El área del hábitat de oso en la cordillera de los Andes colombianos solo está protegida en un 24%, explica Daniel Rodríguez, pionero en la investigación de esta especie en el país.
Hacia 1981, mientras compartía con su colega Fidel Poveda en la cafetería de la Universidad Nacional, un estudiante de biología se enteraba de que en Colombia existían osos.
El impacto de la noticia fue tal que en ese mismo instante el joven supo que pasaría el resto de su vida estudiando a estos mamíferos.
A partir de ahí, lo primero que encontró fue que a la fecha solo se habían publicado 12 artículos científicos a escala mundial, que referían la anatomía del animal. Eso significaba que tendría que enfrentarse al total desconocimiento sobre la especie.
Édgar Daniel Rodríguez —el estudiante en referencia— cuenta que hablar de oso andino (Tremarctos ornatus) en ese tiempo era como mencionar a los extraterrestres.
Tan pronto le informó a su profesor, Alberto Cadena, el tema de la tesis con la que se graduaría, el maestro le contestó: -Yo de eso no sé, pero le ayudo.
Meses después, este era el primer trabajo que sobre oso de anteojos se hacía en Colombia.
Daniel encontró apoyo en el biólogo José Vicente Rodríguez para trabajar en esa línea de investigación.
Creó la Fundación Wii -que en embera katío significa ‘oso’- a la que invitó a trabajar a su amigo Fidel. Desde hace varios años representa a Colombia en el Grupo Especialista de Oso Andino de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
¿Qué logró saber este biólogo sobre el oso de anteojos, wii, negro, congo, real, piñuelero, enjaquimado o frontino –como se le conoce en la provincia colombiana- en todos estos años?
Red Prensa Verde entrevistó a Daniel Rodríguez, director de la Fundación Wii.
Después de 36 años de investigaciones ¿cuales son los avances, respecto al conocimiento de la especie?
Son diferentes los avances. Es importante desmitificar todo lo que se está diciendo actualmente del oso. Queremos una especie romántica, tierna y tranquila, que no tenga problemas. Pero debemos tener claro que los osos pertenecen al grupo de los carnívoros, familia Ursidae, que tienen una estructura masticatoria específica y consumen tanto carne como plantas. Todos los osos comen carne.
Respecto al hábitat, se sabe que los osos no son del páramo, son del bosque. Viven allí, en los bosques cercanos al páramo. ¿Les gusta el páramo? Sí, lo visitan, pero duermen en los bosques. Su color, tamaño y alimentación lo dicen. Son frugívoros pero comen carne. Son capaces de atacar una vaca, una mula, se pueden comer un marrano, eso no se puede esconder para tratar de tener un animal tierno y bonito. Es un animal que genera problemas con las comunidades cuando la ganadería extensiva, por ejemplo, genera afectación en sus territorios.
¿Qué se sabe de su reproducción?
Hemos aprendido que las hembras son fértiles antes de los cuatro años y no necesariamente tienen cuatro hijos. En los años que tenemos nunca hemos visto una hembra con cuatro osos, la hemos visto máximo con dos. No sabemos cuánto el promedio de camadas por hembra, lo que nos arroja el convenio Acueducto de Bogotá-Fundación Wii, en el área de amortiguación del parque Chingaza, es que una hembra puede tener 1,2 o 1,6 animalitos por camada y eso es una tasa de reproducción muy corta.
¿En cuánto al cortejo?
Se sabe que tarda más tiempo de que lo que estaba escrito, que era una semana, la pareja puede estar junta más de 15 días. Y además hay un continuo acecho de otros machos a la hembra cuando está en celo.
Las hembras son elusivas, igual que los grizzly y los demás osos, es decir se esconden porque cuando está con cría es muy susceptible a que los machos maten a los oseznos por infanticidio, para que la hembra entre en calor de nuevo. Eso es lo que hace que las hembras salgan de las áreas de muestreo y de los senderos muy típicos.
¿Qué avances hay en la genética de los osos?
Sabemos que el oso andino tiene una variabilidad genética más baja que todos los demás osos del mundo. Una variabilidad genética individual cercana al 38, 40 o 50%, es muy baja, lo que hace que la especie tenga problemas fuerte para la recuperación de enfermedades, según los estudios del profesor Manuel Ruíz en la Universidad Javeriana.
Él también ha encontrado que es posible que el oso andino haya surgido como especie en América del Sur y que sea un grupo pariente de los grandes osos Arctodus que fueron los más grandes del mundo. Medían hasta cuatro metros parados en dos patas, pesaban una tonelada, eran carroñeros y tenían cara corta como el nuestro. Eran hermosos y bestiales.
También se sabe que en las áreas donde los osos están aislados, o donde la fragmentación del bosque es muy fuerte, las hembras reducen el tamaño. Esto es grave en la medida en que las hembras que se estamos encontrando en áreas de Chingaza son relativamente más pequeñas que las otras que hay el país.
¿Cómo son sus desplazamientos?
Se mueven mucho, tienen un rango de acción grande. Nosotros junto con Corpoguavio seguimos a un macho de adulto 140 kilos capturado en Junín (Cundinamarca). Le pusimos un collar de telemetría y los monitoreamos por 45 días. Se movió en promedio diario 7 kilómetros y en distancia de recorrido máximo de 35 kilómetros, entre un punto y otro. El total del recorrido fue de 36 mil hectáreas alrededor del parque de Chingaza. Recorrió las áreas de amortiguación de Junín, Guasca, La Calera, Choahí, Fómeque y llegó hasta la laguna de Chingaza, cerca del municipio de San Juanito.
Entonces, ¿qué área de bosque o territorio se necesita para la supervivencia de un oso?
El investigador ecuatoriano Armando Castellanos encontró que los machos tienen rangos de acción de 54 mil has y las hembras unas 19 mil, en época de bosque seco, de no lluvia.
También encontramos que los osos dependen mucho de los árboles para moverse. Esos movimientos verticales y horizontales, en la cordillera que se presumían desde un principio, son ciertos.
Por eso, no podemos permitir que se aíslen en complejos pequeños como los Nevados y Chingaza, producto de las actividades humanas.
Hace 17 años comenzó a trazarse el Plan de Acción para la protección de la especie entre Minambiente y varias organizaciones. Una de las premisas era que a 2016 se tendría en el país una población de osos saludable y una buena relación animal-humano ¿En que va esa intención?
El programa arrancó tarde, vino a ser importante después del 2010 y en ese tiempo solo había cuatro corporaciones autónomas involucradas, las demás eran acciones tangenciales a la conservación de oso.
Hemos aprendido que el área de hábitat de oso en la cordillera de los Andes, desde los 400 metros hasta los 4.000, está protegido por Parques Nacionales y otras áreas protegidas, apenas en un 24% del país.
El 76% restante es obligación de las corporaciones autónomas regionales. Es en este 76% donde hay interacciones negativas, donde el campesino mata al oso porque se le come las vacas y el maíz, es allí donde todos los ciudadanos deben trabajar.
¿Qué decir sobre la salud de las poblaciones?
Hablar de una población sana o saludable es complicado porque no hay datos de los núcleos de población en el país, que son unos 70. Los datos que tenemos no nos permiten entender cómo está la proporción por sexo. Se pensaba que estaba desventajosa para las hembras, eso hay que revisarlo. Una población sana debería ser la que tenga tasa de crecimiento equiparable a la tasa de mortalidad, y ninguna de las dos las conocemos.
Deberíamos saber cuántos animales están desapareciendo al año producto de la muerte natural, de muerte de neonatos, de infanticidios, por cacería, tasa de nacimiento y sobrevivencia de cachorros.
¿En qué ha trabajado la academia?
Ha avanzado mucho en el conocimiento de la fauna nacional pero hace falta el impulso desde los docentes a los estudiantes. Estos se preocupan porque ahora el trabajo de pregrado debe durar seis meses. Son pocos los trabajos que hay de megafauna. Sin embargo, hay unas 16 tesis de grado sobre oso, la más prolífica ha sido la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Tunja (UPTC). También la Nacional de Bogotá, Antioquia, Manizales y Nariño, hace falta más apoyo.
En los congresos internacionales de fauna se ven exposiciones de investigaciones serias de maestros y alumnos, de más de 10 o 20 años de estudio. Aquí eso no pasa. La megafauna está muy descuidada desde el punto de vista académico.
¿Cuál ha sido el logro institucional?
Las instituciones se pusieron las pilas con eso, hablamos de Parques Nacionales que desde principios del 2000 ha estado trabajando fuertemente en el tema.
Se destaca el esfuerzo del Acueducto de Bogotá por su investigación sobre osos en un área clave para el país, que le da agua a 9 millones de habitantes. Es importante es que el esfuerzo no se pierda en el tiempo y que haya continuidad en las propuestas.
La empresa de Energía de Bogotá hace compensación por áreas de oso en zonas de paso de líneas de transmisión eléctrica. Otras de empresas exploradoras de gas y petróleo también han puesto recursos para otras investigaciones. En cuenta a las corporaciones, algunas no lo han asumido. Otras sí como Corpocesar y Corpoguavio. La CAR ha hecho algunas cosas, Corponariño está iniciando y Corpochivor le ha puesto atención para trabajar como especie focal.
¿Y los corredores naturales?
En Antioquia hay una propuesta muy buena en el corredor suroeste, de una organización conservacionista y Corantioquia. Está el corredor suroriental que trabaja Parques, Argos y WCS, que es interesante.
En la cordillera oriental, se debe establecer un corredor de dispersión de animales entre Chingaza y El Cocuy. Hablar de un corredor Chingaza-Sumapaz es una tanto aventurado.
Es importante saber qué está pasando con el atropellamiento en las vías. En Guasca-Gachetá murió un osito. También los han visto en las vías Sogamoso-Pajarito, Socha-Tame-Arauca, y hay que buscar muchos más pasos de fauna para poder hablar de una población sana en el país.
¿Qué programas comunitarios destaca hoy?
Existe un programa de monitoreo participativo comunitario en el sur del Huila, donde son las comunidades campesinas las que están trabajando. Han avanzado mucho en la recolección de información y en la formación de responsabilidad campesina para la conservación del oso.
¿Cómo está la conciencia nacional frente a la especie?
La gente los conoce un poco más, ya no se atreve tanto a matarlos. Si bien la cacería es uno de los elementos importantes por retaliación, no se tienen datos de los animales que mueren al año.
Sabemos que no es tanto por la pérdida de hábitat como hace 30 o 50 años, sino que se están perdiendo bosques por las vías, los pueblos, las represas y además de eso por un montón de obras infraestructura y cultivos ilícitos.
Una cosa importante es que los bosques no solo se pierden por que se tumben sino por calidad. Recordemos que el campesino antes cuando entraba al bosque lo primero que hacía era sacar los árboles de laurel. Los bosques nuestros, si bien tienen osos, presentan una calidad muy baja porque los osos dependen de los árboles de laurel para comer y vivir bien. Hay muchos más que le dan frutos, pero su ausencia obliga a que los osos que nacen se dispersen y no encuentren a dónde ir, lo que genera el conflicto con los humanos.
¿Qué decir de ese conflicto?
No es tan sencillo ver la interacción como que el campesino le quita el área al oso porque invade su hábitat, eso es querernos quitar la responsabilidad de encima. La culpa de que los osos mueran en el bosque no es únicamente del campesino sino del abandono estatal, de la incapacidad de las instituciones como las CAR, de sus profesionales y su relación con la gente.
¿Seguiremos reportando avistamientos en áreas no protegidas?
Vamos a seguir viendo osos por todas partes en la medida en que ellos se tienen que mover mucho y no se tienen áreas de acción completamente conectadas. Van a tener un problema de dispersión que impide que los animales se muevan tranquilamente. Siempre van a encontrar casas, fincas y demás áreas de actividad humana.
Se tienen que mover porque ya no caben tanto. Sabemos a nivel mundial que a medida que los hábitat van desapareciendo, los animales se van agrupando en lo poco que está quedando de bosque.
Cuando ustedes comenzaron el país estaba en pleno conflicto armado, ¿cuál es el panorama para el oso en este momento de posconflicto?
Significa una preocupación gigante. Los datos de deforestación para el Amazonas y el pie de monte en 2016 fueron muy preocupantes. No es que aplauda el trabajo de las Farc en las áreas silvestres del país, pero su presencia impidió que se siguieran matando animales, como ocurrió con los venados en Chingaza. La guerrilla lo controlaba.
La presencia armada en los bosques también disuadía la inversión extranjera en el país. A partir de los acuerdos de paz, que aspiro se puedan continuar, se da la apertura de esas nuevas áreas de ‘par en par’ para la venta de servicios ambientales.
Hay conflictos de intereses internacionales para explotación de oro, cobre, entre otros, en muchas áreas; también generación de infraestructura como las vías 4G y mucha gente que empieza a regresar. Otros van a comprar fincas y acabar con lo que quedó.
El panorama es gris y preocupante, porque no solo es el posconflicto sino el cambio global. Las dos son amenazas para las que no estamos preparados, ni siquiera lo tenemos previsto o analizado.
¿Cómo está impactando el ecoturismo en las poblaciones?
Puede ser una alternativa pero también amenaza. Sabemos que en la zona de amortiguación de Chingaza hay personas instalando cebos (miel) para atraer a los osos y poderlos fotografiar. Eso hace que los osos se acerquen cada vez más a las casas. Hay imágenes de gente dándole papas fritas a los osos y a la vez filmándolos. El tema se debe mirar con cuidado porque podríamos tener un problema grande.
Esta puede ser una actividad importante pero debe ser respetuosa y responsable, hay que conocer la especie. El oso es un animal bello, tierno, pero silvestre, que puede matar una vaca, no necesariamente debe ser visto con los ojos de la ternura, pese a que atrae miradas y es una especie carismática.
¿Con lo dicho hasta ahora, se debe mantener el oso bajo la categoría de Vulnerable en la Lista Roja de la UICN?
Sí, es necesario mantenerlo mientras se tienen más estudios de ocupación y de población.
Las categorías de amenaza de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) que van desde no amenazada a extinta, se basan en aspectos poblacionales de la especie y del hábitat.
En esa medida, en Colombia tenemos datos sobre pérdida de hábitat, aunque repito, de nada nos sirve si la mancha de bosque ya no tiene laureles.
En cuanto a la dinámica de la población y pérdida de animales, no tenemos un número al cual sacarle un porcentaje. El dato que de densidad obtuvimos con el Acueducto en Chinzaga es que existen entre 2 y 4 osos por cada 100 km2. Con esto se podría decir que en Colombia existirían hasta unos 10 mil animales, eso significaría que el 30 por ciento de estos se podría perder en 30 años. Pero no sabemos con exactitud cuántos osos hay. Hay que mantenerlo así hasta que tengamos información para subirlo de categoría o bajarlo de condición porque no los estamos matando tanto.
¿Cuál considera es el mayor aporte de los investigadores de oso en el país?
El hecho de que la gente reconozca la existencia del oso en el territorio nacional. La gente del común ve que existe, que es bonito, que hay que protegerlo y que está acompañado de muchos animales más. Eso nos permite hablar de oso como especie sombrilla. En el trabajo con el convenio Acueducto-Fundación Wii encontramos que el oso comparte hábitat con no menos de 36 especies de mamíferos y 44 especies de aves terrestres.
Después de 11 años de celebrarlo en el mundo, vemos que en Colombia ya se reconoce el Día Mundial el 21 de febrero. Hay murales en calles, colegios, urbanizaciones… el oso aparece entre la gente, esa es la mayor ganancia.
¿Qué le queda por estudiar?
Estudiar la estructura de reproducción, las densidades de población del oso, el comportamiento maternal, el seguimiento telemétrico de las hembras, la genética. Ojalá lo pueda continuar.