es un problema de comunicación de la contaminación, sí la administración debe mejorar en eso fuertemente, la Secretaría de Ambiente y de Salud, sobre qué significan las alertas, quienes tienen que estar muy atentos y tratar de reducir la exposición. Es un problema de comunicación.
¿En general, cómo ha evolucionado la calidad del aire en Bogotá en los últimos años?
Hubo una mejora en la calidad del aire entre 2007 y 2014. Todo el sistema de monitoreo mostró una reducción en las concentraciones de material particulado, se monitoreaba PM10.
El PM2.5 se empezó a mostrar en 2013 y desde entonces no ha mejorado más, no ha mejorado, se ha estancado en un nivel promedio. Eso lo que muestra es que no se han tomado medidas eficaces para reducir esa contaminación desde 2014, básicamente.
Esperamos que medidas como el cambio de flota de TransMilenio que se ve a generar este año, empiece de nuevo a generar una tendencia y haga que la gente que lo utilice sienta un cambio. Lamentablemente no entraron buses eléctricos, pero esa flota a gas si tiene algunos beneficios, no es la panacea pero ayuda.
Lo que muestra también es que hay que trabajar mucho más con las mayores fuentes de contaminación como son camiones, buses de servicio público, transporte de turismo, escolares, e incluso los microbuses y las camionetas con motor diésel, que tienen más altas emisiones.
También las motos, que pasan desapercibidas en esta discusión, pero que tienen un aporte importante, porque son medios masivos, pero no limpios.
¿Podría especificar más sobre los buses de TM que entrarán?
Dentro del inventario de emisiones del total de la ciudad TrasMilenio tiene un aporte relativamente bajo, del 5 %. Si a esto le mejora una parte, porque no se cambiara toda la flota, entonces se pasa a un 4%, eso nos es una avance significativo en cuanto a la ciudad. Para tener un buen impacto hay que atacar las fuentes que tienen el 30 o 40% y ahí es cuando estamos hablando de buses diferentes a TM como SIPT, escolares y demás e incluso la industria y de emisiones que afectan la suspensión de polvo en las vías y otros entornos, asociados al mal mantenimiento de las vías, falta de coberturas verdes en muchos sitios afectados especialmente, al suroccidente de la ciudad.
¿En conclusión, en una contingencia como esta, es mejor quedarse encerrado en casa?
Los que no tienen predisposición preferiblemente, no hacer ejercicio físico intenso para no contaminarse. Para la mayor parte de la población no es una situación tan preocupante porque no va a tener una afectación tan directa, pero es preferible aplicar el principio de precaución.